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Un Cigarrillo Encendido por Karoline VxC

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Un Cigarrillo Encendido

 

El chico de cabello largo salía del bar sin ni siquiera conseguir una copa. Había sido un día horrible. Estaba cansado. Había corrido por la mañana debido a un accidente en el metro que causó que todo se retrasase, y tenía una presentación formal en la universidad, la cual terminó muy mal, cómo las odiaba. No había tenido tiempo para almorzar, solo había comido algo de pasada por un local, y por fin cuando aquel jueves universitario había terminado, decidió ir al bar que frecuentaba, buenos tragos, y poca gente, o eso creía. Estaba lleno. Cabreado, salió del famoso bar, y caminó hasta un paradero cercano. Su ánimo ya sabía a resignación. Se apoyó en el soporte de dicha parada y cerró los ojos suavemente luego de ver que de locomoción ni rastro había.

 

-¿Tienes fuego?- El joven abrió los ojos al oír la voz, y se encontró con una delgada figura de chico, levemente más bajo que él y el cabello claro.

 

-Creo…-Murmuró el universitario mientras buscaba en su chaqueta y se fijaba en que el rubio que tenía en frente ponía un cigarrillo entre sus labios. Segundos después, al encontrar el encendedor se lo entregó y el chico prendió el cigarrillo, devolviéndole el aparato al instante, mientras soltaba poco a poco el humo aspirado de éste y le ofrecía el mismo. El joven de cabello largo sonrió y aceptó, aspirándolo una vez y retornándolo al dueño, quien luego de volverlo a aspirar, lo dejó caer y lo apagó en el suelo. El de traje miró al rubio extrañado y luego cada quien siguió en lo suyo. El mayor dejó caer su chaqueta al suelo. Como anhelaba el de traje vestir como el más bajo, a pesar de que ya poco conservaba del atuendo, sin la chaqueta, la corbata hacía rato que había desaparecido, y la camisa afuera desabrochada, extrañaba una polera, un jeans ajustado como los que solía usar, y un blazer. Suspiró y miró la luna un momento.

 

-Día Maldito-Sonó al unísono. Ambos se miraron, el rubio soltó una carcajada, causando que el otro sonriera y sonrió también.

 

-¿También un día nefasto?-El de cabellera larga asintió soltando otro suspiro y el rubio se encogió de hombros, mientras ponía las manos en sus bolsillos y se paraba a la mitad de la calle, buscando locomoción. Nada. Volvió sobre sus pasos y miró un momento al universitario.-Hay un paradero más cerca de aquella avenida…-Comentó mientras apuntaba al fondo de la calle en la que estaban. -¿Vamos?-

 

El mayor recogió su chaqueta y pasándola sobre su hombro siguió al rubio que ya había comenzado a caminar. Cerca de dos cuadras después, encontraron el paradero y el mayor retornó a su posición en el soporte, agachando la cabeza para mirar la hora en su teléfono. Eran alrededor de las diez, era temprano.

Luego de unos minutos, el rubio le preguntó un par de cosas y conversaron de variados temas, un par de risas, miradas y muecas. El rubio hacía rato que no miraba el tráfico, y el mayor, ya cansado, había vuelto a apoyarse en el soporte, agachando la cabeza, en cuanto el silencio llenó el aire.

 

-¿Quieres?-

 

Al levantar la vista, se topó con el mismo par de ojos que ahora distinguía grises en el fino rostro, y la desordenada cabellera rubia que le acompañaba desde hacía un rato, ofreciéndole de nueva cuenta, un cigarrillo encendido. El de traje sonrió y tomó el cigarrillo y al momento de apoyarlo en sus labios, se detuvo y miró  fijamente al rubio que tenía en frente, que alzó una ceja, interrogante.

 

-¿Cómo lo encendiste?- Preguntó suspicaz. El rubio puso las manos en sus bolsillos y sonrió agachando la mirada, escondiendo el rostro mientras se encogía de hombros. El mayor aspiró y soltó el cigarrillo, apagando la colilla en el suelo, y con un dedo levantó la barbilla del otro chico y soltó parte del humo, sonriendo ladinamente.

 

-Tú si tienes un encendedor…Y a mí no me gusta mucho fumar- Al decir aquello cruzó un brazo por su cintura, tomándole la espalda baja y le robó un apasionado beso directo en los labios. El otro chico, extrañado, se separó apoyando las manos en su pecho, pero el mayor le sujetó la espalda y volvió a besarlo, abrazándolo esta vez. El rubio intentó seguirle el ritmo, en unos segundos estaba devolviendo la caricia con lujuria, y rodeó su cuello con los brazos, apegándole cuanto podía. El mayor sonrió entre besos, le acarició el cuello con una mano, y  suspiró en su oído, excitándole sobre manera, entonces coló las manos bajo su chaqueta y camiseta, recorriendo la línea de su espalda. El menor se apegó a él de tal manera que sus cuerpos se rozaban, ya estimulados, y el mayor no tardó en descender con las manos hasta sus caderas y presionar uno de sus glúteos, momento en que el menor se separó recuperando el aliento.

 

-Mi departamento está en el piso 3 del edificio a tu espalda-Volvió a besarle mientras sacaba las llaves y las hacía sonar. Mordió el labio inferior del oji-verde alejándose y, dedicándole una mirada pícara, se dirigió a dicho edificio. El mayor, sorprendido, recogió su chaqueta y le siguió corriendo, subieron las escaleras rápidamente y apenas el rubio cerró la puerta, se encontró acorralado en ella, puesto que el mayor no dejaba de besarlo.

 

-¿Cómo te llamas?-Preguntó acelerado el de cabello largo y castaño, el rubio abrió sus ojos grises mientras jadeaba un poco.

 

-Kayden… ¿Tú quién eres?-Preguntó volviendo a besarle mientras el mayor contorneaba sus caderas sensualmente.

 

-Dime Bianco- Kayden sonrió mirando los preciosos ojos verdes que le miraban con lujuria y le besó, dejando a medio terminar la caricia y corrió por el pasillo. Bianco al seguirle notó que se hallaban en un dúplex bastante caro, sin embargo dejó caer su chaqueta y lo siguió escaleras arriba, encontrándole y tumbándolo enseguida en la amplia cama, pues la escalera daba directo a la habitación. Las prendas volaron en unos acalorados segundos, Bianco le desvestía con habilidad y experiencia, en tanto que Kayden lo hacía algo más suave y buscaba besarlo apenas tuviera la oportunidad, era más romántico, sin embargo, no menos apasionado. Poco a poco, Bianco fue suavizando las caricias, le gustaba besarlo, tocarlo, su piel sedosa, su silueta fina, y los ojos grises,  lo abrazaba y acariciaba su cintura con deleite, mientras Kayden se aferraba a su ancha espalda, deslizando las manos por su piel, y le soltó la melena castaña clara y ondulada, acariciándola, no dejaban de besarse. Se miraron a los ojos, respirando hendidamente mientras Bianco le ofrecía tres de sus dedos, Kayden sonrió y los lamió sensualmente, sin una pizca de recato, mientras sentía como el de ojos verdes, acariciando sus muslos, los separaba y se ubicaba entre ellos, y volviendo a besarle, comenzaba a preparar su entrada. El rubio se quejaba poco, y su cuerpo no se tensaba demasiado, parecía bastante relajado, lo que ayudaba a que Bianco le tratase con mayor confianza y le acariciara con mayor libertad, le tomó por las costillas y le besó recorriendo desde sus labios hasta su ombligo, el menor arqueaba la espalda levemente con las caricias y la preparación y volvía a acariciarlo, a la vez que recogía su piernas y dejaba que Bianco se aferrara a sus caderas. -¿No eres virgen, verdad?-

