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Me siento como un monstruo. por Naoko-san

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Notas del fanfic:

Ojalá guste, disclaimer : Los personajes pertenecen a sus respectivos autores, sólo los uso para satisfacer mis erróneos intentos de escritora :3.

Notas del capitulo:

Importante leer!

Este fic ha sido editado y mejorado, desde el primer capítulo.

Lamento los inconvenientes c:

 

Miro hacia todos lados buscando a sus padres, quería avisarles pero no vio nada.

Ignoro aquello y bajo corriendo por las escaleras de la gran casa, tomo las llaves que se encontraban en la mesa del vestíbulo, y grito antes de irse.

—      ¡Mamá! ¡Papá! —no escucho respuesta— ¡Mamá! ¡Papá! ¡Iré a ver a mi cachorro!

Ignoro el silencio, abrió y salió corriendo, no sin antes dejar cerrado.

En el patio de la gran casa, busco con la mirada a su cachorro, corrió detrás de los arboles que adornaban la entrada, pero nada.

Su cachorro se llamaba “Pochi”, un perro callejero de unos cuatro meses, le cuidaba y le facilitaba alimento.

Salió a la calle, y empezó a llamarlo.

Luego de unos minutos, el perro apareció con la cola agitada, le mostro los dientes y le ladro en forma amistosa, el niño sonrió, saco de su mochila una croqueta y se la lanzo.

El perro se la comió feliz, quería más y se acercó suplicante al niño.

Este negó con la cabeza y el perro, como si hubiera entendido le arrebato la mochila, con la cola entre las patas corrió y el pequeño le siguió.

—      ¡Devuélveme eso!

Corrió detrás del cachorro por una calle, hasta que este doblo en un callejón sin salida.

—      ¿Pochi? — pregunto con miedo, no veía nada allí dentro.

La punta de sus dedos comenzó a expandirse un dolor, vio un par de ojos rojos antes de caer desmayado.

 …

—      ¡Naruto! — grito una mujer de cabellos rojos, buscando a su hijo— ¡Naruto!

Ella había estado durmiendo mientras el niño se fue, escucho entre sueños un grito pero le ignoró.

Despertó a su esposo, para que le ayudara a buscar.

Salieron de la casa, notaron que no estaban las otras llaves, se preocupó y corrieron.

Escucharon unos gemidos provenir del mismo callejón, se acercaron con un paraguas en mano—por si tenían que defenderse de algo—y solo vieron a su hijo inmóvil, allí mirándolos sin decir ni hacer nada.

 El hombre prendió una linterna, y al apuntar vieron al niño con sus ojos sin sentimientos, al lado estaba el cachorro muerto y había un gran charco de sangre contrastando con la luz.

Las manos del chico tenían unas extrañas marcas y caía sangre de ellas.

—      ¿Naruto? — llamó su madre, con notable preocupación y desconcierto en su voz.

El niño no respondió.

Paso un minuto cuando el pequeño reaccionó, miro a su alrededor y comenzó a llorar al ver a su perro muerto.

—      ¿Pochi? —preguntó con miedo en su voz— ¡Pochi!

Lo toco, sus padres se acercaron y vieron que al perro le faltaba sangre, estaba vacío.

La única que noto que caía sangre de la boca de Naruto fue su madre.

—      ¿Qué ocurrió? —preguntó la mujer.

—      N-no sé— contesto con un gemido.

Ella se agacho, el mayor le dio unos leves toques en la espalda para apoyarle y ella solo le abrazo.

—      Todo estará bien.

Luego de aquello, había concluido un año más.

El joven niño ahora tiene trece años, había tenido un leve trauma después de la repentina muerte de su mascota, empezó a sentir cosas en las noches, a tener pesadillas y tendía a quedarse inexpresivo mirando a la nada.

El chiquillo corrió bajando las escaleras, tomo su mochila y miro a su madre antes de gritarle.

—      ¡Mamá! —la busco con la mirada— ¿Mamá?

—      ¡Aquí estoy cariño! — grito desde la otra habitación.

