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Erastés y erómeno por Petite-Montre

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Notas del capitulo:

Gracias por los que han leído este fanfic, en especial a las personas que se tomaron el tiempo de dejar un comentario, me dan animos para continuar.

He aqui el nuevo capítulo espero les guste, y cualquier cosa, comentarío o crítica no duden en hacermelo saber

Como era su costumbre Casias decidió asearse en su casa, se asearon y Téo preparó todo lo necesario para ir a la finca que su padre poseía a las afueras de Atenas. Le sorprendió bastante que su padre lo llamara, en general su padre sólo le solicitaba los servicios de Teo,  le encantaba presumir antes sus amistades la posesión de tan magnífico esclavo, aunque en realidad, Téo le pertenecía a él, le fue otorgado al nacer, aún así para Calsias él no era su esclavo, era su amigo, la única razón por la que no le daba su libertad es porque temía que varios de los viejos pervertidos intentaran propasare con su amigo, el hecho de ser un esclavo, su esclavo lo protegía un poco, nadie podría tocarlo sin su autorización, sería una gran falta de respeto en su contra, Calsias agradecía en momentos como ese el ser hijo de uno de los generales mas importantes y poderosos de la polis.


Partieron en sus caballos, Téo noto como su amigo estaba callado y taciturno, lo dejó en paz, a él también le extrañaba la petición de su amo Xenon; se preguntaba cual sería la intención del general con esto, para él no era un secreto que su amo se avergonzaba de su maestro frente a sus amigos. Sabía que el general amaba a su hijo, sólo que lo entristecía enormemente como esta no llenaba los requerimientos de la espléndida juventud, tal como él lo hacía o como el mismo Xenon contaba que lo había hecho. Un punto en particular lo entristecía, y era la falta de un erastés, un mentor, eso era el testimonio de la poca virilidad y atractivo de su hijo, a el general lo ponía muy triste y avergonzado puesto que el mismo en su juventud fue asediado por un gran número de pretendientes, lo cual le fue beneficioso con pasar de los años. A Téo le alegraba que su joven maestro no fuera el erómeno de nadie, por lo que había escuchado de su amo Xenon, los erastés solían aprovecharse de la juventud y el encanto de sus protegidos, si bien su amo lo consideraba natural y hasta cierto punto natural, jamás le contó a nadie lo que pasó cuando en su juventud su propio erastés lo llevó con él a los bosques, lo único que dice es que en ese lugar aprendió lo que es la humildad y el amor, aún podía ver la sombra que cruzaba por su mirada al recordar a su erastés, esta había muerto unos pocos años antes del nacimiento de Calsias; esa mirada melancólica hablaba de los fuerte sentimientos que ambos hombres desarrollaron bajo el beneplácito de toda la polis. En cambio para Téo era una tortura imaginar esa mirada en su joven maestro, agradecía la ceguera de los hombres que frecuentaban el gimnasio, ellos sólo veían cuerpos y maneras, porque de haber tenido na mirada más profunda habrían notado la inteligencia de su maestro, su bondad, su valentía  y la dulzura de su trato una vez que lograbas pasar sus defensas. Sonrió al recordar como todos habían fallado al acercarse a su amigo, en ocasiones anteriores cuando forzado a hacer acto de presencia con su padre, los amigos de este intentaban algún acercamiento Calsias sólo se mostraba apático y sus respuestas afiladas sólo perturbaban a esos “grandes” hombres que acostumbrados al trato respetuoso casi servil de los efebos eran incapaces de vislumbrar la inteligencia y el humor de esos comentarios. Otra de las cosas por las que Téo estaba muy agradecido con la vida era por le renuencia que parecía tener su amo al contacto físico, aún cuando entrenaban en el gimnasio procuraba no rozarse con los otros y si tenía que tocarlos o dejarse tocar lo hacía lo más rápido posible, ni siquiera le gustaban lo abrazos o otras muestras de camaradería con otros hombres, las únicas excepciones eran su padre y él mismo, era muy feliz cada vez que el su amigo se acurrucaba a su lado en las noches frías de invierno, su época del año favorita, ya que su dadivoso amigo le pedía que durmieran juntos, así él no pasarían frío.


