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Mundo corrompido por PalomaNegra

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Capítulo XV: Amenaza

 

Sai se encontraba acostando en su cama mirando el reloj que estaba sobre un velador de madera. Lo único que deseaba en esos momentos era que las manecillas se movieran más rápido. Era un día miércoles, casi de madrugada, cuando el joven artista esperaba impaciente la llegada de su amigo. No lo había visto días anteriores y le preocupaba saber que Gaara estuviera faltando al Instituto por su causa. De solo pensar en cómo empezar a hablar con él cuando se lo encuentre lo ponía nervioso, sin embargo, su tensión era aun mayor el solo hecho de imaginar al pelirrojo al frente de él. Cerró sus ojos e intentó dormir por unos minutos, pero las preguntas iban y venían; ¿Cómo lo podría mirar a los ojos? ¿Kankuro le habría contado todo?

De pronto un molesto sonido lo sacó de sus pensamientos. Era el despertador el causante de ese ruido tan espantoso.

—Apágate — se quejó el joven estirando uno de sus brazos para golpear el objeto. El silencio había vuelto a esa habitación tan oscura. El muchacho cerró sus ojos con fuerza y los abrió rápidamente. Estiró ambos brazos y piernas en tanto refunfuñaba a viva voz. Había dormido tan mal esa noche por andar angustiado que ya le había afectado los ánimos.

Al ponerse de pie buscó sus pantuflas azules en el piso. Se las puso y caminó lentamente hacia el baño. Por su forma de caminar parecía un muerto viviente, ya que los pasos eran lentos, desganados y a veces se escuchaba un gruñido. Cuando entró  al baño, se fue directo al lavabo para lavarse la cara con agua fría. Mientras se secaba con una toalla sintió que alguien llamaba a la puerta. Se dirigió apresurando el paso y movió la manilla esperando encontrar a un trabajador de Danzou, pues sería extremadamente anormal que hubiera visitas a las seis y media de la mañana.

 —Sai — se escuchó unos segundos antes de que el muchacho abriera por completo la puerta. Para su sorpresa, era el pelirrojo la persona que lo venía a interrumpir en su comienzo del día.

—G-Gaara — dijo en voz baja y mirándolo con temor. Pareciera como si hubiera visto un fantasma.

—Déjame pasar. — dijo el menor con naturalidad mientras entraba a la habitación. Miró a su alrededor y caminó hasta el diván que estaba en un extremo de la enorme cama del joven. Se sentó para descansar debido a que todavía se sentía debilitado por la fiebre que había tenido hace unos días.

El muchacho de ojos negros cerró la puerta y se dio media vuelta para observar al menor.

— ¿Qué tienes? — preguntó Gaara mirándolo directamente a los ojos.

—Lo que pasa es que. — dijo Sai sin despegar su vista de esos hermosos ojos verdes. Siempre que el menor lo miraba, a él le era imposible no ponerle atención. —Me imagino que fue mi culpa de que hayas faltado dos días…

— ¿De qué estás hablando? — preguntó extrañado y pensando en las palabras del mayor. —Estuve enfermo por dos días. Por eso falté. —Sai cambió la cara por completo. Se tranquilizó al saber que no había mencionado algo sobre  la conversación que había tenido con Kankuro, sin embargo aún sentía una pequeña sospecha.

—Vaya, y yo que pensé que habías faltado al Instituto por otra cosa, no me imaginé que estabas tan delicado de salud. — le dijo mientras se acercaba al chico y luego se sentaba junto a él.

El azabache lo miró por un par de segundos y sintió un fuerte deseo de abrazarlo. No haberlo visto durante dos días lo hizo extrañarlo demasiado y ya se estaba preparando para acercarse y abrazarlo con mucho apego.

En el segundo que estaba levantando los brazos justo pasó por su mente las palabras que le había dicho hace unos días la mujer de largo cabello rojo. Fue entonces que bajó los brazos rápidamente y los apoyó sobre el gran diván. Después retrocedió del muchacho para quedar a una distancia prudente.

 —Por cierto, ¿Kankuro te dijo algo sobre mí después de que despertaste? — al preguntar esto sintió un ligero calor en su cuerpo. Tenía que asegurarse que el hermano mayor de su amigo no le contó sobre su más grande secreto.

