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LA ÚLTIMA NOCHE por OTORY_KAEDE

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Notas del fanfic:

Hola, subiendo de nuevo los fics de mi otra cuenta, por si desaparecen.

Espero que os guste este songfic basado en la canción de Anne Lennox "Into the West", el tema de los créditos finales de la película "El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey".

Aquí os dejo el link en youtube.

 

http://es.youtube.com/watch?v=24fGmWG6kpg&feature=related

Notas del capitulo:

Espero que os guste este fic. En realidad es como el prólogo para un fic que he pensado en escribir, aunque aún no se cuándo...

Muchos besotes....

La última noche

 

 

 

 

La oscura sombra de un hombre se desplazaba, algo inquieta, de un lado para otro recogiendo los pocos objetos de su propiedad que se encontraban diseminados, aunque en un perfectísimo orden, por el minúsculo cuartucho en el que "habitaba".

 

Si en verdad eran tan pocos los retazos que compusieron su vida durante aquellos últimos cinco años... ¿A qué se debía, pues, tanta actividad?

 

El hombre detuvo su movimiento para considerar, con mayor detenimiento, aquella cuestión.

 

- La costumbre... -murmuró bajito en la soledad de la noche-. La maldita costumbre de mantenerme siempre... ocupado.

 

El hombre, en realidad un joven de 22  años, cuerpo fuerte y atlético y de semblante severo y hosco, pero con aspecto de anciano, sacudió la cabeza con fuerza, como si con aquel simple gesto, lograra extraer de su mente aquella terrible obsesión que había ido adquiriendo con el lento transcurrir del tiempo: la de mantener siempre ocupado, en la medida de lo posible, tanto su cuerpo como su mente... y muy especialmente, ésta última, aunque aquello le conllevara un esfuerzo cada vez mayor... Un esfuerzo que, con el correr de aquellos cinco largos años, para él casi una eternidad, se había ido intensificando de forma lenta y paulatina para terminar convirtiéndose en una cruel y agónica tortura, dentro de su desesperante rutina diaria pues, el simple hecho de no tener algo que hacer o en qué pensar, le suponía al joven la espantosa  sensación de que su vida podría llegar a detenerse en cualquier momento, para nunca más volver a activarse.

 

El hombre sonrió con amargura ante aquella extraña forma de verse a sí mismo. Era como si se asemejara a uno de esos enormes y trasnochados mecanismos de una fábrica cualquiera, los cuales, una vez que se estropean y se detienen tras años de un funcionamiento ininterrumpido, no son revisados, mucho menos reparados, simplemente son desmantelados y retirados, siendo el desguace su última morada, su único y seguro destino y, tras un breve tiempo de lenta agonía y fallidas esperanzas, el óxido y el horno de fundición se convierten en la rúbrica perfecta para una existencia entregada siempre al servicio de los demás...

 

Una analogía espeluznantemente parecida a su propia existencia...

 

Como, sin duda, podría haber sido también ese su destino...

 

No obstante, y tras haberse pasado los últimos cinco años de su joven vida en aquel "desguace humano", su final, para bien o para mal, pues aún no había sido capaz de discernir cuál de los dos términos se asemejaba más a la realidad... a su realidad, no había sido, exactamente, el más ¿Esperado... deseado? ¿Qué más daba? Al fin y al cabo, para él resultó ser la misma cosa.

 

La oscura sombra del hombre arrojada contra la pared por los tibios rayos lunares que se colaban curiosos a través del pequeño ventanuco que ejercía las precarias funciones de ventilar el espartano y reducido cuartucho, se agitó levemente ante este último pensamiento.

 

¿Qué sucedería ahora... cuando su molesta insistencia por sobrevivir había, seguramente, frustrado las expectativas y los deseos de más de uno porque sucediera, precisamente, todo lo contrario?

 

El hombre terminó de hacer su equipaje con movimientos rápidos y precisos, quedando preparado en tan solo unos segundos. De hecho, no podría ser de otra forma, debido a sus escasas pertenencias: algunos artículos básicos de aseo; unas cuantas prendas de ropa que, a simple vista, había vivido épocas mejores; un par de antiguas revistas de motocicletas, visiblemente deterioradas por el continuo uso que se les había dado y unas cuantas fotografías... tres, para ser más exactos. Tan desgastadas y manoseadas, que habían perdido gran parte de su rígida textura y sus brillantes colores y en las cuales, habían inmortalizado, congelando en el tiempo y el espacio, un pasado dolorosamente difuminado por las brumas del dolor y la decepción de aquellos a los que un día había acabado aceptando, no sin grandes esfuerzos, como a sus propios hermanos... como a su única familia.

