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Laberinto de vida por Angel_Chan

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Notas del fanfic:

.::Pareja: Shun - Hyoga

.::Advertencia: Mpreg

.::Notas: Este fic tiene su inicio allá por el 15/07/2002, ya sé que es bastante viejo, pero me costó tanto que me parecía que jamás lo iba a publicar, tiene más arreglos que cualquiera que haya escrito ya, y hasta tipearlo me costó una eternidad. Así que estero que les guste.

.::Fecha: 15/07/2002-23/07/2002

Capítulo 01

 

 

Despertó con una sonrisa en los labios, luego de haber disfrutado del beso más suave y dulce que podría haber probado de aquella persona a la que amaba. Y ese no era un hecho raro… ya que soñaba constantemente con él; a veces, cosas extremadamente cursis y románticas, otras veces eran fantasías que lo erizaban desde la nuca hasta los pies… pero siempre despertaba con una sonrisa satisfecha en sus labios.

 

Se acomodó en la cama, decidido a descansar un poco más, quizás así pudiera evitar aquel mal matutino que lo venía persiguiendo hacia una semana. Sin embargo no consiguió eso que quería… apenas unos minutos más tarde, salió corriendo directo hacia el cuarto de aseo, vaciando su estómago, o lo poco que había en él, en el retrete.

 

-Maldición…- Gimió frente al espejo, luego de lavarse la cara con abundante agua fresca.

 

Era estúpido para él el simple hecho de pensar que podía estar enfermo, ya que rara vez lo había estado; sus únicas entradas a un hospital o clínica habían sido solo por las batallas… ¡Jamás por un resfrió o gripe!

 

El olor proveniente de la cocina lo hizo sentir enfermo, y casi había optado por la idea de saltarse el desayuno de esa mañana, si no fuera que ya había reconocido las voces que venían desde interior de la misma… además, si no llegaba a aparecer esa mañana, de seguro levantaría sospechas, y…

 

-¡Hyoga!... ya casi mando a Shun a ver como habías amanecido hoy- Sahori lo recibió con una pose altiva, claramente segura de algo. Shun solo lo recibió con una sonrisa cálida.

 

-Estoy bien, Sahori… iré a trabajar enseguida.

 

La joven Diosa lo observo antes de fruncir su ceño, acto seguido, sus labios fueron directamente a la frente de su Santo rubio... para total asombro de Hyoga, como de Shun.

 

-No, no tienes fiebre, pero si te vez terrible…- La joven sonrió con dulzura, conciliadoramente. –No me molesta que te tomes unos días de la empresa, Hyoga… lo que me molestaría es que no vayas al médico para averiguar que sucede, ¡Eres un santo, pero serlo no te hace infalible!- Puntualizo, acariciando el flequillo rubio.

 

Shun asintió, mientras se acercaba a ellos con una taza de te recién hecho para su amigo y compañero.

 

-Toma, espero que no te caiga mal…bébelo, y luego te acompaño a la clínica, seguro que solo es un malestar estomacal común.

 

Shun palmeo su hombro, seguro de lo que decía. Hyoga sin embargo, apenas asintió levemente, aunque estaba algo más tranquilo gracias al ofrecimiento de Andrómeda a acompañarlo. La verdad era que le aterraba la sola idea de tener que vérselas con los médicos y de someterse a complejos exámenes. Pero la presencia de Shun también lo cohibiría de cierta manera…

 

Andrómeda lo escolto a su cuarto, luego de apenas probar su infusión e intercambiar alguna que otra palabra más con su diosa. La ‘orden’ especifica de Sahori, fue que se asegurara de que el mejor especialista lo tratara, y que no lo dejara huir del edificio hasta asegurarse que todo estaba bien con él.

 

-Shun…- Hyoga dejo que su voz escapara de entre sus labios, casi en un susurro, mientras acababa de vestirse para salir.

 

-¿Si, Hyoga?… ¿Qué sucede?- Shun se giró hacia él, con una camisa lista para que Hyoga vistiera.

 

-Nada, tu sabes que estoy bien… ¿No es así, Shun?

 

La voz del Cisne tembló, como si a pesar de todo tratase más de convencerse a sí mismo, a que Shun le dijese que eso era verdad. Andrómeda por su parte se limitó a morderse los labios impotente, por un lado comprendía a Hyoga, él por su parte había enfermado el verano pasado, algo completamente común para una persona normal, pero a él lo había sacado fuera de base se sentía perdido, como si eso fuera algo de lo que debería estar exento… así que no podía decirle nada a Hyoga, tan solo acompañarlo como ya lo había dicho, incondicionalmente.

 

-Esto, comparado con una batalla contra un Santo, o incluso, contra un Dios… ¿te asusta, verdad Hyoga?

 

El Cisne estaba asustado, así como Andrómeda lo había dicho, y no lo negó en lo absoluto, asintiendo de manera afirmativo frente a los ojos verdes de Shun.

 

-Bien, por eso mismo… ¡Iras a ver a un doctor!... tal vez no es más que un problema digestivo y tu aquí dejando  que tu imaginación de rienda suelta- Sonrío algo más tranquilo, y hasta se dio el lujo de una pequeña broma. -Quizás y hasta te pongan a dieta… te hace falta.

 

-Muy gracioso…- Hyoga gruño, pero algo en el tono de Shun lo tranquilizaba. Era verdad, no podía asustarse de algo que no sabía que era… tal vez solo necesitaba dejar de comer ciertas cosas y nada mas, así su día a día seria nuevamente normal. -… y no estoy gordo…

 

-Vamos…

 

Shun rio divertido, claro que no lo estaba, Hyoga tenía el mismo cuerpo fibroso y atlético de siempre, como si aún se siguiera entrenando. Pero sabía cómo le molestaba que le dijeran que estaba fuera de forma… eso siempre lo había hecho rabiar.

 

1

 

Estaba realmente contento de haber aprendido a manejar recientemente --si casi parecía una broma que pudiera poner un avión en movimiento y mantenerlo suspendido en el aire, y se sintiera poco seguro de sentarse frente a un volante. “Es que en el cielo no hay tanto tráfico”, había dicho escudándose, sin dejar de sentir vergüenza--, pero tener a Hyoga de copiloto, cuando él no estaba habituado a este puesto… no le había hecho realmente muy grata la experiencia. ¡Por suerte la clínica no estaba muy lejos!

 

Llegaron temprano, y una solicita joven los recibió en el hall apenas los vio ingresar por la puerta. La misma Sahori se había puesto en contacto con el centro, y ya había concertado una cita con el mejor especialista de Japón, y esa misma persona solo estaba aguardando que llegaran.

