Era domingo en la mañana. Fei Long vestía su changshan blanco hecho de la más fina y suave seda, sentado en su taburete de madera delicadamente tallado, enseñándole a Tao como jugar Mahjong*. Se sorprendió cuando temprano esa mañana, Tao le mencionara cuanto deseaba aprender a jugar, cuando nunca antes había mostrado interés alguno por el juego; pero ya que era su día libre pensó que podría ser una actividad relajante para disfrutar con Tao mientras tomaba su fino té oolong*; además le agradó en gran medida que Tao estuviera aprendiendo tan rápido.
De repente la puerta se abrió sin ser golpeada. Fei Long cerró los ojos y suspiró con irritación al darse cuenta automáticamente de quién había llegado a perturbar su tranquilo domingo.
–Buenos días, Hermoso– el hombre saludó con una gran sonrisa mientras se dirigía hacia al líder de Baishe, inclinándose para darle un beso en su mejilla derecha, a lo que el chino respondió con una mirada rápida, seguida de una expresión de indiferencia.
–Buenos días, Tao– volteo hacia el niño que estaba sentado al lado opuesto.
–Buenos días, señor Arbatov– el niño sonrió y rápidamente se levantó de su silla.
–Iré preparar un poco de café– era su deber hacer que los huéspedes de Fei-sama estuvieran cómodos, y con su invitado ruso visitándolo con tanta frecuencia durante los últimos días, había aprendido cómo preparar el café para satisfacer al invitado especial de su maestro; así también se excusaba para darles un poco de privacidad cuando era necesario. A veces parecía que Fei-sama estaba molesto por su presencia, pero luego, al final del día estaba de buen humor, por lo que siempre había considerado al señor Arbatov como un buen invitado. No, era como si los regalos que siempre le obsequiara al chico tuvieran algo que ver.
–No puedes dejarme en paz por un día ¿verdad?– Fei Long se quejó, sus elegantes dedos casualmente reorganizaban las fichas de marfil de mahjong, sin prestarle atención al ruso quien observaba por encima de su elegante hombro.
–¿De qué estás hablando? Tu vida sería tan aburrida sin mí– Mikhail, por supuesto se las arreglaba siempre para recordarle el espacio tan importante que ahora ocupaba en su vida.
–Mi vida está bien así, gracias– Fei Long le respondió con una sonrisa –Es más, ahora me estoy divirtiendo jugando mahjong con Tao–
–Sólo porque le pedí que te entretuviera– el ruso reveló su sucio secreto sin reflejar ninguna vergüenza en su rostro mientras se dirigía al otro lado de la mesa, para sentarse en el asiento de Tao, mirando hacia atrás en dirección a su hermoso dragón, con esos astutos ojos azules diciéndole: “Tengo razón, admítelo”.
En ese momento, Fei Long sintió que debía disciplinar a alguien. Últimamente este chico estaba demasiado cerca del diablo y no estaba seguro de si ya su alma no había sido comprada por el ruso pervertido.
–Como sea, ¿Puedo unirme?– Mikhail cambió rápidamente de tema.
–¿Sabes jugar?–
–Cariño– protestó Mikhail, viéndose un poco ofendido –Soy excepcionalmente bueno jugando mahjong, incluso juego mejor que tú–
–Pfttt ...– Fei Long resopló como burla, al ver al hombre hablar tan confiado.
–¿Quieres apostar?– el rubio se echó hacia atrás, tamborileando sus dedos sobre la mesa, sonriendo audazmente a su hermoso amante.
–¿Con qué?– le pregunto Fei Long mirando de nuevo a esos claros ojos azules retadores.
–Cualquier cosa que desees, amor– respondió el ruso divertido.
"Esto podría ser interesante" pensó Fei Long –¿Y si tu ganas?– tenía que preguntar, aunque estaba seguro de que eso jamás sucedería. ¡Por el amor de Cristo!, había crecido jugando mahjong con su padre, no podía perder ante el ruso -biche en esto-
–Tendrás que seducirme con esa cosa que te obsequie la semana pasada– sonrió Mikhail astutamente. Si hubiera tenido colmillos y cuernos habrían aparecido en ese momento.
–¡Sobre mi cadáver!– exclamo Fei Long sin vacilar, al recordar el regalo obsceno, haciéndole incluso querer dispararle a Mikhail en ese mismo momento; por lo que abandono la mesa rápidamente
–¿Qué? ¿Te da miedo perder?–
–Esta vez no caeré en tu ridícula trampa – advirtió el chino, sin siquiera voltearlo a mirar.
–De acuerdo, está bien– respondió Mikhail, volteando su rostro y murmurando algo relacionado con esas tan conocidas aves de corral.
Eso fue suficiente para hacer que el gran dragón de Baishe se detuviera en su camino y le asestara una mirada feroz por encima de su hombro –¿Qué dijiste?–
–Nada, gallina… digo princesa– el ruso respondió mientras silbaba inocentemente.
La elegante figura volteo fuertemente antes de regresar a la mesa de mahjong. Con su barbilla ligeramente levantada, se sentó y miró hacia los astutos ojos azules del ruso –La mitad de tus ganancias de los casinos en Macao– le exigió. Mikhail debía saber que estaba retando al hombre equivocado.