 

Kayden soltó una risilla y negó, mientras dejaba salir un gemido al sentir al castaño tan cerca. Bianco sonrió con malicia y tomando sus caderas aproximó las suyas, entrando con una embestida suave y lenta, acostumbrándole. El rubio soltó un gemido tan exquisito, que causó que el castaño empezara a embestirle enseguida, mientras comenzaba a masturbarlo certeramente. El rubio se deshacía entre sus brazos, los gemidos inundaban el cuarto e incluso el departamento, ninguno contenía nada y con cada gemido llegaba una nueva sensación, que los impulsaba a llevar un vaivén poco interesado por la salud mental. Se incrementaba y descendía de manera en que ambos gemían sin control. Un rato después, Bianco llegaba a su límite y Kayden solamente pedía más, ambos estaban ya cegados por el placer y entonces terminaron ambos, Bianco en el interior de Kayden y éste entre sus vientres. El mayor sonrió satisfecho y luego de salir del interior de su pareja momentánea, le estrechó entre sus brazos, acariciando su cabello, besándole de nueva cuenta. Kayden solo temblaba un poco, respirando aceleradamente, aún reponiéndose del acto. Ambos suspiraron.

 

-Necesito más días malditos como éste, ¿Qué dices?-Le sonrió el mayor, el rubio también esbozó una sonrisa, y se acurrucó en su pecho. – ¿Qué edad tienes Kayden?-

 

-¿Qué edad tienes tú?-

 

-Ahm, 26, ¿Por qué?-

 

-Entonces tengo 25-Bianco le miró incrédulo y le jaló la oreja con los labios, haciéndole reír. -Ya deja de hacer eso, tengo 23-

 

-Tienes una risa muy contagiosa-Sonrió. -Y unos ojos de película-El rubio sonrió y le besó acarameladamente. Bianco le quedó mirando fijamente, pero entonces escuchó sonar su celular, a lo que Kayden le volvió a besar, intentando retenerle en la cama, sin tener éxito. –Espera-

 

Bianco se levantó, cogió su celular, contestándolo y salió de la habitación, bajando algunos escalones, apoyándose en la baranda de la escalera, mientras Kayden se sentaba sobre la cama, luego de limpiarse con una toalla, y cubriéndose con la misma camisa del castaño, lo siguió con la mirada, curioso, apoyando el rostro sobre sus rodillas, que tenía posadas en el pecho.

 

-No, no, si, pero no quiero hablar contigo, ya va un mes, supéralo, tuve un mal día, pero se arregló y estaba muy feliz hasta que llamaste, ¿Sí?-Kayden sonrió levemente. -Javier, me tienes harto, pareces mina caprichosa, no me interesa, de verdad que no, fuiste tú quien… Vete al diablo, ya tengo novio.-La sonrisa de Kayden voló a otro mundo y agachó la mirada. -Qué te importa desde cuándo, no volveré a cogerte el teléfono, no me interesa. Vete al maldito diablo, soberana escoria.-Colgó el teléfono. Luego volvió al cuarto y se apoyó en el marco de la puerta. Lucía precioso, y no tenía ni pizca de vergüenza al andar desnudo en morada ajena.-Creo que debo irme-

 

Kayden lo miró fijamente.

 

-¿Es necesario?, ¿No quieres quedarte?...-Bianco se acercó y se sentó tras él en la cama, besando su cuello, abrazándole por la espalda, el rubio solo agachó al cabeza.

 

-No se si esté bien, no te conozco…Y no se si te volveré a ver, esto fue algo de momento y… Yo preferiría que quedara así si no te veré de nuevo-

 

-¿No se si esté bien?, Bianco, vivo aquí, ¿Recuerdas?, anda, quédate, no quiero que seas la acostada de la noche… Me gustó como eres, no solo tiras con alguien, eres… Romántico-El nombrado pestañeó dos veces, extrañado.

 

-Y si resultara ser un psicópata y –

 

-¿Tienes novio?-Bianco dejó de besar su cuello y le miró sorprendido.

 

-…No…-Murmuró, para luego tumbarle en la cama sujetándole las muñecas y le besó, sonriendo al terminar. -¿O sí?, ¿Por qué lo preguntas?-

 

-Es que te escuché hablar con un tal Javier, lo siento, soy curioso, y hablabas fuerte, estabas enojado y-

 

-Es mi ex, me puso los cuernos de nuevo y ya lo mandé al diablo hace un mes, fecha desde la cual estoy soltero… y hasta donde me has dicho, asumo que tú también lo estás…¿”La acostada de la noche”, Haces esto con la gente muy seguido?-

 

-Nunca. De hecho… Eres el único que ha estado conmigo así. No creí que me darías resultado, estabas muy distraído, solo seguí insistiendo, porque sencillamente, sino iría a vagar, pero tenía que insistir, me gustaste mucho y… No quería pasar la noche solo en mi departamento, que aburrido-

 

-Suena sencillo-Razonó el de ojos verdes volviéndole a besar, Kayden sonrió.

 

-Lo es-

 

-Me gusta como eres, tan liberal y simple, pero no superficial y…-

 

-¿Quédate?-Le interrumpió deliberadamente topando sus labios con los propios, causándole una sonrisa.

 

-Hecho-Murmuró volviendo a besarlo mientras cruzaba los brazos por debajo de su cuerpo, apegándolo a sí.

 

 

A la mañana siguiente…

 

Los rayos de sol se colaban por entre las cortinas de la habitación. Kayden se hallaba en la cama, y al sentir el tenue calor de la luz solar acariciar su cuerpo, la atmósfera del sueño se quebró y sus ojos se abrieron con parsimonia.  Mientras aclaraba la visión, medio se incorporó en la cama, quedando sentado, acción que al instante le recordó lo acontecido al noche anterior. Sus grises ojos recorrieron la habitación y de sus labios se oyó un suspiro de decepción y resignación. Con el ánimo bastante bajo, se levantó y se dirigió a la ducha. El agua y el vapor, le relajaron, y su mente viajó a la última noche que había vivido. Aquellos ojos tan hermosos y verdes, le habían cautivado. Deseaba que Bianco se hubiese quedado y despertar a su lado, mas no lo hizo. Sabía de todos modos que era mucho pedir, pero el chico le había gustado en serio. Bajó para desayunar y en cuanto llegó a la cocina, escuchó el cerrojo de la puerta principal. Saltó el sofá que interfería y se dirigió a la mencionada puerta, pero entonces, se asomó un alegre chico de cabellera azul semi larga  de ojos pardos. Kayden se dejó caer de rodillas en la alfombra.

