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Mundo corrompido por PalomaNegra

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Capítulo XXVI: Heridas del corazón

 

Sai se había puesto de acuerdo con Gaara para verse un día viernes después de clases. Hubo tantos exámenes y trabajos la semana posterior al fin de semana largo, que apenas se podían saludar en los pasillos durante el receso.

 

Para el pelirrojo era extraño ese ritmo de vida tan agitado y con tantas ocupaciones. Pero el azabache ya se encontraba acostumbrado a vivir  ese estilo de vida. En gran parte era porque el director tenía a ese chico totalmente controlado y condicionado a ser responsable, pese a las libertades que le había otorgado en el último tiempo. En el fondo, Sai confiaba en él y en sus decisiones, y Danzou depositaba toda la confianza en ese joven artista. Sabía que él jamás le fallaría o que se cuestionaría delante de él la vida que le tocaba vivir. Simplemente era así y no existía otra forma. Además el muchacho de ojos negros estaba conforme y muy feliz por lo sucedido ese fin de semana con Gaara. No podía pensar en otra cosa que en ese chico.

 

Sai terminaba de meter algunos cuadernos en su mochila cuando escuchó un timbre que anunciaba la salida de clases. Todos sus compañeros salieron del salón rápidamente. Hasta él. Eso que jamás había deseado tanto salir de esa clase, pero ese día era especial porque se juntaría con Gaara para decirle algo importante. Apresuró sus pasos hasta llegar al patio del Instituto. El clima había variado tanto ese día como sus emociones, y esa tarde parecía que sería muy agradable. El sol se estaba poniendo en el horizonte y dejaba el cielo con hermosos colores anaranjados que se asemejaba al paisaje que vio en la playa. Miró hacia arriba y se fue a sentar debajo de un enorme sauce llorón  que se encontraba plantado en un montículo de pasto. Sacó una croquera  y comenzó a dibujar en una hoja en blanco mientras esperaba a su querido amigo.

 

En otro lado se encontraba el pelirrojo terminando de practicar kickboxing. Se había duchado antes de salir del gimnasio y se disponía a caminar hasta el lugar donde se encontraría con Sai. Al pasar por un extenso pasillo, se encontró con uno de los trabajadores de Danzou.

 

—Joven Gaara, el señor Danzou necesita hablar ahora con usted– dijo el hombre que vestía un traje negro y gafas oscuras de color marrón.

 

El pelirrojo apretó los dientes e hizo un ruido con la boca. Le dijo que hablaría con él más tarde, ya que ahora tenía un compromiso, pero el misterioso guardaespaldas se puso en el camino del menor y se bajó un poco los lentes.

 

—El señor Danzou lo quiere ver inmediatamente, es urgente. – dijo el hombre mirándolo de reojo.

 

Al principio parecía muy seguro de lo que estaba haciendo, pero en cuanto miró la amenazante expresión del menor tragó saliva. Él había sido uno de los tres encargados que tenía como misión indagar sobre la vida de Gaara, y sentía miedo al haberse enterado la noche anterior que ese joven, que tenía al frente suyo, había matado a sangre fría a una persona.  

 

—Espero que realmente sea algo importante. – dijo Gaara enojado y tranquilizando al hombre al notar que aceptaría hablar con el director sin mayor problema.

 

Al llegar a la oficina del anciano, el guardaespaldas había desaparecido entre tantos pasillos. El menor miró hacia ambos lados antes de entrar y abrió la puerta sin pedir permiso.

 

Danzou estaba sentado en un enorme sillón tomando café en un enorme tazón negro. Vestía como siempre unas ropas holgadas que cubrían casi todo su cuerpo, y  su bastón lo tenía apoyado en el mueble que tenía al lado. Cuando vio al pelirrojo se le erizaron los pelos por la sorpresa, ya que en cuanto lo vio había sentido un leve portazo.

 

Se puso de pie con cautela y tomó su bastón. Caminó lentamente, haciendo crujir la madera del suelo y haciendo sonar las  frágiles paredes de la habitación.