Naruto corrió hacia donde estaba ella, la miro y le sonrió.

—      Estoy por irme a la escuela, pero…—se quedo callado—, me duele la cabeza.

—      Cariño…—se acercó, ella era una mujer muy cariñosa con su hijo, le amaba demasiado—. ¡Minato!

Grito a su esposo, este que estaba preparando el desayuno se asomó al comedor, preguntando qué ocurría.

—      Tráele una pastilla a tu hijo— ordenó.

—      Claro…

Fue a obedecerle, dejo las cosas y fue a ver al baño en el botiquín.

—      Duele…—sostuvo su cabeza—, duele demasiado.

Aviso antes de caer desmayado.

La mujer se aterró, corrió a ayudarle y el hombre al sentir que algo se desplomaba, corrió también.

—      cariño— llamo Kushina a su hijo, nada pasaba—, quédate aquí. Iré a buscar al médico que vive en la esquina, ¡vigila que nada le ocurra!

El hombre asintió y tomo al niño entre sus brazos, lo recostó en la mesa con cuidado y unos minutos después que se fue la mujer, las marcas de la cara del chico comenzaron a engruesarse, las manos le temblaban y comenzaron a crecer garras en donde tenía uñas, comenzó a tener convulsiones pero aún no despertaba.

—      ¿Naruto? —pregunto al ver su extraño comportamiento.

 

El chico al escuchar su nombre, abrió los ojos y en vez de tener sus característicos ojos azules, había unos ojos rojo sangre.

Miro a todos lados, y al ver al adulto a su lado, que tenía miedo en su mirada, sonrió mostrando sus colmillos que tenía en vez de dientes.

—      Papá…—fingió voz inocente.

Minato se asusto, se cayo de miedo y se levanto, trato de alejarse pero fue interceptado con una mirada de horror, se paralizado al ver aquellos ojos con tanta hostilidad.

—      ¡Naruto! —grito.

El chico rio, y se puso a cuatro patas, salto de la mesa al piso y le miraba mostrándole los dientes, rio antes de decir las últimas palabras que escucho el mayor.

—      Es hora de acabar el juego, Minato.

Kushina venía con el doctor a su lado, entro y se asusto con el silencio que había en la casa, camino un poco y llegaron al comedor.

Las paredes color crema, salpicadas de sangre, rayadas y con escritos.

La mesa al medio también con este líquido, y allí en el suelo tendido inerte, su esposo.

Un charco de sangre cubría el suelo.

Vio a su hijo también en el suelo tendido, tenía la respiración lenta y se dieron cuenta de que estaba desmayado.

Corrió a verlo, no sin antes resbalar con la sangre y dar un grito de horror y asco, se levanto y se limpio.

Volteo a su hijo—que yacía boca abajo—y vio la trastornada sonrisa del chico, los ojos cerrados y de la comisura de la boca del pequeño caía sangre.

El médico grito, y ella por inercia también.

Ella lloraba al lado del chico y el médico sólo atino a llamar a la policía.

Luego de eso, fue internado en un hospital psiquiátrico.

Paso un año allí, siendo examinado y probado con distintas cosas, tenía sólo catorce cuando una mujer extraña contacto con Kushina, la madre de Naruto.

Le llamo al lugar, la mujer acudió y allí vio a una niñata que no pasaba de los veintidós años de edad.

—      Buenos días—saludo la doctora—, soy Nakae y es un gusto conocerla. Soy la nueva doctora y quiero plantearle la forma para ver qué tiene su hijo, ya que enfermedad mental no es. Sufre de esquizofrenia, no se lo niego, pero algo más hay.

Kushina quedo choqueada al escuchar aquello. ¿Esquizofrenia?

Asintió haciéndole entender a la otra que le escuchaba.

—      Entonces, quiero que me de permiso para experimentar de forma definitiva con el muchacho, necesito hacerle análisis de sangre y verificar su cuerpo—dijo con una voz inexpresiva—. ¿Qué dice?

—      …— lo pensó unos minutos.