 

-Yo también te tengo cariño y te admiro, pero no es necesario que te arrodilles ante mí-Sonrió el peli-azul. Kayden se estiró en la alfombra.

 

-Hola Neythan—Dijo evidentemente decepcionado, el peli-azul dejó la bolsa de pan que cargaba sobre el sillón y se recostó boca abajo en el mismo, dejando su cabeza colgar. Sus ojos pardos eran curiosidad pura. -Conocí a alguien anoche-

 

-Vamos quiero saber, anda, anda, dilo, cuéeentame, cuéntamelo-Comenzó a picar su estómago con un dedo. Kayden suspiró y le relató todo lo ocurrido la última noche. Para cuando terminó, Neythan estaba de cabeza en el sillón, apretando un cojín entre sus brazos, por la ansiedad.

 

-Y cuando abrí los ojos por la mañana… Ni rastro había-

 

-Entonces… ¿Fue cosa de una noche?-Preguntó sin esconder la decepción por el final triste.

 

-Creo que sí… Aparte, nunca aclaró si realmente tenía novio o no…-

 

-Pero, ¿Te imaginas quedaran de novios?, Te lo pregunto porque se te nota mucho el A.P.V-

 

-No creo que sea Amor a Primera Vista, aparte, sabes que no creo en ello. Me gustó como es, me habría encantado que se hubiese quedado… Sabe que vivo aquí, pero por como vi su carácter, creo que no se dejaría caer aquí nuevamente.-

 

-Nunca se sabe amigo…Ya, cambia ese rostro, que te pones feo- Comenzó a hacerle cosquillas. Rato después, había conseguido distraer al rubio.

 

Mientras tomaban desayuno, comenzó a sonar una alarma de reloj. Kayden se sobresaltó y voló a su habitación, segundos después reapareció en el pasillo de las escaleras, y corrió a la puerta principal.

 

-Tengo examen, ya sabes dónde está la comida y todo-

 

-¡Pero Kayden, no olvides que hoy a las nueve  y treinta tenemos la presentación en La Casa del Aire!, No vayas a-

 

-No fallaré, soy el vocalista, no falto dos veces a algo, nos vemos allá a las nueve- Dicho esto y sin dejar terminar a Neythan, cerró la puerta y corrió al metro. El peli-azul suspiró y se dejó caer en la silla.

 

-A este idiota se le va a olvidar, es el vocalista de nuestra banda, y yo como baterista no tengo la voz necesaria para suplirlo si falta, Julius es un asco cantando, Chase podría hacer los coros como siempre y Matthew cantar pero… Si tan solo no le temblaran las rodillas al pararse en el escenario sin el teclado-Suspiró nuevamente y miró el techo. -Esa mancha es nueva-

 

De pronto se escuchó sonar un electrónico ritmo en el segundo piso.

 

-¿Uhm?, ¿Ese no es el celular de Kay?-Se levantó de un salto y corrió  por las escaleras, llegando al instante al cuarto del rubio, lugar en el que descubrió la cama-evidencia de la noche anterior y se sonrojó levemente, pero entonces se dispuso a seguir el sonido del celular. El tono estaba por acabar cuando dio con él en la repisa más alta de la biblioteca de la pared lateral, cosa que le costó alcanzar debido a su altura. Tuvo que pararse en el borde de la cama y entonces logró cogerlo. Al tomarlo, la llamada ya había acabado, pero de la repisa, cayó una pequeña nota. El peli-azul bajó, la recogió enseguida y la leyó.

 

-Que letra tan perfecta…“Nos vemos en << La Triada>> a las diez treinta. B.”… ¡Le dije a Kayden que no era cosa de una noche, Bianco quiere verlo otra vez!- Se dejó caer en la cama contento pero entonces recordó lo que su amigo le había relatado y se levantó con un brinco de la misma, sacudiéndose. Se dirigió a las escaleras y entonces se percató de un detalle importante. La presentación y la cita tan solo tenían una hora diferencia, pero no sabían cuanto tardarían en tocar y  los locales se encontraban a media hora en automóvil. Tenía que encontrar una forma de avisarle a Kayden. –Rayos, qué hago, cómo le aviso, también tengo un examen dentro de poco y… ¡Julius estudia a tres cuadras!-Neythan tomó su celular entre sus manos y marcó al bajista de la banda.

 

-¿Qué quieres?-

 

-¡Oye, soy tu cuñado, el mellizo de tu novia, más respeto!-Solo escuchó un suspiro cansino por respuesta. –En fin, Julius necesito que, a ver, lo resumo. Kayden conoció a alguien y quiere volver a verlo, y tiene una cita que no sabe que tiene porque se le quedó su teléfono y-

 

-Estoy con tu hermana, no la voy a dejar sola-

 

-Pero Julius, es por Kayd-

 

-Neeeh-Tut. Neythan miró su teléfono y notó que el bajista le había colgado el teléfono descaradamente.

 

-¡Hijo de tu madre, maldito Julius!-Bufó, miró la hora, tomó su chaqueta del sillón y corrió por las escaleras del edificio, rumbo a su facultad, cuando se le encendió un foco. -¡Matthew!, ¡Claro, él puede entregárselo!-

 

El peli-azul salió del edificio, corrió dos cuadras cortas y dobló en la primera esquina, dando con un edificio azulado, al cual entró y subió por el ascensor sin problemas hasta el octavo piso. Una vez ahí, tocó el timbre de la tercera puerta. Enseguida, se abrió la ya mencionada, enseñando a un chico de estatura muy baja, alrededor de 1,55m, de tez muy clara, contextura bastante delgada, castaño chocolate tanto de ojos como de cabello, el cual usaba semi largo y con una expresión de alegría permanente en todos sus gestos.

 

-Ahm… Hola Ney-Sonrió extrañado.

 

-¡Amigo!-Neythan le tomó una mano y puso en ella el celular de Kayden junto a la nota de Bianco y le cerró el puño. –Cuento corto, Kayden quiere esa cita, es hoy, pero olvidó su celular y mucho menos sabe que el chico le dejó esta nota. Se los entregas, tengo examen. Cuento contigo-

 

-¡Pero!-

 

-¡Adiós!- Prácticamente se esfumó al salir corriendo por las escaleras. Matthew miró el celular con expresión de frustración y leyó la nota.

 

-Pero tenemos la presentación una hora antes… Kayden no llegará, no sabe y tengo que…Entregarle esto… Pero ni idea tengo de dónde está su facultad, Neythan es un fiasco con las indicaciones que por supuesto ni siquiera me dio, a Julius ni preguntarle, entonces… Chase es el único que sabe…-Suspiró quedamente mientras  se apoyaba en el marco de la puerta. –Chase…-

 

El chico ya había vuelto de la universidad aquel día pues solo tenía una clase, por lo que sencillamente tomó tan solo una chaqueta y dejó su departamento. Salió a la calle, y caminó unas 4 cuadras a la izquierda, dobló en la esquina que seguía y cruzó a su facultad. Al llegar a ella, comenzó a observar atentamente los jardines del campus. Y entonces, al ver a aquel chico de largo cabello almendra sus ojos se iluminaron. Aquel guitarrista de ojos melados, sumamente alto que vestía de forma relajada totalmente acorde a su aura era el único que podía ayudarle… En todos los sentidos posibles.

