Esta era la primera vez que Hoya cruzaba la gran muralla que separaba el castillo de la “realidad”. Fuera había toda clase de cosas que nunca había visto.
“Venga, que parece que nunca hayas salido de esa fortaleza” Dijo Woohyun, mirando la cara de sorpresa del menor con cada cosa que se le pasaba por la vista.
“Me trajeron al castillo cuando era muy pequeño.” Mintió, pegándose mucho al mayor buscando seguridad, mientras este lo abrazaba instintivamente.
--
“Idiota”
“Infantil”
Teniendo ese carácter tan jubiloso era difícil que Sungjong se llevara bien con el calmado Myungsoo. Mientras el más joven prefería salir a pasear por los alrededores del castillo o chismorrear con Howon de algún guardia guapo, el mayor se inclinaba por leer cualquier libro –es un secreto, pero amaba la novela de amor- sentado en un sillón a la luz de una vela con olor a vainilla.
Siendo tan diferentes solo seguían soportándose por Hoya, pero cuando éste no estaba no era necesario guardar las apariencias.
“Iré a dar una vuelta.” Bufó Sungjong, pegando un fuerte portazo dejando a Myungsoo con una, seguro, gran contestación, en los labios. “De verdad, siendo tan repipi nunca encontrará pareja, le saldrán arrugas y se quedará ciego de tanto leer… ¿será posible? Me pone enfermo.”
Iba “la joven doncella” tan metido en sus pensamientos en voz alta que tardó varios minutos en descubrir al chico de armadura que le seguía, sonriendo como un gran estúpido por no saber si decirle algo o salir corriendo cuando todavía estaba a tiempo.
“¡Tú!” Señaló al chico, que no borró esa sonrisa que empezaba a mosquear a Sungjong. “¿Qué quieres?” Dijo, mirando al castaño con una ceja alzada.
“Yo… esto…” Comenzó a tartamudear mientras torpemente buscaba algo entre su armazón generando un ruido que terminó de desquiciar al menor.
“Mira nene, no estoy de humor para memeces, así que me dices ya que quieres o te enseño de lo que mi corset y yo somos capaces.” Dijo Sungjong, mirando al pobre chico que no podía hacer más que sonreír, sudar y sacar de su armadura un pequeño amuleto que el menor reconoció al instante.
“S-solo quería devolverte esto.” Se lo ofreció, con la mano temblorosa.
Era un símbolo del infinito, parecía de oro blanco con pequeños cristales que brillaban débilmente por la poca luz que los iluminaba.
“¡Ah!” Se sorprendió el menos, arrebatando rápidamente su valioso colgante de las manos de ese desconocido. “Creía que lo había perdido… espera.” Se giró, mirando de nuevo al chico que sonreía despreocupadamente. “¿No me lo habrás robado tú, verdad? Insecto.”
“No, nunca haría eso, lo encontré por el jardín de atrás, el de las rosas, por donde sueles pasear.”
“Ah, gra- espera otra vez, ¿y tú cómo sabes eso?” Lo miro Sungjong, empezando a sentirse algo incómodo.
“Es que sales a pasear cuando yo tengo guardia en la torre de mira y prefiero mirar algo hermoso antes de que me de algo del aburrimiento.” Contestó con toda la tranquilidad del mundo y una extraña y radiante felicidad que hacía que Sungjong se preguntara si en serio era tonto.
“¿Eh?” Fue lo único que logró vocalizar Sungjong notando su cara arder.
“¿Qué?” Preguntó perplejo el mayor, que no llegaba a comprender lo embarazoso de la situación hasta que vio como el chico delante de él pasaba por todas las tonalidades de rojo que podía recordar y más.
“Ups…” Susurró para si mismo, sonrojándose como Sungjong o más si era posible.
--
“¿Qué es eso? ¿Y eso? No, ¡eso primero! Woo, dime que es.” Quien hubiese dicho que ese chico que correteaba de un lugar a otro como un niño pequeño era un príncipe.
Todos lo miraban extrañados, pero a él no le importaba, más bien, ni se daba cuenta.
Su acompañante tampoco parecía incómodo, sonreía con cada gesto y con cada cara de sorpresa.
“Tranquilo Hoya, te tengo que mostrar muchas cosas pero todo a su tiempo.”
La despreocupada pareja no sabía la sombra que se cernía sobre ellos… ¿o quizá Woohyun sabía algo más?