Kushina había estado viviendo trastornada por culpa del chico, desde que perdió a su esposo había comenzado a beber y ya no tenía mucha cordura, apenas podía levantarse en la mañana, amaba a su hijo pero necesitaba que acabara todo, necesitaba que el muchacho saliera del hospital, necesitaba tenerlo a su lado.

Asintió, la doctora entendió y le entrego un documento, solicitando que tenían todo el permiso para acceder a hacer lo que se les antojara.

La mujer tomo el bolígrafo que le ofrecía la doctora, y firmo.

—      Fue un gusto hablar con usted, señorita Kushina.

Dijo la doctora, se levanto y se fue caminando con una sonrisa perversa.

Estaban en una habitación muy apartada de todas las demás del hospital, era completamente blanca y estaba aislada con grandes vidrios que eran anti balas.

Había cinco doctores dentro del lugar, el chico estaba anestesiado y estaban listos para operar.

La doctora asintió diciéndoles que podían empezar, salió de la habitación y la cerro con llave, y fue a ver desde fuera todo.

También estaba la madre de Naruto, con un gesto asustado saludo y se quedaron viendo la operación.

Nakae y Kushina sólo miraban, las doctoras se pusieron los guantes, tomaron el bisturí y se acercaron al joven.

—      Yo que usted no vería esto—advirtió la doctora a Kushina, ésta no entendió que quería decir.

No hasta segundos después cuando Naruto despertaba, sus ojos no eran normales y gritaba.

Pasó todo tan rápido, pero ahora todos los de adentro de la habitación, excepto Naruto, estaban muertos.

Kushina ahogo un grito, le dio horror ver que su hijo era causante de todo, se volteo y sintió como la doctora le inyectaba algo en el brazo, segundos después cayo desmayada.

La doctora abrió el lugar, y luego lo cerró.

Nadie podía entrar ni salir de allí, sólo estaba ella y el joven de catorce años mirándole con una sonrisa retorcida.

—      Sabía que tenía razón, eres como yo…—la mujer rio desconcertando al otro.

—      ¿Cómo tú? —habló. Su voz era siniestra, oscura y gutural, no era normal.

—      Como…yo—le mostro su brazo, y rápidamente unas cuchillas salieron del ante brazo, las garras crecieron y los ojos grises se volvieron rojos, al igual que los de Naruto.

 

Naruto sonrió, no estaba en si.

La mujer volvió a su estado normal y siguió hablando como si se tratase de una reunión normal.

—      Puedo ayudarte…

—      ¿Para qué querría eso? —respondió el joven, llevo sus manos empapadas en sangre y lamio la sangre—, disfruto todo esto.

—      Tú…—musitó—, pero tu otro yo no. Al final son una misma persona, tus deseos son los oscuros y deseos retorcidos de Naruto, él no es una mala persona, tiene muy buenos sentimientos, pero desafortunadamente…es un monstruo.

—      No me digas—respondió con sorna—. ¿Para qué querría tú ayuda? ¿Por qué no matarte?

—      Porque ansías una vida normal, por que quieres salir de aquí y vivir como un típico adolescente, yo puedo darte todo eso…—tomo aire—, y aunque intentaras matarme, yo domino más este poder, por lo que podría matarte—Naruto se sorprendió cuando la mujer estaba detrás de él—…y no darte cuenta.

Respondió susurrándole en el oído al rubio, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba a tres metros del chico.

Ella siguió caminando de forma calmada, saco de su bata una inyección y se la tiro al otro, que la tomo en sus manos y la examinó.

—      Te ayudaré, tendrás una vida normal, pero a cambio…

—      ¿A cambio? — pregunto, aquel líquido dentro de la jeringa era extraño.

—      Hay muchos monstruos en este mundo, algunos despiadados pero con conciencia como nosotros, y otros despiadados pero sin conciencia, aquellos deben ser eliminados— hablo sin expresión en su voz—, de lo contrario todo el mundo sabría de nuestra existencia, y ahí jodemos todos.

—      ¿Entonces? No entiendo de que va toda esa explicación.