Matthew suspiró hendidamente y comenzó a acercarse a la vez que sentía que sus mejillas se sonrosaban gradualmente. El ojimiel reía alegremente mientras dibujaba en su croquera al Border Collie de un compañero de carrera que tenían, sentado en el pasto, apoyado en un árbol. El perrito estaba a unos metros, sentado frente a él. Matthew sonrió al verle. Chase siempre era así, emanaba alegría y calma. De pronto el guitarrista elevó la mirada y divisó a unos cuantos metros al pequeño tecladista que se le acercaba, y sonriendo, le indicó que se sentase junto a él en el césped. El castaño se acercó y se ubicó junto a él.

 

-¿C-cómo estás?- Preguntó con timidez. Chase continuaba su dibujo.

 

-Como patito en el agua- Dijo contento. -Es un bonito día, ese es un perro muy genial, llegaste aquí,  así es que promete ser un buen día, ¿No lo crees así?- Matthew asintió y escondió la mirada apoyándose en su hombro. Chase le miró, dejando de lado su lápiz. - ¿Uhm?, ¿Qué sucede, Toffee?-

 

-¿Toffee?-Levantó la mirada y alzó una ceja mientras le miraba, Chase le acarició el cabello y le colocó un mechón tras la oreja sin perder su sonrisa de siempre.

 

-Eres una persona dulce, tu cabello es cafecito… - Se encogió de hombros. Matthew se sonrojó violentamente, y desvió la mirada. –Vamos, ¿Qué pasó?-

 

-No es nada Chase… -El chico le miró incrédulo y entonces el menor se zafó sacando de su bolsillo el celular de Kayden y la nota. Chase reconoció el celular al instante. –Tengo que entregárselo a Kayden pero yo… No sé donde está su facultad, no he ido nunca y… Tampoco se cual es y…-

 

Chase sonrió y mientras lo oía titubear, guardó sus lápices y croquera en su bolso.

 

-Vamos juntos- Se levantó y le tendió la mano. Caminaron hasta el estacionamiento, el tecladista no entendía bien el por qué, pero todas sus dudas se disiparon cuando apareció frente a sus ojos la reluciente Yamaha YBR de un brillante rojo metalizado. Matthew se puso pálido. Chase se montó en la motocicleta, se puso un casco del mismo tono y descolgó el segundo del manubrio, alargándoselo a Matthew, que miraba muy nervioso la motocicleta. –Vamos Toffee, no voy a matarnos, tan solo te abrazas a mí y ya está-

 

-¿P-pero podrías ir…No tan rápido?-

 

-¿Te dan miedo?-Pregunto mientras se recargaba sobre el manubrio. Matthew asintió bajando la mirada, a la vez que arqueaba sus piernas, de manera que sus pies apuntaban hacia adentro, dándole una inmensa ternura. Chase se quitó el casco, bajó de la máquina y acercándose al pequeño, levantó su rostro y mirándole fijamente a los ojos, le habló suavemente. –Trataré de ir más lento para que no tengas miedo. ¿Está bien así? Confía en mí- Tomó el segundo casco y se lo ofreció mientras le sonreía. Matthew tomó el casco enseguida y se lo puso rápidamente para evitar que el guitarrista viese el sonrojo instantáneo que aquella actitud le había producido. Ambos subieron a la motocicleta y Chase aceleró como siempre lo hacía, al contrario de lo que había pedido el pequeño castaño que se aferraba a su espalda con el corazón casi brincándole del pecho  y que ya parecía más bien un caparazón en la espalda del guitarrista. Cuando llegaron, Chase estacionó su motocicleta y bajó junto con Matthew, pues éste aún no se soltaba de su cintura. El mayor rió levemente y girándose entre sus brazos, le quitó el casco después de quitarse el suyo. El menor se sonrojó como colegiala y le soltó enseguida.

 

-Toffee, ¿Qué estudia Kayden?-

 

-Me lo preguntaste en un semáforo hace unos minutos… Él estudia arquitectura-Sonrió.

 

-Ah, cierto… Se me olvida-Se encogió de hombros y luego de encadenar los cascos, caminaron hacia la facultad de arquitectura.

 

Mientras tanto, Kayden cabeceaba de sueño en plena cátedra. Se encontraba muy cansado. La noche apenas y le había alcanzado para dormir, pero aquel no era el motivo de que no prestase atención a la cátedra, si no que era aquel par de ojos verdes hermosos y coquetos que se le reaparecían en todas partes. No podía sacar de su mente al chico de cabello largo. Pero no se arrepentía en lo absoluto. Suspiró y soltó un bostezo, ya casi cerrando los ojos. Por suerte, el timbre sonó y aquella cátedra terminó antes de que pudiese dormirse por completo, así es que se despejó un poco  y corrió hasta su casillero, sacó sus patines de éste junto a una enorme bolsa de materiales y echó a andar hasta el otro extremo del campus, pues necesitaba llegar rápido al siguiente salón y solo tenía 5 minutos.

El pequeño tecladista caminaba junto al alto guitarrista mirando  a todas partes, mas no encontraban al vocalista. Habían preguntado  a algunas personas, pero éstas, a pesar de conocerle, no le habían visto en lo que iba del día, y ya eran cerca de las 4 de la tarde.

 

-Toffee, ¿Estás seguro de que vino hoy?-Quiso tomarle por el hombro pero el pequeño se corrió sin darse cuenta.

 

-Pues sí, eso dijo Neythan, no creo que hubiese ido hasta mi departamento no estando seguro, pero no sé nada más, apenas me entregó el celular se largó-El más alto trató de buscar su mirada, mas el pequeño se la desviaba cada vez que sentía contacto visual.

 

-¿Y no hay forma de que sepamos cual es su horario?-Chase le abrazó por la espalda, y apoyando la cabeza sobre la suya, le rodeó la cintura, evitando que se le escurriese. Matthew se paralizó y se sonrojó violentamente al sentir aquel contacto.

 

-N-no… A-a menos que lla-llamemos a Neythan y-y nos-nos diga la cla-clave de su ta-tarjeta de estudiante, y para eso ne-necesitamos un com-computador-

 

-Estás tartamudeando Toffee, ¿Qué pasó?- Le giró entre sus brazos, y con un dedo intentó levantar su rostro.

 

-Nada Chase-El menor bajó la mano del rubio y se soltó de su abrazo, caminando más adelante por el pasillo. Chase corrió un poco tras él, pero entonces notó que Matthew había sacado su teléfono y hablaba con el peli-azulado baterista de la banda. El rubio se pasó una mano por el cabello, sin saber qué hacer luego de aquella brusca reacción a medio pasillo vacío. Tras aquello, el pequeño tecladista le hizo una seña al guitarrista y se  dirigieron a una sala de computación, desde la cual entraron al sistema universitario sin problemas, gracias a la clave que Neythan les había traspasado. Ubicaron la clase y sala correspondiente de Kayden en ese horario y se encaminaron enseguida a esta última, debido a que el ramo era libre, solo trabajo manual. El rubio muchacho de ojos grises estaba montando una diminuta escalera con unas pinzas, escalón por escalón en una perfeccionista maqueta de un museo sobre arte moderno. Entonces, Chase se acercó al rubio sin hacer ruido y le habló al oído.