—Solo me dijo que te fuiste porque ya era tarde. — respondió el menor sonando desanimado. Parecía que se había dado cuenta de la intención del joven artista cuando este lo quiso abrazar, pero al notar que Sai titubeó, se molestó un poco. Por otra parte, el muchacho de ojos oscuros llegó a suspirar del alivio al escuchar la respuesta. Más tarde tendría tiempo de pensar en qué haría para aclarar esa situación sin terminar alejado del menor.

 —Oye. Necesito medicina. — se quejó el pelirrojo con seriedad y desviando la mirada para no ver los ojos de Sai.

—Pero si ya estás sanado, luces muy bien. — dijo el pálido joven de cabello negro levantado la vista y notando que Gaara tenía una expresión fría. Se asustó por ese rostro tan perturbador.

—Dijiste que curarías mis heridas. — murmuró el pelirrojo haciendo una mueca con los labios para demostrar su enfado. Con esas pocas palabras lo había dicho todo.

—Oh, Gaara. — dijo Sai abriendo los ojos y lanzándose sobre el menor para darle un abrazo que llegaba a ser más apasionado que cariñoso. —Perdón, andaba pensando en otras cosas y había dejado de lado lo más importante. — le decía en tanto sus manos recorrían la espalda del menor y parte de la cabellera. El chico más joven se sintió a gusto con esa muestra de afecto y le correspondió el abrazo. Él también había extrañado su compañía y debía comunicarlo de alguna forma.

Una vez que ambos se alejaron un poco Sai le dedicó una sonrisa juguetona lo cual provocó que el joven también sonriera solo que con cierta inseguridad. Luego, el mayor comenzó a tocarle la cicatriz que tenía en la frente suavemente mientras la observaba curioso.

— Gaara, siempre me he preguntado cuál es el origen de esta marca. —con su dedo fue trazando el recorrido del “kanji”.  — ¿Tiene algún significado en particular? — finalmente se había decidido en preguntar sobre esa distinción del joven.

El pelirrojo tan solo recordarlo sintió escalofríos. Ciertas escenas ocurridas hace varios años atrás aparecían en su mente con tal nitidez que el solo hecho de recordarlas le hacía sentir como si en esos momentos su piel era cortada sin piedad por un cuchillo. Ya se podía notar el sentimiento de culpa y desesperación en sus ojos. Su rostro había cambiado tanto que Sai se arrepintió de haber preguntado eso. Había ciertas heridas en su cuerpo que aún no cicatrizaban por completo y cualquier roce podía hacerlas sangrar.

Los ojos del menor comenzaron a nublarse. De tan solo pensar que si le contaba lo ocurrido “ese día” pensaba que su amigo lo abandonaría.

—No quiero hablar de eso. — dijo en voz baja el joven de ojos verdes apoyando su frente sobre el pecho del mayor. Sai lo sostuvo con sus brazos y luego lo fue envolviendo en un cálido abrazo. —No quiero hablar de eso. — repitió con una voz que había perdido cualquier rastro de vida.

— ¿Alguien te hizo esa herida? — preguntó el azabache asustándose de escuchar la respuesta. El pelirrojo asintió con la cabeza dos veces. Lo miró ya con los ojos llorosos y luego volvió a ocultarse entre los brazos del mayor. —Gaara, lamento haberte preguntado. —  le decía mientras le sobaba el cabello y se lo besaba.

Sai se mantuvo un rato haciéndole cariño sin importarle si hacía caso a las palabras de Kushina. No iba a dejar solo a su mejor amigo con ese recuerdo que lo atormentaba.

 

Así se mantuvieron durante largos minutos. De pronto Sai abrió los ojos y sintió un peso sobre su cuerpo. Estaba el pelirrojo durmiendo tranquilamente sobre su pecho. Él se encontraba  acostado sobre el diván donde hace un rato habían conversado. Miró el reloj a lo lejos y notó que ya eran las diez de la mañana. Por primera vez había faltado a una clase por quedarse dormido. Lo peor de todo es que justamente después de esas clases tenía que ir a su taller a avanzar con su nueva pintura bajo la supervisión del director. Se maldijo en su mente por haber cometido ese error, pero al ver a ese bello joven dormir cómodamente se le fue todo cargo de conciencia. Si era por ese muchacho, faltaría a todas sus clases. Dejaría todo por estar con él.

