Epílogo
«Just Wedding»
Ya casi era otro año que iba a acabarse, aún se sorprendía que hubiesen pasado cinco años desde que había regresado a Inglaterra. Pronto sería Octubre y a pesar de que hasta ahora iba a comenzar el mes, todos habían estado planeando ¿Qué hace de cumpleaños para Maurice? Joshua había dado unas cuantas ideas sobre ir a acampar o ir a un parque de diversiones, pero ninguno de los amigos de Maurice pareció secundar la idea a lo que dejó por allí olvidada.
Ya iban a ser veintitrés años que cumplía a Maurice. Cada vez se hacían más viejos sin darse cuenta. Estaban en la recta final, de hecho ya se estaban comenzando a escribir las primeras letras de la tesis que tendrían que presentar para graduarse. Quizás debido a esto es que también las ganas de hacer una fiesta muy elaborada se evaporaba, todas las fuerzas querían enfocarse en la producción del trabajo.
Para ese momento notaba a Maurice diferente, de alguna manera los cuatro años que pasaron desde todos los acontecimientos de su llegada lo hicieron madurar, hasta al punto que ya el contacto romántico que prentendía que pasara entre ellos desapareció. En lo que se transformó su relación hizo volver algo natural el pasar tiempo de calidad como amigos o cosas por ese estilo.
Desde que había terminado con Collin no volvió a meterse en ninguna relación romántica y lo más cercana a ella era su amistad con Allan. A quien por cierto cabe resaltar que consiguió un novio mayor en la empresa en donde trabaja.
En ese momento se encontraba en la cúspide de una etapa productiva, todo con respecto a la universidad parecía perfecto, las notas, las relaciones, entre otras cosas. De alguna manera se llenaba de nostalgia saber que dentro de unos meses no tendría que volver a su centro educativo.
Pero las noticias no acababan ahí, para febrero del año que seguía su hermano, su loco y desubicado hermano contraería matrimonio con Sonia, la mujer que le cambió la vida y lo volvió un ser productivo de la sociedad. Ella fue la que lo sacó de la idea infundada de volverse actor y la que lo hizo meterse a una universidad.
Los detalles del matrimonio son lo más sorprendente de todo; como bien cabia saber Henryk no era propiamente alguien que le gustase la tradición y el protocolo, por lo que decidió casarse en Cancún en una boda submarina. Los costos para los invitados se redujeron a los abuelos, los padres de los dos novios y él.
Cuando escuchó la idea en su cara no se podía contener la sorpresa, empezado porque su hermano en la vida había buceado, por lo que ya podía imaginárselo pagando cursos de buceo para responder a la hora de dar el «sí».
Por el momento sólo era otro día que seguía su curso.
***
Estaba preocupado, demasiado preocupado por su futuro. Pronto iba a graduarse de ingeniería civil y lo único que tenía claro era que por lo menos el diploma le iba a servir de algo, todavía no sabía para qué. Entre tanta incertidumbre decidió pagarse un diplomado en seguridad industrial que uno de sus amigos le había recomendado.
Ya era la tercera semana a la que asistía y a pesar de haber aprendido un montón de cosas, no sentía que esa rama fuera la suya. La mayoría de los que estaban allí eran hombres mayores que ya sabían sobre el tema y que prácticamente estaban allí por tener un papel que respaldara su conocimiento. Esa brecha cognocitiva no mejoraba las cosas.
— Bien, hoy comenzaran a desarrollar el proyecto que presentarán al final del diplomado. — el profesor se impuso sobre los pequeños murmullos. — para eso necesito que hagan grupos de dos personas.
Lo primero que hizo fue mirar a su alrededor. En ese tiempo no había hecho ni un solo amigo, así que no era de sorprenderse que viera a la mayoría de gente tomando la mano de su compañero con avidez. Era obvio que el único antisocial había sido él, o al menos eso creía hasta que volteó su cuello para mirar hacia atrás del salón y descubrió a una chica que estaba parada detrás de él con su mano con la intensión de tocar su hombro.
