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Irresistible por starsdust

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Aplastado bajo el peso de su oponente, Kardia apenas podía moverse. Estaba atrapado. Tenía dificultades para recordar la última vez que se había sentido tan impotente. Podía percibir en el otro la sombra de un cosmos con un poder avasallador. Tendría que encontrar la forma de superarlo. Al menos era una situación bastante interesante, eso no lo podía negar.

—Será más fácil si no te resistes —insistió el extraño que habitaba el cuerpo de Aspros.

—Más fácil para ti, querrás decir —acotó Kardia, arqueando las cejas con una sonrisa al notar que su adversario era sacudido por un espasmo.

—Calor... —murmuró, jadeando. Su mirada estaba inyectada de sangre.

—Ah, ¿estás sintiéndolo? —preguntó Kardia—. Debe ser porque dejé mi sello personal en ti apenas noté que algo estaba fuera de lugar.

Por unos instantes hubo una ráfaga de furia en la mirada del otro, pero pronto esta fue reemplazada por una sonrisa exaltada.

—Ya veo. Interesante. Eres rápido. Me gusta eso. Lo malo es que no tendrás oportunidad de continuar con lo que empezaste. No dejaré que vuelvas a usar tu veneno en mí, escorpión.

El veneno no parecía haber sido suficiente como para afectarlo demasiado. Kardia observó que además, aquel falso Aspros había notado desde un principio que él podía utilizar las dos manos como armas, y por eso había buscado inmovilizar ambas al comienzo de su enfrentamiento.

A pesar de encontrarse con una resistencia feroz, el intruso consiguió mover los brazos de Kardia hasta juntar las muñecas por encima de su cabeza de manera de poder mantenerlo a raya rodeando ambas con una sola mano. Una vez que se aseguró de tenerlo bajo control, colocó la mano que había quedado libre sobre la parte inferior de la mandíbula de Kardia, apretando los dedos sobre sus mejillas para impedirle mover la cabeza a un lado.

Necesitaba entrar en la boca de Kardia para realizar la transferencia, pero un sorpresivo segundo pinchazo de dolor hizo que el atacante perdiera la concentración. Ese momento fue suficiente para que el escorpión se escabullera.

—No habrás creído que aquel pellizco era todo lo que ibas a sentir. Se pondrá peor, créeme. Va por etapas. No me subestimes —dijo Kardia, señalándolo con su larga uña roja.

Kardia era ciertamente rápido, pero la velocidad a la que se movió a continuación el falso Aspros llegó a hacerlo sentir por momentos como un principiante con mucho que aprender enfrentándose a un maestro experimentado. Apenas podía seguirle el ritmo y evitar sus ataques. Fue cuestión de tiempo hasta que terminó siendo arrinconado por él nuevamente. La pared contra la que fue estrellado se rajó a sus espaldas. El sabor metálico de la sangre llenó el interior de su boca, contrastando con el dulce aroma que despedían las manzanas destrozadas durante la pelea.

—Y tú no me subestimes a mí —contestó el aludido—. Cuento con mi propio poder y experiencia, y con el conocimiento y las técnicas del dueño de este cuerpo.

Tenía razón. La diferencia de niveles estaba volviéndose más evidente. Kardia tuvo que luchar por no perder el sentido. Tenía que elevar su cosmos. Al buscar hacer arder las llamas de su calor interior fue cuando se dio cuenta de que tenía frío. Entreabrió los ojos y vio que todo estaba cubierto de una fina capa de escarcha. Su piel sudorosa, sus labios, incluso sus mismas pestañas. No necesitó mirar hacia la puerta para saber que Dégel estaba parado allí.

—¿A esto le llamas ataque...? —preguntó el falso Aspros con desdén. Kardia pudo ver que había recibido una de las técnicas de hielo de Dégel de lleno, aunque no se veía muy afectado por ella.

—Sé quién eres —dijo Dégel—. No te queda mucho tiempo.

—Entonces sabes que él no tiene fuerza suficiente como para defenderse, y tú no tienes fuerza suficiente como para atacarme. Sin mencionar que la vida de tu compañero está en mis manos. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Al tiempo que hacía su pregunta, el intruso cerró su mano sobre la garganta de Kardia. Dégel lo vio intentar tomar aire en vano, y cuando los dedos de Aspros se enterraron tanto en la piel que pareció que esta iba a ser atravesada por ellos, se escuchó el sonido de algo que se rompía. Dégel se quedó en blanco al entender que el chasquido, seco y cortante, había venido del cuello de Kardia. Verlo caer al suelo, muerto, fue como sentir que él mismo caía a las profundidades de un abismo. No había vuelta atrás.

—No... —susurró, en un hilo de voz. En el momento exacto en que dio instintivamente un paso hacia adelante, aquel que se veía como Aspros apareció frente a él.

—Las técnicas de Géminis son útiles —dijo— Y tú te distraes fácil.

Sin dar tiempo a reflexionar sobre lo que había dicho, el intruso buscó los labios de Dégel. Eran fríos, pero muy suaves. Necesitaría unos pocos segundos para completar el proceso. Había sido fácil llegar a ellos, porque el aguador estaba aún tan sacudido por lo que creía haber visto que sus reflejos estaban atrofiados.

El momento del encuentro fue demasiado breve. Dégel apartó a Aspros de un golpe helado, y fue directo hacia Kardia, con la mente nublada producto de la conmoción. Al acercarse pudo comprobar que estaba vivo. Allí entendió que lo que había visto había sido parte de una ilusión creada para distraerlo. Estaba tan aliviado que podía pasar por alto la molestia que le generaba haber caído en un truco tan bajo.