No quiso despertarlo tan pronto y dejó que estuviera descansando el tiempo que necesitara.

Ya llegada la tarde, ambos se encontraban en la oficina del director del Instituto ANBU. Danzou no regañó a Sai cuando se enteró de la inasistencia  durante el tiempo que estuvo con él en el taller, pero ya le había avisado que conversaría acerca de eso después de almuerzo.

Tanto Sai como Gaara se miraron serios al sentir el silencio de la habitación y la inquietante mirada del hombre que estaba sentado sobre un enorme sillón de cuero. Vestía con su ropa de siempre y mantenía sus codos apoyados sobre el gran escritorio de fina madera. Entrelazó sus dedos y respiró profundamente.

—Ya deben saber por qué los cité. — comentó el viejo antes de hacer un desagradable sonido con su garganta para continuar. —Ambos faltaron a sus clases de las ocho. Sabaku, tenías clases de Historia Universal. Y tú, Sai. — lo miró con el ceño fruncido. —Tenías clases de oratoria. Ambos me han decepcionado; El chico más exitoso y aplicado de la escuela, y el joven talento que me prometió respeto y compromiso con la educación que le entregaría. — dicho eso cerró los ojos e inclinó un poco su cabeza hacia abajo. —Sabaku no Gaara, sé que faltaste por dos días seguidos porque tenías licencia médica, sin embargo no entiendo cuál fue la causa de tu inasistencia hoy en la mañana. ¿Alguna explicación para eso? — preguntó fijando sus ojos en el menor.

—Me quedé dormido. — respondió el pelirrojo sonando indiferente. No sentía culpa al confesar su motivo, pues era la verdad y fue algo que no pudo evitar.

—Te quedaste dormido. — murmuró el hombre sonriendo irónicamente por unos segundos para volver de nuevo a su expresión seria. —Tal vez mañana me quede dormido y no pueda hacerte el depósito semanal para tus gastos. — el menor cambió su tranquila mirada por una desafiante y dio unos cuantos pasos para acercarse, pero antes de que siguiera avanzando, Sai lo jaló de su ropa y lo miró preocupado. Le decía con los ojos que se detuviera y que solo aceptara el castigo que le darían. Gaara se soltó de su amigo con enojo y volvió a su lugar.

—Veo que lo tienes controlado, Sai. — dijo Danzou con un tono de burla. El pelirrojo emitió un sonido con sus dientes y desvió la mirada para evitar ver al hombre mayor burlarse de él.

— ¿Puedo irme? — preguntó  el joven de ojos verdes comenzando a impacientarse.

—No. Todavía no termino contigo, toma asiento mientras hablo con Sai. — dijo el director indicando un sillón que estaba al frente de su escritorio. Gaara fue a sentarse aún enojado y cruzó sus brazos, en cambio, el muchacho de ojos oscuros se distraía observando sus dedos. — ¿Y a ti qué te pasó, Sai? ¿Alguna buena razón para faltar? — preguntó al menor provocando que levantara su vista.

—Yo, también me quedé dormido. — respondió el joven sonrojándose levemente por la vergüenza que sentía. —Ayer no dormí bien y hoy apenas pude levantarme en la madrugada. Luego vino Gaara y comenzamos a hablar durante un rato. Después, no sé en qué momento ambos nos quedamos dormidos. Yo solo desperté repentinamente y cuando vi la hora, supe que era demasiado tarde para llegar a mi clase. —se explicó preocupado por el posible castigo que le daría el hombre.

—Vaya, entonces el culpable es tu amigo aquí presente. — dijo mirando su teléfono y apretando un botón por varios segundos. —Dile que pase. — añadió en voz alta y acomodándose en su enorme sillón.

— ¡No es culpa de él! ¿Qué quiere hacer? — preguntó desesperado el azabache, pues no entendía por qué se estaba comunicando por el teléfono. Por un momento pensó que se trataba de esos matones que contrataba Danzou que una vez habían golpeado al joven de ojos verdes.