—      Me ayudarás a aniquilar a ese tipo de monstruos, tú eres uno de los más avanzados, tienes una sangre peculiar y sólo puedes alimentarte de energía vital de los demás, necesitas esto—le señalo la inyección—, de lo contrario que aceptes, te mataré.

Naruto miro la cosa de nuevo, miro a la doctora y con una sonrisa asintió.

La mujer complacida, se despidió y le señalo que la madre de éste yacía en el suelo.

Naruto se acercó y en un arrebato de ira, la mato mientras Kushina yacía dormida.

Nakae con un gesto, reprendió la muerte innecesaria de Kushina, levanto los hombros en un gesto de que no era asunto de ella pero pudo haberse ahorrado aquello.

Caminaron por los pasillos blancos del hospital psiquiátrico, y un Naruto fuera de si le seguía.

—      Una ultima cosa…—pronunció mientras caminaban—, nuestro único objetivo es dominar lo que se llama mundo, los monstruos dominaremos pero a nuestro tiempo, tu deber como te dije es asesinar a quienes no me complazcan.

—      Ya lo entendí, capté mujer—bufó—, sólo quiero ser un adolescente normal.

 

Ella sonrió mientras asentía.

Ambos se perdieron de vista en los pasillos del hospital.

—      Mierda…—despertó un Naruto de ya dieciocho años.

Se levanto sin ánimo, había estado recordando lo que había sucedido ya hace cuatro años, no era su recuerdo más grato.

Quito las incomodas sábanas, y se levanto.

Miro bien su entorno, cortinas negras, colchón en el piso, ropa sucia amontonada por todos lados, apestosos potes de ramen sin terminar, todo en su habitación como normalmente debía ser.

Pero algo notaba raro…no sabía qué pero algo notaba.

Busco en su cómoda sus pastillas, no las encontró pero como estaba medio dormido ignoro aquello.

Se fue a lavar la cara, vio en el espejo su reflejo, sus ojos rojos.

Ignoro aquello, era normal que en las mañanas a veces despertara con esos ojos, ya había juntado aquellas dos personalidades, y sabía controlarlas.

Bueno, hasta cierto punto.

Necesitaba un medicamento suministrado por la extraña doctora, con quién vivía.

Se lo inyectaba todos los días y era necesario para mantenerse calmo y no descontrolarse, las pocas veces que se había descontrolado habían sido tres; cuando asesino su mascota, su padre y a su madre, bueno, a su madre y a ese grupo de doctoras.

Llevaba cuatro años sin descontrolarse, pero no todo lo perfecto dura tanto. ¿No?

—      Naruto—escucho la voz de Nakae, se asomo preguntando que quería la tediosa mujer.

—      Dime. ¿Qué quieres? — preguntó.

—      Hoy saldré hasta tarde, cosas que hacer. Ya sabes—contestó—, en fin. No hagas cosas estúpidas.

—      Lo sé, lo sé—le ignoro.

—      Por cierto…—musitó antes de irse—, ten cuidado con Uchiha Mikoto.

¿Uchiha Mikoto? ¿La famosa empresaria?

Bueno, cosas de ella.

Ella se fue y dejo el departamento en silencio.

Ya no vivía en su antigua casa, no podía ir allí sin sentir un arrebato de conciencia. Esos cuatro años habían sido muy difíciles sin su madre, tenía ganas de morir cada vez que recordaba cuando asesino a sus padres, los extrañaba tanto.

El primer año viviendo sólo con la ayuda de Nakae, fue horrendo.

Tuvo unos trastornos por culpa de las pesadillas, los mismos síntomas que tuvo antes de asesinar a su padre.

Se ducho y se vistió, echo su frasco de pastillas a su mochila y desayuno un pedazo de pan con mantequilla, y se fue.

Caminaba por la calle escuchando música, ignoraba a todos.

Al llegar al instituto se sentó junto a su compañero de estupideces; Kiba.

Paso las clases sin prestar atención, conversando trivialidades con su compañero de banco o con el de atrás, Shikamaru.

