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Realidad por natalia clow

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Notas del capitulo:

Buenas y santas y muchas tantas.

 

Este capítulo está algo corto, pero es bastante emotivo. No quise alargarlo más porque creo que se hubiese dañado el sentimiento

 

Capítulo 38

«En los tiempos llenos de incertidumbre,  la  mejor solución es olvidar todo»

 

Había estado toda la tarde solo. Sabía que el que Matthew se quedara a dormir en la casa era un evento excepcional, él ahora no vivía ahí, no obstante se sintió triste y añorante. Deseaba estar con él más tiempo, conocerlo. Quería olvidar el hecho que su padre no contestaba ninguna de las llamadas, ni de los mensajes.

Se sentó en el suelo recostándose contra la cama de Matthew y extendió toda su maleta de estudios por el suelo. Tenía trabajo que hacer, pero no se le antojaba aquello. Al momento de organizar las fotocopias, los cuadernos y los libros en orden en el que tenía que estudiarlos, se encontró con que debajo de la cama había una libreta azul clara. No correspondía a su material. Estiró la mano hasta atraparlo.

Preguntándose sobre la naturaleza de ese objeto, no le quedó otra que abrirlo. Cuando la abrió, las pupilas se dilataron y quedó emocionado por su descubrimiento. No debía ser de buena moral lo que estaba a punto de hacer, pero no todos los días tenía la oportunidad de tener un cuaderno que guardaba  al parecer los sentimientos más profundos de Matthew, se podría decir que es como un diario.

Quizás no presintiera que esa escena en su vida iba a hacer que cambiara algo irremediablemente dentro de sí. Empezó a leer desde el comienzo de la libreta, que debía comentarse que estaba bastante nueva. Aún las hojas no se despegaban bien.

En la primera hoja, se daba una explicación al origen de este objeto.

« Noviembre 8

» Esto tiene como objeto registrar mis citas en el psicólogo. El doctor dijo que iba a ser algo bueno para mí. Quizás pensase que no había forma que yo contara todos mis traumas a un desconocido. Tal vez tuviese razón. En estos días ha sido mi primera cita. Yo ni sé por qué tomé esa decisión, siempre pensé que ese tipo de gente era algo inútil y que sólo servía para los locos.

» Ahora que he decidido por fin en mi vida avanzar desde el tiempo que creí desperdiciado, no supe qué hacer. En verdad yo necesitaba  apoyo y no tenía nadie a quién pedírselo. Ahora que he ido, no fue tan malo como pensé, de hecho fue bastante bueno. Una persona que no conoces, ni te juzga, que te escuche y te diga lo que piensa. Eso desde muchos puntos de vista te quita la autosugestión de victima que termina siempre atacando en el momento menos esperado.

»Le terminé comentado al doctor mi trauma de raíz que fue el abuso al que fui sometido de niño. Increíblemente cuando comencé a relatar esa historia desde tercera persona como me había dicho el psicólogo que hiciera, me ataqué a llorar. Quizás desde el punto de víctima, no sentía mayor cosa, pero desde el punto de una persona que ve pasar esa tragedia, no fue tan fácil de digerir.

»El doctor dijo que iba a hacer algo llamado terapia de niño interior  y me pareció muy curiosa. El comenzó a narrar una historia que decía que visualizara a ese niño. Que yo tomara el papel de adulto y me acercara al pequeño, que corrigiera todos los errores que me hicieron daño. Como el hecho que nadie me defendieran cuando estaban abusando de mí y que le diera a ese niño todo el amor en esas tardes de soledad de la que fui víctima.

» Sentí tanto pesar de mí y a la vez me sentía orgulloso. Yo solo, pude pasar por tanto, pero aún así era necesario que alguien se preocupara por ese pequeño. El hecho de saber que ese alguien era yo, fue toda una revelación. De alguna forma me sentí mucho más seguro. El psicólogo dijo que para completar esta tarea tenía que comprarme un peliche que representara a ese niño de diez años y que todos los días le diera amor.

» Fue una tarea muy vergonzosa, una vez fui a hacerla, pero sabía que era muy importante.  Si quería avanzar, debía hacerlo. Al final decidí comprarme un pequeño patico amarillo. No supe por qué, pero en el momento que lo vi, me atrajo profundamente.

» Es un poco extraño dormir con él todas las noches, pero de alguna forma sé que soy yo, así que trato de no hacerlo sentir solo. Debe ser estúpido si alguien me viera abrazar a ese pato, pero a fin de cuentas es parte de mi terapia, no importa.

» Eso ha sido todo por hoy.»