 

-Buenas tardes…- La joven sonrió amablemente, mientras sus mejillas se encendían frente a bello rostro del hombre de cabellos castaños.

 

-Buenas tardes, tenemos cita…- Fue todo lo que Shun llego a decir, ya que la joven se adelantó a que siguiera hablando.

 

-Sí, el Doctor Kuran ya los está esperando…- Volvió a sonreír bajo la atenta mirada de Shun, mientras les indicaba a que consultorio debían dirigirse.

 

Se pusieron en camino y a Shun no le paso desapercibido aquel bufido molesto que Hyoga exhalo de sus labios. Lo miro como preguntándole la razón por la que ahora estaba de malas.

 

-¿Por qué siempre reaccionan así la mujeres frente a ti?... me vuelve loco.

 

Shun sonrió, no era la primera, y de seguro tampoco sería la última, vez que Hyoga hacia un comentario como ese. Como si Shun hubiese sido el culpable de la reacción que había tenido la joven…

 

…¡Que si había sido por su culpa, aunque no por haberlo querido!

 

-No lo sé… en verdad no se de lo que hablas…- Como siempre evadió el comentario, sonriendo para distraer el Ruso.

 

Esa no era la respuesta que Hyoga estaba esperando, y no le gustaba tener que ser testigo de esas miradas apasionadas y esos suspiros lastimeros que le daban cada vez que Shun se ponía frente a ellas… simplemente no podía soportarlo; y no era que Shun no lo supiera, claro que él lo sabía, ¡Y muy bien!

 

Eran esos celos que le apuñalaban desde adentro, debía reconocer que Shun era extremadamente bello, con aquella ambigüedad tan exquisita en su rostro… y eso era lo que atraía de él… a hombres y mujeres.

 

-¿Señor Kiddo…?- Un hombre los salió a recibir en la puerta del despacho, extendiendo sus mano, primero a Shun y luego a Hyoga.

 

-Sí, pero yo soy Shun, él es Hyoga Kiddo, su paciente de hoy…

 

-Mucho gusto, señores… mi nombre es Kaname Kuran¹.

 

Hyoga, de repente no se sintió tan seguro, aquel hombre era quizás apenas más grande que ellos por un par de años --si Hyoga ya había cumplido los veintiuno, y Shun iba a cumplir veinte--; él esperaba a un hombre entrado en años con cara de ‘buen hombre’ y barba blanca.

 

Y el Doctor Kuran distaba mucho de esa imagen. Con un cabello claro ondulado cayendo sobre sus hombros, y esos ojos grises tan seductores. Y claro que no paso por alto la manera tan peculiar que tuvo de sonreírle a Shun… ¡Y no habían sido imaginaciones suyas!

 

Apenas estuvieron sentados, el Doctor pidió que le dijeran que era lo que le estaba molestando. Hyoga miro a Shun, sentado a su lado, antes de responder y comenzar contándole desde la primera vez que se sintió mal en medio de una reunión en la empresa donde trabajaba.

 

-¿Eso fue hace una semana atrás?...- Kaname pregunto, mientras anotaba todo en una planilla con los datos de Hyoga.

 

-Sí, allí me asistió el personal de enfermería… pero como no me encontraron nada fuera de lo normal, me enviaron a casa para que viera un medico…

 

-Y usted tardo una semana… muy bien- El medico que do pensativo comenzaría despacio, e iría agregando más estudios a medida que fuera necesario. -… si me permite, comenzaremos con el examen físico… ¿Cómo es su alimentación?

 

-¡Pobre!...- Shun se adelantó a su repuesta. -Mala… come mal, trabaja mucho, y descansa poco… pero eso es a lo que estamos acostumbrados.

 

Shun se refería a los Santos, a ellos cinco en particular… porque por más que no hubiera más batallas, algunas manías aún estaban MUY presentes.

 

-Pues no es bueno exigirle tanto al cuerpo… y un ejercicio adecuando, ayudado por una buena alimentación es lo fundamental.

 

Hyoga quiso defender, decir y hacerle entender que él no era solo un asalariado que pasaba su vida solo en un cubículo de oficina. Él aun ejercitaba sus músculos, siempre entrenaba con Shun… o con Seiya, en su defecto.

 

Pero no hubo forma de decir más nada, pues en cuestión de segundos ya se encontraba en la camilla recostado. Las primeras pruebas no arrojaban mucha lucidez a su problema, por lo que el facultativo decidió someterlo a exámenes más complejos.

 

Al cabo de unas horas, Shun ya casi no tenía posición en la cual sentirse cómodo, mientras veía pasar a su rubio compañero de una sala a la otra. Y si no fuera por la cara de pavor mesclada con fastidio de Hyoga, de seguro él se hubiera enojado, y mucho, de aquellas dos mujeres que iban colgadas de sus brazos…

 

Pero se paró de un salto cuando lo vio pasar otra vez con cara de muy pocos amigos.

 

2

 

Lo único que anuncio su llegada fue el certero portazo, que retumbo sonoramente en toda la planta baja de la mansión.

 

Sahori fue la primera en salir a la entrada para ver qué era lo que sucedía, pero lo único que alcanzo a ver, fue un manchón rubio salir en dirección a las habitaciones.

 

-¿Shun… sucedió algo?

 

-¿Qué paso?... se oyó el golpe desde la cocina.

 

Seiya los observo confundido, recién había llegado desde su trabajo. Tría unas galletas en un plato y un vaso de leche en una charola.

 

-Nada, solo es Hyoga… que esta, algo sensible.

 

Shun se dejó caer sobre un sofá, suspirando de cansancio y frustración. Sahori se tensó en el acto… quizás Hyoga si…

 

-¿Él está?...

 

-Bien Sahori, no te preocupes… por lo menos las primeras pruebas no dijeron lo contrario, en unos días tendrán los resultados de los demás exámenes y nos llamaran- Explico tratando de disipar las dudas de su Diosa.

 

-¿Entonces… que le pasa?

 

Shun se encogió de hombros, a veces Hyoga podía llegar a ser muy infantil con todos aquellos ataques, pero él lo conocía, y sabía que eso era solo una forma de dejar salir su frustración… muchas horas desperdiciadas con complejos exámenes para que le dijeran que debía esperar para saber si se moriría mañana… ¡Así pensaba Hyoga!

 

Unas horas más tarde Ikki llego a la mansión, y nuevamente, Shun tuvo que explicar todo, desde los estudios que tuvo que realizar el ruso, hasta lo que les había dicho el doctor. Más allá que tuvo un interrogatorio de los cosmos, cuántos y cuáles de Hyoga… como si él pudiera responder por el Cisne, si eran amigos, si eran muy cercanos, pero de eso a tener que contestar por él… ¡Si no era su madre!

