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Mundo corrompido por PalomaNegra

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Capítulo IV: Baños públicos

 

Sai había cerrado sus ojos al recordar esa violenta experiencia con Gaara. Suspiró y luego se sentó en la cama. Parecía estar incómodo estando acostado. Naruto no tenía idea qué decir, se había puesto nervioso por la situación. La pelirroja frunció el ceño y dejó una bandeja con comida sobre las piernas del azabache.

 

—Sai, ese chico es muy problemático. Evita encontrártelo. Ese chico ha tenido muchos problemas en su vida, pero es difícil acercarse a él sin que recibas un golpe. No respeta a sus profesores, ni a los médicos que lo atienden cuando ha tenido que ir por algún motivo. La policía se lo ha querido llevar detenido, pero por ser menor de edad, no pueden hacer nada. Hasta Minato ha sido agredido. Y no dejo que Naruto se junte con él porque ya pasó que una vez salió herido. - contaba la mujer con tono de preocupación y tristeza. —No quiero que suceda de nuevo con nadie…

 

—Mamá…No te acuerdes de eso. Fue hace tanto tiempo y era tan pequeño. A esa edad no sabía defenderme.- dijo el rubio sonriendo algo triste por ver a su madre en este estado.

 

— ¿Qué sucedió?- preguntó el azabache mostrando interés y mirando a la pelirroja.

 

—Fue horrible...- murmuró Kushina bajando la mirada.

 

—Gaara me golpeó cuando tenía nueve años en un paseo escolar. Quedé herido y perdido por dos días hasta que me encontraron y me llevaron al hospital. Por un momento me dieron por muerto, pero como soy muy fuerte sobreviví de esa fuerte golpiza.- dijo Naruto sonriendo. —Ahora estoy en perfecto estado.

 

—Entonces lo mío no fue nada.- dijo el azabache mirando al joven de ojos azules.

 

—No lo creo Sai…por si no te has dado cuenta, hoy es domingo y Gaara te golpeó ayer.- dijo el rubio. Sai quedó sorprendido, no podía creer que estuvo tanto tiempo durmiendo.

 

—Bueno, después de descansar tantas horas, deberías sentirte mejor.- dijo la mujer sonriendo. —Sería bueno que comieras lo que te traje para recuperar tus energías.

 

El azabache miró la comida con atención. Era pescado frito con arroz, además tenía ensalada de lechuga y tomate. Sai agradeció por la comida y tomando los palillos, comenzó a comer. Al principio se sintió muy bien. El sabor de esa comida era único. No era como la del instituto, y es que en ese lugar la comida era preparada por chef profesionales, pero la de ahora, parecía mucho más sabrosa. Por primera vez se sentía tan feliz almorzando.

 

—No comas tan rápido.- comentó Kushina riendo al notar lo apresurado que parecía el azabache en terminar. —Debes degustar la comida.

 

—Oh, lo siento.- se disculpó Sai un poco avergonzado y bajando la mirada. —Es que está delicioso. Es la mejor comida que he probado en mi vida. 

 

La mujer sonrió y se sintió muy halagada, luego miró a su hijo de mala manera.

 

—Deberías aprender de Sai…- murmuró la pelirroja. —Él sabe apreciar lo que hago. No como tú y tu padre.

 

—Ah…Pero mamá.- reía algo nervioso el rubio. —Piénsalo de esta forma. Si papá y yo comemos lo que preparas, significa que lo que haces está comestible.

 

Un aura asesina emanó de la mujer. Su cabello parecía flotar, sus puños los mantenía apretados y se podía escuchar un ligero gruñido desde su garganta. Luego se puso de pie y miró de forma amenazadora a su hijo. Naruto sintió una gota de sudor en su frente que recorría su cara. Tragó saliva como solía hacer cuando se asustaba y retrocedió unos pasos. Sai estaba demasiado concentrado comiendo como para preocuparse de lo que pasaba, y no fue hasta que hizo una pausa, cuando subió la mirada y vio a la mujer que parecía estar comportándose de una forma muy extraña.

 

—Señora Kushina, disculpe que la moleste, pero ¿me enseñaría a cocinar?- preguntó el azabache de pronto. —En mi instituto tomo clases de cocina, pero el sabor de la comida no me queda como esta.

