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Realidad por natalia clow

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Notas del capitulo:

Buenas y santas y muchas tantas!!!

Les traigo nuevo capitulo!!

esta vez si no me demoré tanto como al anterior. Quizás sientan que van un poco rapida la historia de MAtthew en Canadá, pero es que es largo, en verdad larga. Incluso es posible que salgan dos partes más. 

Sin duda alguna habrá otra parte, espero les guste. 

sin nada más que decir 

BUENA LECTURA

Yo soy el malo parte 2

“Matthew era incapaz de contarle a alguien que el respetado capitán de fútbol americano, Collin, le había violado salvajemente; además de que muy probablemente nadie le creería. La zozobra en su pecho, le hacía incapaz de mantenerlo normal, pero su orgullo no le permitía faltar a los entrenamientos de fútbol americano. A Collin era la última persona a la que querría mostrarle que era débil.

Cada noche era torturado con el recuerdo de su respiración, de su miembro rompiéndole hasta el alma y el asco más infinito que jamás hubiese experimentado. Sentía que se iba a volver loco.

Pasaron las semanas y para Matthew, todo comenzaba a tranquilizarse. Collin lo ignoraba y de hecho lo evitaba como si tuviese la peste. No había nada que mejor le hiciese sentir que el hecho de saber que quizás nunca en la vida se volverían a hablar. Aunque realmente nunca hubo tal cosa como tranquilidad.

Aquella tarde volvía cansado del entrenamiento de la tarde que se había quedado haciendo y quizás fuese efecto del agotamiento, pero no se dio cuenta que Collin lo seguía. Ya estaba cerca de llegar a su casa, cuando repentinamente, Collin lo empujó fuertemente y lo acercó a una pared. 

 ¡¿Qué coños pasa?¡ Desorientado y asustado, Matthew gritó.

Collin acercó su cuerpo a Matthew y lo sintió reaccionar. Hundió su cuello entre las hebras de cabello y aspiró su olor. Gracias a esos gestos, Matthew supo quien era y solo ese hecho lo hizo entrar en un estado de pánico.

— ¡¿Qué coños pasa Collin?¡ — Matthew se empujó contra la pared, logrando así separarse de Collin por el impulso.

— ¿Qué fue lo que mierdas me hiciste?

— ¿Eh? ¿De que coños hablas? —Matthew seriamente afectado se estaba preparando para huir.

— Eres un maldito cabrón. Ya no se me para, no se me para esta puta polla.

Matthew se congeló y miró sorprendido a Collin. Esa frase sencillamente no se la esperaba.

— Pero mira. —Collin señaló el bulto entre su entrepierna. — Solo con acercarme a ti, de nuevo esta puta mierda se para ¿Qué mierdas hiciste? — La desesperación le hacía temblar la voz.

Matthew no tenía nada para decir. Después de un rato de silencio incomodo, Matthew comenzó a retroceder y empezó su carrera para llegar a su casa. Collin no tardó en comenzar a perseguirlo. La persecución no fue muy fructífera, al final Matthew logró entrar a su casa y Collin solo pudo mirar como le cerraba la puerta en la cara.

Matthew no tuvo el valor de ir a clase el día siguiente, pero aquello no pudo ser peor idea. Por la tarde, el timbre sonó algo insistente y él pensó que era que su mamá que había vuelto de compras y no podía abrir la puerta, eso siempre pasaba. Cuando cometió el error de abrir la puerta, Collin era quien timbraba y de una embestida, no dejó que Matthew pudiese cerrarle la puerta.

Collin estaba como un animal salvaje. Su respiración era agitada y se acercó a Matthew que estaba botado en el suelo. El terror de Matthew estaba plasmado en el rostro y mientras se arrastraba para alejarse Collin se abalanzó sobre él y lo abrazó. De nuevo comenzó a olerlo y Matthew se hacía consciente de como la entrepierna de Collin se frotaba contra él. Escuchaba susurros de frustración por parte de Collin que no se perdonaba sentirse así. Pero lo que más lo sorprendió entre todas las cosas que estaba haciendo Collin, era el hecho de que el abrazo que le estaba dado era demasiado suave.

Encontró la oportunidad de alejarse de Collin, pero apenas lo intentó, el abrazo se convirtió en una cadena que le impidió alejarse y gracias a eso comenzaron los tratos rudos. Collin comenzó a desvestirlo casi rompiéndole la ropa y de nuevo se dejó llevar por ese deseo de morderlo, de poseerlo.