 

El joven cerró por unos instantes sus hermosos ojos, aquellos que ahora competían con el frío y oscuro manto de la noche.

 

La traición, por consiguiente, había sido inimaginable...

 

...Inimaginablemente devastadora.

 

Sin embargo, el dolor más lacerante, aquél que ya jamás le abandonaría, había sido el causado por su propia sangre...

 

Sus párpados volvieron a abrirse, permitiendo que un leve destello de honda tristeza iluminara la profundidad de una mirada vacía.

 

El joven echó un último vistazo a las fotos caídas de cualquier manera en el interior de su viejo petate. La luna las acarició haciendo resaltar el único motivo por el cuál habían sido guardadas, tan celosamente, durante todo aquel tiempo...

 

Aquella figura grácil y majestuosa... aquellos ojos que, bajo la clara luz de la luna, parecían brillar de forma etérea... y aquel rostro...

 

Tan solo un rostro, uno solo, de entre todos aquellos que ahora lo observaban con mofa, como burlándose de él desde las descoloridas y arrugadas cartulinas, había logrado sobrevivir entre los escombros y las cenizas de lo que un día había sido su corazón.

 

Con mano un tanto temblorosa, dejó a un lado una de las instantáneas... la más estropeada, pese a que fuera la más reciente en ser tomada.

 

Justo cinco años y cuatro días atrás...

 

El joven se guardó la foto en el bolsillo trasero de su desgastado jean, tras lo cual cerró, con excesiva brusquedad, su equipaje, arrojándolo, poco después, y sin la más mínima de las ceremonias, hacia uno de los rincones más alejados de donde él mismo se encontraba.

 

Sus manos se enredaron por entre la salvaje y abundante melena azulada que ahora le llegaba bastante más debajo de los hombros, aumentando así, aquella apariencia tan rebelde e indómita de antaño y que ahora, tan solo era el reflejo de lo que había sido una vez... Un espejismo, una ilusión, un sueño... tal vez.

 

Sus dedos se deslizaron hasta encontrarse fuertemente entrelazados tras su nuca, en un gesto abrupto y que expresaba claramente su alto grado de ansiedad e impaciencia, las cuales habían ido aumentando a lo largo de toda la noche... de aquella última noche.

 

Sus pies se movieron inquietos y de forma inconsciente, recorriendo la pequeña estancia en tan solo un par de pasos de ida... y otros tantos de vuelta.

 

Se detuvo unos minutos después, al darse cuenta que con aquel movimiento irracional y compulsivo, lo único que conseguía era alterarse aún más.

 

Respiró profundamente un par de veces, intentando serenarse de nuevo y sin saber o, mejor dicho, sin tener nada mejor que hacer hasta la llegada del próximo amanecer, se dejó caer en el pequeño camastro, siendo recibido por éste con su habitual rigidez y una audible protesta.

 

El joven se recostó, colocando sus manos entrelazadas bajo su nuca y sobre la sucia almohada, limitándose a esperar.

 

Un suspiro se escapó de su pecho... uno más de tantos.

 

 

Lay down
Your sweet and weary head
The night is falling
You have come to journey's end.

Recuesta

Tu dulce y agotada cabeza

La noche cae,

Has llegado al final del viaje.

 

 

Sus ojos se cierran, y su cuerpo inmóvil, intentan atraer a quien le libere de su soledad y abandono para llevarlo lejos de allí.

 

 

Sleep now
And dream of the ones who came before
They are calling
From across the distant shore.

Duerme ahora

Y sueña con los que vinieron antes que nosotros.

Ellos te llaman

Desde lejanas costas.

 

 

Pero aquella noche, su última noche allí, la mano de Morfeo no le había sido tendida.

 

Al parecer, estaba condenado a la fría y solitaria vigilia, la misma que, seguramente, los condenados a muerte sufrían antes de afrontar su destino.

