No podría explicar realmente lo que pasaba por mi cabeza en esos eternos minutos en que admiraba tu demente obra. Eras un grandísimo idiota… aún lo eres, eso es lo que te ha hecho triunfar en el mundo del arte. No importa cuánto te hayan criticado, ni cuanto continúen haciéndolo, para ti es TÚ arte y con eso basta. Esas características eran las que más admiraba de ti. Yo, un artista tan literal… me era imposible a veces captar el significado de tus obras. Sin embargo, una vez que te parabas frente a ellas era capaz de captarlas por completo, cada una de ellas era tu propio reflejo. Muchas veces oí decir por ahí que no eras un artista… pero si tú no lo eres, dime, ¿Quién lo es?.
Amo mirar tu rostro de artista atormentado, abstracto, torturado y fino. Amo ver tus manos todos los días con alguna imperfección nueva, ya sea por la pintura, por el pegamento por una astilla, o por un clavo travieso que en vez de atravesar la madera fue a dar a tu dedo anular. Amo el olor a oleo que traes encima todo el tiempo, el olor a aserrín, amo hasta el olor a sudor con el que regresas de la galería. Amo ese cuarto que no podemos usar para guardar los implementos de aseo, porque está desbordado de obras que has comenzado y no has podido continuar. Amo aquel cuadro que entre juegos y palabrotas pintamos para decorar la sala… de tanto bromear quedó horrible, pero aún así lo amo. Amo esas gotitas de pintura y pegamento que jamás logramos sacar del piso del dormitorio porque quisiste hacer una escultura en la pared, y no quisiste escucharme cuando dije que cubrieras el suelo… de esa vez amé también tu rostro de niño reprendido cuando puse el grito en el cielo por las manchas. Demás está decir que esa escultura tampoco la terminaste, el suelo pudo haber quedado manchado en vano si no fuera porque amo cada mínima cosa que dejas al pasar.
Amo despertar a media noche y sentirme obligado a buscarte. Amo levantarme y encontrarte dormido de la manera más desordenada posible aún con la chaqueta puesta y las llaves en las manos. Amo ese hilo de saliva que siempre se te cae de la boca al descansar. Amo tu barba de días, amo esos cortes que te dejas al afeitarte aún soñoliento, amo tus ojeras que cada día parecen ser más rojas, amo tu andar un poco curvo por el peso que deja en tu espalda la tensión, amo que a pesar de dormir más que nadie siempre estés cansado, pero no lo suficiente como para olvidarme. Amo esos lentes que te hacen parecer anciano, amo esos otros lentes que te hacen volver a la adolescencia, amo la sonrisa que sin querer se te asoma cuando salimos a hacer piruetas en skate. Amo tus caras arrugadas cuando te preparo café y queda amargo. Amo como suspiras cuando paso la mano por tu nuca, amo como te ríes cuando delicadamente dibujo el camino de tu espalda con el dedo, amo como siempre tiras de mi labio inferior con los dedos sólo por diversión, amo cuando escondes tus pies entre mis piernas para calentarlos, y también amo como te aferras mi cuando intento apartarlos.
Amo todo lo que haces y dices… amo que al observar esta obra me de cuanta de cuanto significas para mí. Este trabajo es lejos el mejor que has hecho, casi no tiene imperfecciones, y las que tiene son hermosas. Abarca todo un contenido, y no sólo uno, si no que todos cuantos pueda imaginar. Esto que veo, es lo mejor que has hecho… lo que has hecho conmigo, lo que has hecho con mi corazón, con mi mente y con mis sentidos es tu más grande obra de arte, el conseguir que te ame como lo hago, es una hermosa expresión artística… yo, Miles soy tu más grande trabajo.