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Irresistible por starsdust

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El cuerpo de Aspros se resistía demasiado, y el control temporal que el intruso tenía sobre él se deterioró rápidamente. Necesitaba realizar el cambio en cuanto fuera posible, pero debía tener cuidado. Para cuando llegó al templo de Escorpio, su apariencia era tan desmejorada que Kardia notó que había algo extraño en él apenas lo vio llegar.

—Aspros... ¿estás bien? —preguntó, extrañado.

—Sí. Necesitaba hablar contigo acerca de algo.

—Te ves horrible —señaló Kardia. No utilizó un tono acusador; sonaba genuinamente preocupado. Incluso se acercó y colocó una mano sobre su frente—. Tienes fiebre.

—No es importante...

—Ven —dijo Kardia, tomando del brazo al recién llegado para guiarlo hasta una pequeña habitación lateral cuyo mobiliario se reducía a una cama y varias cajas de manzanas—. Recuéstate.

La situación se había vuelto de pronto bastante conveniente para el intruso, que se dio cuenta de que sería fácil sacar provecho de aquello. Tendría que seguirle la corriente al dueño de casa. Se sentó sobre la cama y suspiró.

—Tienes razón —murmuró—. Quizás sí estoy necesitando descansar un poco.

—¿Cuándo comenzaste a sentirte mal?

—No sé, hace ya un rato. Pero no es importante.

—Ya veo —susurró Kardia, con aire meditabundo—. Eso explica lo que dijo Dégel.

—¿Qué dijo?

—Que te veías raro.

—Puedo explicar eso... —aclaró el intruso, tomando la mano de Kardia para intentar atraerlo hacia sí. No consiguió su cometido, porque Kardia se apartó.

—Quédate tranquilo. Voy a buscarte agua. Tú acuéstate un rato aquí. Es divertido ser el que cuida, para variar. Tú cuidaste de mí varias veces cuando yo era niño después de todo, ¿no? —dijo Kardia, dirigiéndose a la puerta con una sonrisa.

Así era, al parecer. Estaba en las memorias de Aspros. Había ocurrido muchos años atrás, cuando Kardia aún no era caballero y Dégel, así como muchos otros de los santos actuales, aún no estaba en el santuario. En aquella época, poco después de conseguir su armadura dorada, Aspros había regresado un cierto día al lugar al que solía ir por las noches a entrenar cuando era un aprendiz. Era una zona de ruinas apartada del coliseo principal, un lugar solitario donde pocas veces había sido interrumpido.

Esperaba encontrarlo vacío, como de costumbre, pero no había sido así. Esa madrugada había alguien más allí. Lo primero que percibió Aspros fue la huella de una explosión de cosmos, y luego la brisa trajo consigo el polvillo de lo que había sido probablemente una roca, ahora desintegrada. Al acercarse, Aspros vio que había un aprendiz yaciendo sobre el suelo. Era indudable que trataba de un principiante, aunque su cosmos era bastante llamativo. No era más que un niño. Sus dedos sangraban y respiraba con dificultad, pero Aspros tuvo la impresión de que su condición no era consecuencia únicamente de la extenuación provocada por el entrenamiento. Se veía enfermo. Estaba ardiendo de fiebre.

—¿Lo hice...? ¿La destruí? —preguntó el pequeño, cuando Aspros se arrodilló a su lado y puso una mano sobre su frente.

—Estás hirviendo...

—Es normal. Siempre me pasa. Pero no importa. Tengo que seguir. Tengo que hacerme más fuerte —susurró el chico, poniéndose de pie.

—Espera... —dijo Aspros, dispuesto a ir tras él para detenerlo. Pero de todas maneras, el chico estaba demasiado agotado como para ir muy lejos. Aspros alcanzó a sostenerlo antes de que se desplomara.

El muchachito dijo llamarse Kardia, aunque ese no fuera probablemente su nombre real. No llevaba mucho tiempo en el santuario. Había nacido con un problema en el corazón que le había impedido tener una infancia normal.

Durante mucho tiempo había escuchado a sus mayores, intentando obedecer cuando estos le pedían ser cuidadoso para no agitarse, porque eso podía desembocar en una crisis. Era difícil, e incluso teniendo cuidado, a veces despertaba sin saber lo que había pasado, en la cama de un hospital, o en la calle, rodeado por niños que lo miraban con curiosidad, o solo y confundido en algún lugar al que no recordaba haber ido. No podía decidir cuál de las opciones era más frustrante.

