Había una vez un pequeño reino. Su nombre era Infinite, por ser considerado el reino más remoto jamás encontrado, el más cercano al infinito.
En él reinaban un rey y una reina.
El rey era justo y bueno con todos, incluso sus propios súbditos le habían puesto el apodo de rey Onew por su carácter calmado.
La reina también era agradable aunque en ocasiones pecara de vanidosa. Le gustaba que le llamasen Key.
Ellos tenían un hijo, el príncipe Howon. Debido a las complicaciones en el parto salió con una salud un poco débil y la reina no quería que saliera de palacio, lo sobreprotegía mucho.
En sus 19 años de edad el príncipe solo había tenido contacto con unas pocas personas, sus padres, su asistente personal y a su mejor amigo.
“Tu padre irá este verano al reino vecino a negociar algunos asuntos, ¿no cariño?” El rey Onew asintió mostrando su sonrisa fail “Eso significa que estaremos los dos solos, podremos cocinar, jugar y tejer, será divertido Howon”
No es que al príncipe no le gustase pasar tiempo con su madre, pero él quería ver algo más allá de esa muralla gris que le cortaba la vista cuando miraba por la ventana de su habitación.
“Madre, ¿no podría acompañar a padre?” Los ojos del príncipe brillaban hasta escuchar la respuesta, más que evidente.
“¡No! Ni pensarlo, no pienso dejarte salir a ese peligroso mundo. Tu padre no me preocupa porque con su torpeza está en peligro hasta aquí. Pero mi precioso niño no” Key abrazó a su hijo con los ojos llorosos, el príncipe, sintiéndose culpable, no continuó con la conversación.
“¡Deberías escaparte, ver mundo!” Sungjong, su asistente personal era joven y soñador.
“Eso es ser irresponsable” Ahí estaba el “angelito blanco” Myungsoo, su mejor amigo desde que podía recordar.
“¿Si? Pues lo tuyo es ser un aguafiestas” Dijo el más joven, intentando enfrentar la mirada del mayor.
“Por dios, callaos. No me interesa tantíiiiiiisimo ver mundo, iré a dar un paseo… ¡solo!”
Evidentemente todo era una mentira. Él se moría de ganas de salir de ese castillo, quería ver mundo, explorar las diferentes culturas, no quería quedarse parado escuchando los cuentos fantásticos que contaba su padre siempre que venía de una viaje, quería vivirlos ¡ser el protagonista! Y quizá… encontrar el amor.
El príncipe estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de la silueta que estaba parada justo en medio de su camino y chocó, cayendo de culo al suelo.
“!Eh! Ten más cuidado.” Dijo el desconocido, sobándose el golpe en la nuca y tendiéndole la mano para que pudiera levantarse.
“Tú eres el que estaba parado ahí en medio.” Howon se levantó ignorando la ayuda que el chico le ofrecía. “Además, ¿quién eres? ¿El jardinero?” Dijo espolsándose el polvo de su ropa.
“No, simplemente me apetecía pasear por aquí. Tenéis unas flores muy bonitas.” El chico cogió suavemente un lirio, acercando su nariz para probar su aroma.
“Pero no puedes estar aquí, si te ve algún guardia te castigarán” Howon se sentó a su lado, observando la delicadeza con la que trataba a las flores.
“Da igual, soy bastante escurridizo, además, no estoy haciendo nada malo.”
El príncipe se preguntaba quien era ese chico. Su sonrisa parecía sincera por lo que no se le pasó por la cabeza que fuera alguien peligroso.
“Yo soy Howon, el… el cocinero, si eso, el cocinero.” Mintió, no quería decirle que era el príncipe, no sabía por qué pero pensó que si se lo decía le trataría de alguna otra forma menos familiar. “¿Y tú?”
“Woohyun.” El chico se quedó pensando un rato. “¿Howon? No es por nada pero… no me gusta mucho, ¡te llamaré Hoya!” Gritó con orgullo, como si acabase de descubrir la mismísima electricidad.
Howon, no, Hoya, se quedó perplejo, a cualquiera le podría haber molestado que le hubiesen puesto un mote pero extrañamente ese le gustaba más que su propio nombre así que simplemente le sonrió, dándole a conocer que le agradaba.
El mayor se sonrojó un poco, levantándose de golpe y casi gritando le preguntó a Hoya. “Oye, ¿tienes algo que hacer ahora?”
“No, ¿por?” Contestó el menor, todavía intentando definir la difícil pero divertida personalidad de su nuevo amigo.
“¡Perfecto! Ven conmigo, daremos una vuelta.” Cogiendo la mano de Hoya y casi arrastrándolo lo levantó del suelo, dispuesto a andar cuando notó un lastre.
“No… no puedo ir más allá, no me está permitido.” La voz del menor temblaba, tenía ganas de ir pero no quería hacer sufrir a su madre.
“Venga ya~” Woohyun puso una mueca y cogió a Hoya al caballito, casi obligándolo. “ Que vives, ¿en la prehistoria? Vamos, no debes tener miedo, yo te protegeré.”
Y así comenzó su amistad. Todavía les quedaba enfrentar muchas tormentas para poder descubrir el final de su historia.
Continuará.