—Cálmate, Sai. No será nada del otro mundo. Estuve pensando en dejar a Gaara sin su dinero semanal, y a ti pensaba dejarte en el Instituto durante el fin de semana, pero he cambiado de opinión. — Danzou fijó su mirada en el pelirrojo. —Por tu falta, tendrás que ser el tutor de una alumna del Instituto Konoha durante tres meses. Sai te ayudará una vez por semana. — añadió en tanto se escuchaba que alguien tocaba la puerta. —Adelante. — dijo el viejo alzando la voz. Sai se había dado vuelta para mirar la persona que estaba entrando a la habitación en tanto Gaara seguía sentado en el sillón.

Una joven, de tez blanca, cabello castaño y ojos negros, abría la puerta lentamente pidiendo permiso. Su voz era aguda y sonaba temblorosa. Cerró la puerta tras entrar a la habitación y se quedó quieta. Vestía un uniforme azul marino compuesto por una chaqueta ceñida al cuerpo y una falda que le cubría la mitad de sus muslos. El resto era una camisa blanca, corbata verde, medias blancas que apenas llegaban al comienzo de sus rodillas y zapatos negros con plataforma de color café oscuro.

—Pasa, adelante. — dijo Danzou sonriendo y hasta sonando agradable. La joven caminó  hasta quedarse unos pasos más atrás de donde se encontraba Sai. Lo miró un poco nerviosa y luego volvió a bajar la mirada pensando que ese chico de cabello negro sería su “maestro”. —Bien, ella es la alumna que tendrás a tu cuidado, Gaara. Matsuri, él será tu nuevo tutor. — añadió haciendo que la joven se sobresaltara al escuchar ese nombre.

 Levantó la vista hacia el frente y pudo notar que uno de los dos sillones que estaban al frente del escritorio del señor Danzou alguien se movía sutilmente dejando ver una cabellera roja inconfundible. No quiso ver a la cara del muchacho pelirrojo que tenía a pocos metros, ya que sabía perfectamente quién era, y conocía  la mala fama que tenía. El muchacho de ojos verdes se volteó para observarla durante unos segundos y luego regresó a su lugar para mirar a Danzou. La piel de la joven se había erizado por completo y comenzaron a temblarle las piernas.

— ¿Por qué eligió a Gaara como tutor? — preguntó Sai. —Usted siempre escoge a alumnos que estén en último año y que además hayan estado estudiando por años en este Instituto. Gaara solo lleva un par de meses y ni si quiera le ha explicado en qué consiste este programa. — el azabache parecía un poco molesto por la aparición de esa joven que parecía tener uno o dos años más que el pelirrojo.

—Sai, yo hago las reglas. — respondió Danzou sin darle mayor explicación al asunto.  

— ¿Y si me niego? — dijo el pelirrojo poniéndose de pie y mirándolo seriamente.

— ¿Acaso debo repetir lo que dije hace cinco minutos? — se preguntó en voz baja y suspirando del cansancio. —Sabaku, deberías dejar de cuestionar lo que digo. Y tú también Sai, sobre todo tú. — agregó mirándolo con molestia. El joven de ojos negros reaccionó avergonzándose más de lo que ya estaba desde que admitió que se había quedado dormido. —La paciencia se me agota así que solo hagan lo que yo les diga.

—Lo lamento, señor Danzou. — dijo el joven de ojos negros haciendo una corta reverencia. —No me gusta cuestionar sus decisiones y discúlpeme si lo ofendí. — el pelirrojo lo miró extrañado. Parecía que su amigo se había vuelto una especie de robot que estaba al servicio del director.

—Bien, Sai, ya te puedes retirar. — dijo el hombre de avanzada edad juntando sus manos. El joven se despidió de todos y salió de la habitación para retomar sus clases.

Gaara seguía de pie, tenía su mirada fija en el viejo. Lo único que quería era salir de ese lugar. Por otra parte la muchacha miraba con atención los movimientos del pelirrojo.

—Seré breve. — suspiró cerrando los ojos.

Sabía que tratar con Gaara sería un dolor de cabeza, pero entre sus planes estaba hacer que Sai comenzara a sentir celos y no habría una mejor forma que disfrazar esa artimaña que el intercambio de estudiantes que se hacía anualmente en los Institutos.