—Kardia... —murmuró Dégel, sin estar seguro de si estaba siendo escuchado.

—Estoy bien —aseguró Kardia, levantando un poco la cabeza. Primero miró a Dégel, que estaba consumido por la angustia, y luego vio a Aspros, que tenía la vista clavada en ellos dos. Su actitud era diferente a la de antes. Se veía perdido. Estaba dentro de lo que parecía ser una especie de jaula de hielo, evidentemente creada por Dégel, pero Kardia tuvo la impresión de que no era eso lo que lo mantenía en el lugar, sino su propia confusión con respecto a lo que había pasado—. Así que tenías razón, Dégel —continuó—. Las cosas eran más complicadas de lo que parecían...

—Escucha, tenemos que... —comenzó a decir Dégel. No pudo terminar la idea. Cerró los ojos y se llevó una mano a la cabeza.

—¿Estás bien? —preguntó Kardia.

—Sí —respondió Dégel. Se tomó un tiempo para respirar hondo, y luego volvió a abrir los ojos—. Tengo sospechas de qué es lo que puede haberle ocurrido, pero lo primero que hay que hacer es poner a Aspros bajo custodia antes de que vuelva a descontrolarse.

Las argumentaciones desesperadas de Aspros no sirvieron de nada. Todos los dorados presentes en el santuario acordaron que el guardián de la tercera casa debía ser encerrado en una celda especial apartada, preparada para suprimir el cosmos de sus prisioneros, como medida preventiva. Nadie podía entender lo que había pasado.

Para Aspros era una pesadilla. Todo por lo que había trabajado sería hecho trizas, si no podía probar su inocencia. Pero en su interior sabía que era culpable. Por más que recordaba poco de las horas anteriores, los retazos de memorias que brotaban cada tanto lo hacían sentir asqueado. ¿Cómo era posible que él hubiera hecho eso? No podía ser verdad.

—Debería darte vergüenza lo que hiciste, Aspros.

Era la voz de un visitante la que interrumpía sus pensamientos. Lo miraba desde el otro lado de los barrotes, parcialmente iluminado por la luz de las estrellas. Se trataba de Dégel.

—No estaba actuando por mi propia voluntad, estaba siendo controlado por algo más —dijo Aspros, enmascarando como podía la ira que sentía.

—Sí, estoy de acuerdo. Eso fue lo que les dije. Es por eso que recomendé que por tu seguridad y la del resto, te quedes aquí hasta que se aclare la naturaleza del fenómeno.

—¿Entonces tienes idea de qué se trata? —preguntó Aspros con cierto recelo. Algo no le cerraba acerca de la manera en que Dégel se había presentado ante él.

—El resto está bastante confundido, debo decir —respondió el acuariano—. Pero no es mi caso. Yo sé bien lo que ocurrió. Mejor que nadie.

Entonces, al ver la sonrisa que se formaba en los labios de Dégel, Aspros entendió, y todo tuvo sentido. Se precipitó hacia los barrotes con la intención de atacar, olvidando que estaban allí, y fue detenido por ellos.

—Tú no eres Dégel, eres él...

El otro no pareció incomodado por haber sido descubierto. Al contrario, esa parecía haber sido su intención al mostrarse allí.

—Afortunadamente para mí, a los ojos del resto, fue Aspros el que atacó a dos de sus compañeros, no esta persona. No es de Dégel de quien sospechan. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Acusarme? ¿Con qué evidencia? Aún creen que estoy adentro de ti, no tienen cómo saber que no es así. Acúsame si quieres, tienes todas las de perder. Primero porque nadie te creería, y segundo porque yo podría revelar tu pequeño secreto, y tú no podrías negarlo... Tú ya tenías un lado oscuro desde antes, eso fue lo que interfirió conmigo y creó este caos. Las cosas no habrían sido tan violentas si no hubiera sido porque tú estás fallado. Este cuerpo es más cómodo que el tuyo, conseguir una posesión completa fue mucho más fácil.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Quién eres? —gruñó Aspros.

—Quiero recuperar lo que es mío, Aspros —explicó pacientemente el visitante—. Lo que me quitaron tus antepasados cuando me sellaron, lo que me corresponde por derecho. La totalidad de mis poderes, mi libertad. Dégel descubrió mi identidad, esa fue una de las razones por las que tuve que saltar a él. Sería inconveniente que todos estuvieran al tanto. Te diría que le preguntaras a él sobre tus dudas, si no fuera porque no puede responderte. Puedo asegurarte que él te daría las explicaciones correspondientes. Es una lástima que no llegara a contárselo a nadie, ¿verdad?

Aspros se aferró a los barrotes con rabia. El maldito tenía razón. Después de lo que había pasado, nadie creería en él si acusaba a Dégel, pensarían que estaba mintiendo para salvarse. Nada sería resuelto y él mismo se encontraría en una situación aún peor. Era un callejón sin salida.

—¿Qué vas a hacer?

—Saberlo no hará la diferencia, porque no vas a poder evitarlo. Tú eres un humano y yo un dios.

—¿Un dios...? —repitió Aspros, atónito.

—Cuando recupere la totalidad de mis poderes les recordaré de lo que soy capaz —dijo el extraño, despidiéndose sin perder la sonrisa.

Continúa~

Notas finales:

Se va aclarando más la historia, aunque queda bastante por saber aún xD ¡En caso de dudas sobre alguna cosa que haya pasado, contesto preguntas! A no ser que tengan demasiado que ver con algo que se explicará en el futuro.

¡Gracias por acompañarme! ^^


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