 


Perdidos como estaban es sus pensamientos no se dieron cuenta de en qué momento entraron a la finca, ahora estaban frente una gran casa, pronto un esclavo atendió sus monturas y sin más entraron a la sala. Junto a su padre vio a un joven que reconoció como el famoso Jenofonte, un joven militar muy famoso por su desempeño en campaña al igual que por sus logros políticos, vió como su padre le sonreía contento, vio un brillo en su mirada que a él jamás le ha sido dedicado, en ese momento supo que ese era el hijo por el que Xenon había pedido a los dioses, un efebo fuerte, valiente, ambicioso, simpático, valiente y varonil, asi como también realizo que detestaba a ese hombre, por ser lo que él jamás sería.


 


 


Jenofonte miró al joven efebo, acababa de informarle a su general que pretendía a Calsias como su erómeno, el hombre estaba feliz, cuando vio la mirada de puro rencor que le regalaba este aumento su sonrisa y fue hacia él.


 


El general se aproximo a Calcias y sin que mediara una sola palabra tomo su mentón y su cintura para acercarlo a él, bajo su cabeza para mirarlo a los ojos y lentamente, como una caricia, su mano fue recorriendo esa cintura, rozando su vientre para después ir más al sur. La mirada de estupor y el sopor en que cayó el muchacho por la repentina acción fueron rotos al notar la intención de ese militar, decidido lo empujo he intento apartarse, Jenofonte rápidamente volvió a tomarlo de la cintura para acercarlo, lo que no previó fue la acción de ese alto esclavo que tiro de él para apartarlo del efebo, si miramientos lo golpeo en el estomago dejándolo aturdido. Furioso Calcias se acerco a él con ansias de golpearlo, para Jenofonte fue fácil dominarlo, con una llave se puso a su espalda, aferro su cuello con una mano, obligándolo a inclinar la cabeza hacia atrás y a mirarlo a un tiempo, pego su cuerpo a su espalda y decidido metió su mano bajo la túnica del joven, busco su taparrabos que jalo y deshizo sin miramientos, el cuerpo en sus brazos se revolvió y chillo de furia, sólo apretó el agarre en su cuello, y mirando con frialdad esos ojos que le veían llenos de odio tomo su miembro bruscamente. Calsias cerró los ojos con fuerza y se revolvió una vez más, lo único que consiguió fue una fuerte presión en su pene que logro sacarle un gemido doloroso, sintió como unos dientes mordían su oreja, obligándolo a abrir nuevamente los ojos, Jenofonte lo clavó una vez más  su mirada gris en su ojos miel. Permanecieron en esa posición al menos un minuto, bajo la mirada dolida de Téo y la extrañada de Xenon, jamás espero que Jenofonte procediera de esa manera, aunque conociendo a su hijo tal vez había sido lo más apropiado, sentía que en parte era su culpa la rebeldía de ese hijo suyo, siempre lejos de casa, lo dejó a cargo de mujeres y para colmo al volver a casa o estaba ocupado o intentaba mimarlo, nadie le impuso jamás una autoridad tangible, y así fuera duro, él en verdad pensaba que Jenofonte sería de gran ayuda en el desarrollo que su hijo.


 


-          Desde hoy serás mi erómeno, me respetaras cuando y como yo jusgue necesario- la voz de Jenofonte rompió el silencio reinante.


 


-          Suéltame loco, ¿qué crees que haces?- soltó un chillido al sentir un jalón en su pene, y permaneció rígido sentía como las uñas de la mano contraria parecían dispuestas a arañar le fina piel  de su cuello.


 


-          Escúchame bien porque no volveré a repetirlo, desde hoy serás mi erómeno, cuidaré de ti y te ayudaré en tu desarrollo como militar, ciudadano y hombre, que sea la ultima vez que me hablas de esa manera, me debes respeto y devoción.


 


-          ¿Qué te debo qué?- no pudo contenerse de soltar esa irónica respuesta, no toleraba el aire de suficiencia y superioridad con que le hablaba el otro.


 


-          Tú no aprendes…


 


 


Eso fue lo último que escuchó Calsias antes de recibir un fuerte golpe en su nuca que lo dejó inerte en los brazos de Jenofonte quien rápidamente se excuso con el padre del muchacho y le informo que empezaría de inmediato con su educación, que no se preocupara.


Xenon y Téo sólo vieron partir al joven militar, soberbio en su montura con Calsias cruzado sobre esta como si fuera un paquete más.

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí, la continuación no será antes de una semana, chao, buen día


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