 

Les fue imposible hacer que Hyoga bajara a comer, incluso que le abriera la puerta a algunos de ellos… tan solo Shun podría entrar en su cuarto, él aún se veía cansado para volver a lidiar con el rubio. Ikki suspiro cansado luego de quince minutos de estar hablándole a la placa laqueada, su hermano estaba duchándose, y él intento por enésima vez en la tarde hacer que Hyoga probase bocado.

 

-Vamos… isba², ábreme… debes comer, ¿Lo sabes, no?

 

No se escuchó nada desde dentro ni siquiera el característico gruñido que Hyoga emitía cuando no quería hablar con nadie.

 

-Vamos… tienes que al menos tomar un té, solo con algo de…- Ikki paro viendo que no sabía que era lo que exactamente Sahori le había servido en la bandeja para llevársela a Hyoga. -… esta cosa, que tiene queso… ¡Vamos, ya… coopera Hyoga!

 

-Déjalo, lo intento yo…

 

Shun le dijo, sonriéndole con ganas, aún tenía el cabello mojado, y la piel le olía a jabón. Apenas llevaba una camisa celeste abrochada al descuido y unos jeans grises gastados…

 

-Seguro que a ti te abre…- Gruño Ikki por lo bajo, besando la mejilla derecha de Shun. –Luego vete a poner unos zapatos…

 

Shun solo asintió, aunque sabía que no se los pondría, le gustaba estar descalzo luego de bañarse, sentir las delicadas alfombras entre sus dedos. Golpeo suavemente… solo para ver que contestaba Hyoga, luego de unos minutos esperando suspiro, recién allí hablo…

 

-Hyoga, soy yo…

 

En menos de unos segundos se oyó el clic de la puerta, y esta que se abría sin dejar ver a nadie tras ella.

 

-Pasa.- Dijo la voz desde adentro

 

Shun no dijo nada, solo camino hacia el interior de la habitación, oyendo como la puerta de esta se cerraba detrás de él, dejo la bandeja sobre la pequeña mesa al lado de la ventana y se giró hacia Hyoga.

 

Los ojos apenas se veían a través de la cortina de cabellos rubio.

 

-Sahori te mando caldo, té verde y algunos panecillos con queso blanco untable…- Dijo sin prestar atención a la posición, ni a como lo observaba Hyoga.

 

-Lo único que voy a decirte es que si para mañana estoy mínimamente bien… ¡no vuelvo a pisar otra vez ese lugar!... ¡Entendiste, Shun?

 

Andrómeda solo asintió, quizás no era el mejor momento para contradecir al rubio, ahora que estaba tan irritado por la ‘perdida’ total de tiempo. Además no tenía por qué pensar que no podría estar bien, al fin y al cabo que todos los estudios hasta ese momento le habían dado bien… quizás solo había sido un virus que afecto su estómago y con algo de buena comida podría no ser mucho más.

 

-¿Vas a comer, Hyoga?

 

El ruso asintió, sentándose con pesadez en una de las sillas de su habitación, no quería que Shun se fuera. Siempre podría decir que estuvo solo asiéndole compañía, además nadie se metía en sus vidas.

 

-Te vas a quedar… ¿No?...

 

Shun sonrió elevando sus brazos un poco, elevando así la camisa que vestía; debajo de los jeans llevaba su viejo piyama, casi camuflado, para que nadie le dijera nada. Espero a que Hyoga acabara de comer y se deslizo entre las sabanas, en pocos minutos el rubio estaba entre sus brazos completamente desnudo, tal era su costumbre. Lo abrazo despacio dejándose llenar por el aroma a champú y jabón que aun exhalaba Shun.

 

3

 

Shun despertó con los rayos del sol golpeándole el rostro. ¡Maldición!... se había olvidado de poner la alarma, otro día que no iría a clases. Se giró en la cama, creyendo que daría con la visión del rubio aun dormido, mas no lo hallo allí.

 

-¿Hyoga?...

 

Llamo suavemente, no creyendo que haya decidido irse a trabajar. Además, si lo hubiera hecho, al menos lo habría despertado. Vistió su camisa sobre el viejo piyama, por si tenía que dejar la habitación, cosa que no hizo falta.

 

-¿Estas bien, Hyoga?…

 

El rubio solo asintió, llevaba buena parte de la mañana, sentado a un lado del escusado, debido que ese día los malestares seguían allí, como en los últimos días. Shun se acercó, pasando una mano por sobre su frente… no tenía fiebre, aunque estaba muy pálido; observo al rubio solo unos instantes, y los ojos celestes le devolvieron la exacta contestación a la pregunta implícita que llevaban los verdes suyos.

 

-¡Te dije que no vuelvo a pisar el hospital!...- Hyoga gruño antes de que Shun dijera algo.

 

Salió del baño, cambiándose rápidamente, si tenía que desaparecerse de la vista de todos para evitar nuevamente su suplicio, lo aria… aunque Shun se enojara con él.

 

-Espera Hyoga, estas muy pálido… ¿Estas mareado?...- Shun lo siguió de cerca, apenas llegando a vestir nuevamente sus viejos jeans. Tenía todo el cabello enmarañado y la camisa con la que había dormido completamente abierta y arrugada.

 

-No, estoy bien… solo necesito aire.

 

Hyoga descendió las escaleras principales con increíble rapidez, estaba seguro que a esa hora solo Shun y él estarían en la mansión, así que no se preocupó de arrastrar a Andrómeda así como estaba fuera de su habitación.

 

-Buenos días, Cisne… Andrómeda.

 

Ambos jóvenes se detuvieron justo antes de llegar al salón, allí donde una figura conocida los saludo con respeto. No habían sentido su presencia, ni siquiera un atisbo de su cosmo, así que no sabían desde hacía mucho que estaba allí.

 

-Buenos días, Shaka-san…- Shun fue el primero en saludar con una respetuosa reverencia.

 

 Hyoga, apenas inclino su cabeza como único saludo, aun no podía discernir que era lo que el Santo de Virgo hacia allí en Japón.

 

-Veo que están confundidos de vernos…

 

Otra voz conocida los hizo voltear al mismo momento, quedando frente al Santo de Aries. Mu les sonrió, saliendo del despacho de Sahori, seguido de esta última.

 

-Yo les pedí que vinieran…

 

-¿Sahori…?

 

Sahori, vio como Shun se encendía detrás del rubio, de seguro para arreglar un poco su ropa, mientras Hyoga se quedó viéndola como si no entendiera las razones de su diosa para hacer venir a dos Santos Dorados, cuando ellos cuatro estaban allí, en Japón, para ella.