Una vez terminó de leer eso, de sus ojos empezaron a salir una fila de lágrimas muy diligente. Una detrás de otra, haciéndole sentir como el ser más rastrero del mundo ¿Qué clase de persona era él? Sin saber absolutamente nada, tan sólo puyando con sus emociones como si fuera lo único que importara. Él se estaba esforzando en serio por retomar su vida. Con razón lo había sentido tan diferente la noche pasada. En verdad no sólo había crecido de estatura, su alma estaba caminando kilómetros delante de él. Una vez más pensó que  Matthew era increíble. No cualquiera tiene la voluntad de querer devolverse en su vida hasta el punto más traumático y comenzar a caminar desde ahí.

De alguna forma, lo que más triste lo puso, fue el hecho de que dijera que estaba solo. Él necesitaba apoyo, durante todo este año desde que llegó a nunca le importó nada de ello, sin embargo Matthew se encontraba así y quería avanzar. Durante un año no hizo nada por la persona que supuestamente quería ¿qué clase de persona era él?

Y en el momento en el que estaba en problemas, Matthew sacó la mano para levantarlo sin dudado si quiera ¿Por qué se había comportado como un imbécil durante tanto tiempo?

Perdió la voluntad de seguir leyendo. Se iba terminar odiando a si mismo si seguía mirarlo el lado oculto de Matthew. Saber lo débil que fue y lo fuerte que quería llegar a ser, lo dejó pasmado. Volvió a dejar la libreta en su sitio y prendió el celular tratando de comunicarse con Matthew.

Una vez contestó y al escuchar su voz con el tono preocupado, le llenó el alma más de dolor y se arrancó a llorar más fuerte. Eso asustó a Matthew, pero entre sus gimoteos, trató de decirle que todo estaba bien.

— Matthew, yo siempre estaré contigo. Yo te quiero…  yo te amo… yo siempre estaré contigo.

Su voz llorosa no le permitía articular bien, pero de todo lo que quiso decir, eso fue lo suficientemente claro para transmitirlo. No escuchó una respuesta inmediata después de ello. No le importó, su único objetivo era transmitir su reafirmada voluntad.

— Si alguna vez necesitas cualquier cosa, yo siempre estaré para ti.

— Gracias ¿Pasó algo Maurice? ¿Por qué estás llorando? ¿Por qué me estás diciendo esto?

— Lo siento tanto, perdóname, no era mi intensión en verdad que no. Fue una coincidencia.

— ¿Qué pasó? — ya comenzaba a asustarse.

— He encontrado tu libreta dónde registras tus citas con el psicólogo.

Lo dijo tan fuerte entre su llanto, que despegó el celular de su cuerpo y lo dejó en el suelo.  A lo lejos escuchaba como su nombre lo gritaba  Matthew. Tenía miedo de que lo odiara, así como todos los problemas que tuvo con Joshua porque él era intenso, no quería pasar por lo mismo.  Después de unos diez gritos, decidió volver a coger el teléfono.

— Escucha Maurice, yo sé que no lo has hecho con mala intención. No te preocupes. No es algo que me enorgullezca, pero ya que lo leíste no voy a reprocharte.

— ¿Por qué no?

— Porque confío en ti. Habremos tenido muchos problemas, pero sé eres un buen amigo. Sí, es por eso, yo confío en ti porque eres mi amigo.

Maurice se puso a llorar de nuevo con más intensidad y le susurraba un millón de palabras que no podía contener lo suficiente dentro de sí. Al final, la llamada terminó en Matthew tratando de calmarlo a través del teléfono y Maurice dejándose llevar por el látigo de su propia mano,

— No vuelvas a decir que estás solo. Por favor, no me hagas sentir que no valgo nada para ti.

— Está bien, ya no estoy solo, estás aquí para mí y de igual forma yo estaré para ti.

El tono de la voz era el suave abrazo del calor del sol matutino. Iluminaba todo y llenaba de vida todos los rincones. Maurice pensó en golpear a ese yo de hacía un año. Se había demorado mucho para conseguir lo que estaba pasando en ese momento. Si tan sólo hubiese madurado antes, pensó.

Las palabras de Matthew iban siendo cada vez más acogedoras, más protectoras, más colosales. Era el tamaño de ese corazón que paso a paso crecía en algo mejor. Quería estar en ese momento de nuevo abrazándolo.

Él también podía hacer algo por sí mismo. Podía sacar de esa situación de crisis de su familia algo que lo hiciera más grande. Iba a buscar a su papá y lograr que se reunieran. Esta situación debía tener alguna solución más pacifica que estar buscando pelearse hasta sacarse los ojos.

Antes de darse cuenta, se quedó dormido con la voz de Matthew de fondo.


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