Finalmente, un día, escuchó decir que le quedaba poco tiempo de vida. Escapó del hospital al que lo habían llevado, decidido a aprovechar esos últimos momentos, cuando en su camino se cruzó alguien que lo llevó al santuario. Esa persona le enseñó una técnica que le permitiría vivir más tiempo, aunque olvidó mencionarle que el camino que tendría que recorrer para dominarla no sería fácil. A Kardia no le importaba, mientras pudiera vivir intensamente. Siempre había convivido con el dolor. Era parte de su vida.

La técnica había fortalecido su corazón, pero le provocaba fiebres violentas, y no era raro que sucumbiera a ellas. El entrenamiento era duro de por sí, pero Kardia estaba dispuesto a dedicarse completamente a él para poder volverse más fuerte. Quería aprovechar la oportunidad que había recibido, porque no sabía cuánto tiempo extra ganaría gracias a ella. Entrenaba fuera de hora para avanzar más rápido. Se exigía a sí mismo hasta que su cuerpo se rendía.

Aspros se asombró al escuchar a ese pequeño hablar con tal franqueza acerca de temas tan oscuros, y supo que no habría manera de lograr que desistiera. Aspros también había tenido sus propias razones para trabajar duro. Sus motivaciones eran muy diferentes de las de Kardia, pero aún así podía entender la urgencia que él sentía.

Sabiendo que Kardia continuaría con sus sesiones de entrenamiento fuera de hora con su aprobación o sin ella, algo había llevado a Aspros a ofrecerse a supervisarlo, dentro de lo que fuera posible. De esa manera podría aconsejarlo y vigilarlo al mismo tiempo. Para su sorpresa, Kardia había aceptado de buen grado. Sería un secreto entre ellos dos.

Su primera sugerencia había sido la de buscar un lugar cercano a un lago o arroyo para realizar los entrenamientos. Era muy difícil controlar la temperatura de Kardia, y por el momento, el agua era lo único que podía brindarle un poco de alivio, por más mínimo que fuera.

Por más que la fiebre no parecía dispuesta a retroceder y a veces atacaba con una violencia rabiosa que lo dejaba fuera de juego, Kardia continuó desafiándola, entrenando con entusiasmo a pesar de las dificultades. El tiempo lo recompensó, y a medida que fue creciendo fue también haciéndose más fuerte. Tenía claramente el potencial para convertirse en un caballero dorado.

—¿Crees que pueda llegar a brillar tanto como Antares, Aspros? —murmuró cierta vez Kardia, después de una ardua sesión de entrenamiento. Estaba acostado boca arriba, a la orilla del riachuelo. Aspros, que lo había creído inconsciente y estaba colocando un paño empapado sobre su pecho, dio un respingo. Siguió la mirada de Kardia hacia el cielo y se encontró con la estrella roja, que brillaba en lo alto, por encima de ellos.

—¿Cómo...? —dijo Aspros, inclinándose sobre él, sin estar seguro de haber escuchado bien.

—Hay tantas cosas que me gustaría hacer antes de morir.

Era un comentario hecho al pasar, pero a Aspros le hacía sentir incómodo ver a alguien tan joven hablar de la muerte con tanta ligereza, aún cuando él mismo había crecido en un ambiente de violencia e injusticia.

—Tendrás tiempo —respondió Aspros. Kardia rió para sus adentros y se llevó una mano al pecho.

—Si te pidiera que me dieras algo, ¿lo harías?

—¿Qué cosa?

Kardia sonrió y le hizo un gesto para indicarle que se acercara. Aspros así lo hizo, creyendo que le diría algo al oído, pero se equivocaba. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, sintió los labios del chico rozar los suyos. Retrocedió antes de que Kardia pudiera besarlo en la boca. Al alejarse fue de pronto consciente de cuánto había crecido desde la primera vez en que se habían encontrado. Ya no era un realmente un niño, aunque a sus ojos aún lo fuera.

—Solamente quería saber cómo se sentía —explicó Kardia, al notar la incomodidad de Aspros—. ¿Está mal?

—Ese tipo de cosas deberían ser reservadas para una persona especial —respondió Aspros, tartamudeando. No estaba seguro de lo que estaba diciendo ni de que fuera correcto decirle algo así a Kardia, que entrenaba para convertirse en un guerrero, pero fue lo primero que le vino a la cabeza para salir del paso.