 

El joven ladeó la cabeza hacia su izquierda para observar el interesante y entretenido dibujo que componían, en el viejo muro, las manchas de humedad y el maltrato que el paso del tiempo había ejercido sobre ella.

 

El chico arrugó la nariz. El conocido y familiar olor a moho le llegó de improviso mezclándose, a partes iguales, con el salobre y penetrante del mar.

 

Le repugnaba tanto ese olor... ¡Dioses! Cómo le repugnaba.

 

- Va a llover... -musitó exhalando otro suspiro, esta vez, mitad molestia, mitad resignación-.

 

Un leve escalofrío le recorrió la espalda, pese a estar completamente vestido.

 

En aquella época, principios del mes de noviembre, el frío arreciaba cada vez con mayor intensidad... con mayor crudeza. Sobre todo, en la costa... en la amplia costa que rodeaba toda aquella maldita isla.

 

¿Cómo había terminado allí? ¿Cómo, en nombre de todos los Dioses del puto y jodido panteón Olímpico... lo habían permitido?

 

Y otro suspiro murió entre las silenciosas tinieblas que envolvían el pequeño cuarto. Tan densas, frías y oscuras, como las que hacía tiempo se habían instaurado como dueñas y señoras, tras una dura y larga batalla, entre las ruinas y los despojos del que fuera un corazón de fuego.

 

Sin embargo, y de igual modo que en aquella noche las manos de plata de Selene se entretenían en intentar disipar la persistente oscuridad que se cernía sobre aquel taciturno mortal, una minúscula luz, un levísimo y frágil resplandor de esperanza se empecinaba por sobrevivir en mitad del árido y desértico interior del joven. Siendo esa luz, la única responsable de que, aún y todo lo acontecido, aún y todo lo sufrido, aquel joven no hubiera perdido completamente la esperanza, manteniéndole unido a la cordura aunque fuera sostenido con delgados y frágiles hilos, los cuales habían estado, en más de una ocasión, en un serio peligro de romperse y de dejarlo a la deriva en un tormentoso mar de dolor y desesperación.

 

Aquella luz, su luz, como él mismo solía denominar, tenía un rostro, un bello rostro... frío y altivo, pero capaz, a la vez, de destilar el más profundo amor y la entrega más absoluta.

 

El chico rescató de su bolsillo trasero la desgastada foto para contemplarla una vez más, como solía hacer cada noche... con la misma mirada enamorada de entonces.

 

Para él, ese simple acto se había convertido en un ritual sagrado. Noche tras noche, su profunda e intensa mirada recuperaba, por unos breves instantes, parte de aquel fulgurante brillo que destilaban sus hermosos zafiros. Recorría con nostalgia aquella esbelta figura mientras, sus trémulos dedos, viajaban por ella con sentida veneración, evocando la sedosa y cálida piel de aquel cuerpo que un día, ya lejano, se entregara a él por primera y última vez...

 

Aquella sublime visión del Cisne... de su rubio, le había acompañado durante todos aquellos años, junto al doloroso sabor agridulce de sus sentimientos hacia él.

 

Noche tras noche, su recuerdo lo había encumbrado en el más dulce de los sueños, para luego hacerle caer hasta el más profundo de los abismo, en el preciso instante en que sus orbes quedaban de nuevo en libertad ante las primeras luces del amanecer, cruelmente atormentado por la certeza de su ausencia.

 

No obstante, su bello Cisne, aunque desde el recuerdo, siempre estaba allí para él, por él... ayudándole a levantarse ante un nuevo día sin él, sin su amor, sin su mirada de cielo, sin sus caricias que quemaban tanto o más que las propias, sin aquellas sencillas palabras con las que solía confortar su alma.

 

Y siempre desde aquel pedazo de cartulina...

 

Siempre, desde la distancia...

 

Y en su última noche allí, no podía ser diferente. La única salvedad, esta vez era que, en esa noche, el hosco hombre le concedería a su alma el consuelo que durante todos aquellos años se había visto obligado a negarle, no sin enormes esfuerzos.

 

Una sola lágrima...

 

Tan solo una, derramaría esa noche, por todo el dolor, la humillación y la decepción que había recibido de quienes decían ser sus "amigos".