 

—Sabaku no Gaara. Me he enterado de varias cosas estos días. – decía el viejo con una mirada fría. En comparación con el guardaespaldas, él no tenía miedo de Gaara, pese a conocer su oscuro pasado. Él ya había vivido una guerra en carne propia, por tal motivo, tenía recuerdos muchos más horrendos de la crueldad humana. —Al parecer tú y Sai son amantes. — añadió sin hacerse esperar.

 

Gaara estaba enojado cuando escuchó su nombre y apellido, sin embargo su expresión cambió por un instante al escuchar las palabras  más recientes. Luego volvió a su estado de alerta, no podía desmentir esa afirmación y tampoco tenía sentido confirmarla. Simplemente se quedó callado para salir lo antes posible de ese lugar.

 

—Cuando vuelvas a ver a Sai, antes de regresar a Konoha, despídete para siempre de él. – ordenó el viejo tomando un enorme sobre de color café que tenía en una pequeña mesita en el centro de su oficina.

 

El menor detuvo su respiración y un enorme miedo recorrió su piel. Parecía confundido por lo que estaba escuchando.

 

— ¿Qué? – preguntó el joven de ojos verdes que no podía comprender la situación pero sentía que algo malo estaba por pasar.

 

—Termina la relación que tienes actualmente con él, y haz que parezca lo más natural posible. No quiero que sigas con Sai, él está en peligro cuando está contigo. – dijo el hombre seriamente.

 

— ¿Peligro? — volvió a preguntar mirando hacia el suelo e intentando comprender a qué venía esa acusación.

 

—Estás al borde de la locura, Gaara. Nadie mata a un padre, ningún niño en este mundo debería estar tan decidido para matar a su propio padre. – dijo el hombre sacando del sobre varias fotos y lanzándolas al mueble que estaba cerca del menor. Esas fotografías mostraban imágenes del cuerpo casi mutilado del padre del pelirrojo, la sangre derramaba en la alfombra, el hacha ensangrentada, y hasta capturas de la autopsia. —Tu padre era un artista de profesión. Ahora creo entender un poco tu odio hacia a Sai, pero después veo que tu actitud cambió y hasta se volvieron amantes. Todo ha pasado muy rápido. Tengo una teoría de por qué cambiaste tu forma de pensar. — dijo haciendo una pausa y admirando el rostro vacío del menor. —Tal vez intentaste enmendar tus errores del pasado. Es decir, lo más probable es que hayas pensando en Sai como una figura paterna, y ahora tratas de darle el amor que quisiste darle a tu padre. Conozco tu historia, Gaara. Nunca   tuviste a un verdadero padre cariñoso que pensara en el bien de sus hijos. Él era todo lo contrario, era un abusador que solo se preocupaba de sí mismo. No merecía tu amor después de todo. Sin embargo, eso también te afectó ya que nunca pudiste entregar afecto a alguien importante en tu vida. Tu padre dejó ese gran vacío y Sai parece encajar en esta situación; es hombre, es mayor que tú, y  además es un artista, piensas que él podría ser la persona indicada para sentirte feliz.  Si no es por eso, no podría entender por qué te sientes atraído por un hombre.

 

Gaara miraba las fotos y recordaba con total perfección lo ocurrido ese día. Las palabras de Danzou le llegaban directamente a su mente y se sentía cada vez más asustado. Pensar que podía tener razón era algo que le angustiaba por completo.

 