—¿Tú no crees que yo sea especial? —preguntó Kardia, confundido.

—Claro, pero eres como un hermano. Me refiero a otro tipo de “especial”.

—¿Qué tipo?

—Te darás cuenta cuando llegue el momento.

Mientras meditaba sobre lo que Aspros le había dicho, Kardia guardó silencio. Poco después, cuando consiguiera la armadura de Escorpio, se encontraría con la persona que le haría comprender aquellas palabras, que esa noche sonaban tan extrañas y lejanas. Pero esa era ya una historia diferente.

Los recuerdos del pasado Aspros le resultaron interesantes al intruso, que se dio cuenta de que podría utilizarlos a su favor en el presente. Cuando Kardia regresó trayendo una jarra y un vaso, encontró al falso Aspros recostado en la cama.

—Toma —dijo Kardia, ofreciéndole un poco de agua—. Y cómete alguna manzana, también. Son buenas para la salud, nunca están de más. Si no me crees, pregúntale a Dégel.

—No tengo que preguntarle a nadie más. Te creo.

El intruso se acabó el agua en un solo trago, aunque lo que le apetecía en realidad era vino. Su primera prioridad, sin embargo, era salir del cuerpo de Aspros, que se volvía cada vez más incómodo. Luego tendría tiempo de otras cosas.

—¿Qué era lo que querías decirme? —preguntó Kardia, sentándose sobre la cama.

—Recordaba cuando llegaste al santuario y eras solamente un niño —dijo el falso Aspros, poniendo una mano sobre la mejilla de Kardia—. Pensaba en cuánto has crecido desde entonces.

—¿Eh...? —murmuró Kardia.

—Es hora de que te revele un viejo secreto —susurró el intruso.

Su intención era despertar la curiosidad en el más joven, ya que ese parecía ser uno de sus puntos débiles, y la táctica funcionó. Kardia estaba demasiado intrigado y desconcertado como para oponer resistencia cuando fue empujado suavemente hacia abajo, hasta quedar acostado boca arriba sobre el colchón. Esos segundos de desorientación fueron suficientes para permitir que el otro se colocara sobre él, en una posición de poder.

Desde allí, la mirada del intruso fue hacia la boca entreabierta de Kardia. Dado lo fácil que había sido llegar a ese punto, creyó que no tendría dificultades en seguir adelante, pero al acercarse más, sintió que finalmente el cuerpo del escorpión se tensaba, rechazándolo.

—¿Qué haces? —dijo Kardia entre dientes, mientras hacía a un lado la cabeza para evitar el beso. De un instante a otro, su actitud había pasado de dócil a defensiva.

—Compórtate, niño —gruñó el intruso, cerrando sus manos sobre las muñecas de Kardia para procurar mantenerlo quieto, cosa que de repente estaba resultándole difícil. Tendría que pensar en una estrategia diferente a la inicial, y no tenía mucho tiempo.

—Tú no eres Aspros.

—Qué lástima que digas eso. Hubiera sido más fácil para ti si no te hubieras resistido.

Continuará :P

Notas finales:

De nuevo: no saquen conclusiones apresuradas xD 

Pido perdón por el poco avance en la trama. Espero que no quedara muy enredado. Este capítulo iba a ser más largo, pero el flashback se alargó tanto que decidí cortarlo (gracias Circe xD). Tengo un poco de miedo, van a terminar siendo como 10 capítulos si sigo así (quienes me leen saben que mis fics suelen ser cortos, así que en mi caso ese es un número grande).

Como decía en otro lugar, lo de la relación de Aspros y Kardia en el pasado es TOTALMENTE inventada. En el manga no se cruzan. Pero sí podría ser posible que tuvieran contacto, considerando que Aspros vivió y entrenó siempre en el santuario, y Kardia da la impresión de que también, desde que llegó a los 10 años. 

Lo que sí tomé del manga es lo de que Kardia siempre había estado enfermo, que escapó del hospital cuando supo que no viviría mucho más, y que fue así como se encontró con alguien que fue quien le dio la técnica para que viviera más y lo llevó al santuario (el maestro de Dégel, de hecho).

La historia de cómo llegó Kardia al santuario según el manga se puede ver aquí.

Y otra cosa que es oficial es que Kardia come manzanas porque Dégel le dijo que son buenas para la salud :3 Eso lo contó la autora del manga~

Gracias a quienes leen y en especial a quienes han comentado :3


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