 

-Para nosotros es algo sumamente sencillo la tele trasportación…- Mu se veía tan diferente vestido de camisa y pantalón negro. -… y de verdad nos preocupó mucho su apremio, mi Señora.

 

Shaka asintió detrás de Mu, ambos habían llegado hacia escasos minutos. Shaka, a diferencia de Mu, no vestía de forma sencilla, ya que él acostumbraba a vestir de túnica fuera del Santuario.

 

-Sí, lo siento… pero me apremiaba que vinieran cuanto antes- Sahori clavo su mirada en Hyoga, quien la miraba intrigado de lo que pasaría. -Quiero que sean ustedes quienes vean a Hyoga, y me digan cómo es su estado de salud…

 

El Cisne enmarco un ceja, desconcertado. ¡De seguro que eso era una broma! Shaka y Mu podían ser muy poderosos, pero el ruso dudaba que supieran algo de medicina.

 

-No, gracias… justo eso venia discutiendo con Shun acerca de eso, y no… ¡Hoy paso!

 

Se giró para acabar con su idea original, que consistía en salir de allí, pero en un momento todo su mundo giro repentinamente, y de golpe veía a todos desde el suelo, imposibilitado de moverse.

 

-¿Shun…?

 

No sabían bien de donde, pero de golpe las cadenas de Andrómeda habían surgido de algún lado de entre su ropa, enredándose en sus piernas, impidiéndole dar siquiera un paso, y provocando que acabase allí, al ras del suelo. Shun solo le sonría con miedo, y rogando que no enojara aún más con él.

 

-Vamos, Hyoga… no pierdes nada.

 

Aquel que se decía ser su mejor amigo se acercó a él diciendo que lo soltaría si le prometía dejarse revisar, al menos como última vez… pero el rubio se negaba a contestarle, estaba enojado y de seguro luego se encargaría de hacerle pagar esa traición.

 

-Vamos, Hyoga… solo será un ejercicio de cosmo, solo con ello sabrán si estás bien, o algo está andando mal en tu cuerpo.

 

Sahori también se puso a su lado, acariciando sus cabellos claros, y pidiéndole a Shun que lo soltara. Vio por última vez a su compañero, y en los ojos verdes se podía leer sus suplica… no le quedó otra que suspirar y aceptar la propuesta.

 

-De esta no te salvas…- Murmuro, entre dientes antes de quedar solo con los Santos Dorados, aferrado al brazo de Shun.

 

Andrómeda solo asintió apesadumbrado, pero tranquilo de haberlo hecho aceptar. Luego podía arreglar las cosas con Hyoga, lo primero era asegurarse su salud.

 

4

 

Ellos quedaron fuera del salón, no sería algo que les tomara mucho más de unos minutos, quizás algo más si realmente tenían que estar seguros de la situación física de Hyoga. Y quizás no había ni pasados dos minutos que a Shun le parecieron eternos, cuando oyó los pasos apurados y el azote de la puerta opuesta de la sala.

 

-¿Qué sucedió?

 

-Nada… bueno, es que sintió nauseas otra vez…- Shaka anuncio, acomodando su largo manto.

 

-Oh… ¿Entonces… tiene algo?- Sahori sintió miedo de preguntar, pero la tranquilidad de sus dos Santos Dorados, no le indicaba que hubiera algo malo.

 

-Hablando de enfermedades…no. Su salud esta perfecta… incluso mejor que cualquiera…- Mu sonrió, desorientando a Shun.

 

-Entonces… ¿Porque tienes esos malestares…?

 

-Por qué dicen que estoy en cinta… ¿puedes creerlo, Shun?- Hyoga volvía a la sala, oyendo las preguntas de un lado y adelantándose a la posible respuesta desde el otro, como si él pudiera creer semejante cosa.

 

-¿Perdón?

 

Shun quedo inmóvil, sin reacción, y sin poder emitir siquiera una palabra, mientras que Sahori a su lado, estaba asombrada.

 

-En realidad, ustedes deben saber que algo como eso es muy complejo… pero no hay duda, el cosmo en su interior nos da la pauta, inequívoca, de que allí hay vida.

 

Increíble, era la palabra exacta que le cuadraba en esos momentos a la situación… ¿Hyoga, en cinta?... imposible.

 

-Vamos, no creerán que puedo llegar a siquiera considerar que lo que dicen es cierto… es casi imposible.

 

Hyoga se dejó caer sobre el sillón, no sin antes llevarse a Shun junto consigo, ya que no podía verlo allí parado e incapaz de moverse.

 

-¡Tú lo dijiste!... es casi imposible, y ese casi nos deja una posibilidad  remota e increíble, pero totalmente posible.- Shaka dijo, de repente, recordando ciertos incidentes que habían tenido repercusión por un largo tiempo en el Santuario.

 

El rubio de cabellos largos observo a Shun a pesar de sus acostumbrados parpados cerrados. Y eso basto para que Andrómeda sintiera que se hundía en el sillón, estaba realmente pálido, y había comenzado a sudar por motivos que desconocía… ¿Había escuchado bien?

 

De pronto, la misma idea que había llegado a los pensamientos de Shaka, le llego a Athena y a Mu. Por ahí si era todo mucho más claro… Sahori reprimió el quejido al darse cuenta de que Shun había salido esa mañana del cuarto de Hyoga. ¿Acaso, ellos…? Bueno, Shun de seguro, él era… él es…

 

-Ustedes dos… ¿Acaso… están…?- Sahori no pudo acabar la frase, cubrió su boca como si la revelación de los hechos fuera mucho para ella.

 

Adamas, la cara de los jóvenes Santos era prueba inequívoca de que ella no se equivocaba al pensar tal cosa, Shun estaba aterrado, y Hyoga lejos de estar mejor que Shun, sentía el miedo escalarle por las piernas. Se miraron por escasos segundos, y mientras Shun caía derrotado entre sus propias rodillas, el ruso asentía lentamente a la pregunta de su diosa.

 

Ellos eran pareja, claro que sí. Lo venían siendo desde hacía años, aunque estos fueran intermitentes por el constante asedio de las batallas. Por supuesto que nadie lo sabía, ellos no actuaban diferente de lo que habitualmente solían hacerlo, Shun siempre se comportaba igual con todos ellos… ¿Por qué sospecharían algo?

 

-¿¡Y eso que!?... no tiene nada que ver… esto es, totalmente una estupidez…

 

Hyoga salto del sillón, realmente exasperado, asuntando a Shun. Mu y Shaka decidieron quedarse al margen, ya que era una situación delicada, sabían que presionar al Santo del Cisne solo lo molestaría más… pero las vociferaciones de Hyoga no amedrentaban a su Diosa.