 

-Hooooola Kay-Pese al tono tranquilo del chico, Kayden se sobresaltó y pasó a llevar los 21 escalones que le habían costado una hora y media colocar. Los tres chicos observaron el montón de palitos caídos en el fondo de la maqueta, Matthew tenía los ojos abiertos como platos, mientras que Chase le miraba sin entender hasta que lo notó. El rubio vocalista no despegaba la vista de aquel montón de palitos.

 

-Chase… Matt… Llevaba una hora y media en eso…Tan solo me quedaban dos por poner… -El tecladista tragó espeso mientras se sentía más pequeño de lo que era y el guitarrista asimilaba, pestañeando lentamente.

 

-Funeeeesto-Murmuró por fin, Kayden apretó los labios. –Te ayudaría pero tengo el pulso de un alcóholico y…-El futuro arquitecto se transformaba poco a poco en Rayita, el Gremlin. –Pero…- Kayden ya estaba por saltarle encima.- Lo sieeento, ¿Sí?-

 

-¡Kay esto es tuyo!- Exclamó el tecladista interponiéndose entre ambos, alzando el celular por sobre su cabeza mientras sonreía algo temeroso.

 

-¿Qué hacen ustedes con mi celular?-Preguntó el vocalista totalmente desconcertado.

 

-Pues…-Matthew ensanchó la sonrisa y subió las cejas repetidamente. –Sabemos que tienes una cita…-Kayden le miró sin entender. –Tal vez te suene… ¿“Bianco”?-

 

El oji-gris y rubio vocalista se sonrojó violentamente y le arrebató el celular a Matthew, escondiéndolo en su regazo.

 

-¡¿Qué saben de eso?!-

 

-Yo nada, pero deja de quejarte que quiero saber, ¿Tiraste?-

 

-¡Chase!-Kayden no podía sonrojarse más.

 

-¿Qué?, es un proceso natural de la vida, y sé que te agradan los procesos vitales-Sonrió con los ojos semi cerrados, totalmente tranquilo.

 

-Ergo digo, ¡Chase!-

 

-Kayden-

 

-¡Matthew! ¿No?-Levantó los brazos alegre el pequeño, el de ojos grises soltó un suspiro.

 

-Solo es un chico que conocí ayer…-Admitió, los dos ya le daban leves codazos y alzaban las cejas. –Chicos… por favor-

 

-Uy… ¡Uy, uy!-Le picaba el estómago el más bajo mientras le pestañeaba rápidamente.

 

-¡Matt!-

 

-¡Kayden, Chase!- Soltaron ambos alzando los brazos. Kayden se llevó una mano a la frente.

 

-Dejen de hacer eso-

 

-¡Pero es divertido!-Saltó el tecladista.

 

-Groooovie-El guitarrista miró al más pequeño, cómplice.

 

-¡Dubi!-

 

-Diiiibi-

 

-¡Dú!-Ambos alzaron los brazos contentos. El oji-gris se quedó mirándolos un momento para luego sonreír y reír levemente. Entonces, el pequeño sacó de su bolsillo la nota del tal Bianco y se la mostró a Kayden sin pasársela. Ambos chicos esperaron la reacción del vocalista que terminó siendo una lenta sonrisa y un brillo peculiar en los ojos.

 

-Pero les prometí cantar hoy… No podré ir…-

 

-¿Y si le llamas y quedan para mañana?-Se encogió de hombros el más alto. Kayden marcó enseguida sin pensárselo. Cinco veces había intentado, pero no recibió respuesta. Los chicos no sabían qué decirle.

 

-Pues… Ya, trataré otro día… Bueno, los veo en el local a las 8:30, gracias por traer el teléfono-Intentó no verse desilusionado y se volteó a terminar la maqueta. Matthew miró con tristeza a Chase y éste no supo qué hacer en respuesta. Se despidieron brevemente de Kayden y caminaron de vuelta al estacionamiento.

 

-No puedo creer que quede hasta ahí todo…-Comentó Matthew mientras se ponía el casco y se sentaba en la parte trasera del asiento. –Qué triste…-

 

-No va a quedar así-El bajito le miró sin entender. –Vamos a cambiar eso Matt-

 

-Pero cómo, el chico no sabe que Kayden sí quiere verle otra vez y no le contesta, no tenemos ninguna manera de hacer que eso pase-Chase volteó mientras el pequeño seguía murmurando y le tomó el rostro entre las manos, acercando su rostro al de cabellos chocolate.

 

-… Porque cuando hay sentimientos de por medio todo cambia Matt- Matthew le miró a los ojos, el guitarrista le soltó, le dedicó una gran sonrisa, tomó el casco cerrado, se lo puso y se volteó, tomando el manubrio. El pequeño tecladista se puso el suyo aún desconcertado y al sentir el acelerón de la motocicleta, se abrazó a Chase cerrando los ojos, con el corazón fuertemente acelerado y confundido.

 

Diez minutos después, llegaron al departamento del vocalista y entraron, pues aunque no fuese su departamento, era tanto el tiempo que pasaban ahí todos los de la banda que era algo común tener una copia de la llave de aquel lugar en el llavero.

 

-Veamos, Neythan te entregó el teléfono…-Matthew asintió, sentado en el sofá mientras observaba la simpática forma de caminar del guitarrista, pues casi pateaba su propio pantalón ancho cada vez que daba un paso, siempre con los pies algo más adelante que el mismo cuerpo. Sonrió al notarlo. –O sea que debe saberse toda la historia… ¿No sabrá algo más del tipo?, algo como por ejemplo… ¿Qué habrá hecho esa noche antes de que conociera a Kay, onda, dónde andaba?-Miró al tecladista, que en ese momento terminaba de marcar el número del baterista. Luego de una no muy larga conversación, Matthew colgó.

 

-Bianco, ojos verdes, cabello largo castaño claro, alto. Pasó por una copa al bar de la otra cuadra-Sonrieron ambos.

 

Al rato después, se hallaban ambos chicos sentados en la barra del bar del que hablaban.

 

-Sarah, ¿Conoces a un chico de ojos verdes, alto, de cabello castaño largo que vino ayer?... Se llama ¿Bianco?-Miró al tecladista y éste asintió. – Sí, Bianco-La chica de cabello castaño y ojos melados que secaba un vaso con un paño alzó la mirada, intentando recordar.

 

-Hay un chico que viene a veces que se llama Bianco, de ojos verdes y lo demás, pero ayer no le vi… Aunque pudo haber venido y yo no haberle visto, suele pasar con los happy-hour, ayer esto estaba hacinado-Se encogió de hombros y recogió un mechón de su cabello.

 

-¿Y no sabes a qué se dedica?-Aventuró Matthew.

 

-La otra vez mencionó algo de un hospital así es que podría ser medicina pero-

 

-¡Hola!-Saludó alegremente el otro chico que atendía la barra. Sarah desvió la mirada y fue a guardar el vaso que secaba. Chase alzó una ceja y sonrió, mirando a la chica, acción que al mismo tiempo era realizada por Matthew a su lado, pero de una manera más sutil.

