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I'll be your man. por Triznia

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Notas del fanfic:

Será larga, intentaré ser constante a la hora de subir capitulos, lo largos que sean dependerán de la trama y mi inspiración y si os gustan los trasfondos que poco a poc se van haciendo realidad, os gustará esta fic.

McFly, vamos, todas sabemos que "Heterosexuality was never an option" ;)

Notas del capitulo:

Aquí esta el reencuantro de dos amigos tras muchos años y  la primera toma de contacto de Dougie y su salvador. Podría decirse que es un capítulo de "presentación" para que vayais conociendo a los McFly de "éste universo alternativo".

Espero que os guste, y porfavor, comentad, aunque sea un solo "me gusta"^^

Autora: Ttriznia.


Categoría: Famosos / RPG


Personajes: Los componentes de McFly: Tom, Danny, Harry y Dougie.


Parejas: Todas y cada una de las posibles: Pudd + Flones + Junes + Fludd + Pones + Floynter; algún trío es posible y prometo una McOrgy.


Aclaraciones:


·Los diálogos entre — (y también algunas aclaraciones).


·Una línea de puntos (………..) indica que cambia la situación y el lugar o el tiempo. Los personajes se mantienen.


·Una línea de rayas discontinuas (--------) indica cambio total de situación y personajes, pero no tiene por qué cambiar el tiempo.


·Aunque esté en una tercera persona la narración, se centra cada vez en un personaje.


·La cursiva suele indicar sarcasmo o pensamientos.


 


[ Los personajes son reales y por ello mismo no me pertenecen (aun). La historia es original mía, y SI me pertenece. Aunque entre ellos haya una química desbordante y o esté convencida que en cuanto apagan las cámaras empiezan a procrear al modo homosexual, no esta probado que sean realmente gays y por ello la historia es ficticia. ]


 


Espero que disfruten y sigan este FIC, porque prometo drama, risas, amor, miraditas, besos, algo de LEMON para hacerlo entretenido y muchos capítulos^^



 


CHAPETER 1: El destino es caprichoso.


Danny se paseaba nervioso por el inmenso salón de su casa. En el sofá, sus padres le miraban con total seguridad. La manos del moreno estaban sudorosas y su mente trabajaba a la velocidad de la luz. Pero no era suficiente. El nerviosismo le invadí, mientras observaba la impasividad de sus progenitores.


—No me podéis hacer esto—dijo por fin.


Sus padres se miraron entre ellos como si él todavía fuera una criatura de tres añitos y uno un joven de diecinueve. Danny seguía repitiendo la misma frase, seguida, como si todo fuera una sola palabra “nomepodeishaceresto nomepodeishaceresto nomepodeishaceresto” era un susurro casi inaudible, pero iba subiendo de intensidad. Finalmente se plantó de nuevo delante de sus progenitores y les dedicó la mirada más cargada de ira que consiguió.


—No pienso compartir un piso con quien sea. Con gentuza. Con a una panda de drogatas, o a saber qué.—Espetó como si cada palabra le diera verdadero asco.


—No hay vuelta atrás. Daniel Alan David Jones,  puedes llorar, puedes quejarte, y puedes sufrir cuantas pataletas quieras. Ya es hora de que aprendas a valértelas por ti mismo. Y reza porque te paguemos el piso y el conservatorio… porque como sigas protestando ¡tendrás que buscarte un trabajo!—le gritó su padre poniéndose de pie.


 


Danny le mandó una mirada de protesta que su padre cortó elevando una mano en señal de amenaza. El joven dio media vuelta y subió a su habitación pisando por fuerza. Al llegar a su habitación cerró con un portazo, pero su sorpresa fue enorme cuando allí dentro vio cinco maletas completamente hechas y una nota :


 Danny, cielo, tu padre tiene razón. No te preocupes. Ya he hecho las maletas por ti y te he conseguido un compañero al que seguro que recuerdas: tu antiguo amigo y vecino Thomas. El piso es cosa de tu padre, pero lo conoces, y no te meterá en cualquier suburbio.