 

La mujer se detuvo de inmediato al escuchar la pregunta. Escuchó con atención lo que dijo el joven y sonrió. Toda esa aura había desaparecido. Naruto suspiró y se sentó en el sillón que tenía en su habitación. Parecía cansado, toda esa presión sicológica que había causado su madre lo había dejado exhausto. Sabía que desde ahora tendría más cuidado con sus palabras. Sobre todo si herían el orgullo de su madre.

 

— ¡Sai!- exclamó la pelirroja muy contenta. —No sabía que te gustaba cocinar. Claro que te enseñaré y te daré algunos consejos para que la comida te quede perfecta. Cocinar es un arte, y hay gente que no sabe apreciarlo…- dijo esto último mirando a su hijo. —A veces me gustaría que Naruto tuviera más interés por esas cosas…

 

—Mamá…Soy hombre. Los hombres no cocinan. Para eso están las mujeres.- dijo el rubio metiéndose el dedo en la nariz despreocupadamente. La mujer apretó sus dientes y nuevamente su paciencia comenzó a agotarse.

 

—Pero si hay chef que son hombres…- dijo el azabache mirando raro al rubio.

 

—Sí, pero a ellos le pagan por cocinar. Es decir, eso es un trabajo, en cambio, las mujeres tienen como obligación cocinar y mantener todo en orden la casa.

 

— ¡Naruto!- gritó la mujer haciendo que Sai y el mismo rubio se asustaran por el grito tan fuerte que había dado la pelirroja. — ¡¿Desde cuándo te volviste tan machista?! – volvió a gritar esta vez no tan fuerte, pero mirando de reojo a su hijo. Naruto volvió a sentirse asustado. Solo salió corriendo de su casa cuando su madre comenzó a contar hasta tres. Sai solo podía comer mientras  miraba todo ese espectáculo.  —Ese niño…- murmuró la mujer cruzándose de brazos.

 

—Terminé.- dijo el azabache dejando sus platillos en la bandeja. —Muchas gracias, señora Kushina, realmente cocina muy bien.

 

La mujer miró con ternura al joven y le acarició el cabello. 

 

—Qué bueno que te haya gustado, Sai. Más tarde podríamos ayudarme a hacer la cena. Así podrías aprender algunas cosas. Además terminaría más pronto…

 

—Si Naruto y el profesor Minato ayudaran, terminaríamos mucho antes.

 

—No creo…Ellos son algo inútiles en la cocina…La última vez que quisieron ayudarme, rompieron cinco platos, tres vasos y dejaron la cocina muy sucia. Será mejor tenerlos alejados…- comentó sonriendo un poco nerviosa.  —Creo que ahora deberías ver un poco de televisión o salir a caminar…Busca a Naruto, no pudo haber llegado muy lejos.

 

—Está bien.- dijo el azabache dejando la bandeja en el velador y poniéndose de pie. Al sacarse las sábanas se dio cuenta que traía otra ropa, era suya, pero se sintió avergonzado al notar que alguien había abierto su mochila para sacar ropa. Lugar donde estaban los dibujos de Gaara. —Señora Kushina.- dijo el azabache tomando la atención de la pelirroja que ya tenía la bandeja en sus manos. —Ya sé que este caso fue excepcional, pero me gustaría que no abrieran mi mochila sin mi consentimiento…- comentó en voz baja mientras sus mejillas se enrojecían.

 

—Ah…Bueno, Sai. Lo lamento.- dijo la mujer un poco confundida.

 

—Gracias.- dijo el azabache sonriendo y caminando por la habitación para salir. Antes de cruzar la puerta se detuvo y se volteó. —Por cierto, ¿le parece bien si seguimos con el retrato esta tarde?

 

—Mmm…No lo sé, Sai. Creo que tendremos que cambiar la fecha. Es que esta tarde tenemos planeado ir a los baños públicos. Luego de eso volveríamos a casa a preparar la cena, y, bueno, después tendrás que volver a tu instituto, no creo que haya tiempo.

 

Sai escuchaba con atención lo que decía la mujer, se sorprendió al escuchar “baños públicos” y luego se desanimó un poco al saber que tendría que volver esa misma noche.