 

Con cuanta ligereza se abusaba de esa palabra...

 

 

Why do you weep?
What are these tears upon your face?
Soon you will see
All of your fears will pass away
Safe in my arms
You're only sleeping.

¿Por qué lloras?

¿Qué son esas lágrimas sobre tu rostro?

Pronto te darás cuenta

De que tus miedos van a desaparecer.

Estás a salvo, en mis brazos

Dormido.

 

 

El hombre retiró con cuidado aquella única y solitaria prueba de su flaqueza, de su debilidad. Esas mismas emociones que antes tanto había despreciado, se convertían ahora en sus más íntimos confidentes, denotando las profundas fisuras de un espíritu al fin doblegado.

 

 

What can you see
On the horizon?
Why do the white gulls call?
Across the sea
A pale moon rises
The ships have come to carry you home.

¿Qué ves

En el horizonte?

¿Por qué las blancas gaviotas lanzan su reclamo?

Cruzando el mar,

Se eleva pálida la luna.

Han llegado las naves que te llevarán a casa.

 

 

Imágenes de luchas, muerte y destrucción se mezclaban en su cabeza con otras de caricias, besos y sonrisas formando en su obnubilada mente un escalofriante calidoscopio sin sentido. Los recuerdos se mezclaron con las pesadillas, sus fieles amantes de cada noche, competidoras incansables para saber cual de ellas reclamaría como trofeo el alma desgarrada de aquel hombre, aferrándose a ella con uñas y dientes como una jauría de hienas hambrientas peleando por el alimento.

 

 

Dawn will turn
To silver glass
A light on the water
All souls pass.

El alba se volverá

Cristal plateado,

Como una estela de luz en el agua.

Todas las almas se marchan.

 

 

El hombre guardó de nuevo la instantánea en su bolsillo.

 

El dolor era demasiado intenso.

 

Los felices momentos vividos ya no regresarían... jamás.

 

Los sueños y esperanzas que algún día albergara, se habían ido esfumando con cada nuevo amanecer... alejándose cada vez más y más, hasta desaparecer entre las brumas de un futuro incierto.

 

¿Qué hacer de ahora en adelante? Esta incógnita, siempre presente, se había ido convirtiendo en su mantra personal durante los últimos días, haciéndole sentir, con una mayor rudeza, la asfixiante soledad que le envolvía.

 

 

Hope fades
Into the world of night
Through shadows falling
Out of memory and time.

La esperanza se desvanece

En el mundo de la noche,

A través de sombras que se ciernen

Vacías del tiempo y la memoria.

 

 

La bella imagen de una vida junto a su amado rubio se había roto en mil pedazos, al igual que su vida... cinco años atrás.

 

Sin esperanzas, sin destino ni futuro, condenado irremediablemente al exilio de sus sentimientos, de todo cuanto había sido y conocido.

 

Se estremeció ante esta innegable y cruel verdad...

 

Lo único que le quedaba, con lo único que podía contar era consigo mismo.

 

Una vez más se tendría que poner en pie y continuar con su camino tras la dura caída pero, esta vez, en soledad. ¿Podría conseguirlo...? ¿Hallaría las fuerzas necesarias para continuar hacia delante, sin mirar atrás y reconstruir toda una vida a partir del dolor y el sufrimiento que lo habían llegado a marcar tan profundamente, mucho más que los interminables y largos combates en los que había participado...?

 

Tan solo el tiempo lo diría. El tiempo y... Él.

 

Cierto era que, desde su "marcha", no había sabido nada del rubio. No había recibido ni una sola noticia suya durante todos aquellos años. Es más, por aquel entonces, cuando todo sucedió, el Cisne no se hallaba en el país. Una misión de última hora y extremadamente secreta lo había alejado de él durante un tiempo el cual se preveía largo.

 

¿Qué habría sucedido a su regreso? ¿Sabría lo ocurrido...? Y si fuera así, ¿Qué posición habría tomado al respecto?

 

Muchas preguntas, demasiadas incógnitas pero que, no obstante, eran lo único que le habían mantenido cuerdo a lo largo de los años: el tener la esperanza de que, al menos, alguien no le había dado la espalda... como todos los demás acabaron haciendo, según ellos, "Tras penosas reflexiones, obligados por el peso de las abundantes y sospechosas circunstancias que envolvían todo el asunto". Esa fue la excusa más apropiada que pudieron encontrar.