— Hola, veo que no tienes grupo ¿Quieres hacerte conmigo? Estoy sola también.
El porte de aquella chica la delataba con respecto a su edad, seguro que sería mayor que él pero no por mucho, quizás unos dos o tres años, por otro lado su voz se sintió en el tono perfecto, no era grave ni aguda. Pero sin duda lo que más le impresionó fueron los ojos tan azules como el cielo de verano y su cabello dorado como espigas de trigo.
— Claro, me has salvado.
La chica sonrió y se sentó a su lado, a lo que la acción hizo que un discreto perfume a sandía salpicara su nariz. En ese momento, mirándola de reojo un recuerdo lo atacó, un sueño que había tenido, pero antes de siquiera evocarlo con certeza lo desechó. Después de un rato de contemplación cayó en cuenta que una mujer tan bella ¿Cómo había pasado desapercibida tres semanas? Y no tuvo que esperar mucho para que esa respuesta llegara a él.
— Espero que no estén más adelantados, yo estaba en el grupo dos de este diplomado pero en el trabajo me cambiaron el horario y pedí un translado a este grupo, así que no conozco a nadie y no sé que han visto.
En ese momento no sabía ni decir su nombre, en verdad no se le ocurría qué responder a lo que decidió cambiar un poco el tema.
— Bueno, pues me presento, soy Maurice. Un placer.
— Ah claro, perdón por no haberme presentado, soy Wendy.
— No hay lio, y ¿A qué te dedicas?
— Yo trabajo como ingeniera civil en una empresa de irlandesa que tiene sede aquí.
— ¡Qué casualidad! Eres colega mía, o casi colega, yo esto haciendo mi tesis este semestre.
— Colegas, qué agradable, entonces estaremos hablando en los mismos términos.
— Eso parece.
Y así de natural cómo la conversación avanzó, así fue cómo la relación se fue afianzando. En esa clase, el proyecto del diplomado no resultó un problema, tenían ideas parecidas, conceptos parecidos, era una compañera sin duda perfecta para él.
Cuando esa clase se acabó, un impulso propio de quien quiere conquistar invadió a Maurice, quien ni corto ni perezoso le propuso a Wendy que salieran a tomar algo, pero en ese momento no estaba propiamente sobre la idea equivocada. La química que sintió a penas la vio era de lado y lado.
Lo que siguió de ahí para adelante, continuó siendo el flujo de un río que se empeña en llegar al mar. Los sentimientos se deslizaban parsimoniosamente por todos los baches del camino y antes de darse cuenta, una semana antes de que se acabara el diplomado Maurice le propuso que fueran novios. Wendy no dudó ni un instante en darle el «sí» y de esa forma, comenzaron su relación.
***
En el cumpleaños de Maurice, Matthew conoció a su nueva novia. No supo en qué momento algo en su pecho se hinchó en alegría, sintió que esa mujer era la indicada para Maurice. No hubo ni un atisbo de duda cuando quiso hacerse amigo de ella, y de esa misma forma la personalidad arrolladora de Wendy, los llevó a intimar a un punto en donde la amistad se difuminaba con la hermandad. Para que eso sucediera, no hizo falta más de un mes.
Ya después de año nuevo, tuvieron que presentar su tesis y la preocupación acerca del mundo laboral los esquivó con maestria gracias a la idea de Wendy de fundar una empresa de seguridad industrial. Eso atrapó a los dos en un segundo, y ella siendo quien dirigía desde las sombras, poco a poco esa idea fue tomando cuerpo.
Una vez ellos se hubieron establecido y coneseguido un portafolio de clientes, la independencia fue llamando a sus puertas, así que al final Matthew declaró las siguientes palabras: « ¿Quieres que nos vayamos a vivir juntos Maurice?». Por supuesto que no hubo una negativa a la propuesta y después de Matthew regresó del matrimonio de su hermano, se mudaron juntos a un apartamento en arriendo que pagan entre los dos.
Continuará en 10 años junto a ti…