Dos vasos de Vodka.
Dos vasos vacios, ni una gota sobro en el fondo.
¿Era tanta la sed? Uhm… no.
Estoy probando la teoría de que el licor te borra la memoria, y ayuda a relajarte cuando tus pensamientos están nublados y tus sentimientos rotos.
Cuando sabes que tienes el control y posees algo, puedes imaginarte un día sin ello, y no le prestas importancia, la verdad hasta sueñas con que suceda. Que por fin te quites el peso de encima, y no lo niego lo he hecho. Últimamente muchas veces.
Entonces que sucede cuando el juego es al revés, no eres tu quien llevaba las riendas, y había una telaraña de sucesos tejiéndose detrás de tus ojos. Quien sabe entre inocentes confesiones si te manifestó la verdad, tal vez su propia conciencia no quería del todo liberarse.
Pero ¿por qué mierda argumenta otra cosa a su supuesto nuevo amor? Porque como todos los humanos, cometen errores. Quieren y no quieren, desean dos o tres cosas a la vez. Y la más simple de todas las respuestas: Inseguridad.
No puede permitirse perder algo seguro por alguien que todavía no se arriesga a hacerla suya, es cruel esa forma de pensar y actuar, no para la futura víctima, sino más bien para la actual víctima. Es difícil aceptar la realidad, cuando minutos antes se manifiestan cariño, cuando le hiciste miles de preguntas sobre eso, y en todas se esmera en despejar tus dudas.
Para ser justos, también me considero culpable en este desenlace… mis costumbres retrogradas, sin sentido, mi estúpida actitud de saberte mi propiedad, tanto así que comencé a descuidar lo que supuse por derecho mío. Me falto afecto (pero te lo di en dosis pequeñas), me falto tiempo (inclusive no dormía por satisfacer tus antojos), me falto amor (y porque duele el alma cuando se que te importa otra persona), me falto tacto (eso échale la culpa al destino, que te dejo a ti a miles de kilómetros de mi), me falto una jodida actitud de humildad (para preocuparme cada día de hacerte feliz como tanto te lo mencione).
Mis objetivos con el tiempo cambiaron, te prometí que era indispensable para estar yo bien, que lograra llenar tu vida de dicha, felicidad (efímera, no creo en la infinita). Mi poca creatividad se agota en los párrafos a ti dedicados, y sueño con verte a mi lado, con ir hacia ti y tú mi trágico amor estés esperándome. Un lugar cálido para las dos, donde estas dudas se terminen, y soy egoísta por desear tengas ojos solo para mi, y que sin reproches obedezcas mis mandatos, el no preguntarte un simple ¿Cómo estás?, o emocionarme con tu día a día, ¿tanto te abandone? O soy tan idiota de yo sola recriminarme por cosas que también te implican.
Señálame ahora. Cuando más te alejo de mi, entiéndelo, compréndelo, recuérdalo, es cuando más necesito de ti. Mi doble cara de indiferencia, mi barrera anti-romanticismo ¿no eres capaz de observar detrás de ello? O lo que no quiero admitir es que: no te importo, y esta mí despedida para ti es solo paz. Si es cierto aquello, te lo ruego no me mates confesándolo, si te he dicho miles de veces que adoro tu verdad, aunque duela. Esto, esto, me destrozaría, me haría añicos los retazos de corazón que tengo, y sería el final de mi supuesta “valentía” (evita llorar para no dificultar mi escritura, ni que sea sustento para ahogarme en la pena, y no describirte como estoy de mal herida).
Lo único que escucho en mi pecho, son los latidos enfermos, debilitándose por tu falta de amor, por esas letras que leí, por ese sentimiento sombrío que entorpeció mis decisiones. Prefiero mil veces que tengas en mí, a alguien a quien odiar. No me permito que sigas conmigo por sentirte “confortable”, una falsa seguridad, un amor a medias. Que como tu bien mencionas… va en picada.
Mi cinismo tomara formas antes no vistas, tus amistades me recriminaran el hacerte sufrir (si es que en algún momento sucede), hablaran de mi por unos días, el luto en las relaciones es tan típico, más tranquila estarás cuando entre otros brazos te acurruques, te den ese calor que tanto me reclamaste, que nuevamente en ti nazca el placer, el amor, el deseo, y por encima de todo… la alegría del enamoramiento. Disfrútalo pequeña niña, mi dulce dueña.
En medio del tormento, estoy lucida a pesar del licor, y afirmo en estas líneas, que te agradezco inspirarme, nadie calo tan hondo en mi, para inclusive agradecerle de mi dolor, ¿Por qué? Mírame, estoy escribiendo. No es sólo licor para las penas, es también literatura, conexiones de letras sin sentido que esconden los mas íntimos deseos de su autora, una réplica fiel de las sensaciones que se apoderan de su ser.
Quiero ser egoísta, ¡Quiero serlo!
Quiero pedirte no te vayas, que te enamores de mi, que no necesitas mirar a nadie más, para algo estoy yo aquí. Que no he dejado de amarte a pesar de todo este tiempo, que te sigo nombrando como mía, que la verdad no se controlarme para no llamarte, ni contactarme contigo. Porque mierda le hablas a ella, porque no estás para mí, porque no es suficiente el amor que te doy, hago lo que puedo, no quiero que te vayas, no es justo, la verdad que no lo es. En la mañana dices quererme y horas antes estas enamorándote de otra.
Es un hormigueo en la garganta, un nudo uhm ¿de tanta palabra no dicha? Del ímpetu no saciado, de lo pasiva que puedo parecer cuando quiero luchar por lo que reclamo mi propiedad. Mientras por otro lado, mi mente lógica me traiciona vilmente, me susurra con delicadeza “las personas no son objetos para ser posesiones”, si de verdad amas a alguien déjala ir, si de verdad es para ti, volverá.
No es fácil aceptarlo. No puedo. No quiero.
Pd. ¿Qué cara tuve para darte semejante mentira? Me queda reír de lo que fue mi mejor actuación. Vive y duerme con la idea de que yo amo a alguien más, que tu ya no eres el centro de mi mundo, que soy la peor persona para decirte sin dolor ni arrepentimiento que ya no significas nada en mi, que quiero terminar lo nuestro. Tu busca tu camino que yo encontré el mío al lado de alguien más.
Ilusa yo al pretender creer mi propia mentira, o ilusa tu, al imaginarte algo semejante. Me convertí en una copia sin gracia de ti, las mentiras no son mi fuerte pero en esta oportunidad, eso paso.
Lo siento por quererte mucho, Lo siento por hacerte daño, y siento muchísimo que tú me hagas daño a mí con tus conversaciones.
Dejo el vaso, lo admiro, me pierdo en sus características, sonrisa tenue. Detengo mis manos antes que se dejen engañar, y elijas consuelo en donde no hay razón. Me voy a dormir, en sueños esto nunca tendrá fin, y todo saldrá bien.
FIN