 

-¿Qué tal Síber?, ¿Y tu gemelo?-Le respondió el rubio de ojos melados. El aludido sacudió su melena colorina y la amarró en una coleta mal hecha.

 

-Bien, solo que a Dánico lo despidieron por llegar tarde, no le daban los horarios con lo de los desfiles y eso, Paulina lo tiene prácticamente enclaustrado en el taller de diseño, ya sabes, Dánico es el modelo favorito de aquella loquita-Soltó riendo, era bastante hiperactivo. –Pero bueno, ¿Qué van a pedir?-

 

-¿Conoces a un tal “Bianco”?, ojos verdes, viene a veces... Parece que es médico-Preguntó el guitarrista.

 

-Pues… ¡Ah, sí!, claro, es el ex del primo de un amigo, de otro amigo, de mi hermano-

 

-¿Y sabes cómo encontrarlo?, ¿Dónde vive, o trabaja, o estudia, o pasa el rato?-

 

-¿Qué onda psicópata?-Se alejó un poco el pelirrojo pero sonrió. –Universidad Católica-

 

-¿Y sabes cómo se apellida?-Preguntó el pequeño tecladista, expectante junto a Chase. Síber los miró curioso y pasó lentamente el paño por el mesón de la barra.

 

-Siendo tan cuático no se te olvida, el apellido es…-Los miró intercaladamente, incrementando el suspenso de ambiente, hasta que el más bajo se desesperó.

 

-¡Síber!-Exclamó desesperado, éste se carcajeó.

 

-Se llama Bianco Crittendon, lo molestábamos por lo cuático.- Chase sonrió y miró al pequeño a su lado, que ya se hallaba ingresando el nombre a la búsqueda en el sitio de Facebook vía internet en su celular. Enseguida dio con el usuario y sonriendo, se lo enseñó al guitarrista que ensanchó aún más su sonrisa.

 

-¿Ves un Kayden feliz, Toffee?-

 

-Sí sí, veo un Kayden feliz- Chocaron los cinco.

 

Por otro lado, Kayden  se encontraba ya en su última clase del día, pero remotamente lograba concentrarse. Suspiró y golpeó la mesa con rabia, cosa que le dolió más a sus propios nudillos. Tomó su celular de la mesa nuevamente y re discó el número de Bianco. Después de muchos tonos, dio el buzón de voz. “Hola, Bianco al habla, perdona pero no puedo hablar ahora, luego te llamo, después del tono ya sabes qué hacer, baby”. En ese instante el rubio se sonrojó violentamente y colgó. Se encogió en el banco mientras sonreía. Sacudió la cabeza nuevamente y trató de poner atención.

 

En una facultad muy diferente, un elegante chico de ojos verdes se encontraba en la biblioteca, buscando impacientemente un libro aunque sin encontrarlo. De pronto unas manos se posaron firmemente en sus hombros, asustándole medio a medio.

 

-¡Sabrina!- Exclamó volteándose molesto. La chica le indicó silencio soplando con un dedo contra sus labios junto con el resto de la gente presente en la biblioteca. El chico se encogió levemente. -¿Cuál es tu problema?

 

-Ninguno, solo quería saludar-Le sonrió. -¿Qué libro andas buscando?-

 

-Sobre nutrición, tengo un caso  bastante curioso, es hormonal, pero creo que le está afectando algo en la alimentación-

 

-Es posible, cuando las hormonas andan extrañas, todo se complica-Ambos asintieron. -Pero bueno… ¿Qué hiciste anoche que no fuiste al bar?, me habías prometido ir ayer-Hizo un puchero con sus labios finos.

 

-Oh lo siento, lo olvidé por completo, es que se me presentó algo nada planeado que salió bien y luego volví a mi depa y, en fin… Te lo recompensaré apenas no tenga turno, ¿La otra semana?-

 

-Está bien… ¿Y qué algo fue tan importante paras olvidarte de tu mejor amiga?-Reclamó poniendo los brazos en jarras. –No me digas que otra vez paso algo con-

 

-No, tiempo pasado eso, conocí a un chico y  la pasamos bien-

 

-Ya veo, te hacen falta ese tipo de cosas de una noche, pasaste prácticamente dos años atado a alguien que no valía la pena y apenas volteabas-

 

-Ya sé, ya sé, no seas mi conciencia otra vez… Y no fue cosa de una noche-La chica le miró curiosa. –Se supone que hoy le veré de nuevo… Ojalá resulte-

 

-Ah, ya veo, te gustó el muchachito…-Sonrió maliciosa y empezó a hacerle gestos algo obscenos.

 

-Sabrina por favor, tengo 26 y una calidad moral.- La chica alzó una ceja. –De acuerdo, sí, si lo hice-

-Ya lo sabía, pero bueno, está bien, solo no te hagas muchas-

 

-Esperanzas, lo sé-

 

-¡Ya deja de interrumpirme médico de pacotilla!-Toda la biblioteca volteó a mirarlos con enfado, ambos se encogieron y salieron del recinto.

 

-¿Y entonces quedaron de verse?-

 

-Algo así, le dejé una nota y me tiene en sus contactos-

 

-¿No crees que eres quizás muy ingenuo?-

 

-… Quizás pero, si no te arriesgas no ganas. En fin, planeé verlo en el local que fuimos la última vez a tomarnos un café, luego de un examen. ¿Recuerdas?-

-Sí, claro. Pero si te pasa cualquier cosa espero mínimo un aviso amigo, no quiero verte triste otra vez por un idiota-Le abrazó. Bianco le sujetó por la cintura con una sonrisa. –Ya, ahora vete, que tu turno debe comenzar pronto, ¿No?-

 

El chico miró la hora y tomando su bolso corrió a la salida de la facultad mientras la pelinegra y delgada chica de ojos castaños negaba con la cabeza levemente mientras sonreía.

 

Por otro lado, una hora después, en la sala de recepción de un centro médico, caminaban hasta el mesón dos simpáticos chicos de estaturas muy diferentes.

 

-Disculpe, tengo una cita con el doctor Bianco Crittendon, ¿Qué consulta es?-Preguntó Matthew con una sonrisa amable. La chica del mesón alzó una ceja.

 

-¿Está seguro?, el doctor Bianco Crittendon atiende en ginecología, ¿Está seguro de que tiene una hora con él?-Chase estalló en una carcajada y el rostro del pequeño tecladista se tiñó de rojo en un par de segundos.

 

-O sea, digo, no es para mí, es para mi hermana-

 

-¿Ah sí?-Preguntó divertida.

 

-¡Sí!-Chilló molesto pero rojo como un tomate, Chase reía sin ni un poco de discreción a su lado.

 

-Okay, Consulta 69-Chase volvió a estallar en una sonora carcajada.

 

-Lo que faltaba, muchas gracias- Murmuró con expresión de frustración y tomando la polera del alto guitarrista que no dejaba de reírse, le arrastró hasta la sala de espera. – ¿Puedo tener peor suerte?-

 

-¿Puede pasarte algo más chistoso?-Matthew le miró entrecerrando los ojos.

