Era otro día más… soledad, tristeza, vacío… sólo eso podía sentir. Se dejó caer en la cama y abrazó la almohada, aferrándose a ella como si fuera un náufrago a su tabla de salvación.
“Todo está vacío y oscuro sin ti” era el pensamiento que se repetía cuando las lágrimas empezaron a caer. Cuando, después de un día atareado, después de cumplir con el trabajo, volvía a casa y ésta se hallaba vacía, sin su sonrisa, sin sus cálidos abrazos.
Siempre se había quejado de que era un posesivo, de que no lo dejaba respirar cuando lo abrazaba, de que era un meloso que siempre buscaba la manera de tocarlo, de acariciarlo, de abrazarlo o besarlo… y ahora… ahora extrañaba tanto esos fuertes brazos alrededor de su cuerpo, que sólo podía ser envuelto por el frío de la soledad que mataba a cada segundo cada célula de su dolorido corazón y éste, con cada latido, clamaba por la única persona que podía curarlo con su amor.
- YunHo…- un murmullo, un sollozo, un llamado más bien, hacia aquella persona, el único que podía sanar su herida.
Sabía bien los motivos por los cuales no podía estar con él, no podían estar juntos. Ambos habían sacrificado su amor por un sueño que querían continuar y sabía que a pesar de la distancia, a pesar del tiempo, llegaría la oportunidad de estar juntos otra vez, de volver a compartir su amor, como lo hicieran antes.
Pero la soledad era una mala consejera y podía llevar a la desesperación, a la pérdida de la cordura, pues el silencio al que se han visto obligados a someterse no hacía más que abrir aún más la herida de su alma.
Hundió el rostro en su almohada, tratando de ahogar los sollozos que salían de su garganta, desde lo más profundo de su alma.
El timbre de la puerta sonó. ¡Maldita sea! No quería ir, no quería abrir la puerta y encontrarse en el pasillo a un sonriente JunSu junto a un radiante YooChun, no estaba en ese momento para controlar sus emociones y aparentar que todo estaba bien con él.
Pero el maldito timbre no dejaba de sonar, cada vez más insistentemente.
Con su antebrazo se limpió los rastros que las lágrimas habían dejado sobre sus mejillas y se levantó para abrir. El ruido del timbre era peor, parecía que hacían o intentaban hacer un acorde musical con él.
- Seguramente eres tú, YooChun…- se dijo bufando por lo bajo. Sabía cómo se las gastaba su SoulMate.- ¡No sigas haciendo eso que a la próxima vez estamparé tu cabeza en la pared, YooChun!- amenazó al momento que abría la puerta para hallarse con que no había nadie.
JaeJoong giró el rostro para ambos lados, buscando a quien causaba el ruido. Solamente le faltaba que alguno de los hijos de sus vecinos se pusiera a tocar el timbre sólo porque no tenía nada mejor qué hacer.
Estaba por cerrar la puerta cuando una vocecita atrajo su atención.
- Oppa…- le llamó, lo que le hizo bajar la mirada hasta toparse con la mirada castaña de aquella pequeña que le correspondió con una sonrisa radiante, llevaba una pequeña caja de una reconocida marca de zapatos, muy costosa, entre las manos. Además vestía un juego de camisita y falda color azul, zapatitos negros y calcetines a juego, con su cabello peinado en unas colitas, la pequeña parecía una muñeca.
JaeJoong sintió toda su ira desaparecer y se hincó hasta quedar a la altura de la niña.
- Hola, pequeña ¿Estás perdida?- preguntó mirando por el pasillo, por si acaso los padres de la nena aparecían.
Ella negó con un movimiento de cabeza.
- Mi nombre es SunHee… ¿Sabes, Oppa? Hace un mes mi gatita WiSong tuvo cinco gatitos.- le contó la pequeña con emoción y orgullo en la voz. JaeJoong calculó que la niña no debía pasar de los 6 años.- WiSong es de color negro, pero sus bebés nacieron pintos, sólo uno nació de un solo color. Y fue gris no negro, con los ojos grandes y amarillos como su Umma.- le describía al animalito.
- ¿Y vienes a ofrecerme quedarme con alguno?- le preguntó preparándose para darle una negativa.
- No, ya los regalé todos. Mi Oppa se quedó con el gris para regalárselo a su “SsinBu”.- le dijo con una sonrisa.- pero él no puede venir a entregárselo personalmente, por eso me pidió que yo lo trajera… ¿Usted es JaeJoong-Oppa?- preguntó con curiosidad mientras se meneaba de un lado a otro.
