Un libro entre las manos, lentes de marco ancho color negro y cabello desarreglado era lo que podía conquistar a Jung Yonghwa. Pero que va, el no estaba totalmente ido con cierta persona con esa descripción del momento, el ya había ido y regresado dos veces a la luna.
Siempre, después de que los altavoces dieran luz verde a los jóvenes de que su receso había comenzado y que realizaran el cambio de clases después de comer algo, Yonghwa se escabullía a la biblioteca lejos de sus compañeros, pasando una manzana o un pequeño bol de arroz infraganti solo para comer escondido entre los libreros y verlo a Él.
Y el otro joven no era nada tonto, no señor, tonto el mismísimo Jung Yonghwa que no se daba cuenta de que Kang Minhyuk estaba al tanto de la presencia acosadora del castaño. Aquel experimentado cátcher del equipo de la universidad al que no se le pasaba ninguna, ahora se le pasaban una y más de veinte.
Recordó que incluso una vez pensó en hablarle y se le acerco tanto como para escuchar sus pensamientos, pero se retracto al haberse visto ignorado por el chico que estaba más ocupado en que la bibliotecaria no viera la fruta que llevaba entre sus manos.
— ¡Hey! Cátcher, ¡Aquí idiota! — deseaba gritarle, pero en lugar de eso cuando por fin chocaron en uno de los corredores del edificio solo pudo decirle: — buen juego el de esta semana — y dedicarle una hermosa sonrisa.
Por otro lado Yonghwa por más que quisiera haber dicho — me estupidizas — como seria bien aceptado en su jerga o en términos coloquiales — me gustas mucho — no pudo más que preguntar idiota pero a la vez inteligentemente: — ¿Te gusta el béisbol? —
Si su vergüenza no fuera la presente en ese momento, el de cabello oscuro se hubiera golpeado su cara con toda la palma de su mano y hubiese dicho— Lo bueno es que si estas al pendiente de mi — o como diría Jungshin en aquellos tiempos de jardín de infantes cuando la maestra no había notado que las hormigas estaban por comerse su almuerzo — ¡Oye! Ponme más atención ¿Si? — sin embargo no fue de ese modo. Si Yonghwa se enteraba de que él estaba al tanto de su consecutiva persecución hacia su persona, toda su vida y este relato perderían su chiste.
Gracias a la falta de atención del pelinegro para con el más pequeño, una larga conversación que se había vuelto más profunda después de que Minhyuk hubiese contestado con un: — Todo deporte con pelotas en el es avalado por mi — por fin se había formado en nuestros protagonistas.
Al cabo de unos meses, Min, podría decirse, ya formaba parte del equipo de animadoras del equipo de béisbol de la U. Pero no, no podría decirse porque jamás he visto porristas en un partido de béisbol. Pero si puedo contar que el pequeño castaño se levantaba de su camita con solo la parte superior de el uniforme de su cátcher y ropa interior, y solo para completar su estrategia de juego, se ponía la gorra del equipo contrario con el que hubiesen participado ese día o la que tuviera más a la mano, mientras le servía jugo a su acosador.
Y ahí si era el momento de decir — Te advierto, que si no me pones más atención me iré con los tréboles de Gwangju — para que Yonghwa comenzara con su investigación a fondo de su novio a cada momento que su intuición se lo pidiera.