–Y yo que pensaba que solo los estadounidenses hacían negocios los domingos sonrió el ruso triunfalmente. Obtenía lo que quería, siempre lo hacía –Según lo prometido, lo que desees, amor–
En ese momento Tao entró en la habitación con el café. Después de ponerlo sobre la mesa al lado del huésped de su maestro preguntó: –¿Jugará con nosotros señor Arbatov?–
–Así es– sonrió Mikhail, poniendo su mano sobre la cabeza del niño dulcemente. –¿Por qué no te sientas aquí?– le dijo al pequeño, haciendo un gesto hacia el taburete vacío a su lado izquierdo.
Fei Long abrió la boca ligeramente mientras miraba con asombro el plan inconcebible que se le había ocurrido al ruso. ¡Sentar a Tao a su izquierda! Como si no supiera lo que estaba planeando hacer.
–Está bien– Fei Long respondió con un brillo malicioso en sus ojos e hizo al instante una llamada telefónica.
–Yoh. Ven– le ordeno, mirando a Mikhail astutamente mientras colgaba su teléfono. Si alguien podía ponerle los nervios de punta al rubio ese era su hombre de mayor confianza, y mientras pudiera disfrutar su dulce venganza sobre el ruso, este día entonces dispondría de Yoh para algo más.
–¿Se puede saber exactamente para que lo necesitamos?– Preguntó el ruso irritado, ya que juraba que Fei Long lo estaba haciendo a propósito.
–El mahjong, amor…– dijo Fei Long lentamente, burlándose del tono de voz del ruso –…debe jugarse con cuatro personas–
…Y así, con Yoh sentado a la izquierda de su maestro, el juego comenzó.
***
–Gracias Tao– dijo Mikhail, mientras recogía la ficha de cuatro palos de bambú que Tao había descartado para completar su chow*.
–De nada, señor Arbatov– Tao respondió con una sonrisa, creyendo que había hecho una buena acción.
–Tao– advirtió Fei Long –El objetivo del juego es ganar, no ser cortés– ese chow era tan evidente que todos inmediatamente supieron que el ruso lo estaba esperando. Con Tao a su izquierda el niño podía lanzarle las fichas que quisiera, definitivamente esta era una estrategia bien planificada, seguramente el condenado ruso debió haberle prometido algo bueno a Tao si conseguía su victoria.
–Awww, no seas tan duro con él, amor. Apenas está aprendiendo a jugar– protestó Mikhail en vez del niño.
–¡Tu cállate! – le reprocho el chino con una mirada feroz –Tú me las pagarás mas tarde–
Ignorando su comentario Mikhail arrojo su ficha a descartar, Yoh la miro y pensó unos momentos antes de levantar una de las ficha de la muralla, sobre la mesa. Era la ficha de cinco monedas por la cual había estado esperando, pero entonces supuso que su maestro también podría estar esperando por ella para formar su chow, por lo que decidió descartar la ficha –Cinco monedas– anunció Yoh ligeramente.
–Gracias, Yoh– Fei Long le sonrió y tomó la ficha descartada para formar su chow, mirando con una sonrisa victoriosa al hombre al otro lado de la mesa.
–Es un placer, Fei Long-sama– respondió Yoh con su habitual rostro inexpresivo, pero por una fracción de segundo a Tao y a su maestro les pareció ver una sonrisa en el rostro del hombre por primera vez en siete años. Tenían que admitirlo, Mikhail Arbatov hacia milagros, con o sin su consentimiento.
Mikhail los miro y gruño en su garganta. Fei Long no sólo conocía su plan. Había elegido el contraataque perfecto. Mientras Tao caía inocentemente en cualquier cosa que le propusiera, prometiéndole hacer a Fei Long llevarlo a algún lugar divertido, ¡ese maldito guardaespaldas se sacrificaba estratégicamente para que su amado maestro ganara!.
El juego continuó, y ambos jefes de la mafia ahora prácticamente se estaban batiendo mano a mano. El ambiente se hacía cada vez más pesado, ya que ambos sabían que el momento se acercaba. En cualquier momento Fei Long ganaría el negocio de su vida, o Mikhail ganaría el sexo del milenio, el cual, para el rubio era algo por lo que valía la pena incluso morir.
Era el turno de Mikhail de tomar una de las fichas. Fei Long se le quedó mirando intensamente mientras su corazón se aceleraba implacablemente en su pecho. Este juego nunca antes le había generado esta clase de adrenalina, ya que nunca había tenido nada importante que perder. Este día, desgraciadamente no podía imaginar perder y ponerse esa ....esa cosa.
–Cariño– Mikhail lo miró con picardía mientras se preparaba para tomar una de las fichas –No olvides esas cadenas, ¿de acuerdo?–
–Calabaza– Fei Long le devolvió la sonrisa –No olvides firmar mi contrato–
EL rubio sonrió y dio vuelta a la ficha mientras Fei Long contenía el aliento.
–¡Ahá!– exclamó emocionado el ruso.
EN ese momento Mikhail había recogido la ficha que estaba esperando para ganar...
Continuará...