 

Fue así como pasaron las horas. El azabache había encontrado a Naruto en el patio trasero de la casa. El patio no era muy grande, era del mismo tamaño de la casa, tenía pasto, una asadora, dos árboles muy altos y grandes, un columpio y unas sillas de exterior. El rubio se encontraba arriba de uno de los árboles. Parecía dormir tranquilamente. Se despertó al sentir que alguien tocaba su hombro. Sai había subido al árbol y se encontraba cerca de él. Al principio se asustó, pero luego se alivió y se sentó para conversar con su amigo. La conversación trató principalmente de las extrañas marcas que tenía el rubio en sus mejillas, también hablaron largo rato sobre Sakura y Sasuke.

 

—Sí.- Naruto parecía molesto mientras conversaba. —Sakura está completamente enamorada de Sasuke, pero él es un idiota y no se da cuenta…O más bien la rechaza. Él jamás se muestra cariñoso con nadie. Es un tonto…

 

— ¿Te gusta Sakura? – preguntó el azabache.

 

—Pues…- decía Naruto sonrojándose. —La verdad es que…

 

— ¡Chicos!- se escuchó gritar a Minato que justamente abría la puerta de la casa que daba al patio trasero. El joven de ojos azules suspiró e inmediatamente se relajó. —Preparen sus cosas, iremos a los baños públicos en cinco minutos.- volvió a gritar el padre de Naruto. Sai sonrió. Era la primera vez que iría a uno de esos baños. Ambos jóvenes se apresuraron en buscar sus cosas. Una vez listos, entraron al auto y se sentaron en los asientos traseros.

 

—Naruto, por qué toda tu familia va a los baño públicos si ya tienen bañeras en su casa.

 

—Eso es porque las bañeras son muy pequeñas. Y es que papá compró esta casa que tiene un diseño muy occidental. Así que los fines de semana, nos damos el lujo de ir a los baños públicos, donde hay una enorme bañera. Es bastante relajante. Además en un lugar para ir a conversar con los amigos...Sasuke también irá. O eso me dijo.- respondió el rubio en tanto estiraba sus brazos, cosa que no pudo hacer al despertar de su siesta.

 

En menos de dos minutos el auto ya estaba andando. Minato conducía y su esposa iba de copiloto. El trayecto no demoró más de diez minutos.

 

Al llegar, Minato, Naruto y Kushina salieron prácticamente corriendo muy animados. Sai no andaba apurado ni tan emocionado por bañarse, por lo que salió sin apresurarse. Cerró la puerta del auto y caminó hasta entrar al local. Miraba hacia todos lados y no sabía qué hacer. Entró cruzando por la primera puerta que encontró, donde una señora de edad estaba detrás de una gran mesa. Parecía ser la persona que atendía. De todas formas la anciana no detuvo al joven para que pagara antes de entrar a los baños por la simple razón de que lo vio venir junto a la familia Namikaze-Uzumaki.

 

—“¿Dónde se supone que deba ir?”- se preguntaba el azabache caminando a través de los pasillos. Al entrar a una de las habitaciones, vio muchos casilleros y un gran estante con varias fuentes de plásticos, donde algunas de estas fuentes estaban llenas de ropa. También vio un par de lavabos y caminó para adentrarse a esa habitación. Al entrar, vio como Kushina andaba solo en ropa interior.

 

—Señora Kushina, me alegra encontrarla, creí que estaba mal. ¿Naruto y Minato ya entraron a los baños?

 

La mujer se volteó a ver al azabache, comenzó a reír y se tapó con una toalla.

 

—Sai, esto no son baños mixtos. El baño para hombres está en la otra puerta. Si entras al baño de mujeres terminarás muy herido.

 

—Ya veo…- murmuró el azabache un poco asustado y mirando la puerta corrediza que daba los baños. Al hacer esto vio la silueta de dos mujeres desnudas. —Entonces mejor me iré…

 

— ¡Ah! Espera… ¿Me ayudas?- preguntó la pelirroja un poco avergonzada.

 

Sai se detuvo, dejó su pequeño bolso a un lado y se acercó a la mujer.

 

—Se quedó atorado, esto no suele pasar…- decía la mujer tratando de quitarse el sostén. El azabache logró desatorarlo y luego recogió sus cosas para irse de ahí.

 

Al entrar a los baños masculinos dejó su bolso dentro del casillero. Justamente el diminuto casillero que eligió estaba a la altura de su cara, por lo que al abrirlo uno no podía ver su rostro. Antes de cerrarlo, echó una mirada a una persona que estaba completamente desnudo y con una toalla en la cabeza. Parecía que se estaba secando el cuerpo, por un momento creyó que era Naruto, pero tenía la piel demasiado blanca, además el rubio debería estar enjabonándose en esos momentos.