La adrenalina lo hacía enloquecer. El sentir su miembro latir con tanta fuerza, le daba asco, pero a la vez ese gusto de que no fuese un impotente. El problema es que Matthew tenía el control remoto de su puta sangre que no dejaba que llegase allá abajo a menos que él estuviese cerca. Incluso pensó que sería un buen método para evitar la infidelidad, pero claramente con pensamientos de ese estilo él ya estaba desvariando.

Matthew estaba en un estado de pánico que casi era histeria y no solo por la violación, sino por el sencillo hecho de que lo estaban haciendo en la entrada de la casa y alguien en cualquier momento podía entrar y encontrarlos así.  Esos nervios no lo dejaban pensar y todo cuanto podía hacer era pegarle a Collin, pero este no parecía sentir.

A pesar de que Collin lo trataba rudo y sentía odio y rencor, incluso más que antes, no era capaz de hacerle daño, de hecho, lo que quería es que se sintiese de la misma manera que él se sentía. La humillación de que con nadie más podía hacer ese tipo de cosas y disfrutarlas. Su boca que daba mordiscos, también lamía y cubría de rudas caricias los rosados pezones que se mostraban ante él. Comenzaba a percatarse que su compañero comenzaba a responder también.

Matthew no se explicaba qué estaba pasando, pero al sentir a Collin tratarlo  con ese especial cuidado sobre sus sensibles pezones,  las corrientes hacia su entrepierna eran tan potentes que le nublaban el pensamiento.  Aún cuando lo mordía rudamente  y dejaba todo su pecho lleno de marcas, lo sentía extrañamente bien y en algún momento, dejó de pensar en cualquier otra sensación.

Collin se sentía orgulloso al ver que él no era el único enfermo pervertido ahí. El miembro de Matthew se había endurecido y se rozaba contra su estomago. Cuando Collin subió la mirada al rostro de Matthew, no supo que clase de golpe había recibido, pero su aire escapó de sus pulmones. Los ojos llorosos, las mejillas sonrojadas, el cabello húmedo pegado a su rostro y su pequeña y carnuda boca que generalmente se la pasaba insultándolo, ahora solo estaba dando pequeños y provocativos gemidos. Se le antojó probar los labios que nunca decía cosas amables y no dudó en hacerlo. Su boca comenzó a chocarse torpe y ferozmente con la otra, pero Matthew, no respondió a ninguno de sus intentos de beso, eso lo frustró.

Bajó la mano hacia la entrepierna y quitó la ropa que le estorbaba, dejando ver el miembro que se liberó. Matthew apenas se vio desprovisto de sus ropas y vio su pene erecto, sintió asco de sí mismo y siendo consciente de ese acto enfermo, se empezó a arrastrar y a alejarse de Collin, quien al ver esa reacción, se llenó de ese gozo que da la venganza.

No lo iba a detener, iba a dejar que se torturara así como él había tenido que torturarse, cuando había intentando en esas semanas tener sexo con su novia y no pudo; Cuando todas las noches venía a su mente el hecho de esa violación y su excitación por desear más. Esas semanas habían sido lo peor que había tenido que experimentar.

Matthew se paró y salió corriendo subiendo las escaleras y lo que lo despidió, fue la risa macabra de Collin que retumbaba por todo el lugar.

Después de ese evento, los acercamientos con Collin eran cada vez más inevitable, aunque menos sexuales de lo que se pensaba. Collin comenzaba de nuevo a hablar, a tenerlo en cuenta para molestarlo e incluso en un partido lo hizo parte de su equipo.

Matthew sabía que él lo hacía para aumentar la presión, para hacerle perder los estribos, para volverlo loco y lo estaba logrando. La crisis nerviosa que experimentaba lo hacía deprimirse fácilmente e incluso intentó hablar con su hermano para decirle que ayudara a convencer a sus papás de cambiarlo de colegio, pero todo fue inútil; Lo único que le quedó fue aguantar.

No podía olvidar el placer que sintió, el ver su pene erecto y para darse más asco a sí mismo que en el calor del momento, había deseado que hicieran eso más.  No entendía por qué al ser lo mismo que le hicieron cuando fue niño, ahora le había gustado. Su mente estaba punto de estallar, ya no aguantaba más.