 

 

Don't say
We have come now to the end
White shores are calling
You and I will meet again

No digas

Que hemos llegado al fin.

Blancas costas nos llaman.

Tú y yo nos volveremos a encontrar.

 

 

El joven se removió inquieto en su incómodo camastro. No quería recordar nada del pasado... de hecho, él yo no tenía pasado. Cinco años atrás había muerto, para nunca más regresar.

 

Tan sólo Él, su luz, podría, algún día, mostrarle el camino de regreso al mundo de los vivos... a casa... junto a Él.

 

 

And you'll be here in my arms
Just sleeping.

Y estarás aquí, en mis brazos,

Durmiendo.

 

 

Tal vez... Algún día... Contemplará a su Cisne, acercándose, lentamente, envuelto en un cálido y tenue resplandor dorado, cual ángel Divino, para tomarle de la mano e iniciar juntos el camino que un día prometieron compartir...

 

 

What can you see

On the horizon?

Why do the white gulls call?

Across the sea

A pale moon rises

The ships have come to carry you home.

¿Qué ves

En el horizonte?

¿Por qué las blancas gaviotas lanzan su reclamo?

Cruzando el mar,

Se eleva pálida la luna.

Han llegado las naves que te llevarán a casa.

 

 

Y volverían a amarse, con la misma intensidad y entrega, con la misma ardiente pasión y con el inextinguible amor de su primera y única vez.

 

Él, desnudo, sobre el escultural y tembloroso cuerpo de su amado Cisne, retornaría a dibujar los sensuales y húmedos caminos que un día su boca trazara sobre aquella sedosa y blanca piel, tatuándolos con el ardiente fuego de su pasión, reclamándolo como suyo y entregándose él, a su vez, en cuerpo y alma.

 

Sus manos, ávidas de deseo, explorarían con una ternura infinita hasta el más íntimo y secreto de sus tesoros, permitiéndole alcanzar el cielo, rindiéndose él ante el éxtasis y el placer compartidos.

 

Las imágenes de aquella lejana y hermosa noche, revolotearon una vez más por los oscuros recovecos de su agotada mente.

 

Podía escuchar, perfectamente, como la melodiosa voz de su ángel gemía su nombre en el transcurso de aquella apasionada entrega.

 

Los blancos brazos se deslizaban por su espalda y pecho, atrayéndolo más hacia él, haciendo que la penetración fuera más intensa y profunda.

 

Los enrojecidos labios no dejaban de reclamar el sabor de su boca y, sus largas y torneadas piernas, lo hicieron por completo prisionero de aquel cuerpo de alabastro.

 

Los gemidos y jadeos de ambos inundaron pronto la habitación del Fénix, entrelazándose entre ellos para formar la más dulce y sensual de las sinfonías.

 

Las pesadas y agitadas respiraciones anunciaban que, la culminación de aquella hermosa danza, estaba próxima.

 

El bombeo frenético de las experimentadas caderas del moreno hacía estremecer de puro placer hasta la última fibra de aquella bella criatura, de aquel regalo de los Dioses, encarnado en el Caballero Divino del Cisne.

 

Unos instantes después, tras una última estocada especialmente profunda, ambos jóvenes derramaban todo su amor al unísono, como instantes antes habían prometido vivir sus vidas... hasta el fin de sus días.

 

La tibia esencia del rubio bañó con generosidad mal contenida los perfectos vientres de ambos. Mientras el moreno lo hacía en lo más profundo de su amado Cisne.

 

Un beso llegó, como empujado por una cálida brisa, para sellar el compromiso de ambos Caballeros.

 

Y un "Te amo" resonó a dúo, haciéndoles sonreír a ambos por la concordancia de sus voces, pensamientos y sentimientos...

 

El símbolo de una promesa que les auguraba un futuro lleno de amor para ambos.

 

Pero nada sucedió de todo aquello...

 

Tan solo los recuerdos quedaron...

 

Mudos testigos de una infamia urdida en la oscuridad por alguien a quien conocían... y que no podía soportar su unión. Los celos y el rechazo que atormentaban su alma les haría traicionarles, sellando así el dramático futuro de ambos jóvenes.