 

Con solo fijar sus ojos en Hyoga, Sahori dejo que su cosmo se expandiera por toda la habitación, rodeándolos a todos ellos, sin excepción, deteniendo todo movimiento y sintiendo como sus sentidos se intensificaban al máximo. Así, no tardaron nada en oír aquel pulso delicado y lleno de vida que venía desde el interior del rubio.

 

Hyoga cayó de rodillas, luego de sentirse libre del cosmo poderoso de Athena. Ya no lo podía negar, ni decir que era una broma, allí estaba, él mismo lo había oído… sentido. Definitivamente estaba en cinta.

 

-Creo que ambos deberían descansar…- Mu se acercó a Hyoga, tomándolo del brazo para ayudarlo a ponerse de pie. Mientras Shaka intentaba hacer que Shun saliera del trance. -¿Usted se encuentra bien, mi señora?

 

Sahori solo asintió, sin dejar de ver a Shun… Claro que él no era culpable de nada, si apenas entendía lo que significaba para él su nueva postura, después de todo no dejaría de ser solamente Shun, y de vivir su vida de la manera más normal posible.

 

5

 

No podía dejar de observar el techo, ¿Cómo era posible?... sus pensamientos volaban de, lejos de allí, a tiempos no muy lejanos a momentos en los que creía que seguía siendo él mismo…

 

… Aunque ya no lo era.

 

Recordar ciertas cosas le dolía. Recordar los rostros casi aterrados de sus ‘hermanos’, solo al verlo a él. Por qué ya no era él solamente, era alguien más al mismo tiempo… era Hades.

 

O por lo menos, una pequeña parte de todo el poder que poseía aquel Dios, una forma de conservar el equilibrio entre los tres reinos de la tierra. Atenas misma lo había dicho, seguía siendo la reencarnación del Dios del Averno, y eso era necesario para que no callera el caos en el Infierno.

 

Y aunque él jamás tuvo que bajar al reino de Hades, se sintió ahogado por un buen tiempo, haciendo todo lo posible por seguir con su vida lo más normalmente posible. Y lo había conseguido, por lo menos hasta este día.

 

Shun suspiro desganado, no podía dejar de pensar en Hyoga. Y ni siquiera lo había acompañado a su habitación, dejo que Shaka lo trajera a la suya propia, y lo acostara en su cama… ¿Cuánto tiempo había pasado allí tirado, sin poder reaccionar?

 

Se puso de pie, aunque sentía que le temblaban las piernas.  Los pensamientos lo asediaban, si hubiera sabido la gravedad de las cosas ese día, él jamás hubiera aceptado la propuesta de Hyoga… ese noche, en su cumpleaños.

 

 

Solo había sido una cena ‘familiar’… algo para ellos seis. Festejarían el cumpleaños de Hyoga, y entre platos dulces y champagne disfrutarían un buen momento.

 

Shun mismo se había esmerado en cocinar algo realmente delicioso para el agasajado, algo que sabía que a Hyoga le encantaba, su plato favorito. Ese era una de sus regalos para el que era su novio hacía tiempo, aunque nadie lo supiera.

 

-Estuvo exquisita la cena, y ese postre… creo que comí demás, ¿has pensado en convertirte en chef?- Hyoga le sonrió, allí en medio del corredor de sus dormitorios.

 

-No, sabes que solo cocino para aquellos a los que amo…- Remarco la última palabra de su frase con verdadera pasión.

 

Se habían acercado a la habitación de Hyoga, pasándola puerta blanca, que no era otra que la propia habitación de Shun. No era la primera vez que compartirían sus noches, incluso bajo el techo de la mansión, siempre habían sido muy discretos.

 

-¿Ese fue tu regalo, o hay algo más para mí?...- Hyoga murmuro contra su oído cuidando que nadie los vea.

 

Shun solo sonrió, dejándose llevar hacia dentro, y luego hacia la cama. Hyoga también tenía una idea de lo que Andrómeda le podría dar esa noche…

 

-¿Estás seguro?...

 

-Sí, tan seguro como que mi amor por ti es completo… ¿Lo harás?

 

-Sí, si tú quiere…- Shun no estaba seguro del todo, pero no debía de ser tan difícil…

 

-Lo tienes que querer tú, Shun.

 

Beso su cuello para tentarlo, lamiendo la piel suavemente, y no hicieron falta más estimulaciones. Lentamente Shun llevo a Hyoga contra las almohadas, besándolo con adoración, diciéndose a sí mismo que sería muy delicado, que lo cuidaría…

 

Pero aquel gemido ahogado lo estremeció al instante, pues había sido el quien lo había provocado con su intrusión en el cuerpo de Hyoga. Una sensación totalmente nueva, embriagante y placentera, algo que lo podría convertir fácilmente en adicto…

 

 

Llego a la puerta de la habitación de Hyoga, y sin llamar entro en ella. El rubio permanecía sentado al borde de su cama, con su cabello ocultando sus ojos celestes, en pose derrotada.

 

-¿Hyoga…?

 

-Shun…- Apenas oyó la voz, levanto su rostro. -No tienes que sentirte mal… ninguno de los dos sabía que esto podía pasar…

 

Las palabras del Cisne le llegaron directo, como si supiera muy bien como era que se estaba sintiendo él.

 

-Lo siento, Hyoga… perdona.

 

-Vamos, ¿Qué no me oíste?... no fue tu culpa, ni mía… solo tenía que suceder.

 

Shun asintió, yendo directo a ocultar su rostro contra el pecho de Hyoga, no sentía ganas de llorar, tan solo era que se sentía abrumado por todo. Y si así estaba él, no quería ni imaginar cómo era que se estaba sintiendo Hyoga.

 

Quizás nunca debieron dejar de usar condones, aunque no sabía si algo tan simple como eso hubiera evitado todo eso.

 

-Ahora pensemos en lo que vamos a hacer, porque ya está… tú lo sentiste igual que yo, ¿No?

 

Shun lo miro, el semblante del rubio estaba bastante serio. Y era increíble lo que había cambiado en una hora a lo sumo desde que Shaka y Mu habían llegado. Él no se sentía ni medianamente seguro, pero algo en el temple de Hyoga lo tranquilizaba bastante, por lo que haría lo que el Cisne le dijera.

 

6

 

Seiya fue el primero en arrojar su bolso sobre uno de los costosos sillones de la sala. Acostumbraba a llegar temprano, ya que su horario de trabajo no era en realidad muy extenso. Y ni siquiera era un trabajo para él… era más una diversión, ya que daba clases de gimnasia a los chicos del orfanato.

 

-Buenas… tar… des- Sus ojos café se quedaron prendados del alto rubio que parecía adornar la sala. Su manto largo sobre una de sus hombros, y la pequeña taza de te en sus manos.

