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Last Song por Kanra Suzume

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Notas del fanfic:

No me hago responsable de-- A mierda, que aquí no hay nada extraño ni anormal(?).

 

ATENCION: SPOILER DE LA SERIE Y PARTES INVENTADAS, obviamente.

Miren! es el ancla de Chosokabe! - No sabe para que diablos sirve eso - 

Notas del capitulo:

Bueno, Sengoku basara pertenece (PARA MI DESGRACIA ;_ ; ) A sus respectivos dueños, so, yo solo tome prestado (¿Pedi acaso permiso?) los personajes que a continuacion salen~ :33

Créeme cuando te diga que te amo. Créeme cuando te grite, te deseo. Créeme cuando antes de que tú mueras, yo llore por ti. Créeme cuando te susurre en tus oídos que nunca te abandonare. Créeme cuando te diga que viviré por los dos. Créeme… cuando te diga que el causante de mi felicidad eres tú.

 Mori Motonari.

Créeme, cuando te diga que cuando perdí mi razón de vida… encontré una razón para no morir.

 

El cielo oculta la luna que iluminaba débilmente la habitación donde mi cuerpo reposaba. La única ventana abierta que daba paso a esa pequeña luz, se mantenía abierta de par en par. La oscuridad era dueña del lugar, la puerta cerrada bajo llave. Y como la soledad se hacía cargo de mi presencia. Una suave lluvia comienza a caer de las negras nubes. Penetrando pequeñas gotitas en la habitación, golpeando suavemente mi cara que aun observaba la luna que ya no estaba. Cerrando los ojos lentamente, dejaba que lo que nunca mis piratas verían de mi, recorrieran mis mejillas, cálidas antes, ahora frías. Mis sentimientos tenían rienda suelta. El corazón se me encogía, y los gritos eran ahogados por mis manos que, tapaban inútilmente mi boca. Temblando levemente, mis lágrimas que antes caían de forma suave, se volvían aun más bruscas. Los recuerdos pasaban en mi mente como secuencias, las palabras se clavaban en mí, forjando lazos que ahora mismo se habían convertido en cadenas que no podía romper. Solo no. Las nubes dejaron paso de nuevo al ente superior, observándolo con detenimiento abriendo levemente los ojos, aun llorando. Si, se podría decir que lloré. La luz era débil, la luna bella y hermosa, pero delicada. Si tuviera que asemejarte con algo, diría que eres como ella. Cambiante, pero lindo, hermoso y torpe, pero sin embargo débil. A parte de eso, frágil, aunque muestras fiereza. Si, algo así.

Cerré el puño. Mi rabia empezó a centrarse en el. Mi forma de ser, llevó ese resentimiento a lo que pensé que era mi culpa. Si yo hubiera estado ahí.

- Nunca se dará cuenta. – Repetía el albino mientras hablaba con Date Masamune. Sus palabras eran tristes y su voz sonaba lejana. Su mirada y expresión se habían tornado más suaves y melancólicas, y aunque, cerraba levemente el ojo derecho, el cual quedaba solamente a la vista, se podía entender perfectamente cómo se sentía.

- Bueno. – Comenzaba el Dragón Tuerto – Él tampoco se dará cuenta. – Finalizó…

- Darse cuenta, ¿eh? – Las palabras se quebraban por el tono de mi voz que salía casi con dificultad de mis labios. La agonía que sentía lo devoraba por dentro. Sabía que era mentira. Que el cachorro de Kaki siempre se había dado cuenta de que lo que sentía Masamune por él, no solo era amistad o algo parecido. Además, siempre fue correspondido. Sin embargo, las cosas se tornaban diferentes para mí. - … ¿P-por qué n-n-nunca te distes cuenta…? ¿Eh?... Responde… ¡Ag.! – Me preguntaba en la completa soledad. Esperando una respuesta que me pudiese al menos consolar, pero estaba solo, no había nada ni nadie junto a mí. Solo las sombras que se alzaban en más completa oscuridad, que observaban esa escena. Si él estuviera aquí, se sorprendería, como la persona que solían llamar el Demonio del Mar del Oeste lloraba y sufría en silencio por él, como fue la única persona que lloró por él. Yo…, si hubiera estado ahí. Respiraba lentamente, y de forma suave, aunque de vez en cuando no podía coger aire. Las lagrimas impedían este paso. Y el remordimiento que sentía me asfixiaba. Maldita sea.