 

Miró discretamente por las aberturas del casillero. De pronto vio como la toalla que tenía esa persona en la cabeza se caía, dejando al descubierto  una cabellera extremadamente roja. Hasta notó que se había volteado un poco y pudo ver mejor su rostro. Era Gaara.

 

Las mejillas del azabache se enrojecieron al ver por primera vez a ese joven completamente desnudo.

 

—“Es perfecto…” – pensó de pronto Sai al detallar su cuerpo. —“Sus proporciones son tan armoniosas como el de un joven griego. Su piel está bien cuidada y... tiene un lindo trasero.”- seguía pensando el azabache quedándose un rato paralizado.

 

—Tú otra vez…- dijo el pelirrojo una vez que se dio vuelta y se percató de la presencia del azabache. — ¿Acaso no aprendiste después de la paliza que te di ayer?- preguntó acercándose y mirándolo desafiante. —Si me vuelves a molestar, te juro que podría matarte…

 

—“Es…rojo…Eso significa que su cabello es rojo natural…”- pensaba Sai mirando hacia abajo sin poner atención a las amenazas del joven de ojos verdes.

 

— ¡¿Me estás escuchando?!- gritó tomándolo de la ropa y lanzándolo contra los casilleros.

 

—¡¡¡Gaara!!!- gritó un joven de cabello castaño que se aproximó a esa habitación. Era mucho más alto que el pelirrojo y tenía un cuerpo más grande. En esos momentos traía una toalla amarrada en la cintura. —No causes alboroto. Si rompes algo tendremos que pagarlo. Además no nos dejarán venir otra vez… Deja a  ese tipo en paz y larguémonos.

 

—Kankuro…Este tipo es insoportable. ¿En qué clase está?- preguntó el pelirrojo que tenía su pie apoyado en el pecho del azabache. Sai estaba sentando en el suelo con su espalda pegada a los casilleros.

 

—No lo sé…Nunca lo había visto antes.- dijo Kankuro acercándose a Sai. —Tal vez es nuevo.

 

—Soy estudiante del instituto ANBU.- comentó Sai mirando al par curiosamente.

 

—Tienes suerte de no estar en mi instituto…- dijo el pelirrojo presionando con su pie el pecho, haciendo que el azabache se quejara.

 

— ¡Gaara! Es suficiente.- dijo el castaño. —Mejor vístete y no pierdas tu tiempo.

 

El pelirrojo lo soltó y lo dejó en el suelo. Fue a vestirse junto a su hermano mientras el azabache se sacaba su ropa para entrar a los baños. Sai no pudo evitar mirar disimuladamente al pelirrojo mientras se vestía, le causaba tanto interés verlo que no le importaba ser golpeado. De todas formas tuvo suerte que Gaara no se diera cuenta.

 

Una vez que el castaño con el pelirrojo salieron, Sai se amarró una toalla a la cintura. De esta forma se podía apreciar su cuerpo bien trabajado por las horas que le dedicaba al gimnasio durante la semana.

 

De pronto se puso a pensar que haberse quedado callado fue lo mejor. Sabía que ese jovencito de ojos verdes era muy temperamental cuando lo provocaban. Además no había pasado mucho tiempo desde ese encuentro que tuvo con él, por lo que dedujo que el pelirrojo aun estaría enojado.

 

Sin tomarle mayor importancia, prefirió entrar al lugar donde estarían todos los hombres  bañándose. El azabache sonreía inconscientemente mientras caminaba y al deslizar la puerta corrediza, vio el enorme baño, la gran bañera, muchas duchas, bancos para sentarse, y algunos hombres desnudos que se enjabonaban frente a las duchas, entre ellos Minato y un hombre de cabello negro.

 

—Sai dónde andabas.- dijo Naruto que asomó su cabeza de la gran bañera. Al mirar a su amigo notó que tenía un aspecto muy bien cuidado.

 

—Ah…bueno, solo estaba…

 

—Sai, antes de entrar a la bañera debes enjabonarte y darte una ducha, siéntate por aquí.- interrumpió Minato mientras hacía una señal con la mano para que se sentara al lado suyo. —Ah, por cierto, te presento a Fugaku Uchiha, el inspector del instituto del cual estoy a cargo.