Espero que esto te ayude a crecer.


Te quiere, mami.


PD: En cuanto leas esto,  despídete de nosotros y dirígete a la casa de Thomas, él te está esperando para que vayáis juntos a vuestro nuevo hogar. Y no te preocupes, te mandaremos mañana el resto de tus cosas.


 


 


La caligrafía de su madre era impecable, pero aunque el tono era afectivo, ella no solía serlo. El casipelirrojo arrugó el papel hasta convertirlo en una pelota antes de hacer lo que ponía en él, como siempre había hecho, y por lo cual se había ganado el insulto de “niño de mamá”.


·········


 


Llegó a casa de Tom no sin dificultad. La última vez que había estado allí tendría los once años. << Ha pasado demasiado tiempo >> pensó con un suspiro. Tom siempre había sido su mejor amigo, desde que tenía memoria: sus padres trabajaban juntos en la misma empresa y sus madres habían congeniado a la primera, todo ello hizo que cuando Danny nació el primer crío al que vio fue un Tom de apenas un año de vida. Para colmo de niños vivían el uno enfrente del otro y recibían clases en la misma escuela. De las 24 horas que tiene un día, ellos pasaban al menos doce juntos. Y en verano mucho más, pues también viajaban las familias unidas. Pero, el padre de Tom no estaba feliz con su trabajo, su sueño siempre había sido regentar un restaurante. Y finalmente, hizo ese sueño realidad. Como consecuencia, la familia Fletcher se mudó a un barrio más humilde, y Tom cambió de su pija escuela a una más asequible. Aquel verano lo pasaron viajando en metro, pero al empezar el curso se distanciaron hasta no más verse. Y desde entonces, ya nunca más coincidieron… o se evitaron, o simplemente no se reconocieron.


Danny tocó al timbre sintiendo un cosquilleo en el estomago, mezcla de nervios y nostalgia al volver a ver aquel porche. Un segundo más tarde un joven con una camiseta de Dar Vader con gafas de sol, unos ojos marrones, el pelo rubio despeinado y una cara de pan aun infantil le abrió la puerta.


—¿Danny?—preguntó con tono divertido elevando una ceja—Joder, cómo has cambiado.


El moreno se miró la ropa sorprendido: un precioso conjunto de marca compuesto por unos pitillo vaqueros, una camiseta ajustada con cuello de pico, una blazer y unos zapatos de piel. Vale, era bastante más diferente que sus inseparables deportivas y sudaderas que había llevado antes. Por el contrario, Tom seguía “abusando” de las camisetas con mensajes o de frikis.


—Pues tú estás igual—comentó con una sonrisa entrañable—pero con menos mofletes.


Los dos chicos se miraron durante unos segundos, no solo el aspecto, sino a los ojos, diciendo miles de cosas en un solo instante. Después se fundieron en un abrazo que ambos llevaban tiempo añorando. << Cuanto tiempo >> pensaron al mismo tiempo.


Tom agarró una mochila y se la puso, y después, al hombro, una bolsa de estas que parecen se gimnasio.


—Vámonos antes de que mis padres me digan que no.—comentó el rubio con una sonrisa cómplice cerrando la puerta.—Volveré mañana a por la guitarra y un par de cosas más…


—Claro. Tengo el taxi esperando aquí mismo.


 


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—¡Maricón!


—¡Come pollas!


—¡Muerde almohadas!