- ¡Mooori! – Gritaba sonriendo mientras en su mano derecha portaba un pequeño paquete envuelto en un papel de color verdoso con pequeñas franjas violetas de colores suaves, pasteles. Flores que iban pintado en él, le daban aspecto de primavera. - ¡Feliz Cumpleaños! – Le gritaba sonriente, mientras este le miraba arrogante desde su lugar.

- Pff. – Rió en silencio – Me has amargado el día – Le contesto, a lo que Chosokabe solo hizo un leve puchero.

- Vamos, si sabes que me recorrí más de dos océanos para encontrar esto para ti – Le respondía aun con el puchero marcado –

- … - No se pudo ver su expresión, tan solo se giró –

El sol que Mori decía venerar como su familia, rozó con su suave luz mi cara. Molesto, abrí lentamente el ojo que dejaba al descubierto siempre, pero noté también que este me escocía. Con desgana me acerqué a un pequeño cristal. Observé lentamente como este estaba rojo, y solo me limité a mirar donde estaba antes durmiendo. Sin embargo, en mi mente no había indicios del recuerdo de cuándo o a qué hora me acosté anoche…

Ah… Claro. Acabé durmiendo del cansancio… Así que lloré hasta que me dormí, ¿eh?

Reí leve. Pero esa risa y su sonrisa se borraron de mi rostro, el cual estaba aun algo húmedo. Cerré la ventana, quedando en oscuridad, abracé lo que quedaba de él. Nada. Así que salí de allí. No miraba a la cara a nadie, solo me apresuraba en caminar por los pasillos de madera, y en comer lo más rápido que pudiera. Rompiendo casi a llorar en cualquier momento. Porque sentía que esto no había acabado.

Ahora mismo una barrera me separaba de él. Pero, como dicen los sabios, el pasado es mejor dejarlo donde está. Suspirando y respirando hondo. Era verdad. Debía de reflexionar, pero el más leve recuerdo atormentaba mi mente, y esta a mi corazón. Si yo le hubiera dicho que le amaba.

Volví a donde pasé la noche, cerrando de nuevo la puerta pidiendo y ordenando que no entrasen, aunque más bien era un favor, me senté y permanecí ahí tiempo.

- Nunca se dará cuenta –

- ¡Mooori! –

- Oe, oe, Mori no te duermas, ¡mira!

- Te amo. –

Palabras que nunca escuchó. Porque él hizo caso omiso a sus sentimientos, aunque yo trataba de darles un sentido.

Créeme cuando te digo que te quiero.

En un papel escribí, con letra temblando una carta de perdón. Escribí lo que sentía, y una vez firmada salí de allí.

- ¡Dadme una botella de cristal! – Ordené con mal humor. A lo que rápidamente obtuve el objeto que deseaba en la mano. Fui al puerto, pues no estábamos en mi barco, allí, no había nadie, y la brisa recorría cada parte de mí, el olor al mar, ya me era tan familiar… Enrollando la carta lentamente, la cerraba con un lazo dorado, con una flor atada a esta. Luego, dentro de la botella quedó esa carta y esa pequeña flor… Cerrando los ojos y dejando que la sensación de la brisa me diera valor, arrojé al mar ese frasco, con esa carta de perdón.

 

Que el mar consiga llevar mi deseo a su lugar, mil perdones y mis sentimientos, que consiga hacer que la persona a la que deseo pueda encontrar, leer y al menos disfrutar, lo que en la carta se escribió… Hará un tiempo atrás.

 

Hasta el anochecer, permanecí. Mirando como las aguas cristalinas pero teñidas de azul por el cielo que arriba se ponía, jugaban entre sí, provocaban leves olas y como todo parecía volver a su curso. A lo mejor, la vida es como un mar. Como las olas, quién sabe. Y, cerrando mis pensamientos, guardando mis memorias ahí estuve hasta que… Se acabó.

 

- - -

 

- Anda… - Dijo una voz suave que provenía de un muchacho de pelo castaño con una larga coleta.

- ¿Qué pasó Yukimura? – Preguntaba el tuerto que ahora mismo le abrazaba por la cintura mientras el joven Tigre de Kaki, se relajaba mojando levemente sus pies en aquella playa natural. Este sonreía y de vez en cuando le daba un beso en los labios al que le abrazaba. Le decía palabras tiernas y hablaba sobre el futuro, pero ahora, algo había captado la atención del joven gatito.