—Obviamente ese amor que sientes por Sai se ha convertido en algo más profundo. Después de todo, no tienes lazos sanguíneos con él. – dijo Danzou mostrando la última fotografía donde salía Gaara de pequeño. Su herida de la frente era reciente y tenía una mirada sin alma. No parecía un niño o más bien, no tenía la mirada de uno. Había perdido la inocencia ese día que se atrevió a cometer ese crimen. —Te seré sincero. Las personas que tienen ese gen maligno, nunca cambian. Sus vidas se vuelven cada vez más miserables y al final lo único que lo satisface en el dolor ajeno. Yo también he cometido crímenes, pero mi caso es distinto. Participé en una guerra para defender este país. Como  cualquier soldado, maté otras personas y al mismo tiempo, veía a mis compañeros morir. Todos los que estábamos involucrados, sabíamos la situación en la cual nos estábamos enfrentando. Muerte, putrefacción, disparos, sangre, mutilaciones y torturas. El medio nos forjó el carácter. Nos convertimos en verdaderos monstruos. Pero tú, Gaara, nunca viviste las atrocidades de una guerra y aun así fuiste capaz de acabar con la vida de tu padre que estaba enfermo. No sufría de ningún trastorno psicológico, solo tenía una mala vida. Tu padre fue una víctima del alcohol y tú tomaste la justicia con tus propias manos a una edad muy temprana. Tú, Sabaku no Gaara, no te convertiste en un monstruo, sino en un demonio. La maldad fluye por tus venas y tendrás que vivir siempre con eso. Una vez que matas a otro ser humano con esa frialdad, te conviertes para siempre en un asesino. Recuerda que toda mala decisión será permanente de por vida. — añadió mirándolo despectivamente.  — No quiero quitarte más tiempo, así que seré breve y volveré a insistir. Quiero que hoy mismo termines cualquier tipo de relación que tengas con Sai y le digas que no lo volverás  a ver. Es por el bien de los dos. Si algún día pierdes la razón, no quiero que ocurra una desgracia. Sobre todo con el alumno más talentoso de este Instituto – dijo Danzou.

 

—P-pero. – dijo Gaara con inseguridad y apretando sus puños. —Yo no podría matar a Sai. No volvería a cometer un crimen. ¡Usted no sabe por lo que pasé a esa edad y toda la mierda que  soporté con ese hombre! ¡No quiero justificar lo que hice, pero es absurdo  e injusto pensar que lo hice conscientemente! ¡Solo tenía ocho años! — exclamó con la voz temblorosa.

 

—No me des explicaciones a mí, dile eso a Sai.  – dijo el hombre cruzándose de brazos y esperando alguna reacción de temor en el menor.

 

—Sai. — Gaara comenzó a ponerse más nervioso que antes. Sus labios temblaron a decir el nombre del artista.

 

—Al parecer no le has contado a Sai sobre ese acontecimiento. – dijo el director sonriendo discretamente.

 

 —No. – respondió el menor en voz baja. Danzou lo había escuchado claramente y su sonrisa parecía ampliarse.

 

— ¿Quieres que se entere? – preguntó el viejo.

 

—No. – volvió a responder en voz baja y sintiendo un enorme dolor en su pecho.

 

—Una relación con engaños no durará por siempre. Así que anda y termina con él lo antes posible.

 

—No puedo.

 

Danzou se le agotaba la paciencia y no tuvo más remedio que señalar con el dedo cada fotografía y chantajear al pelirrojo que si no hacía caso a cada palabra que él decía, se vería obligado a contarle la verdad sobre su pasado y mostrarle con evidencias en mano, las atrocidades que había cometido. El pelirrojo parecía derrumbarse, su mente estaba en blanco y su rostro parecía no tener expresión alguna.

 

 

 

En otro lugar del Instituto. Sai seguía esperando ansioso la llegada de Gaara. Veía su reloj por cada minuto que pasaba y luego miraba hacia todos lados. De pronto, se le ocurrió una idea para hacer más tiempo. Se puso de pie y caminó hasta un rosal que estaba cerca del enorme árbol. Buscó con mucha concentración  la rosa más roja que había en ese rosal para después arrancarla torpemente. Una de las espinas había lastimado su dedo de al medio. Se metió el dedo en la boca y lo succionó un poco para acabar con el sangrado. Luego volvió al solitario sauce para seguir esperando a su querido amigo. Escondió la rosa entre las ramas y sacó un libro para leer por unos minutos.

 

—Sai. – la voz que decía su nombre era la de su pelirrojo. Vestía el uniforme del Instituto al igual que él.

 

A esa hora del día, con un hermoso atardecer de fondo, parecía que finalmente sería el escenario perfecto para pedirle que sean novios.

 

El joven artista cerró su libro rápidamente para ponerse de pie y saludar al menor, pero al verlo con un rostro de preocupación guardó distancia y se quedó callado.

 

—Lo he estado meditando esta tarde. – dijo Gaara mirándolo a los ojos con frialdad. —Esto no va a funcionar.