¿SsinBu? ¿Acaso esa niña le había llamado SsinBu? ¡Aish! Esos niños de ahora… Un momento entonces…
- Si, yo soy Kim JaeJoong…- le dijo, con una expresión de expectativa ante lo que le niña estuviera por decir.
- Oh, eres más bonito en persona… con razón mi Oppa te quiere tanto como su SsinBu.- la peque le sonrió ampliamente para luego entregarle la cajita.- entonces esto es para ti. Cuídalo mucho, ¿Sí? AnniongJiKeeSeIou.- se despidió rápidamente para luego ir directo al elevador del cual en ese momento salían unas personas muy conocidas para él.
La niña pasó cerca de sus piernas, pero totalmente desapercibida para la pareja.
- Hyung ¿Qué haces afuera?- le preguntó JunSu al verlo arrodillado con la caja de zapatos todavía entre sus manos.
- Una niña… vino a entregarme esto…- les respondió, aun sin salir de su asombro, mostrándoles la caja.
- ¿Una niña, Hyung?- preguntó YooChun con incredulidad.- es imposible, este edificio es muy exclusivo, sólo las personas que viven aquí pueden andar libremente por los pasillos. Y esa niña, seguramente, no era de por aquí. Hablaré con el de seguridad de la recepción para que pongan más atención…- seguía el ratón.
De repente, un movimiento y un ruido provenientes de la caja llamaron su atención. JaeJoong la destapó y se encontró con pequeño gato color gris de ojos amarillos que le miraba con curiosidad. El pelicastaño lo sacó de la caja y le acarició las orejas con delicadeza.
El minino ronroneaba. Un papel colgaba del listón que llevaba el animalito en su cuello. JaeJoong se lo quitó y leyó las pocas líneas que habían escrito en él, pero que lo llenaban de una dicha inmensa.
- Siempre, siempre…- parecía responder, con una sonrisa a pesar de las lágrimas que ya recorrían sus pálidas mejillas.
- Hyung…- le llamó JunSu con preocupación para luego ir a abrazarlo y quitarle aquel trozo de papel de sus manos. El delfín leyó en voz alta la única frase escrita.
“Te llevo en mi corazón a cada segundo… tú ¿Aún me llevarás en el tuyo?”
No había necesidad de firmas. Ya sabían quién era el autor de esas palabras. JaeJoong abrazó con ternura al pequeño felpudo contra su pecho.
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Un joven moreno esperaba en la acera, a las puertas de aquel edificio exclusivo de departamentos. Iba cubierto con una chamarra gruesa y lentes oscuros. Un sombrero además ocultaba parte de su rostro. Con ello esperaba lograr pasar desapercibido para cualquiera que lo mire y lo conociera.
La puerta del edificio se abrió, y el guardia de seguridad de la recepción salió llevando de la mano a una dulce pequeña, enfundada en una falda y camisitas azules, quien salía brincando contenta por haber ayudado a su Oppa.
El moreno se acercó al guardia y le tendió la mano, en un saludo muy occidental, pero que llevaba escondido un buen rollo con unos cuantos cientos de miles de Wons en él.
- Gracias por todo…- añadió con una leve inclinación de cabeza.
- De nada, Señor “Lee”.- por lógica, un nombre falso demasiado común para ocultar sus intenciones.
Tomó en brazos a la pequeña, quien le enredó los brazos en su cuello, para luego dirigirse hacia un automóvil que había rentado, expresamente para la ocasión.
- ¿Todo salió bien, SunHee?- preguntó con algo de preocupación a la adorable pequeña que tenía pegada a su pecho, antes de colocarla en el asiento para niños en la parte trasera del automóvil.
- Perfecto.- dijo ella en tono gracioso, guiñando un ojo y levantando el pulgar de su mano derecha en señal de asentimiento.
- ¿Se lo diste a JaeBoo-Oppa?- le volvió a insistir.
- Nee…- y movió la cabeza de arriba abajo para darle más énfasis a su respuesta.- JaeBoo-Oppa es muy bonito, ¿Cuándo vas a casarte con él, Ho-Oppa?- preguntó la chiquilla con inocencia.
- Espero que pronto, SunHee, muy pronto…- le respondió con una sonrisa triste en el rostro.
El moreno giró el rostro hacia la ventana, la cual sabía era la que pertenecía al departamento de su Boo.
- Pronto estaremos juntos, JaeBoo, te lo prometo.- murmuró con una sonrisa triste en el rostro.
Para luego subirse al asiento del conductor y encender el automóvil, sin lograr ver que el dueño de su corazón observaba por aquella ventana intentando, rogando, suplicando verle.
- Pronto estaremos con Appa, Jiji…- dijo con una sonrisa triste.- muy pronto.