Tenía 13 años. No era la mejor época de mi vida, sabes, con en esa edad el cuerpo está cambiando, y con el nuestros sentimientos. De repente comencé a ponerle atención a cosas que nunca creí importantes.
Era diciembre. Las clases habían terminado, y como era de esperarse de mí, había pasado de año con las mejores notas, y sin siquiera haber puesto un esfuerzo en ello.
En ese entonces tenía solo tres amigos, era muy tímido, en la escuela apenas me dirigían la palabra, aparte del hecho de que iba a un colegio privado, donde la gran mayoría se encontraba en una muy buena posición económica, y yo era el único becado. Era el mimado de la directora, y el centro de las burlas de mis compañeros.
Como dije, no fue mi mejor momento, en ese entonces tenía bastantes kilos de más, y bastantes se queda corto. Y aunque nunca faltaba el que te gritaba alguna cosa hiriente, yo era feliz. Nunca me importo como me veía, ni comprar mi ropa en tiendas para talles especiales, donde era el único cliente que tenía menos de 18 años.
El verano se sintió como ningún otro, creo que eso hizo que las preocupaciones vinieran a mí. Mis amigos iban a las piletas a jugar y ver chicas, mientras yo debía conformarme con un par de duchas diarias. Sin darme cuenta la forma en que me veía me comenzaba a molestar.
Lentamente comencé a sentir la inseguridad.
A mediados del mes mis padres salieron de vacaciones, por lo que emprendimos el viaje a nuestra casa de verano. Se encontraba a unas 3 horas en auto. Un pequeño y tranquilo pueblo. Desde que tengo memoria hacíamos lo mismo en aquella época.
La casa era bastante cómoda. Todo era tan diferente a mi ciudad.
Aunque me gustaba mucho la paz de ese lugar, me aburría como la muerte, no conocía a nadie, y mis hermanos me dejaban de lado en cada juego, así que me la pasaba mirando tv.
Pero ese año fue distinto.
Doblando la esquina, a dos casas, se había mudado una pareja con cuatro chicos de más o menos mi edad.
Gracias a mis hermanos pude conocerlos, ellos eran súper sociables, mientras a mi me daba terror intercambiar palabras con alguien que veía por primera vez.
Cada tarde nos juntábamos a jugar en la calle, era un lugar tan pequeño que casi no había autos, los niños estábamos hasta el anochecer afuera, no había peligros, no había nada a que temer.
Era la mañana del 29, todos emocionados, la tv no dejaba de mostrar cómo se celebraba alrededor del mundo; y no era para menos, llegaría el año 2000. Me había levantado a las cinco de la madrugada, ser parte de todo eso me encantaba. Cuantas personas viven un cambio de siglo? Yo tenía la dicha de poder disfrutarlo.
Para la noche, mi familia había organizado una reunión. A la vuelta de la esquina, justo al lado de la casa de mis amigos, vivían familiares. Una familia enorme, yo solo conocía a un par, y me caían bastante bien, además hacer algo distinto para celebrar era lo mejor, cenar solo los 5 ya me había cansado un poco.
Tipo ocho de la noche, nos dirigimos al lugar del encuentro.
Era una finca enorme. Un viñedo cubría la propiedad. La casa ocupaba probablemente una manzana entera. No había nada alrededor. Era el paraíso. Ahí se encontraban alrededor de treinta personas. Saludamos, y como si me conociera de toda la vida, una mujer, tía mía, me mando a doblar unas servilletas.
Ahí me encontré, nuevamente aislado con un montón de papeles entre mis manos, mientras oía al resto divertirse.
La puerta se abrió en un momento y apareció una jovencita, de no más de 20 años.
Se sentó sobre un costado de la enorme cama en la que me encontraba. Simpáticamente pregunto mi nombre, casi como en su susurro Taemin conteste. Comenzó a ayudarme a doblar y a hablar no se sobre qué, porque estaba tan nervioso que hasta mis dedos me fallaban.
Y en un momento, como una premonición, fije mis ojos en la puerta que me encerraba en aquel cuarto. Ni siquiera puedo explicar bien aun hoy lo que sucedió.
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