Prólogo
Japón 2015
-¿Lo tienen? - preguntó impaciente la voz de una mujer al otro lado del celular.
Eran apenas las 5 de la tarde en la ciudad de Japón pero el cielo reflejaba horas mucho más tarde, debido a la tormenta que se avecinaba, los potentes truenos advertian su inminente llegada, por lo que las calles estaba desiertas, ya que las personas se habían refugiado en la calidez de sus hogares.
En una de las calles de esta ciudad, transitaba un vehículo negro…
-Sí, Mi Señora- confirmó un hombre vestido con un traje negro y lentes del mismo color, que se encontraba conduciendo el auto, mientras veía por el retrovisor la parte de atrás del vehículo donde se encontraba un hermoso bebe recién nacido, el cual poseía una tez pálida, excepto en las mejillas, ya que las tenia rojas y húmedas por el llanto, lo poco que tenia de cabello era de un color tan negro como la noche, estaba dentro de una cesta, a su lado se encontraba otro hombre igualmente vestido que su compañero, que estaba perdiendo la paciencia por el llanto del infante.
-¿Se deshicieron de ella?-- volvió a preguntar la voz de la mujer.
-No fue necesario, el parto se complicó y falleció después de dar a luz, facilitándonos el trabajo- contesto este mientras sonreía de manera perversa.
-Me complace saber que esa zorra entrometida ya no está en este mundo, no me importa cual fue la causa que dio a ello, ja ja ja -- reía complacida por la noticia.-Tendrán una muy buena recompensa por su trabajo-agrego al terminar de reírse.
-Cuando guste mi Señora, ya sabe que estamos para servirle en lo que sea, a usted y a su Señor -- contesto mientras le sonreía de forma cómplice a su compañero por el retrovisor.
-Perfecto—dijo satisfecha
-Solo una pregunta mi Señora—preguntó el hombre
-¿Qué hacemos con el niño?
-¡Desháganse de ese bastardo!, que le haga compañía a su madre en el mas allá- escupió con veneno esas palabras para luego cortar con la comunicación.
-¿Qué te dijo que hiciéramos con este mocoso, no ha dejado de llorar y mi paciencia está al límite- le pregunto el compañero desde la parte trasera del auto.
-Que nos deshiciéramos de él, por supuesto—simplemente contestó, mientras giraba y entraba a un camino que daba a un bosque- Y conozco el lugar para ello- continúo.
Minutos más tarde, detuvieron el auto y salieron de este con la cesta.
Las primeras gotas de agua comenzaron a caer, y los truenos a escucharse con mayor fuerza opacando el llanto del pequeño azabache.
Ambos hombres se adentraron al bosque no muy lejos del camino, pues a ese lugar no iba nadie, por lo que no se preocupaban si aparecían personas.
-Aquí está bien- Se detuvieron debajo de un gran árbol de Sakura cuyas ramas se mecían con fuerza debido al viento, dejaron la cesta con el bebe bajo éste.
-Me parece bien- contesto el otro- Dejémoslo en este lugar, aquí nadie lo encontrara, ni siquiera lo buscaran, ya que según el registro médico que falsificamos nació muerto, además la madre ni siquiera tenía familia o amigos de confianza, nadie sabe sobre su nacimiento u origen, a nadie le importara lo que le pase, despues de todo...su destino ya estaba decidido y sellado desde el momento en que se supo de su existencia- termino de decir sin compasión o remordimiento en sus palabras.
-Así es, a nuestra Señora no le gusta compartir, bien, será mejor que nos vayamos ya esta lloviznando y no quiero tener mojado mi traje cuando recibamos nuestra paga- dijo mientras comenzaba a caminar de regreso al auto con una sonrisa ambiciosa, seguido inmediatamente por su compañero, con igual sonrisa al pensar en el dinero.
Pero ambos estaban equivocados, a alguien si le importa la vida del pequeño infante que habían abandonado en el bosque, bajo una tormenta, alguien que gracias a un Don, sabia donde encontrarlo y que lo necesitaba…
Solo momentos después de que estos hombres se marcharan, una silueta menuda con un impermeable naranja se acercó al árbol, donde se encontraba el pequeño que continuaba con su llanto.
Este se arrodillo frente a la cesta y se quito la capucha que cubría su rostro, mostrándose, eran un joven de 16 años de edad, su cabello era de un rubio que parecia haber sido besado por el mismo sol, largo y atado en una trenza, con varios y gracioso mechones que le caían al hermoso y delicado rostro, de tez acanelado que a la vista y a distancia se podía apreciar suave y cálida, para terminar es dueño de unos hermosos ojos azules que eran como observar el cielo en un cálido día de primavera, y tan transparentes y puros como el agua, pues estos reflejaban claramente sus emociones y sentimientos.
-No llores, ya estoy aquí, ttebayo- dijo con una voz dulce y cálida mientras lo acunaba en sus brazos para darle calor, por suerte las gotas de agua no habían mojado la manta que lo tiene envuelto.
Increíblemente el bebé dejo de llorar al escucharlo su voz.
Y por primera vez, enlas horas que tiene de haber llegado al mundo abrió sus ojitos, los cuales eran de un precioso color azul oscuro,...
Como dos gemas azul marino...