 

— ¿Qué estás diciendo? — preguntó el azabache afligido por lo que estaba escuchando. De su dedo comenzó a brotar un poco de sangre. Y parecía saber que sería lo siguiente que estaba por escuchar.

 

—No quiero darte muchas explicaciones sobre lo pienso. Solo te diré  un par de cosas sobre nosotros. – dijo Gaara sin dejar de mirarlo fijamente. Sus ojos verdes habían perdido cualquier rastro de brillo. — Jamás debimos habernos visto, y jamás debimos conocernos. Me iré para siempre del Instituto.

 

Sai le temblaron las manos y su rostro había cambiado por completo. La confusión y la tristeza se habían apoderado de él. No podía creer que esas palabras pudieran salir de esa persona tan especial para él.

 

—Gaara, no entiendo por qué me dices eso si hasta ayer parecías estar feliz conmigo. ¿Te preocupa la opinión de la gente? — preguntó preocupado. — ¿Alguien te está molestando? — volvió a  preguntar intentando comprender esas hirientes palabras.

 

Durante el silencio que se mantuvo entre sus preguntas y la respuesta del menor, Sai pensó que todo el tiempo en que se conocieron y se hicieron grandes amigos había sido una pérdida de tiempo para Gaara. O peor que eso, había sido un recuerdo desagradable.

 

—Nadie me está molestando. Me di cuenta que no tiene sentido estar contigo. — dijo en voz baja el menor bajando la mirada.

 

—No te creo. – dijo Sai apretando su labio inferior y con su corazón latiendo rápidamente. No le encontraba sentido a lo que estaba escuchando y hasta intentaba convencerse que eso era un mal sueño.

 

—No te daré más explicaciones.

 

—Pero Gaara, pareces otra persona. — dijo el azabache acercándose al menor con la intención de tomarlo de los hombros para hacer un contacto más cercano. Este se movió hacia un lado en señal de rechazo. Luego Sai quiso abrazarlo, pero el pelirrojo reaccionó rápido y le dio una fuerte bofetada que lo empujó hasta el suelo.

 

—No te amo. — dijo Gaara. — ¿Eso querías escuchar? — preguntó mirándolo enojado y dándose media vuelta. No quería tardarse en hacerle saber su decisión. Se marchó rápidamente con la vista nublada e intentando convencerse que no volvería a ver a Sai por un largo tiempo.

 

El joven artista había quedado solo bajo ese enorme árbol. Las ramas se movieron hacia un lado al ser golpeadas por una fuerte brisa. Sai se sobaba la mejilla y miraba al menor alejarse del lugar. Quiso seguirle el paso y obligarlo a dar explicaciones, pero no sentía fuerza en sus piernas. Su fuerza de voluntad la había perdido por completo. Le parecía extraño pensar que hace una semana Gaara había  dicho todo lo contrario. En ese momento solo esperaba que alguien llegara a despertarlo.

 

Finalmente, cuando la rosa, que planeaba obsequiarle a Gaara, se deslizó entre las ramas del árbol y cayó ante sus pies, sintió que había vuelto a la realidad.

 

 

Continuará…

Notas finales:

Hola querido/a y hermoso/a lector/a

Después de mi maravillosa encuesta, me di cuenta que lo mejor sería subir capítulos en cualquier fecha (?) Si ven el resumen del fanfic, verán que ya tengo fecha para cada capítulo ( y nombre también) El capítulo final lo dejé con signo de interrogación para que haya algo de misterio. La historia la tengo planeada en mi cabeza y tengo escrita las ideas principales en un word, el tema está en que en cualquier momento puedo cambiar de rumbo del final y convertirlo en algo desastroso. No me gustan los finales tristes y no me gustan los finales cursis. Pero a veces me gusta hacer cosas totalmente inesperadas independiente de mis gustos... Así que el final de este fanfic está abierto a muchas posibilidades. 

Les dejo mi tumblr por si alguien me quiere seguir (?) 

http://inocentepalomita.tumblr.com/

Y si me dejan un comentario en este capítulo, les contestaré con una sonrisa de oreja a oreja y una mirada siniestra.

Saludos


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