 

-No me molestes- Chase le revolvió el cabello. Luego, comenzaron a recorrer la amplia sala de espera, fijándose en las numeraciones de las puertas. Entonces dieron por fin con la consulta que buscaban. Miraron el sector, había solo una señora de unos sesenta y tantos años y una madre junto a su hija adolescente. De pronto se abrió la puerta y salió de ella una chica, que pronunciaba el nombre de “Myriam”. Enseguida la pequeña viejecita trató de levantarse, acción a la cual los chicos sonrieron y tomando cada uno una de las manos de la viejita, le ayudaron a caminar hasta la consulta, que extrañada, aceptó la ayuda. Cuando entraron, el doctor elevó la vista de sus papeles y les miró completamente extrañado.

 

-… ¿Saben que mi oficina es de ginecología, cierto?-

 

-Sí, es que Lindsay tiene un problema con los ovarios-Respondió el guitarrista apuntando a Matthew.

 

-¡Chase!-

 

-A ver, chicos, la señora aquí presente necesita atención y no puedo pasarme el rato disfrutando de un acto.-

 

-Kayden Gray, rubio de ojos grises-Soltaron al unísono. El de ojos verdes les miró curioso, y se levantó de su silla.

 

-A ver, no sé que saben sobre eso pero-

 

-¿Me va a atender, joven?-Reclamó la viejecita de amplios lentes mirando a los jóvenes y al médico. El de ojos verdes le miró y asintió.

 

–Espérenme afuera, me quedan dos pacientes y puedo darme unos minutos.-

 

Ambos chicos asintieron y obedecieron, compraron unas botellas de jugo y terminaron sentándose junto a la madre y la hija, en la sala de espera.

 

-Así es que ése era el susodiiiicho-Comentó el rubio estirándose en la silla mientras se llevaba la botella a los labios.

 

-Síp… Está bastante bueno-Chase casi escupió el jugo que bebía al oír tal comentario de los labios del chico a su lado, que observaba relajadamente por la ventana.

 

-… ¿Sí?... No me fijé-

 

-Sí, es alto pero no tanto, de ojos verdes, cabello oscuro, elegante-Con cada característica que el tecladista mencionaba, el rubio guitarrista observaba su reflejo en la superficie cristalizada de uno de los pilares de la sala, comparando y comprobando que él era todo lo contrario a lo que Matthew le parecía atractivo. –Es una genial combinación.-

 

-¿Ah sí?, ¿Te… Gustaría alguien así?- El castaño titubeó un poco y luego asintió. –Y no te gustan no sé, más… ¿Rubios?-

Dejó caer la liga de su cabello y se agachó dejando que el sol diera de lleno en sus ocres cabellos, supuestamente, por recoger la liga. Matthew alzó una ceja.

 

-No lo sé, quizás alguna vez- Dijo sin interés, reacción que causo que el otro se atara el cabello rápidamente y desviara la mirada. –Aunque no lo creo, los rubios no caen ni en las indirectas, son muy distraídos-

 

-No somos distra… Tal vez un poco, pero no es algo para que lo recuerdes como parte de m… nosotros- Matthew le miró fijamente, por lo que luego de unos segundos, el guitarrista apartó la mirada. Una de las pacientes fue llamada, ya solo restaba una y podrían hablar con  el solicitado Bianco Crittendon. Chase trataba de idear una forma en la que el menor le mirase, pero no daba con ningún plan. Finalmente, el más bajo terminó por ir al baño. El rubio suspiró.

 

-Él no hará nada, tienes que lanzarte tú- Chase levantó la mirada y se encontró con una azul hielo, enmarcada por una cabellera castaña clara y rojiza, hasta los hombros.

 

-¡Exzequiel!, cuánto tiempo vieeejo-

 

-El suficiente como para que olvidaras que me apesta que me llamen “viejo”- Alzó una ceja, sonrió y se sentó a su lado. – ¿Desde hace cuánto te gusta el chiquillo?-

 

-No me gusta Matt- Soltó sereno.

 

-Claro, y un sopapo es un arma letal.-Le miró serio. –Bésale y ya, si se nota que te gusta, ¿Qué podría salir mal?-

 

-¿Qué se asuste y se aleje?-

 

-¿De ti, monstruo?, sí, es posible- Chase le empujó levemente, sonriendo y éste le abrazó. En ese instante se abrió la puerta del baño, y Matt se quedó mirando la escena unos segundos, tras los cuales,  volvió a cerrar la puerta. Exzequiel observó aquella fehaciente reacción atentamente y sonrió al separarse del rubio. – Nah, te va a salir todo bien-

 

-Lo dices tan seguro-

 

-Sé lo que digo, yo estaba igual que tú y me arriesgué un día-

 

-¿Y cómo te fue?-En ese momento una linda chica llamó a Exzequiel, el cual enseguida se levantó.

 

-Muy bien, ahora tenemos la primera ecografía, así que te dejo-

 

-¡¿Vas a ser papá?!- Exclamó  sorprendido, el aludido esbozó una amplia sonrisa mostrando los dientes, y asintiendo rápidamente le mostró a lo lejos, tomándole la mano a su novia,  el anillo de brillantes en el anular derecho de la chica. -¡¿Y te vas a casar?!-

 

-¡Síp, así es que suerte en lo tuyo, está dado!- Le guiñó un ojo y de la mano con su novia, entraron a la consulta. Chase se echó en la silla, pensativo. A los pocos segundos, Matthew apareció y se sentó a su lado. El rubio apretó los labios y dándose valor, volteó a Matt por los hombros, quedando frente a él, quién le miró estupefacto  por el movimiento tan repentino.

 

-Matt, tú-

 

-¿Hablamos?-Resonó la voz de Bianco frente a ellos. Chase apretó los puños y se giró en la silla, mirándole asesinamente. El ginecólogo le miró sin entender y Matthew clavó la mirada en el suelo sin saber qué hacer.

 

-Ahá- Respondió el rubio, odiándole de momento, en parte por tener las características físicas que él no tenía, y casi en totalidad, por haber matado el momento. Caminaron hasta la cafetería que estaba a un costado, la cual tenía una mesa junto a la ventana y tomaron asiento ahí.

 

-Bueno, no hay mucho tiempo, pero… ¿Quiénes son?, y… No entiendo nada de nada- Se encogió de hombros.

 

-Pues, somos Chase y Matthew, amigos de Kayden, y sabemos que tienes una cita con él y que te van a dejar plantado- Soltó el rubio, Matthew le miró y le pisó, ocasionando que el otro saltara, Bianco miró extrañado al guitarrista. –Bue-no, la idea es que eso no pase…-

 

-No entiendo nada-

 

-Kayden quiere salir contigo, pero no puede hoy porque vamos a tocar en “La Casa del Aire” que queda en Bellavista y tú le citaste al otro lado de Santiago, y es casi a la misma hora-Aclaró Matthew mirando feo a Chase que volteó el rostro.

 

-… ¿Y les pidió que vinieran a decirme eso?... Un momento, ¿Cómo dieron conmigo?-

 

-No, no nos ha pedido nada, fue idea de Chase, y tienes un nombre muy fácil de encontrar en facebook-Le sonrió el castaño. –Podrías quizás ir a vernos tocar…. O llamarle y cenar o no sé, tú tienes más cerebro, estudiaste medicina-Bianco rió levemente ante la aseveración.