 

-Buenas tardes, Pegaso… ¿Qué tal tu día?

 

‘Surreal’ pensó Seiya, sin saber que contestarla al Santo de Virgo.

 

-Bien… gracias por preguntar.

 

-Ah, Seiya… ya legaste.- Sahori apareció con una bandeja con tazas. -¿Quieres te?

 

-Hay verde y de manzanilla…- Mu completo trayendo a su vez otra bandeja con algunos bocadillos de media tarde.

 

-No, gracias…- Miro a su Diosa con cierto temor, le estaba ocultando algo. -¿Sucedió algo, Sahori?

 

La joven Diosa negó con una sonrisa, vio el viejo reloj de la sala, un falta algo para que Ikki llegara de su trabajo, y si tenían que hablar de algo, lo harían en cuanto el estuviera… además tampoco le correspondía a ella, hablar del tema; debían ser Shun y Hyoga.

 

Pero ellos en ese momento habían conseguido algo de relajación, durmiendo un rato en la cama de Hyoga. Quizás tardarían algo más de tiempo en bajar a hablar con alguien.

 

Mu se dispuso a servir las tazas, mientras Shaka solo observaba la situación, en verdad ninguno de los dos se había imaginado que algo así pudiera pasar ante el llamado de su Diosa.

 

-Sé que no deberíamos sacar conclusiones mi Señora, pero tampoco hay que tomarlo como una gran tragedia… de seguro hay una forma de interrumpirlo.

 

Shaka hablo de manera serena, sorbiendo luego, y de manera suave, un poco de su infusión. Sin embargo Sahori tenía una mueca inteligible bailándole en los labios.

 

-No creo…- La joven se aclaró la garganta. -No creo que ellos… ¿No?

 

Pregunto, mirando a Mu, a lo que el Lemuriano solo a tino a cerrar sus ojos. Seiya seguía sin entender nada. Algo estaba pasando en esas cuatro paredes y le molestaba que se lo estuviesen ocultando.

 

-¿Cómo esta Hyoga, Sahori… hoy fue a trabajar?

 

El Pegaso se encargó de llamar la atención de lo joven diosa, que había quedado pensativa y cabizbaja.

 

-No, está arriba… con Shun- Se mordió el labio, quizás si… -Seiya, tu sabes si ellos dos… tu sabes…

 

Seiya la miro que si hablara en arameo antiguo, así que solo se acercó a ella para que sea más específica.

 

-Por dios Seiya, crees que ellos sean algo más que amigos… Shun habla mucho contigo, ¿no es así?... ¿Alguna vez te lo dijo?

 

Ahora sí que Seiya no entendía nada, primero: Sahori tendría que haber tenido un poco de decoro y preguntar algo tan íntimo en otro momento, cuando no estuvieran Shaka y Mu; segundo: ¿Cómo era eso?... jamás en su vida escucho semejante estupidez, Shun era delicado, y afeminado en apariencia, pero jamás había tratado de acercarse a ellos de una manera distinta a la de su amistad. Y con Hyoga no era la excepción.

 

-Claro que no… ellos se llevan bien, Shun es muy dulce y nos cuida a todos… ¿de dónde sacaste semejante cosa, Sahori?

 

Sahori suspiro, había logrado que Seiya se pusiera nervioso por nada, y además parecía molesto, quizás pensaba que era solo una fabulación de su parte.

 

-No te preocupes… lo siento.

 

-Toma un poco de té, Pegaso… te hará bien.

 

Mu había estirado una taza en su dirección, que esta vez no dudo en aceptar. Todo aquello le parecía desconcertante. Quizás debía ir a ver a Hyoga, solo para asegurarse de que estaba bien, y ver a Shun de paso… no podía creer aun en la pregunta de Sahori.

 

-Buenas tardes… ¿Acaso paso algo… y Shun?- Quizás había sentido lo pesado del ambiente, o tal vez solo le parecía raro ver a aquellos dos Santos de oro allí sentados.

 

Ikki había llegado antes de lo que se lo esperaba, aunque solo fuese una hora, quizás ya había intuido que algo estaba mal. Como siempre lo hacía cuando Shun podía estar en peligro, fue directo a las escaleras, la habitación de su pequeño Otouto fue su prioridad…

 

Afortunadamente, Sahori lo hizo detener en seco, cuando el Fénix tenía un pie ya en el primer peldaño de madera lustrosa.

 

-Creo que será mejor que me escuches antes… Ikki- Sahori trago en seco mientras hacía que aquel joven tomara asiento.

 

Suspiro con desgano, buscando en su mente la manera, o las palabras justas para empezar lo que tenía que decir.

 

7

 

Los despertó el ruido en el piso inferior, y ambos ya tenían una remota, aunque clara, idea lo que estaría pasando. Shun miro el reloj sobre la mesa de noche junto a la cama de Hyoga, y vio que aún era temprano para que su Oniisan llegara a casa. Pero esa era la vos de Ikki, de eso estaba seguro.

 

Salieron de la habitación con paso cansado, era hora de enfrentar la situación de una manera u otra, y eso era enfrentar también a sus amigos y familiares.

 

-¿Cómo es esto…? Shun, me quieres explicar lo que pasa aquí… ¿Nunca se te ocurrió decirme que ustedes tenían algo?

 

Ikki los había interceptado a mitad de las escaleras, enfrentando directamente a su hermano menor, quien instintivamente cubrió el cuerpo de Hyoga de la intempestiva furia de su niisan.

 

-Onii-chan… por favor, no grites…- Shun hizo un movimiento con su mano, demostrándole a Ikki que le dolía la cabeza. Además había mucha gente en la mansión para que él estuviera gritando allí todo lo que estaba pasando. –Si quieres, hablamos dentro…- Dijo señalando la sala, donde aún estaba Seiya, con Shaka y Mu.

 

El Pegaso se removía incomodo en su asiento, había sido mucho para él escuchar todo lo que había pasado en las pocas horas que no estuvo en la misión, mucho más aun el oír de boca de Sahori por lo que estaba pasando Hyoga. Sahori solo trataba de hacer que el Fénix se calmara, pidiéndole disculpas a Shun con la mirada… quizás hubiera sido mejor esperarlos a ellos antes de contarle la situación a Ikki.

 

-¿Y… piensan decirme algo?

 

Shun suspiro sentándose junto a Hyoga, y viendo que su hermano no parecía dispuesto a tomar asiento.

 

-No estábamos listos  para decírselo a nadie aun… y si esto no hubiera pasado, quizás jamás te hubieras enterado.