—Gaara, tú cometiste una falta grave. Te he dejado pasar varias, pero que faltes a tus clases sin una justificación razonable me parece algo irrespetuoso y reprochable. Pensé en castigarte severamente, pero he preferido que cumplas sin quejas una tarea que tengo para ti; Ser el tutor de esta jovencita. — dijo  mirando a la chica que seguía de pie. —Tendrás que ayudarla en todas sus  asignaturas y a mejorar en los deportes.  Queremos que ella se nivele con los estudiantes del Instituto ANBU para que tenga un mejor futuro cuando regrese a su escuela de origen. Eso es todo. — dijo finalmente para que el pelirrojo se tranquilizara. Ya tenía todo más claro y viéndolo de la mejor forma, no se vería afectado el dinero que cada semana recibe para ayudar en su casa, por lo que no tuvo muchos problemas de aceptar.

—Serán tres meses a partir de hoy. Quiero ver resultados al finalizar el mes. — dijo Danzou seriamente.

—Claro. — respondió alejándose del escritorio en dirección a la puerta. La abrió  y desapareció rápidamente.

Matsuri miró la puerta y luego miró el director. No sabía a dónde ir, y un poco asustada intentó articular algunas palabras, pero fue interrumpida por el hombre.

—Síguelo. — fue lo único que dijo el anciano antes de sacar una enorme libreta para después comenzar a hojearla.

La joven asintió con la cabeza y se retiró despidiéndose del mayor. Comenzó a correr para alcanzar al joven pelirrojo y cuando logró divisarlo sus pasos se hicieron más lentos. Sentía miedo de alcanzarlo.

“¿Cómo me acerco a él sin que empiece a temblar?” se preguntaba la muchacha de cabello castaño  escondiéndose detrás de unos casilleros.

—Solo mira a la desaliñada. Con esa falda tan corta parece como si estuviera provocando a los hombres de este Instituto. — se escuchó una voz femenina que provenía de una chica alta, de cabello castaño claro, ojos verdes y tez bronceada.

—Ignórala, por el uniforme es obvio que pertenece al Instituto Konoha. Allí solo se educa a gente de menor clase. Siempre alguien termina embarazada antes de terminar la escuela. — le contestó otra voz riendo frívolamente. La joven tenía una apariencia similar a la muchacha que había empezado con los comentarios despectivos, solo que sus ojos eran color chocolate y su tez era aún más bronceada.

—Sí, lo sé, esa escuela es de mediocres y rameras. — dijo la primera joven comenzando  a reír descontroladamente junto a su amiga.

Matsuri se había avergonzado muchísimo e intentó bajarse la falda disimuladamente para evitar que siguieran burlándose. No tenía palabras para defenderse de ella misma, ni mucho menos de todo su colegio, por lo que solo rezaba en su mente para que el momento pasara rápido.

— ¿Qué pasa? ¿Vas a llorar? — preguntó la chica de ojos chocolate con tono de burla.

La joven de cabello castaño cerró sus ojos con fuerza y comenzó a temblar.

—Vayan a molestar a otro lado. — se escuchó la fuerte voz de un joven. Matsuri abrió los ojos y notó que era Gaara el dueño de esa voz grave que además sonaba desafiante.

Las chicas sonrieron un poco nerviosas mientras iban retrocediendo. Solo el hecho de ver a ese muchacho enojado era intimidante.

—Tenga cuidado cuando hablen mal sobre el Instituto Konoha. — amenazó Gaara golpeando con fuerza uno de los casilleros.

El sonido del puñetazo fue tan grande que las chicas que andaban molestando a Matsuri salieron corriendo a gritos. La joven de ojos negros se había tapado los oídos al escuchar tal estruendo y luego miró al muchacho que tenía al frente suyo.

Más que proteger la integridad de esa chica, quiso defender el único Instituto que otorgaba educación gratis a las familias más vulnerables del pueblo. Él y sus demás hermanos habían sido becados para estudiar en ese colegio por su condición socio-económica, y eso era algo por lo cual estaba agradecido.

—Vámonos de aquí. En un rato más saldrán los de la clase de Física. Ellos son aún más molestos. — dijo Gaara comenzando a caminar por el pasillo.