 

—Buenas tardes, señor Uchiha, un gusto conocerlo.- dijo el azabache sonriendo y sentándose cerca de los hombres.

 

—Hola, muchacho, me han hablado de ti.- dijo el hombre de cabello negro mientras Sai se sonrojaba un poco. —Me han dicho que eres el mejor alumno del instituto ANBU, eres todo un ejemplo para tu generación.

 

—Eh…No es para tanto, señor Uchiha. Tan solo hago lo que los profesores me dicen…

 

—Qué modesto eres.- dijo Fugaku sonriendo. —No me llames por el apellido, puedes usar mi nombre, estamos en confianza…

 

—Está bien, señor Fugaku…- comentó Sai despreocupadamente.

 

—A todo esto, ¿a dónde andabas?- preguntó Minato. Naruto se acercó, con una toalla amarrada a la cintura, a escuchar la respuesta que no había oído de Sai con anterioridad.

 

—Pues me equivoqué de lugar…Entré al de las chicas.- contestó el azabache sonriendo sin avergonzarse. Minato lo miró con la boca abierta y Fugaku frunció el ceño al saber que pudo ver a su esposa con poca ropa.

 

— ¿Y tanto te demoraste en llegar? - murmuró el mayor de los rubios cruzándose de brazos. —No debía tomarte tanto tiempo llegar a este lugar, no es tan grande.

 

—Estuve ayudando a su esposa a sacarse el sostén.- comentó el azabache con un rostro bastante ambiguo.

 

— ¡¿Qué hiciste qué?!- exclamó Naruto totalmente impactado y revolviéndose sus cabellos. — ¿Qué tienes con mi madre?- preguntó el rubio a los pocos segundos un poco deprimido. Le agradaba Sai por ser una persona tan amable, pero no podía entender ese extraño comportamiento con su madre.

 

—Nada…solo la ayudaba. Luego me fui.- dijo el azabache rascándose la cabeza. —La señora Kushina me dijo que debía irme lo más pronto posible porque alguna mujer me podría golpear si me veía ahí…

 

—Esto es demasiado…- murmuró Minato mordiendo una toalla y mirando desconsoladamente hacia la pared.

 

—Vaya Minato, parece que tu mujer prefiero a los jovencitos…- dijo Fugaku en voz baja.

 

— ¡Cállate!- exclamó el mayor de los rubio tomando al hombre de cabello negro por los hombros y sacudiéndolo.

 

—Oye, no me sacudas…- se quejaba el Uchiha. —A todo esto, creo que algo te está creciendo, Minato.

 

—De qué rayos hablas.

 

—Creo que son dos cuernos en tu cabeza…- dijo Fugaku mirando hacia otro lado y sonriendo con algo de maldad.

 

—Eres cruel…- murmuró Minato haciendo un puchero.

 

Sai ya se había terminado de enjabonar su cuerpo, le hubiera gustado quedarse a escuchar el resto de la extraña conversación, pero Naruto lo apresuró para salir de ahí, pues su padre no parecía estar con los mejores ánimos. Luego de la ducha, ambos jóvenes se dirigieron a una enorme bañera. El azabache, al meterse a la gran bañera, suspiró.

 

—El agua está muy agradable…- dijo Sai sonriendo.

 

—Esto es lo mejor del baño público…Es como ir a unas termas, pero más barato. En todo caso, algún día iremos a unas termas. Tienes que conocer ese lugar.

 

—Suena interesante…- murmuró el azabache sumergiéndose hasta la altura de sus labios.

 

—Con que aquí andabas, usuratonkachi.- se escuchó hablar a un joven que tenía cabello negro azulado. Su piel era blanca, no tanto como la de Sai, y tenía contextura delgada. Aun así se notaba que entrenaba o hacía algún deporte por su musculatura.  

 

—Sasuke…no andes mostrando tu humanidad a todo el mundo, métete al agua o amárrate una toalla a la cintura…- comentó el rubio evitando mirar hacia arriba. — ¡Ah! Sai…Creo que hoy conocerás a toda la familia Uchiha, él es Sasuke…el integrante más joven.

 

—Hola Sasuke.- saludó el artista sonriendo. El Uchiha menor tan solo lo miró como bicho raro. No le respondió el saludo y tan solo se metió al agua.