Estos eran algunos de los gritos que salían por la boca de aquellos imbéciles. Sí, los mismos tres chavales un año mayores que él que no tenían nada mejor que hacer los viernes que molestarlo. No solo durante el curso—pues iban al mismo instituto—sino también en toda las vacaciones de verano. Siempre le encontraban. Era gafe, seguro. Y solo faltaban dos semanas para que el curso empezara de nuevo, y tendría que sufrirlos también en horario escolar. Dos de ellos le sujetaban por los brazos metiéndolo en el callejón, el otro estaba entretenido desperdigando por el suelo las cosas de su mochila, que en ese momento eran ropa del trabajo, comics, su MP3 y alguna tontería que otra. Él les miraba con odio y desprecio, callándose àra no recibir los golpes de costumbre.


—Poynter, Dougie Poynter. ¡Deberían llamarte DouGAY GYAnter!—chilló divertido uno de ellos.


El resto, como siempre, le rieron la gracia a carcajadas. Dougie podía estar casi seguro de que andaban fumados. Y como siempre, no tenían la menor gracia. Además, él no era gay. Nunca en su vida había besado a un chico. Aunque tampoco a una chica. No, él estaba segurísimo de que no era gay. Que no y punto. << Coño, que no soy gay… estúpido subconsciente… tú que sabrás, para eso eres “sub” como “subnormal”… >>  


—¿No os cansa hacer esto todos los putos viernes?—preguntó Dougie con la voz queda de miedo y asco a partes iguales.


—NO—dijeron los tres al unísono empezando a asestar puñetazos al estómago del rubio. Todo ello sin poder para de reír. << Como si hubieran esnifado polvos de la risa del Joker… >> pensó con cierta sorpresa.


—Pues a mí sí—exclamó una voz grave y segura entonces.


Los tres chicos se levantaron y se acercaron al extraño con pasos de “machito”. Dougie levantó la cabeza mientras se apoyaba en la pared intentado recobrar la respiración. Sus ojos vieron a un chico años mayor que él, alto, fuerte y con unos brazos bien musculados. Una camiseta de tirantes blanca, ajustada, le mostraba que no solo los brazos estaban trabajados en el gimnasio. Podía ver una chispa de peligro y furia en unos ojos azulees o grises.


—No-no-nosotros ya nos íbamos—dijo uno de los chicos que hasta ese momento estaban agrediéndole. Podía notarse el cambio al ver a aquel chico, ya no estaban con la cabeza alta y los hombros hacia fuera, sino que rehuían miradas y tenían las manos en la espalda.


—De eso nada—dijo aquella voz tan sensual de nuevo.


Y entonces todo pasó demasiado rápido para que el en esos momentos atontado cerebro de Dougie pudiera procesarlo todo: aquel chico—que demonios, eso ya era un hombre—le dio un puñetazo en la cara al que había hablado, que era el que más cerca tenía. Cuando su compañero más bajito había intentado salir corriendo, se había llevado una patada en “las partes sensibles” que le había hecho doblarse de dolor en el suelo. Y el otro chico, que buscaba una salida frenéticamente, había recibido un rodillazo en la tripa que también lo había tumbado. Y después de eso, hubieron otras tantas patadas y puñetazos sin orden alguno que acabó con tres chicos sangrando por nariz y boca, un par de ojos morados y magulladuras por todo el cuerpo. Y el chico no se había ni despeinado.


Y solo cuando estos se hubieron ido “con el rabo entre las patas” de aquel callejón, el hombre se acercó al joven rubio. Sin mediar palabra le alzó del suelo con una mano y le preguntó con la mirada si estaba bien. Dougie asintió. Entonces la mueca animal del hombre se deshizo y una sonrisa lobuna lo transformó a alguien bastante más joven y con un are seductor.


—Entonces… ¿eres gay?—preguntó ensanchando aun más la sonrisa y poniendo un brazo al lado de la cabeza de Dougie, apoyándose en la pared que conseguía que el rubio no cayera del nuevo al suelo.


En ese instante, si la pared no hubiese estado allí, Dougie probablemente se hubiese ido al suelo, pues notó como sus rodillas cedían.

Notas finales:

Bueno, bueno, bueno... ¿que me dicen? ¿Nice? ¿Bad? ¿Terrible?


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