 

Ikki sintió como la mirada esmeralda fija en él, lo miraba desafiante. Apretó los puños para drenar algo de enojo, cerrando los ojos para contenerse. ¿Era su imaginación, o Shun lo tomaba con una tranquilidad pasmosa?... ¿Realmente estaba pasando lo que Sahori había dicho?

 

-¿Entonces que… y ahora?

 

-Estoy embarazado, Ikki… no hay muchas vueltas que darle al asunto, aquí hay un bebe… de Shun y mío. ¡Ya está!

 

Shun se quedó helado viendo como Hyoga bufaba algo nervioso, luego de, literalmente, escupir las palabras en el rostro de Ikki. El Cisne tenía un nivel de paciencia medido, y de seguro todo aquello ya lo venía llevando hacia el límite.

 

-¡Este bebe se queda aquí, esta decidido!... le pese a quien le pese.

 

Shun asintió automáticamente ante el desconcierto de su adorado niisan, no recordaba haber llegado a ningún acuerdo previo con Hyoga, pero no lo dejaría solo decidiera lo que decidiera.

 

-¿Están completamente seguros de ello?- Sahori se acercó, había permanecido al ras de todo, pues su intromisión solo podía enervar más al furioso Fénix.

 

Ambos se miraron para asentir lentamente.  Sin embargo Ikki no podía creer lo que oía, estaba frente a dos grandes hombres, uno de ellos era su hermano de sangre, su única familia, el otro ostentaba a llevar un título tan grande como el otro, pues no solo era su compañero de armas en la batallas, la vida también lo había convertido en su hermano de corazón.

 

Pasados unos minutos en que Ikki no dijo nada, ni tampoco hizo ningún movimiento, Shaka y Mu se retiraron de la sala, quizás así pudieran hablar más cómodamente. Sahori también estaba dispuestas a dejarlos solos, con una seña de su mano llamo la atención de Seiya para que la siguiera, lo que el Pegaso agradeció con el corazón, porque la verdad aun esperaba que Ikki explotara con todo su enojo en un momento u otro… aunque no sabía por qué.

 

Pero Shun si sabía, tal vez no era enojo lo que él veía en los ojos de su hermano mayor, si estaba molesto por que no le había dicho lo de su relación antes, y también estaba dolido, se sentía traicionado… ¿acaso no tenía confianza con él?

 

Empujo a Hyoga fuera del sillón, con cuidado, pero seguro para hacerle entender que él se quedaría con Ikki, y arreglaría todo. Solo vio que los labios se movieron en un pregunta muda.

 

-Sí, ve… subiré en un rato.

 

La puerta de la sala se cerró detrás de Hyoga, y al clic de la cerradura, Ikki se dejó caer en el sillón detrás de él.

 

-¿Cuánto llevan… juntos?- Susurro el Fénix.

 

Shun se acercó a él, sentándose sobre la mesa de centro, haciendo espacio entra las bandejas y las tazas de té.

 

-Dos años… menos, si piensas que hay guerras en medio…

 

-¿Y no pensabas decírmelo…?

 

Allí estaba, el reproche y el dolor en su tono de vos; Shun sintió que el corazón se le estrujaba de culpa. Se mordió lo labios, preguntándose realmente porque jamás se lo había dicho, él confiaba en  Ikki.

 

8

 

De golpe la seguridad se le había ido junto con las palabras, era demasiado ver a Ikki así, tan desanimado y herido… más por culpa suya.

 

-No supe encontrar el momento…- Se puso de pie, para ocultar su mentira, pues jamás pensó en realidad hablar con su hermano. -Primero quise que lo nuestro sea algo firme, para decírtelo… quería que seas el primero en saberlo, y no que te enteraras por terceros… bueno, no pude.

 

Ikki solo lo miro. Había más de una forme de leer su pregunta… y por lo visto Shun no la había leído de la forma que él la había formulado.

 

-Eso está bien… pero yo pregunte el ‘¿Por qué?’…

 

“¿Por qué?”… Shun veía a Ikki sin entender su pregunta… ¿Acaso el preguntaba acerca de…?

 

Sonrió de lado, tentado de echarse a reír. Ikki, algunas veces podía ser más inocente que él.

 

-Vamos, Ikki… no eres ciego, si no fue por mi actitud hacia Hyoga, debiste darte cuenta… no sé, había miles de cosas que decían que era Homosexual.

 

-Shun, por favor…- Ikki parecía molesto.

 

-Bien, haremos como que no lo sabias…- Shun suspiro, volviendo a su posición inicial, frente a Ikki. -¡Solo paso!... Hyoga me atraía, creo que ya desde niños, y él sentía algo similar por mí, así que no dude en decirle que si cuando vino a declararse…

 

-¿Así… sin más?... Shun, te recuerdo que Hyoga es lo más mujeriego que hay. Solo saldrás lastimado…

 

Shun lo miro con furia, ¿Cómo podía decir eso?… Ikki no lo conocía tanto como él.

 

-Dices eso porque no lo conoces, niisan… tengo más años de su amistad que de novios… y créeme, sé cómo es él en verdad- Shun elevo la vos inconscientemente, no le gustaba que Ikki hablara mal de Hyoga. -Además, a mí también me siguen muchas mujeres y no por eso tu opinas que lo soy… ¿No es así, Oniisan?

 

Ya había conseguido que Shun se enfadara, y eso no era bueno, ya que solo se enojaba si creía que algo era injusto. Era mejor calmarse, y calmarlo, si no quería que ambos acabaran riñendo y enemistados. ¡Eso jamás!

 

-Está bien… tienes razón- Concedió para acabar con la conversación. Suspiro resignado. -¿Hyoga está bien?- Acabo preguntando cuando ya no sabía más que decir…

 

-Supongo, no hemos hablado mucho en realidad… pero está mejor que cuando creía que estaba enfermo… ¡Dentro de todo está bien, tranquilo!

 

Ikki solo asintió, pensando en lo que Hyoga estaba pasando, él en su lugar sentiría miedo… o una gran ansiedad.

 

Shun sonrió, sabía lo testarudo que podía ser su hermano en un momento, pero así como lo era no tenía problema en aceptar cuando se equivocaba, y pedir perdón por ello… era cuestión de que asimilara toda la información.

 

-¡Basta, no quiero oír mas!

 

El grito de Hyoga los hizo salir de la sala, en un rápido movimiento. Shun se paró a su lado preguntándole que era lo que lo había alterado tanto. Mientras Ikki enfrentaba a Sahori.

 

-Solo le preguntamos cómo se sentía… nada mas- Dijo la joven Diosa defendiéndose.

 

-¡Extraño!... no hay otra palabra, Sahori… me siento extraño- Suspiro, aferrándose al hombro de Shun. -Pero, no por eso voy a tomar ese camino… ¿Entiendes?