 

-Okay… Entonces si le interesa-Sonrió contagiando a los otros dos. – ¿Pero no se distraerá si voy a verlos?, aparte, ¿Cómo llego ahí?-

 

-¿Tú no bajas de Las Condes?, ¿Conoces las micros? Son unos buses blancos con verde-Bianco miró con expresión de cansancio al rubio que poco tenía de hippie en ese momento. –Oh claro, debes solo manejarte en Avenida Kennedy-

 

-¿Cuál es tu problema?- Soltó tranquilamente, el rubio se echó en la silla, y el médico volteó a ver al castaño tecladista. –Bueno, no sé qué haré, ahí veo, ya no puedo quedarme más rato… Pero ir a verlo… No lo sé, no lo conozco así como para-

 

-Ahí lo conoces-Sonrió el más bajo. El ojiverde se levantó sonriéndole y se rascó una sien.

 

-No lo sé ¿Matt?, ¿Está bien si te llamo así?-El aludido sonrió asintiendo mientras Chase prácticamente taladraba al médico con la mirada. –Pero por cualquier cosa, ¿Me darías tu número?-

 

-Claro- El ojiverde introdujo la mano al bolsillo y su rostro pasó de la calma al pánico en un pestañear. -… ¿No tienes tu teléfono?- Bianco negó lentamente y el pequeño rió.  Acto seguido, tomó el bolso de Chase, sacó un bolígrafo de este, y anotando en una servilleta se lo entregó. –Estos sí que están hechos el uno para el otro-

 

El médico le miró sin entender y luego corrió a su consulta, sin hallarle sentido a las palabras del más bajo.

 

Horas más tarde, se encontraba Kayden terminando de completar un delineado de ojos que le hacía parecer mayor frente al espejo. Sus atributos naturales, aquella mirada grisácea, el cabello brillante, dorado y sedoso, agregándole la  polera ajustada blanca, la chaqueta negra de cuero y el jeans ceñido que vestía, otorgábanle realmente una figura con un atractivo de lo más deseable, sumándole además, algunas cuantas cadenas que colgaban de la chaqueta, que incitaban aún más a quererle ver despojándose de las prendas que vistiéndolas. Sacudió la chaqueta por enésima vez y se apoyó en el borde de la mesa que tenían en el cuarto de camarín. Pese a su magnífica estampa, su aura lucía algo triste. A su lado, Neythan en un sillón, jugaba con los flecos de la chaqueta de Julius, que no dejaba de besar a su novia, hermana del peliazul, que ninguna atención le prestaba. En ese instante apareció Matthew, quien vestía chaqueta y polera negra, un jeans blanco y zapatillas de caña azul. Se miró en el espejo y agachó la mirada levemente.

 

-¿Qué pasa Matt?-

 

-Ah, es que… No acostumbro a vestirme con cosas ajustadas y no sé, creo que no me queda muy-

 

-¡Te quitas eso y te agarro a palos!- Exclamó Chase apareciendo con sus ocres cabellos lacios cayendo desordenadamente por una larga polera negra de transparencia ampliamente abierta en el cuello, que a su vez caía por sobre el pantalón blanco de lino. La banda completa volteó a mirarle. –Es que...Te queda bien eso… Yo… Pues- Kayden ocultó la sonrisa con su puño mientras miraba a Matthew que volvía a mirarse en el espejo sin ganas. Chase murmuró para sí mientras sus melados ojos volvían a recorrer la figura del tecladista. –Solo me refiero que a la que te pillo, como te daría-Tanto Neythan en el sillón como el vocalista ahogaron las carcajadas y el segundo se acercó a la mesa de comida.

 

-¿Qué?- Volteó el castaño a mirar al rubio, que se sobresaltó.

 

-Que ahí viene María-Apuntó al pasillo y cuando Matthew volvió la vista, el otro ya no estaba, pues se había escondido en el baño rápidamente.

 

-¿Qué dijo?-Preguntó el castaño, a lo que hasta el bajista y su novia rompieron en risas junto al resto de la banda. –No entendí a qué se…- Matthew frunció el ceño. -Pero yo no conozco a ninguna María- El resto, que aún reía continuaron y le hicieron gestos para restarle importancia al asunto. En ese momento entró al camarín un alegre colorín de cabello largo.

 

-¿Qué hay chicos?, ¿Listos para rockear?-Hacía el símbolo de rock con las manos y cabeceaba.

 

-Por supuesto Síber, en especial porque tocamos electrónica-Soltó Julius, a lo que el pelirrojo le mostró su dedo de al medio. Por respuesta solo hubo una sonrisa sarcástica. – ¿Tu gemelo se encargará de la iluminación como las otras veces, cierto?-

 

-Síp, la sabe de memoria por cada canción, recuerden que es su primer fan- Rió levemente, pero miró al vocalista con preocupación al terminar. -¿Y tú Kay?, ¿Por qué la cara tan larga?-

 

-Ah, no es nada, solo pensaba- Los chicos le miraron y el guitarrista miró al tecladista, haciéndole  el gesto de teléfono con su mano, pero el tecladista negó con la cabeza con expresión de decepción y frustración, no había recibido  llamadas ni mensajes.

 

Por otro lado, Bianco miraba la hora y la ventana en su computadora que le comunicaba que aún quedaban dos citas por atender. Suspiró frustrado y continuó con su labor médica. 20 minutos después voló por los pasillos con su maletín mientras se quitaba la bata blanca, dejando ver su esbelto cuerpo  vestido como gustaba, pero su rostro solo denotaba preocupación. Al salir y llegar hasta su Hyundai Genesis abrió la puerta y lanzó el maletín al otro lado. En ese momento le alcanzó Lissette, la chica de recepción con una carpeta que debía completar y había olvidado al salir tan atareado. El médico sonrió y juntó la puerta del auto mientras miraba la portada de la mencionada carpeta, y en ese instante, sintieron un leve clic.

 

-Mentira… ¡Mentira que están las llaves dentro!- Se volteó y apoyó las manos en el cristal, accionando los seguros. Azotó la cabeza contra el auto.

 

-… Ahm... ¿Estás bien?-Preguntó la chica.

 

-No. –Volvió a azotar la cabeza.

 

-¿Y tienes tus documentos contigo?-

 

-Todo en el maletín-Respondió frustrado. La chica miró el auto con frustración al igual que el dueño y recogió la carpeta. Sacó delicadamente de su bolsillo una tarjeta azul y la puso dentro, alargándosela al médico, quien la tomó sin dejar de mirar el vehículo. – Gracias, vuelve a recepción, no te preocupes-

 

-Pero-

 

-Vete, no quiero desquitarme contigo-Suspiró. La chica volvió a intentar hablarle pero en ese instante una compañera salió a buscarla, lucía muy molesta, por lo que la siguió enseguida. El ojiverde se apoyó en el auto y pensó en qué hacer. Miró su reloj pulsera, ya no llegaría, no sabía cómo llegar tampoco,  no tenía sus cosas y el número del amigo del chico que le interesaba ver, estaba en la bata que se había quitado y lanzado dentro del auto cerrado un minuto atrás.

Notas finales:

Me gustan los comentarios... 


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