Al momento del receso, comenzó a sentir nauseas, le ardía la frente y se apresuró en ir al baño, era hora de la medicina.

Llevo junto con él su mochila, saco el frasco y lo abrió.

Nada.

No había completamente nada… ¡Olvido decirle a Nakae que le diera otro frasco!

Corrió del lugar, era inevitable transformarse de nuevo, pero si lo haría se aislaría hasta que Nakae le encontrara y le calmara, tenía unos diez minutos antes de que la transformación.

Corrió por la calle, se metió a un callejón y siguió.

Camino en silencio, con miedo de herir a alguien inocente.

Llego a una bodega abandonada, o eso decía afuera del recinto.

Entro y escucho una risa que le quito el aliento.

—      ¡Sasuke! —grito una voz femenina—. ¡¿Podrías apurarte?!

—      ¡Ya voy! —respondió una voz masculina, joven.

El lugar era espacioso, grande y de color gris, monótono.

Había cajas en todos lados amontonadas, había escaleras conectando a una gran plataforma rodeada con rejillas.

Se escondió detrás de unas cajas, y observó al joven que corría, en sus manos una caja.

—      ¡Sasuke! —grito nuevamente aquella voz—. ¡¿Acaso tengo que hacer todo sola!?

La mujer apareció ante la vista de Naruto, pero ella ni se percato de otra presencia.

Era hermosa, de ojos negros, de cabello del mismo color cayendo en una cola de caballo, de finos rasgos.

Pero se notaba la maldad en sus ojos, no estaban rojos pero se notaba a leguas que era un monstruo también.

Su forma de caminar, su piel y sus dientes no eran normales.

Sintió un grito provenir de la nada, y busco con la mirada.

La mujer tenía tomado del cuello a una chica de ojos oscuros, le mordía el cuello, y la vida de aquella niña acabó.

Se horrorizo, ¿de verdad él también era así?

Ahogo un gemido de terror, la mujer lamio la sangre y busco con la mirada quién sabe qué.

—      ¡Sasuke! —grito ella.

—      ¡Ya voy! —respondió el mismo joven de antes, le entregaba otra caja y ella sonreía satisfecha.

Trato de no gritar cuando la transformación estuvo completa, había una diferencia a lo que últimamente había pasado; tenía conciencia.

Pero no podía controlar su impulso de sangre, y un olor le golpeo en la cara, un olor que le dolía la garganta de sed.

Noto sus garras, y que sus ojos ardían, agarro su cabeza tratando de controlarse, tal vez si podía salir de eso sin matar a nadie.

Pero no pudo contener el grito.

La mujer impotente, escucho y se acercó con paso firme a Naruto, que yacía en el suelo tratando de controlarse.

—      ¡¿Pero qué tenemos aquí?! —bufó— ¡Otro monstruo! ¡Genial!

Naruto ignoro aquel comentario con sorna, se enfoco en el cuello de la mujer, la vitalidad de aquella fémina le llamaba, le atraía.

—      Sasuke... —llamo la mujer, este se asomo y se sorprendió ante la presencia del rubio.

—      Dime madre—le dijo con respeto y odio en la voz.

—      Aléjate, este chico es peligroso y no quiero que nada ocurra.

—      Pero…—fue interrumpido.

—      ¡Qué te vallas! — grito mostrándole sus dientes al chico.

El joven asintió, y se fue corriendo a una distancia prudente, sin que nadie se diera cuenta se ubico en un pasillo que colgaba del establecimiento, mirando todo desde arriba.

Mikoto dirigió nuevamente la mirada a Naruto, que le miraba con furia y sorna.

—      Así que…monstruo—rio ella—…Interesante.

—      cállate— respondió con voz sombría.

La mujer se enojo por aquella falta de respeto, estaba acostumbrada a ser tratada cortésmente y aquel chico solo le sacaba de sus casillas.

Naruto se puso en cuatro patas, la miro desde abajo y le sonrió mostrándole los colmillos “¿Quieres jugar?” fue lo último que dijo Naruto.

Mikoto no había visto en mucho tiempo tanta furia, ira y dolor en un monstruo.