 

—Itachi no vino…así que no conocerá a toda la familia. Mi madre está al otro lado y dudo que la haya visto al entrar al local.

 

—Creo haber visto la silueta de una mujer en los baños de al lado, tal vez era tu madre.- comentó el artista despreocupadamente. El Uchiha lo miró de reojo. Parecía molesto por el comentario, Naruto se dio cuenta de la situación y comenzó a reír algo nervioso.

 

—Oye, Sasuke, no te enojes…Sai solo bromeaba.

 

—No bromeaba…- dijo el azabache sin entender por qué el rubio mentía.

 

—Ay…cállate Sai, por favor…- murmuró el rubio mirándolo con desesperación. —Entonces… ¿Por qué Itachi no vino?

 

—Tsh…Está enfermo. Le vino fiebre y lo quedó cuidando un compañero. Ese que parece chica por tener el cabello tan largo.

 

— ¿Deidara?- preguntó el rubio. Sasuke asintió con la cabeza y cerró sus ojos.

 

Ambos amigos conversaban como si nada mientras Sai lo observaba. En un comienzo pensó que no se llevaban muy bien, pero poco a poco se dio cuenta que eran muy buenos amigos pese a todas las discusiones que tenían y la forma despectiva de cómo se referían al otro. Hasta le hizo recordar a Sakura, la cual también pasaba mucho tiempo discutiendo con el rubio.

 

—“Si tan solo pudiera llevarme así con Gaara… Tal vez podría ayudarlo con su problema. No quiero que sea violento. Tampoco quiero que tenga problemas con la justicia una vez que cumpla la mayoría de edad. Tal vez sea un demonio cuando se enoja, pero nadie puede ser tan malvado. Además…quiero hacer un retrato de él.”- pensaba el azabache mirando fijamente el agua y sonrojándose por pensar lo último. —“No suelo pensar nada especial al ver a una persona desnuda…Pero Gaara…Ese chico tan violento y que se muestra agresivos con todos…Estaba sin ropa, es como si lo hubiera visto vulnerable. Es hermoso.”- seguía pensando el joven sonriendo un poco avergonzado.

 

—Oye Sai, ¿qué te sucede?- preguntó de pronto el rubio acercándose al azabache y dejando de lado a Sasuke. —Andas muy pensativo.

 

Sai reaccionó a los pocos segundos y miró al joven de ojos azules.

 

—Luces como alguien enamorado.- dijo riendo el rubio.

 

El joven azabache se sonrojó un poco. Otra vez se sentía incómodo. Muchas preguntas pasaron por su mente. Tanto pensar en el pelirrojo le era extraño. Pues era raro en él pensar en una persona durante la mayor parte del día. Y lo que había dicho Naruto tal vez podría acercarse a la realidad. Por un momento pensó que esa era la respuesta a su comportamiento, pero luego se dio cuenta que era poco probable. Ya se parecía que solo se sentía atraído físicamente y sabía que eso no podía considerarse amor.

 

—Gaara…- murmuró el azabache algo triste.

 

— ¿Gaara?- preguntó el rubio mirando a su amigo. — ¿Te has enamorado de Gaara? – volvió a preguntar sonriendo.

 

El azabache no se dio cuenta en qué momento dijo el nombre de ese chico. Se había asustado por esa actitud tan incontrolable. Y buscando una distracción, se sumergió en el agua y con su mano tocó y apretó el miembro viril de Naruto. El rubio estaba por largarse a reír, pero cuando sintió esas manos sobre esa parte de su cuerpo, sus mejillas se enrojecieron y comenzó a gritar desesperadamente mientras trataba quitar las manos del azabache.

 

— ¡Me está tocando!- gritó el rubio poniéndose de pie y dejando ver todo su cuerpo. Sasuke miró a ese par avergonzado y trató de alejarse lo antes posible, pero no pudo llegar muy lejos cuando sintió que Naruto se escondía detrás de él y apegaba su cuerpo. —No dejes que se me acerque…Sai tiene un comportamiento extraño…el otro día quería ver mi pene…y ahora hasta lo manoseó…- decía aterrado.

 

— ¡Oye, dobe! ¡Suéltame!- gritaba Sasuke tratando de alejarlo al sentir el contacto de su cuerpo con el del rubio.