- ¡Una carta! – Gritó emocionado mientras se soltaba de Date y le mandaba a que entrara al mar para que la cogiese, pues, se podía divisar. Este de mala gana tuvo que acceder, porque entre los empujones de la fierecilla y sus caritas de gato abandonado [N.A: Si, es gato, no es error] estaban los chantajes propios de Yukimura.

Gruño mientras nadaba hacia ese bote de cristal y lo llevaba donde Yukimura dándoselo obedientemente. El Tigre, antes de leer la carta y abrir el bote, compró para quien iba, pues por fuera en el papel de esa carta, yacía el nombre de Mori Motonari. Sonriendo salió corriendo del lugar, mientras Date, atónito porque no sabía si seguirle o no, le gritaba que esperase, pues la energía del joven aun le asombraba, ¿no le había dicho horas atrás que estaba cansado?

- ¡Motonari! ¡¡MOTONARI!! – Le gritaba hasta que este despertó dándole un pequeño puñetazo en la cara, el castaño le entregó la botella, abierta, pero sin sacar la carta de ahí.

Mori, que estaba reposando después del ataque de Yukimura, el cual lo salvó al ver las injusticias de aquel día y de sus soldados, y porque sabía que alguien si le echaría de menos; sacó la carta de la botella sacudiéndola. Abrió esta lentamente, y aunque parecía leerla tranquilo, en su interior había una batalla de emociones.

 

Mori Motonari, 

  Estés donde estés, siento que debo decírtelo una vez más, lo que siento hacia ti, lo que nunca te dije o que no quisiste sinceramente… creer.

  Siempre quise que supieras que te amé. Cuando me enteré de tu muerte, solo me atormenté, me grité y sufrí. Porque creí que tú me odiabas aun, y que yo no pude disculparme. Te pido perdón, perdón porque yo no pude salvarte, no te pude decir lo que sentía, ni si quiera… Lo que quería decirte. Te pido perdón por ocultarte mis sentimientos. Espero que, estés donde estés, no me olvides, porque sé que yo no te olvidaré.

  Quiero gritarte mis pensamientos, todo lo que siempre te he querido decir, quiero que sepas que siempre te quise abrazar. Sentir tu calidez, y que aunque creyeras que todos te odiaban, yo nunca te odié.

  Amaba tu forma de ser, tu arrogancia. Me gustaba todo de ti, como me tratabas, como pensabas, actuabas. Porque, pensaba que llegué a importarte; amaba tus expresiones, toda y cada una de ellas, aunque nunca vi las que mas importantes me parecían.

 Me gustaba como eras, como fingías ser y lo frágil que realmente eras… Ojalá pudiera decirte esto a la cara y al menos, pudiera besarte, porque… Conseguiste que este Demonio, aun pudiera sentir lo que siempre creyó que había perdido.

Chosokabe Motochika.

 

Dejó la carta a un lado, y parecía que estaba nervioso, que en cualquier momento se iba a poner a… no sé, tal vez. Pero las apariencias siempre engañan.

- ¡Maldito pirata! ¡¡QUE NO ESTOY MUERTO!! ¡¡TE MATARÉ!! – Y es que, no todas las historias con comienzos tristes tienen que acabar tristes… En fin, Yukimura sorprendido por las reacciones de Mori tuvo que pedirle ayuda a Date y a otros hombres para calmarlo, porque los arañazos que recibieron de ese tío fueron para ellos históricos, y… ¡Fin! Quién sabe si se volvió a encontrar con Chosokabe. Digo, estaba claro que se encontraron, y para haceros aun mas spoiler, el amor de Chosokabe fue correspondido, pero sin embargo el si que sufrió.

Pobre, pobre Chosokabe.

Ahora sí, ¡Fin! 

 

Notas finales:

La la la! Siempre pensé que escribiria un Date x Sanada XD O un Masamune x Yukimura <3

Pero no es así, demo.. Esta historia vá dedicada al real Mori que se dedica a canibalizarme todos los dias, pues, creo que de mi hombro no queda nada DDDD8 que alguien lo caze!! buscaré para él un Chosokabe y le canibalizará a el. sure.

Dejen R_R(?) A que es linda la cara? :3


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