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Realidad por natalia clow

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Notas del capitulo:

Buenas y santas y muchsa santas.

Aquí les anuncio oficialmente que comienza la maraton de capítulos de Julio. Espero la disfruten.

 

Les recuerdo que Supongamos está a la venta :)

COMPRAR

Capítulo 18

«Qué comience la cacería».

Era un viernes a por la tarde; Maurice consideró que era un buen día para buscar a Matthew, no con otro argumento que ser un día perfecto para ir de fiesta o algo por el estilo. Se había arreglado para la ocasión, no demasiado estrafalario, pero podía considerarse llamativo.

Hoy iba con la intensión de poder conversar con Matthew. Quería escuchar de su propia boca la verdad. La razón de sus motivos era un aliciente para permanecer expectante. Quería saber si tenía que desechar completamente su idea de estar con él, o podía pensar que era posible.

Pero a pesar de todo ese despliegue de artimañas para llegar a él, a final de cuentas,  debía confesar algo con sinceridad. Tenía físico e innegable miedo. No quería ser negado de nuevo. Ya había pasado una vez y le había dolido hasta la fibra más sensible de su ser, no quería volver a lo mismo. En ese momento estaba convencido que quizás lo mejor sería recibir el golpe y luego que Matthew le sonriera y dijera que haría de cuenta que nada había pasado.  Hoy iba dispuesto a ese golpe.

Estaba al frente de la universidad no estaba seguro del horario de Matthew, pero creía que así lo iba a encontrar. No quería llamarlo, porque podría predisponerlo a una negativa. Ya no estaba en el plan del gato y el ratón.

Ya llevaba un buen rato esperando a que apareciera, pero nada indicaba que fuese a hacerlo, por lo que pensó que quizá lo mejor era ir a las residencias. Hoy no iba a hacer un escándalo ni nada estilo, así que pensaba que no había de haber problema con él.

Cuando sus pies se movieron en dirección al recinto, la suerte le pasó a Matthew al frente de sus narices. Iba hablando por celular concentrado. Se sonrió y le persiguió por detrás, a medida que se iba acercando, se fue haciendo más clara su voz y su conversación.

Ya estaba prácticamente a un paso de él, cuando logró filtrar las palabras que era la raíz de todos sus males. Si sus oídos no lo habían engañado, claramente había escuchado la palabra Collin de la boca de Matthew. Si tomaba los rasgos prosódicos de él, podía inferir que no es que estuviesen peleando precisamente.

Un pantano nauseabundo se hizo en su garganta y proliferó con algo parecido a la ira el nombre de Matthew. Se volteó decidiendo que era suficiente. Lo que él no contó fue que Matthew si escuchó que lo llamaban.

Para el siguiente instante,  eso se volvió una escena de persecución. Al darse cuenta que Matthew lo estaba siguiendo, aumentó su ritmo dispuesto a perderlo, pero estaba lejos de lograrlo.

Insistentemente Matthew le llamaba buscando que se detuviese. Al llegar a una pequeña callejuela, corrió por allí pensando que lograría escapar, pero no tenía salida. Al llegar al fondo, entre su agitación se dijo que hasta ahí llegó el juego idiota.

— Maurice ¿Qué pasa contigo? —jadeaba.

— Estabas hablando con Collin ¿Verdad?

No podía ser más obvia la expresión de Matthew. Había dado en el blanco total y enteramente. No estaba molesto con él, sino consigo mismo por todavía ser tan ingenuo. Sin embargo, lo principal aquí era que ya no había ninguna verdad que fuese velada por la incógnita. Era obvio que existía algo entre ellos dos, por más que Matthew intentase negárselo y negarle al mundo.

— ¿No vas a contestar?

— Maurice, si te digo que sí ¿Qué vas a decir?

— Nada, no es mi problema.

— ¿Intentas jugar conmigo o algo parecido? Sé cuál es la verdad que hay detrás de todo esto. Tienes celos.

— Sí, los tengo y hasta podría decirse que envidia. Te mantienes leal a un pensamiento que está atado a él.

— ¿De qué hablas?

Maurice se calló porque se dio cuenta que había sobrepasado lo que le estaba permitido decir. Había prometido que no le diría nada y así sería.

— Tengo que decirte algo Matthew. Seguramente esto no sea más para ti que una obviedad, pero tengo que sacarlo de mi sistema.

— …

— Tengo que decirte todo lo que he sentido por ti durante los últimos 4 años.

***

Ya había pasado algo más de una semana desde que había hablado con Maurice sobre Matthew. Estaba tan preocupado y confundido. No era más que miedo sobre las posibles acciones a realizar. Es que podía ya imaginarse a Maurice gritándole a los cuatro vientos todo lo que se suponía que no debía saber.