 

Sai sonreía al ver a los dos pelear. Al menos ahora estaba más tranquilo. Sabía que tener esa actitud algo indecente, podría hacer que Naruto no lo molestara con esas cosas que tanto le afectaban.

 

No pasaron más de quince minutos cuando todos habían terminado de darse un buen baño. Al momento de vestirse, el rubio más joven tomó la precaución de alejarse de su nuevo amigo. Ahora tendría más cuidado con él.

Al salir del local, las dos familias que se encontraban ahí, los Uchihas y los Namikaze, se fueron a sus respectivas casas.

Sai obviamente acompañó a los Namikaze, y cuando llegaron a la sala de estar, todos se sentaron en el enorme sillón azul marino de terciopelo. 

 

—Qué relajante es darse un baño caliente…- dijo Kushina antes de suspirar.

 

—Si…es algo relajante…- comentó Minato que se alegraba de salir de esos baños, pues Fugaku no había parado de molestarlo esa tarde.

 

—Me alegra estar en casa…- dijo Naruto que se encontraba menos nervioso después de todo lo que pasó en la enorme bañera.

 

—Señora Kushina, ahora deberíamos preparar la cena, me siento con muchas energías después de ese baño.- comentó el azabache poniéndose de pie. La pelirroja sonrió y también se paró. Luego ambos se fueron a la cocina.

 

—Papá…- dijo Naruto con los ojos entrecerrados. —Parece que Sai es raro…

 

—Sí, parece que le gusta las mujeres mayores…- respondió el mayor un poco deprimido.

 

—No, no lo digo por eso.

 

—Entonces por qué.

 

—Tiene un comportamiento muy raro conmigo.

 

—Eso debe ser porque le agradas…Aunque con tu madre tiene un comportamiento sospechoso…Siempre andan juntos y, hacen cosas juntos.- comentó Minato haciendo chocar sus dedos índices varias veces.

 

Tanto como padre e hijo suspiraron y a los pocos minutos se quedaron dormidos en el sillón. El azabache salió de la cocina en busca de una fuente de vidrio para dejar algunas verduras. Al pasar por la sala, vio que los rubios dormían cómodamente en el sillón. Se acercó a ellos con un par de mantas, que había encontrado sobre un sillón de la sala, y cubrió sus cuerpos. Luego le acarició el cabello a cada uno mientras sonreía. Finalmente siguió su camino y tomó el objeto que buscaba. Lo llevó a la cocina y siguió preparando la cena.

 

 Pasaron casi dos horas cuando la mesa estaba repleta de comida. Korokke, oyakodon,  Teriyaki y Soba eran algunos platos japoneses que se encontraban en la mesa.

 

Kushina fue a despertar a su esposo y a su hijo mientras Sai colocaba las servilletas. Cuando los rubios despertaron, olieron, al mismo tiempo, la comida. Ambos se secaron la baba y se pusieron de pie rápidamente  para ir a comer.

 

—Primer lávense las manos y la cara…- dijo la mujer cruzándose de brazos.

 

Ambos hicieron caso a las palabras de esa mujer. Ya cuando regresaron, todos se sentaron en sus puestos. Minato en la cabecera, Kushina al lado derecho, Sai al lado izquierdo, y Naruto, al lado de este.

 

— ¡Wao! ¡Esto se ve delicioso, mamá! ¡Gracias por la comida! - dijo el rubio tomando sus palillos y empezando a sacar un poco de cada plato. Minato repitió lo que hizo su hijo y comenzó a comer. Parecían muy emocionados y contentos. —Mmm…está delicioso.- decía Naruto masticando una especie de croqueta.

 

—Sai hizo las croquetas, bueno, en realidad él hizo casi todo, yo solo le di algunas indicaciones básicas y le ayudé a cortar las verduras y la carne…- dijo Kushina mientras se llevaba una pequeña porción de fideos a la boca.

 

 

—Vaya Sai…cocinas muy bien.- dijo el rubio muy feliz por la deliciosa comida. Hasta comenzó a chuparse los dedos.

 

—No te chupes los dedos, es de mala educación- dijo la mujer mirando mal a su hijo.

 

—Pero está rico…No todos los días comemos Teriyaki, la carne está blandita y jugosa…- decía el rubio excusándose.

 

Una vez finalizado ese banquete, todos parecían satisfechos. Estuvieron conversando un rato mientras comían su postre.