 

 

And all will turn
To silver glass
A light on the water
Grey ships pass
Into the West

Y todo se tornará

Cristal plateado,

Como una estela de luz en el agua.

Las naves grises zarpan hacia el Oeste.

 

 

************

 

 

El amanecer por fin había llegado.

 

Un hombre uniformado, de mediana edad, lo acompañó hasta el enorme portón de hierro.

 

Tras las comprobaciones y los controles de rutina, las puertas se abrieron automáticamente en cuanto el estridente aullido de las sirenas dejó de oírse, advirtiendo al puesto de guardia de la entrada, que uno de los reclusos iba a ser puesto en libertad.

 

Ikki comenzó a dar sus primeros pasos hacia el exterior del recinto como un hombre libre, después de haber permanecido recluido en la penitenciaría de Naru, situada en una pequeña isla al norte de Hokkaido (*), un total de cinco años.

 

Había sido acusado de homicidio y, tras el juicio, en el que había sido declarado culpable, se le sentenció a cinco largos años en una cárcel de máxima seguridad debido a su "inestable temperamento" y "agresivo comportamiento". Todo un experto en "técnicas de combate, mortales por necesidad" y una reconocida "actitud antisocial, ajena por completo, al cumplimiento de cualquier tipo de norma".

 

Todos esos aspectos de su personalidad, los mismos que la Fundación Kido se esmeró en despertar en él desde temprana edad, y sacados convenientemente de contesto, sellaron su destino.

 

Todos sus compañeros, sus amigos de la infancia, algunos Caballeros Dorados, incluido su propio hermano, habían creído las injuriosas y totalmente falsas acusaciones del fiscal.

 

Nada de lo que pudo decir o hacer el Caballero Divino del Fénix, sirvió en su defensa, la cual, no pudo probar su inocencia.

 

Lamentablemente, Ikki se hallaba en el lugar equivocado, en el momento menos indicado.

 

Sin embargo, y en consideración a la srta. Saori Kido, todo aquel desagradable asunto se llevó con la máxima discreción posible, evitando así, un más que seguro escándalo.

 

Por otra parte, irónicamente, el Fénix también salió ganando, pues su condena podría haber sido más elevada.

 

En resumen, lo que se le dio a entender al joven Caballero, es que era un muchacho con suerte...

 

A raíz de su ingreso en prisión, sin amigos, sin hermano... sin nadie que le hubiera creído, claramente despreciado y denigrado por todos, el Fénix hubo de enfrentarse a otra humillación más: su expulsión de la Orden de Atenea y, por consiguiente, el sellado de su cosmos y la retirada de su Armadura. Aquella que en tantas miles de ocasiones había vestido para salvaguardar la paz, la libertad y la justicia, ahora le era arrebatada impunemente para nunca más volver a calzarla.

 

Tantos esfuerzos, tantos sacrificios...

 

Dolor, extenuación, muertes...

 

Todo... para nada.

 

Y ahora, de pie, en la sucia cubierta del pequeño ferry que le llevaba a tierra firme, se preguntaba el por qué de todo aquello...

 

Nadie había ido a recogerle...

 

Ninguna cara conocida lo esperaba al llegar a puerto...

 

Ninguna mano amiga le recibió...

 

Ninguna sonrisa lo saludó, intentando borrar las múltiples penalidades vividas en presidio...

 

Ningunos brazos lo consolaron...

 

Quizás... algún día... llegaría a lograr entender el por qué de todo aquello, de aquel sinsentido, de aquella broma macabra de un Destino que parecía sumamente complacido en hacerle cada vez más difícil, la ya de por sí difícil tarea de sobrevivir.

 

 

************

 

 

"¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida? ¿Cómo seguir adelante cuando, en tu corazón, empiezas a entender que no hay regreso posible...que hay cosas que el tiempo no puede enmendar? Aquellas que hieren muy dentro... que dejan cicatriz..."

 

El Retorno del Rey.

 

 

   

*_*_* FIN *_*_*

 

 

(*) El nombre y la situación de la penitenciaría son totalmente inventados.

Notas finales:

Espero que os haya gustado, nos leermos prontito.

Muchos besotes....

 


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