Mal hijo
Por Sofía Cuevas
Marisa, mi madre:
Tanto tiempo sin saber de ti.
Debes estarte preguntando cómo es que te he escrito una carta y, aún peor, te la he enviado; bueno, solo puedo consolarte al decirte que yo me pregunto lo mismo.
No es mi intención molestarte, mucho menos en este día, es solo que después de cinco años de cobardía me atrevo a presentar unas cuantas palabras estúpidas de un hijo imprudente.
Cuando, por alguna razón en esta fecha, hace cinco años sentí el impulso de llamarte por teléfono, solo atiné a tomarlo pero no marqué ni un número. Hasta ahí llegó mi primer intento. Un año después me arriesgué a enviarte un correo, pues a una hermosa madre tan moderna como tú, un correo en su día ocupado no molestaría tanto, incluso leerías el remitente y lo borrarías, no perderías mucho tiempo; al final me arrepentí y fui yo quien terminó eliminando ese correo no deseado. Hace dos años intenté visitarte, pero lloré al verte y, antes de que pudieras verme, me escondí, no quería que mis lágrimas te recordaran la razón por la que ya no me amas (porque los hombres no lloran). Hace un año... bueno, hace un año me molesté tanto al no lograr ni uno de mis objetivos por contactarte que me deprimí y, no sé cómo, terminé tirado a un lado de la basura de un bar.
Hoy, con el poco orgullo que me queda, debo presentarte una carta, escrita con mi letra, buscando hacerte llegar mi arrepentimiento. Hay tantas cosas que quiero decirte pero parece ser que todas las he olvidado... ¿Por dónde empezar?
Te quiero mucho. Eres la persona a quien más he querido. Sé que piensas que eres una mala madre y que, después de que mi padre murió, fuiste la peor madre soltera del mundo, que sin mi padre no podrías hacer nada y que nunca podría enorgullecerme de tenerte como madre. Por eso, quiero decirte que es todo lo contrario; eres una mujer estupenda y, aunque suene muy trillado, la mejor madre del mundo.
Sin tu duro trabajo no habría tenido una vida tan maravillosa, hoy no conocería los amigos que actualmente he hecho. Sin tus consejos no sabría cómo continuar con mis estudios. Sin tus regaños no sabría mis limites y hoy no sería tan humilde (tú me entiendes). Vamos, ya sabes, ¡eres la mejor madre del mundo!
Ahora, sé que cuando te dije que soy gay, hace seis años, sentiste que todos tus esfuerzos habían sido en vano, sé que el orgullo que habías sentido se desvaneció en un minuto, sé que te preguntaste una y otra vez qué habías hecho mal, sé que me enviaste al psicólogo preocupada por mi, sé que incluso en esos momentos lo intentaste con todas tus fuerzas, incluso buscaste aceptar el hecho como última alternativa; por eso, hoy me disculpo.
Perdóname por decepcionarte.
No hiciste nada mal y no es tu culpa. Soy yo quien no cumplió tus expectativas, soy yo quien se fijó en su mejor amigo, soy yo quien me desvié del camino que tú me trataste.
Perdón, es lo mejor que puedo decirte.
Si te hace sentir mejor, te contaré que mi novio me dejó tres años después de que te dije que era gay, un año después de que me fuera de tu casa para no hacerte llorar más, ¿recuerdas? Yo lo recuerdo bien, pues fue el día más doloroso de mi vida, al tomar la decisión que más me ha dolido. Dejarte fue como dejar de vivir, pero no podía verte llorar más por mi culpa. Me fui con mi novio sin decirte apenas nada, con la intención de no aparecer en tu vida y volver a hacerte infeliz.
Y como una vez me dijiste: las parejas gays no llegan a ningún lado. Pues parece que eso se me ha cumplido porque desde entonces no he tenido una pareja estable.
Sé que me amas, lo sé porque todas tus preocupaciones las causaba yo, así como todas mis preocupaciones las causas tú.
Por último, la razón por la que te escribo esta carta que es para desearte un buen día. ¡Feliz día de las madres!
Sé que es un día que tu siempre consideraste comercial, para que las personas gasten dinero y sean lindos con sus madres por un día. Pues, creo que con esa excusa, espero usar este día con ese propósito, buscando ser un buen hijo al menos este día y que sientas (solo por hoy) que no fue un error tenerme, ni que fuiste tú la culpable de que me gusten los hombres.
Madre, te amo. Creo que eres la única mujer a la que alguna vez amaré.
Feliz día. Te quiere, Sergio: tu hijo. ¿Lo recuerdas?