Key’s POV
Ja ja ja, me hubiera gustado ver la cara de Minho cuando leyó el avioncito.
Pero bien, a mi parecer mi vecino puede ser quién le manda los aviones, pero no tengo que preocuparme por eso al fin de todo es a él a quien se los manda y no a mí.
Ammm no puedo llegar sólo así al trabajo de Jonghyun, le compraré una merienda; lo que más le gusta comer por las tardes es una hamburguesa, aunque no sé por qué, no es nada nutritivo pero le compraré una.
—Que sea con doble queso, por favor —saqué mi billetera y pagué, por más prestigio que tenga esa cadena de hamburguesas, siempre me da una bolsa café de papel pero está bien, no me quejo, hay que ser ecologistas. Con su merienda lista me puse a caminar otra vez en dirección al trabajo de Jonghyun.
Minho dice que sólo “tra-vaga” pero no es cierto, le toca hacer itinerarios de dulces, desempaquetar cajas, hacer cuentas: es un trabajo normal. Mi Jonghyun trabaja en una de las dulcerías de los padres de Onew, que por cierto es su mejor amigo, así como Minho es el mío.
La dulcería se llama “Buena Miel” ya saben, miel, azúcar, los ingredientes de los dulces. He llegado, entré como cualquier cliente y para mi mala suerte, está Onew en el mostrador.
—Key, no se permiten citas durante el trabajo —Jinki recargó sus codos en el mostrador— Lo sabes.
Tal vez porque es el hijo del jefe, pero él no lleva el uniforme a diferencia de mi Jonggie.
—Lo sé, sólo venía a comprar un dulce —eso siempre me funciona.
—¿Sí? —se levantó dejándome ver el muestrario— ¿De cuál quieres?
—Ha ver, hoy me siento con ganas de algo dulce —él me apuntó a unas paletas—, pero a la vez algo salado —ahora dirigió su dedo contra unas galletas—. No, cambié de opinión, mejor algo picoso —me tendió unas paletas con chile en polvo–. O algo así como agrio —miró algunos dulces sabor limón —¿O sabes qué? Algo así con un bombón —ya no hizo nada, sólo me veía.
—Ya descargué las cajas con los nuevos dulces y los acomodé como siempre —llegó Jonghyun—Hola, Key, ¿estas comprando algo? —se puso a un lado de Onew.
—Sí, de hecho iba a comprar una paleta —miré las que tenían y escogí una de esas circulares y de colores, esas que suelen ser grandes.
—Permiso.
Onew se fue, dejándonos a los dos.
—Te compré algo —le dije a la vez que me acercaba al muestrario.
—¿Una paleta? —preguntó y sonrió, se ve tan adorable con su uniforme; es un mandil amarillo suave, con una gorrita de color amarillo con dos antenitas de limpia pipas con unas bolitas del mismo material, dándole una apariencia de abejita. Aunque parecía más, cuando tenía las puntas rubias, pero de igual con su cabello oscuro se ve adorable.
—No tontito, es una hamburguesa —levanté la bolsa y la dejé en el mostrador pero llegó Onew con una cartulina fosforescente que la pegó con tachuelas en el pizarrón que usan para poner ofertas.
—Gracias Key, cuando salga de trabajar me toca comprarte algo —me tocó la nariz con un gesto de ternura, sólo le sonreí.
—Jonghyun —Onew le llamó— ¿podrías leer el letrero que acabo de poner?
Ambos lo miramos.
—No citas durante el trabajo.
—Exacto, espera a que acabe tu turno para coquetear con Key.
—Sólo me faltan 3 minutos —Jonghyun le siguió con la mirada ya que se había ido al interior de la tienda— ¿no puedo coquetear con él durante ese tiempo?
—No.
—Bueno, es el jefe y creo que tienes que hacer lo que dice, ¿que son tres minutos? Puedo esperar.
Me resigné. Supuse que llegaría a la hora de su salida ya que la broma que le jugué a Minho con el avión me ocupó algo de tiempo. No soy tan bueno haciendo aviones, me van más las bolas de papel.
—Está bien, voy a dejar esto —apuntó a su uniforme—, y regreso para irnos a comer esa hamburguesa.
Me sonrió y se fue hacia el interior de la tienda.
Pasarían algunos minutos cuando salió ya sin el mandil y con su chaqueta negra.
—Acabó mi turno Onew, ¡nos vemos mañana!
No supe si le contestó o no, pero salimos de la tienda, vi que aún tenía el gorrito pero preferí no decir nada, ¡es que se ve tan lindo!
Caminamos hasta llegar a un parque en el que buscamos una banca vacía y nos fuimos a sentar, el sol se había puesto ya y las estrellas empezaban a salir, estaba contemplando el paisaje de una noche en la ciudad, se veían las luces de los edificios y la apenas brillante luna que salía de entre las nubes cuando un olor a queso llegó a mi nariz.
—Jonggie.
Le llamé hasta que me miró sin dejar de comer la hamburguesa.
—Lo siento.
Me sonrió y empezó a masticar a la vez que me daba un mordisco, el cual acepté, ¡vamos! Es solo una mordida, no es como si por ella fuera a perder mi delgado cuerpo.
Compartimos la hamburguesa mientras la noche avanzaba, el frío se hacía presente y mi suéter no me cubría del todo que empecé a temblar.
—Vamos a mi casa, ahí ya no tendrás frio
Se levantó y me tendió la mano para seguirlo, lo que hice casi al instante. Empezamos a caminar tomados de la mano, de menos su calor me calentaba un poco y evitaba que mis temblores fueran frecuentes.