No había visto unos movimientos tan frenéticos e impredecibles en mucho tiempo; le recordaba a su ex esposo.

Con una sonrisa en cara, peleo contra el niñato.

Pero fue grande su sorpresa cuando una garra del chico, le atravesó todo el pecho.

Gimió de dolor y la sangre cayo por su boca, alzo la cabeza y vio a Sasuke, contemplando todo.

Le pidió disculpas con su último aliento al muchacho que veía todo impotente, con miedo; y cayó muerta.

Naruto al verla desplomada, se agacho y olió su cuello, saco sus dientes y absorbió toda la energía vital de la mujer.

Sasuke corrió hasta donde estaba el rubio, tenía un cuchillo en mano por protección, pero se sorprendió cuando vio que los ojos rojos eran azules.

—      ¿Q-qué eres? —se atrevió a preguntar—. Tú no eres como mi madre, eres peor, más sádico y no te alimentas de la misma manera… ¿Cómo?

Naruto con miedo, se levanto y vio lo que había hecho.

Había estado consiente todo el momento, pero no podía controlar su sed de vitalidad, aquella sangre tan fresca y llamativa le hacía desear matarla.

Frente a él estaban unos impotentes ojos negros, iguales a los de la mujer.

Pero no tenían odio, tenían tristeza y orgullo.

—      Lo siento tanto—gimió de dolor, tenía vergüenza.

—      No…no importa—evito la mirada Sasuke, no quería mirar al mayor, le tenía miedo de alguna forma.

—      ¿No te interesa que la haya asesinado?

—      No sentía nada por ella, fin de la discusión.

Se dio media vuelta y camino.

Naruto sintió pena, se notaba que era menor, tal vez dos o tres años.

Si no deducía mal, aquella mujer era su madre, no parecía tener a alguien vivo.

—      ¡Hey! —le llamó.

—      ¿Qué quieres? —dirigió su mirada al rubio.

—      Ven…—le hizo un ademán para que se acercara.

—      Debería odiarte…—hablo cuando estuvo cerca del blondo—, me dejaste huérfano.

Naruto se alarmo, él había vivido la soledad cuatro años, y cargaba con mucho dolor. Sabía que para el otro era lo mismo, además ver morir a tu única persona frente a tus ojos sin poder hacer nada, era peor.

—      Sé lo que se siente—comenzó—, yo también estoy solo.

—      ¿Qué paso? —pregunto con falso interés.

—      Los mate yo—dijo con odio a si mismo.

El otro se quedo callado, ¿era enserio?

—      Odio ser un monstruo, odio asesinar… ¡No soy capaz de controlarme!

—      Cálmate, no es tan malo—musitó—, mi madre era igual, pero ella asesinaba por diversión. Pensaba que matar era algo tan cotidiano como respirar.

Naruto se sorprendió, ¿acaso lo estaba tratando de hacer sentir mejor?

Negó con la cabeza a aquellos pensamientos, ni siquiera se conocían.

—      ¿Qué edad tienes? —preguntó de la nada—. ¿Catorce, trece?

Sasuke frunció el ceño.

—      Tengo diecisiete, inútil—bufó—, soy bajo pero no soy débil. Ahora mismo podría asesinarte y tú ni cuenta te darías.

—      Sí claro—respondió con sorna—, no creo que seas capaz de cuidarte solo.

—      Sí lo soy, inútil—se le acerco—, pero gracias, acabas de eliminar a la única persona que podía mantenerme vivo.

—      ¿Eh?

—      Nada…—musitó—sólo olvídalo, moriré en unos días.

—      ¿Qué? —se sorprendió—. ¿Por qué?

Sasuke se dio vuelta, y hablo con un hilo de voz.

—      Hay algo que debes saber—se quedo callado unos segundos, antes de hablar con firmeza en su voz—, estoy muerto. Literalmente.

Eso fue muy repentino y raro.

 

 

Notas finales:

Lo edité y espero haber mejorado, lamento todo. la verdad.

Adiós!

 


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