Decidió hacer un experimento. Pensó que quizás se había excitado con Collin, por el hecho de que él no tenía sexo. Decidió hacerlo con alguna de sus admiradoras y probar que era lo que sentía. Aquel día después de una fiesta, la llevó con él y lo hicieron, pero definitivamente se dio cuenta que incluso que se le parara le había costado.

Ese experimento le hizo asustar, su mente ya inestable, se convertía en un infierno y luego de aquello se enclaustró a estudiar para olvidarse de todo. Solo que no pudo.

Estaba demacrado, ya no podía con tanta presión. Su consciencia lo iba a volver loco. Por lo que decidió que iba competir con esa consciencia que le decía y repetía que él era un enfermo depravado. Pensó por muchos días ese experimento para desafiar a su consciencia hasta que el estrés que sentía fue el detonante para solucionarlo todo.  Esa noche en la que no pudo dormir de nuevo, decidió que buscaría un hombre con el cual acostarse y si reaccionaba, entonces ya no se juzgaría más y aceptaría el hecho de que le gustaban los hombres.   

Había comenzado a escuchar todos los rumores que rondaban por los bares gays y se decidió el fin de semana siguiente ir a uno de aquellos lugares.

Apenas llegó al lugar, sinceramente se sentía mareado, se sentía abrumado, pero realmente no sentía asco. Entró en el lugar con más gente y esperó a encontrar al primer hombre que se le acercara, cosa que no se demoró mucho.

Un acuerpado joven lo cercó y lo invitó a una bebida, por lo que Matthew tratando de ocultar sus nervios, aceptó con sus singulares sarcásticas sonrisas que al parecer, gustaron a su acompañante. Después de varias rondas, por fin dijo algo diferente y su acompañante se presentó como John. Matthew estaba más suelto y comportándose más naturalmente se presentó también además de invitarlo a bailar.

Debió reconocer que el hecho de que John fuese varios centímetros más alto que él, además de su considerable contextura, lo hacía sentir un poco inseguro, pero poco después eso se le olvidó. John no ocultaba las ganas que tenía de tocarlo y de hecho sus grandes manos lo tocaban descaradamente. Matthew analizaba la situación y descubría que le gustaba que le hiciera sentir su presencia así, que se mostrara dominante.

Esa noche descubrió, que entre el calor del cuerpo de John y los tragos, le gustaba ser la mujer de la relación.  Que lo llenaran de rudas atenciones, que fuese el objeto de deseo.  

Tiempo después de ese descubrimiento, agradeció que su primera experiencia en el mundo gay oficial, hubiese sido con un hombre ya experimentado, que no solo lo trató con destreza, sino que sabía mágicamente, donde y como tocarlo.

Él ya se había aceptado, después de experimentar con varios hombres y confirmar el placer que le producía, entonces la voz de su consciencia desapareció entre tantas relaciones pasajeras de una noche. Y a pesar de que él ya había solucionado su problema, la otra persona era incapaz de hacerlo. Collin había pasado por un proceso similar, pero descubría que los hombres le producían el más profundo de los ascos. Las mujeres ya no lo satisfacían, tenía que ser Matthew.

Quizás ya se había vuelto loco, pero muchas veces cuando había intentado acostarse con algún chico que se pareciera a Matthew, se le paraba, pero cuando miraba su rostro y veía que aquellas facciones no concordaban con las que había visto aquel día, desertaba de la empresa y buscaba consolarse, entre litros y litros de alcohol. 

Collin ya no sabía que hacer, incluso si lo molestaba en las practicas de Fútbol, este parecía ya no importarle; lo evitaba a toda costa y ya no podía acercarse a él. Pensaba en desertar de todo y tratar de olvidarse de ese degenerado que no lo dejaba en paz.

Una tarde fue a buscar a su novia (que ya solo lo eran de titulo) y escuchó, mientras esperaba, a tres chicas que ya todo el mundo las conocía por lesbianas, hablar sobre que juraban haber visto en un bar gay a Matthew, pero que aún así pensaban que lo habían confundido con alguien más.

Collin por alguna extraña razón sintió una ira profunda, se sintió traicionado y apenas fue consciente de ese sentimiento, se fue sin esperar a nadie. No sabía precisamente que iba a decirle apenas viera a Matthew, pero estaba seguro que algo de su garganta iba a salir sin su consentimiento.

