Es raro ponerse a pensar ahora, como puede todo cambiar en un día, como una situación, una vida completa llena de felicidad se puede derrumbar al simple hecho de enfrentar una realidad. Al preferir que las cosas se adelanten y querer poder proteger a quienes amas, pero al fin y al cabo… Todos sabemos que es preferible dejar al mismo Tiempo que hable, antes de que nosotros intervengamos en algo que quizás somos involucrados pero no nos incumbe querer adelantar los hechos.
Acá estoy yo, en la casa que siempre los cinco soñábamos, dos cuartos, 3 baños, un refrigerador de aquellos que hacen hielo sin necesidad de esperar, y lleno de comida que se puede definir como basura. Pero hay una diferencia, los cuartos están vacíos, llenos de un silencio que espera poder escapar y desvanecerse entre sonrisas y llantos a causa de peleas sin sentido.
Es extraño poder entrar y saber que nadie me recibirá, es extraño ir a pagar la cuenta de la casa a sabiendas que soy el único que puede/debe hacerlo.
¿Qué sucedió? Me pregunté la primera noche al dormir acá. ¿Por qué fui el único que logró llegar a nuestro sueño? ¿En qué momento todos nos separamos? O mejor dicho, ¿en qué momento yo me separé de ustedes?
Recuerdo aquellos momentos en donde después del instituto reíamos por horas enteras en el parque, viendo el azul del cielo e íbamos imaginando como sería nuestra casa cuando saliéramos de la escuela. Quien pagaría que cosa, quién sería el encargado de que labor. Sí, todavía recuerdo esas cosas; nuestros momentos de enojo en donde nadie hablaba con nadie, pero al fin y al cabo regresábamos pidiendo disculpas y riendo en ese momento incomodo en que no hablábamos por X motivo de “supuesto enojo”.
Es doloroso querer recordar tan hermosos momentos a la vez que concluyo que eso ya terminó, que me encuentro acá viviendo una realidad que jamás fue pensada, si en mí pasado, hiso que mi futuro cambiara bruscamente para así vivir un presente de dudas y dolor. ¿Qué me hace pensar a mí qué esto es en verdad la realidad?
-Aquellas palabras plasmadas en una simple libreta, las dejo sin continuar al momento en que el más alto de aquel ex – grupo se levantaba para poder ir por un frío vaso de agua, a la vez que se iba hacia el balcón de una de las habitaciones. Sonrió de medio lado al ver la puesta de sol que ya desaparecía entre los edificios y casas que poco a poco iban prendiendo luces de los posibles dormitorios. – Es raro – susurró con su voz un tanto ronca pues había guardado silencio por todo el día. Bebió un poco de agua y sintió como una presión fuerte se puso en su pecho; se encaminó al primer piso y encendió el reproductor de música cerrando sus ojos creando como cual telenovela, un vídeo mental con los mejores momentos vividos. De nuevo esa sonrisa se robó la seriedad de su rostro, y sentía como una cálida brisa proveniente del ventanal grande que hacia parte de una de las cuatro paredes del cuarto, movía sus ondulados cabellos. –