Era su tercera guerra mundial. Estaba tan extremadamente estresado que debía relajarse de alguna u otra forma. Tal como el día anunciaba ser fin de semana,  le alimentaba su deseo de ir a cualquier lado a hacer cualquier cosa. No era del tipo que fuese solo, más que todo porque se podía desenvolver mejor y obviar la mayoría de sus problemas si tenía que estar pendiente de otros o esos otros estaban pendientes de él.

Mandó unos cuantos mensajes a sus amigos buscando que se concretara alguna cita que le afirmara la posibilidad de liberarse de esa carga, pero por alguna razón extraña, estos se negaron a ir con él.

Se intrigó y los llamó. Estos solo respondieron que tenían algo más que hacer y que por hoy era imposible. No tenía más que decir con respecto a eso. Tampoco era tan terco como para tratar de obligarlos a ir con él.  Y a pesar de que era algo en contra de su tipicidad, se dijo que con tal de no tener que pensar en eso, se iría solo a la discoteca a donde siempre iban todos.  Estaba seguro que encontraría alguien conocido.

Ya estando en el lugar, se sentó en la barra y pidió una cerveza. Se volteó y se puso a mirar la pista. No había mucha gente, pero estaba animado. Delineaba con los ojos a algunas mujeres y luego se quedó especialmente mirando a una. Se le hizo conocida a  primera vista, pero al estar a media luz, se demoró identificándola. Luego de un rato de andar entrecerrando los ojos y forzando sus pobres pupilas, supo quién era. Era la chica con la que había estado la otra fiesta y que la dejó plantada por Elliot.

Se sonrió y se dijo que sería una buena oportunidad para remendar ese error y de paso «comer» un poco. Se levantó de la barra y fue caminando hasta estar a pocos pasos de ellas y fue ahí cuando todo se detuvo para él.

Un cuerpo menudo y una cabellera roja se meneaban con singular destreza. Ese era Elliot el que estaba detrás de ella y bailando cerca. Se sonreían y coqueteaban. Rápidamente retrocedió un par de pasos y empezó a mirar hacía las mesas cercanas. En ese momento ya todo fue claro para él. Estaban sus amigos con sus respectivas novias y no fue un malentendido para él, en el momento que Elliot se sentó en esa mesa con toda la confianza del mundo.

No era que se sintiera especialmente traicionado, no podía juzgar más a sus amigos que al mismo Elliot. Ese no tenía ninguna razón especial para estar haciendo eso. Si bien ya le había dicho que iba a hacer algo por el estilo, pensó que no debía ponerle mucho cuidado. Ahora resultaba que quería aislarlo de sus amigos.

Necesitaba hablar con él, de nuevo. Quizás esta vez tuviese que recurrir a métodos más agresivos. Era una maldita piedra en el zapato. Se devolvió a su asiento en la barra y esperó el momento en el que Elliot estuviese solo. Su oportunidad apareció cuando se dirigió en el baño.

Se acercó felinamente hasta allí y lo vio al fondo en los urinales. Poco después de que Elliot se volteara para irse a bañar las manos, atacó. Se acercó empujándolo hasta llegar a la pared. Colocó un puño al lado de su rostro y su otra mano en su hombro.

— ¿Jo-shua? — Elliot estaba consternado. — ¿Qué haces aquí?

— ¿Importa? ¿Realmente importa? — Estaba gritándole pero acallado por el ruido de la discoteca.

— Quítate, tengo que irme.

— ¿Con mis amigos? ¿Qué putas quieres?

Elliot le miró directamente a los ojos y lo tomó por los hombros.

— Te lo advertí. Estaría bien que te preparas.

Sabía que estaba echándole más leña al fuego, pero Elliot estaba a sobre manera excitado. Era una experiencia tan nueva y emocionante que quería sacarle todo lo posible.

Elliot le empujó y pasó por su lado con una sonrisa de triunfo. Joshua fue a detenerlo, pero a ese momento Elliot ya se había escapado como un pequeño roedor. Eso puso de un peor genio a Joshua. Le pegó unos cuantos puños a la pared del baño y se quedó diciendo groserías hasta que se quedó sin aire.

Dios definitivamente debía odiarlo. Le había puesto a la peor persona en su camino. No cabía duda que iba  a terminar cometiendo un asesinato si ese personaje se seguía apareciendo en su vida.

No sabía que era lo que lo llevaba a necesitar volverlo a ver, pero la próxima vez que se encontraran, así tuviese que golpearlo le dejaría en claro que no debía meterse más con él. Y se juró solemnemente que iba a vengarse de eso. No iba a permitir otra afrenta contra su persona.

Notas finales:

¿Qué tal el capítulo?

Espero que les haya gustado y si no les cuesta mucho, un comentario no estaría mal.

Quisiera saber qué pensaron. :D

Nos vemos mañana.

 


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