Sus pies lo llevaron a la casa de Matthew y  no estando seguro de si iba  a ser capaz de encontrarlo timbró. Quien le abrió la puerta fue la mamá de Matthew y ella le explicó que él no estaba, pero que dijo que se iba a una fiesta. Collin apenas escuchó eso no pudo ocultar su ira y mal agrado y se fue rápidamente.

No pensó en otro lugar al cual ir, sino a la zona de bares gay. El pequeño detalle que no precisó fue en que bar estaría. Es que no eran ni uno ni dos, era cuadras enteras llenas de bares gay.  Cuando se impregnó del ambiente, se ponía nervioso a mirar a los alrededores y dio la casualidad que una de las chicas que había escuchado hacía un rato hablar sobre ver a Matthew, estaba ahí. Se acercó si importarle lo que estuviese diciendo y cercándola le preguntó donde había visto a Matthew y ella asustada (más que todo por verlo en la zona gay) le dijo que en el bar más grande había en esa zona “The stardust”.

Collin casi se fue corriendo al lugar y apenas vio el mar de gente, ya creyó que era una tarea imposible encontrar a Matthew, lo que no creía era la popularidad tan impresionante que tenía Matthew en aquella zona.

— ¡Matthew! ¡¿Dónde estás?! — Importándole todo un bledo, comenzó a gritar.

Toda la gente comenzó a mirar a Collin y dos chicos bastante lindos se acercaron a él.

— Si buscas al guapetón, se encuentra en la parte delantera de la fila ¿Quieres que lo llamemos?

Collin solo asintió desesperado y uno de los chicos se hundió en el mar de gente; luego de un rato emergió con alguien cogido de  la mano y ese era un Matthew que él no reconocía.

Collin abrió los ojos y apenas se encontraron con los de Matthew este tampoco pudo disimular la sorpresa. Este miró al chico que lo tenía de la mano y le preguntó que si en verdad él era quien lo estaba buscando y él asintió enérgicamente y le susurró que si tenía semejante hombre en casa, no debería venir a jugar por estos lares.

Después de un rato los dos chicos se fueron de ahí y quedaron solo Matthew y Collin. Este no dejaba de observarlo como si fuese un bicho raro, se le había olvidado la ira y todo lo demás.

— ¿Qué haces vestido así? — Preguntó seriamente confundido Collin.

— ¿Vestido cómo? — se miró de arriba a abajo. — Estoy normal.

— Esa ropa tan ajustada no es normal ¿Sabes?

Matthew lo miró extrañado sin pronunciar palabra y luego, estaba dispuesto a devolverse al mar de gente, pero Collin lo detuvo.

Mathew lo miró seriamente y se quedaron ahí, tan solo mirándose. Collin comenzó a organizar sus ideas, sentía que estaba igual de perturbado y sin palabras, como cuando vio a su novia por primera vez vestida elegantemente. Era tan atractivo, que no podía articular palabra.

Luego de un rato vio que emergía un hombre ciertamente agraciado a buscar a Matthew.  Collin miró con ira a quien venía a reclamar a Matthew. Este lo sabía que con el temperamento de Collin, iba  a haber tropel por lo que tratando de alejar a su pareja que venía a buscarlo, le dijo que desgraciadamente no podrían estar esta noche que luego se lo repondría y después de ello se llevó cogido de la mano a Collin a un lugar donde pudiesen hablar.

— ¿Qué es lo que quieres al buscarme aquí.

Collin no supo responder la pregunta y sencillamente abrazó  a Matthew, este sorprendido se alejó y lo miró con cara  de preocupación.

— ¿Te has fumado algo?

— ¡No! Joder. — Collin resopló.

— Entonces te lo inyectaste, o acaso  ¿Estás borracho?

— ¿Querrías dejar de meterme en vicios en tu perturbada cabeza?

— ¿Entonces qué pasa? ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué estás buscándome?

Collin no tenía respuesta a esas preguntas, simplemente tenía que verlo, tenía que exigirle quien sabe que cosas, porque realmente no tenía nada que exigirle. Pero esa noche, descubrió ese turbio sentimiento que tenía y esa noche también supo que sin lugar a dudas, se había enamorado de la peor y más perversa manera.

 

Notas finales:

Ya saben 

¡SIN COMENTARIOS NO HAY CAPITULO!

BYE BYE


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