 

Una hora después, el azabache preparó sus cosas y se despidió de esa familia. Minato lo llevaría de regreso a su instituto en la camioneta.

 

Al momento de despedirse de Naruto, lo abrazó cariñosamente y le agradeció que haya sido tan buen amigo. El rubio rió un poco y le dio unas cuantas palmadas al hombro. Con Kushina hizo algo distinto, la tomó de la mano y le agradeció su hospitalidad. La pelirroja le sonrió amablemente y le dio un abrazo.

 

—Sai, me despediré de ti, en cuanto lleguemos a tu instituto…Ahora sube a la camioneta, ya sabes cómo se pone Danzou cuando uno es impuntual, bueno, yo lo sé mejor que nadie.- dijo Minato subiéndose al automóvil. El azabache hizo lo mismo y agitó su mano en señal de despedida en cuanto cerró la puerta.

 

Ya cuando iban avanzando por el pueblo, el azabache observó la casa de Gaara. Justo en ese momento estaba el pelirrojo afuera de su casa, tal parece que venía llegando con una bolsa en su mano. Ambos cruzaron miradas. Sai volvió a agitar su mano como si se despidiera, y el joven de ojos verdes tan solo lo miró seriamente para luego seguir su camino.

 

Una vez que llegó a las afueras del edificio, el azabache salió del automóvil con su bolso. Minato también se bajó y caminó donde se encontraba el joven.

 

—Bueno Sai, ya llegamos.- dijo el rubio un poco triste. —Espero que te hayas divertido. A pesar de que estuviste un buen tiempo inconsciente por culpa de mi vecino.

 

—Sí, me divertí mucho…- comentó bastante alegre. —Sobre su vecino, me di cuenta que es difícil acercarse a él, pero me gustan los retos.- dijo el azabache sonriendo.

 

—Vaya, parece que te agrada ese muchacho…

 

—Sí, me agrada mucho.- respondió Sai desviando a la mirada. —Su hijo también me agrada…Sakura y Sasuke también. Todos son muy distintos y eso los hace realmente interesantes…Por cierto, profesor Minato, me estaba preguntando si tal vez…- hace una pequeña pausa. — ¿Este viaje se volverá a repetir?- preguntó con cierta timidez e ilusión.

 

—Por supuesto que sí. Vendré todos los fines de semana a buscarte si así lo quieres. Es increíble que en tan poco tiempo te hayas encariñado con mi familia, eres como uno más.- dijo el rubio sonriendo y acariciando el cabello del menor. El azabache dejó su bolso a un lado y abrazó al hombre fuertemente. A los pocos segundos, el rubio sintió que el joven  estaba llorando de la emoción. —No es para tanto, Sai... No llores. 

 

—No sé lo que significa tener una familia.- dijo en voz baja. —Pero al estar con ustedes, sentí como si estuviera en una. Todos son amables y se preocupan por mí.- decía el joven artista mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y caían al suelo.

 

—Sai…basta por favor, yo también me pondré a llorar…- dijo el rubio sonriendo un poco triste y acariciando la espalda del menor. Se le habían humedecido los ojos al escuchar a ese chico ser tan sincero. —A pesar de tu comportamiento poco usual, eres un buen muchacho, y me encantaría que pasaras otro fin de semana en mi casa. También quiero que desde ahora, me llames tío Minato. 

 

—P-pero no soy su sobrino…- dijo el azabache un poco extrañado y pasando sus brazos por debajo de sus ojos para secar su cara.

 

—Lo sé…pero mejor llámame así, no quiero que seas tan formal conmigo.

 

El joven de ojos negros sonrió y, despidiéndose del mayor, se fue a su habitación. Estaba muy feliz por varias razones; había logrado poner en práctica lo aprendido en su libro, consiguió su primer amigo y la había pasado muy bien durante todo el tiempo que estuvo fuera. Todos esos pensamientos positivos que iban y venían dentro de su mente, se le fueron de la cabeza al llegar a su habitación y encontrarse frente a frente a Danzou. El  muchacho sintió un escalofrío al ver la mirada siniestra que provenía de ese hombre.

 

 

Continuará...

Notas finales:

(cualquier parecido a una situación real es pura coincidencia)


Demoré horas en redactar este capítulo. No estaría mal que dejen algún comentario como paga (?)


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