 

Shun lo miro, sentía que su corazón volvía a acelerarse a mil por hora, y sabía muy bien que Hyoga estaba como él en esos momentos. ¿Qué era lo que le había dicho Sahori?

 

-Vamos Hyoga, sabes que para nosotros, seguirás siendo tu… lamento haberte hecho poner mal, no volveré a decir tal cosa. ¡Perdóname!

 

Ikki la miro unos instantes, y pudo ver como los ojos de su Diosa se veían húmedos, esto también la estaba sobrepasando. Busco algo de ayuda en el corredor, y solo encontró el rostro de Shaka de frente, pues Mu y Seiya hacían como si no estuvieran allí.

 

-Hablábamos de una forma de aborto rápida, una infusión derivada de una planta… claro que no sabemos si serviría- Explico el rubio sin tapujos, algo que hizo que todos se tensaran aún más.

 

La verdad es que no sabían cuánto del poder de Hades se podía llegar a manifestar en Hyoga. Y eso complicaba aún más las cosas, por más seguridad que tuviera el Cisne de querer llevar al bebe que era de Shun, no era así si pensaba que fue el poder de Hades que lo embarazo.

 

Y ahora no parecía tener la misma seguridad que tuvo cuando enfrentó a Ikki.

 

El fénix miro a Shun con una pregunta en los ojos, pero era algo que su otouto no estaba en posición de contestar, este aún seguía aguantando el peso de Hyoga en su hombro, aunque ya no estaba tan tenso seguía respirando con dificultad.

 

El ambiento se había puesto muy tenso, nadie hablaba ya y todos esperaban que Hyoga se irguiera y dijera algo. Y si no hubiera sido por la llegada de Tatsumi, quizás todos hubiesen quedado en la misma posición por horas.

 

-Mi señora… la cena ya está lista.

 

9

 

-Ya vamos, Tatsumi… Por favor, prepara habitaciones para Shaka y Mu, nos acompañaran por unos días.

 

Tatsumi asintió con un leve reverencia, aunque no le gustaba que el Santuario se mezclara con su vida en la mansión, no le quedaba otra que obedecer las órdenes de su Señora.

 

Los llevo a todos hacia el comedor, dejando a Shun susurrándole algo de Hyoga. No parecía más asustado que el Cisne, pero una sonrisa bailaba en sus labios con picardía.

 

Hyoga asintió entre su cuello, riendo.

 

-Está bien así…- Dijo irguiéndose y acomodando su cabello. -Además, creo que lo que más ansiamos los dos es tener una familia…

 

-Bien, si no crees que es demasiado pronto.

 

-Como todo en nuestras vidas, no tenemos mucho tiempo para pensar Shun, solo reaccionar…

 

Hyoga suspiro, poniéndose en movimiento, la verdad era que seguía sin mucho apetito, ero por lo menos lo tranquilizaba saber por qué echaba todo la mañana siguiente.

 

-Por lo menos parece que Sahori te consiguió unos médicos personales…

 

Hyoga hizo una mueca graciosa.

 

-Cualquier cosa con tal de no ver al imbécil de Kaname.

 

Entraron en el comedor justo cuando las doncellas entraban del otro lado con las bandejas a rebosar de platillos.

Hyoga tomo asiento, quedando flanqueado por Shun e Ikki en un lado de la mesa, mientras que Seiya estaba frente a él en igualdad de condiciones con Mü y Shaka, Sahori, como siempre estaba en la cabecera de la mesa y aunque se veía más distendida, aun no se animaba a enfrentar a Hyoga a los ojos.

 

Pero a medida que pasaba la cena los ánimos se fueron calmando, era verdad que nadie hablo mientras degustaban los platillos de esa noche, pero por lo menos no se sentía esa pesadez en el ambiente. Tanto así que Seiya se sintió curioso de preguntar algo.

 

-¿Entonces… si es verdad que estas en cinta, Hyoga… de cuánto estas?

 

Seiya hablaba de la gestación de su bebe. Shun se puso inmediatamente de colores, tanto que tuvo que dar un largo sorbo a su copa de agua antes de ver a Hyoga. El Cisne también estaba totalmente rojo, pero parecía llevarlo mejor; ambos se vieron unos segundos, y fue Hyoga quien contesto.

 

-Tres… quizás, pero seguro que casi son tres meses…- Dijo, contando los meses luego de su cumpleaños, donde todo aquello había comenzado.

 

Seiya asintió, y permaneció unos instantes con la boca abierta, como si quisiera preguntar algo más, pero al final solo se dedicó a terminar de comer. Ikki meneo su cabeza por algún pensamiento interno, y todos continuaron con la cena normalmente.

 

Luego de la cena cada uno se dirigió a su respectivo cuarto. Ikki iba a seguir la conversación con su hermano, pero lo vio tan cansado que lo dejo seguir hacia sus habitaciones.

 

Shun por su parte creyó que lo mejor para Hyoga seria dormir solo, ya que con él dormiría incomodo en su pequeña cama, claro luego de asegurarse que lo llamaría si necesitaba algo. Ahora lo de su relación había corrido por toda la mansión, y no sabían muy bien como… por suerte no así lo de su bebe.

 

Aun así, Hyoga lo único que quería era no tener que salir corriendo de la cama en la mañana siguiente… no importaba que ahora supiera las razones, odiaba sentirse enfermo.

 

-Seis meses para ver cómo sale todo esto… es mucho, poco al mismo tiempo… ¿No?

 

Suspiro, dejándose llevar por el sueño, realmente no sabía dónde se habían ido las horas de ese día, pero él sentía que las había corrido a todas, tan solo de lo extenuado que se sentía.

 

 

Continuara.

 

 

 

Notas finales:

.::Notas: Bien, hago las siguientes aclaraciones.


 


1: En realidad en un principio el medico se llamaba de otra forma, pero como no me gustaba del todo quise cambiarlo, y lo único que tenía a mano en ese momento en que no quería pensar era el primer tomo de Vampire Knight. Así que el médico paso a llamarse Kaname Kuran. Jejeje, primero porque es más joven de lo que originalmente iba a ser, además de atractivo, y eso a Hyoga lo saca de quicio, pero bueno se va a tener que acostumbrar porque Kaname va a seguir apareciendo.


 


2: Isba, es una palabra que las que sean viejas en el fandom ya la deben conocer, para las/os no la conozcan aquí la explicación.


-         Vivienda rural de madera, propia de algunos países septentrionales dela antiguo continente, y especialmente de Rusia.


Bien, ¿Y que con eso, me diran?... bueno eso luego lo explico.


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