Matsuri notó que el semblante de ese chico parecía más tranquilo. Sonrió al verlo más calmado y comenzó a caminar al lado de él. Se sentía protegida y al mismo tiempo emocionada por conocer su lado amable.

En otro lado, Sai se encontraba terminando un examen de inglés. Había revisado por segunda vez sus respuestas y fue a entregar su prueba al profesor. Salió del salón y caminó por esos largos pasillo techados que daban  un patio exterior repleto de pasto y árboles pequeños.

Fue a sentarse a una banca y sacó una bufanda de su bolso para abrigarse de esa helada tarde de invierno.

“Debería hablar lo antes posible con Kankuro.  No quiero que Gaara se entere de mis sentimientos por él. Si llega a saberlo y me rechaza, no podría soportarlo… Necesito más tiempo.” Pensaba el joven de ojos negros soltando una lágrima que recorrió su mejilla y se perdió entre el tejido de lana que cubría parte de su boca.

—Sai, aquí estabas. — dijo Gaara que se aparecía por detrás de la banca. Le tocó el hombro y luego se sentó junto a él. La chica se quedó de pie frotando sus manos por el frío. —Volvió a cambiar el clima. Deberías ir a buscar un abrigo si te quieres quedar más tiempo afuera. — el pelirrojo tenía sus mejillas sonrojadas por el frío y se le notaba su aliento al hablar. Sai había intentado esconderse entre la bufanda mientras se frotaba los ojos para eliminar cualquier rastro de tristeza.

—Eso haré. — respondió el azabache sonriéndole fingidamente. El pelirrojo notó que su amigo se comportaba algo extraño.

—Maestro Gaara, deberíamos entrar al edificio. Hace mucho frío. — dijo Matsuri en voz baja.

—Usa mi chaqueta. — dijo el menor en tanto se sacaba su chaqueta color verde oscuro y se la pasaba a la joven.

Sai miró como la chica se ponía la chaqueta lentamente. Parecía nerviosa y se notaba por los torpes movimientos que hacía al pasar su brazo por la manga de la chaqueta. Una vez que se la puso sonrió a su tutor. Este también le sonrió amistosamente haciendo que la joven se sonrojara levemente. El azabache frunció el ceño y miró molesto a Matsuri quien estaba distraída mirando al pelirrojo.

—Sai. Te noto más pensativo de lo normal, ¿te encuentras bien? — preguntó Gaara mirando el rostro de su amigo. Se sorprendió al verlo con una expresión de enfado.  —Oye, ¿por qué pareces enojado? — volvió a preguntar sin entender en qué momento el joven de ojos negros cambió de ánimo en un abrir y cerrar de ojos.

—Porque estoy enojado. — le respondió Sai poniéndose de pie y mirando a Gaara con la misma mirada que le había dado a la muchacha. Comenzó a caminar rápidamente para salir de ahí.

El pelirrojo lo iba a seguir, pero alguien le había jalado su camisa. El viento helado movía la corbata burdeo que llevaba puesta.

— ¿Sabes dónde hay un baño cerca? — preguntó la joven mirando el piso.

El pelirrojo notó lo angustiada que parecía Matsuri así que optó por ayudarla inmediatamente dejando de lado a su amigo que ya había desaparecido entre los pasillos.

Sai había llegado a su habitación aun sintiéndose enojado. ¿Cómo pudo esa joven lograr que Gaara le sonriera así de fácil? No podía soportar que además esa chica estuviera tan cerca de su amigo. Y eso que solo era el primer día.

 

 

Continuará… 

Notas finales:

Wao, mi amenaza del capítulo pasado sirvió bastante. (Uy qué malota) Irónicamente el capítulo se llamó "amenaza", porque un nuevo personaje hará escena...

Mai gato, todavía sigo sorprendida por la cantidad de reviews que me llegaron. Me pregunto si habrán más lectores que me leen y no dejaron su comentario por "x" motivo... Espero saber de la existencia de todos algún día.

En fin. Agradezco a cada uno de los que se tomó el tiempo y el trámite de dejarme un review. Los leí todos.  De verdad gracias. Intentaré responder a la brevedad. 

Por último, decirles que espero que les haya gustado este capítulo.

Saludos 


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