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Mobius. Nuevo destino por princesayuuki

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Notas del fanfic:

Esta es una continuación de Angel Island. Destino. Esta historia está centrada en Knuckles y Espio... Verán como poco a poco van conociendo cosas de uno y del otro e iran formando un infranqueable lazo.

 

Sonic y todos los personajes que aparecen son pertenencia de Sega y Sonic Team.



Prologo

Era una mañana calurosa. Knuckles se había levantado más temprano de lo normal. Eso le llamaba la atención a Espio, que al reaccionar notó que ya no estaba en su cama.
El joven camaleón lucía cansado, pero dispuesto a saber que ocurría con su compañero de aventuras.
Entre bostezos finalmente decidió salir de la cama ubicada en una pequeña carpa montada por él mismo. Mucho le había costado hacer que Knuckles durmiese dentro de esta, pues estaba acostumbrado a dormir en la intemperie. Pero Espio, no. 
El era un camaleón acostumbrado a vivir bajo un techo y ni loco dormiría al aire libre como su terco compañero.
Ya habían pasado varias aventuras, juntos, desde que abandonaron Ángel Island en busca de los fragmentos de la majestuosa Esmeralda Maestra. Sólo habían logrado dar con tres fragmentos que apenas ni hacían la cuarta parte de dicha esmeralda. Pero no perdían la fe. Knuckles sabía sentir la energía de dicho elemento y eso le facilitaba más la búsqueda. 
Espio se había ofrecido a ayudarle en su búsqueda. Lamentaba no haber sido de ayuda aquel día. Ese fatídico día que esa diosa casi devasta Mobius con intención de formar una nueva utopía a través de Sonic. 
Todos habían hecho su parte aquella vez. Knuckles logró, heroicamente, salvar a Sonic de su transe y evitar que la diosa utilizara la Esmeralda Maestra. Para eso tuvo que destruirla.
Y eso debían hacer ahora: recuperar los fragmentos esparcidos por todo el planeta. Y él, Espio, se ha ofrecido, para compensar dicha falta aquella vez.
A pesar de ser calurosa la mañana el joven no sentía dicho calor y se veía molesto, pues no podía creer que tuviera que estar preocupado por Knuckles. ¿Y si sólo fue a hacer sus necesidades y estaba perdiendo el tiempo?
Maldición. Se lo ganaba por preocuparse de más.
Caminaba entre los árboles con sus ojos entrecerrados debido a la luz del sol y porque aun tenía sueño. El bosque era espeso, pero aun así, la luz solar entraba por entre las ramas de los árboles con mucha intensidad. 
Ya llevaba bastante rato caminando, se sentía frustrado pero algo preocupado. No era usual en Knuckles dejar el campamento sin avisarle.
Finalmente la búsqueda llegó a su fin al lograr divisar al susodicho equidna en la orilla de un lago. Hermoso, por cierto: lleno de peces de muchos colores, con aguas cristalinas y puras, y el sol reflejándose en estas.
Ahí estaba, como si nada. Y él buscándolo con preocupación, caramba.
Por un momento pensó en regañarlo por no avisarle de su ausencia, pero abandonó la intención al notar algo de tristeza en el joven equidna.
Casi sigilosamente (usual en un ninja como él) se acercó al joven sin intención de molestarlo, pero con mucha curiosidad por saber por qué de su estado de ánimo.
-Knuckles… - su voz era muy suave y casi susurrante.
El joven equidna reaccionó y notó al camaleón sentado muy cerca de suyo con cara de preocupación. 
La mirada de Knuckles se cruzó con la de Espio. Esta era muy intensa; sus ojos violáceos brillaban aun más gracias al reflejo solar. Se veían hermosos y, a pesar de su semblante triste, dicha mirada era muy serena, pero intensa.
La de Espio no se quedaba atrás: dorados e igual de intensos que los de Knuckles.
El momento se tornaba ya muy dramático y la preocupación comenzaba a consumir al joven camaleón debido a lo misterioso que se comportaba Knuckles. Esa situación se estaba poniendo algo insoportable hasta para él, que era el rey de la paciencia.
-Knuckles… - repitió Espio tratando de no perder su calma infinita.
-Hoy no se dejan pescar y me estoy muriendo de hambre… - afirmó el equidna para sorpresa del camaleón.
-¿Qué dices…? - Espio frunció el ceño ante semejante declaración. Drásticamente el semblante de Knuckles cambió y una risa incontrolable se apoderó de él dejando algo perplejo al camaleón -. ¡Eres un…!
Knuckles no podía contenerse, pues la reacción de preocupación del joven ninja le había causado mucha gracia.
-¡…Miserable! - Espio no tardó en reaccionar y empujó a Knuckles al lago para luego marcharse de allí muy molesto.
El equidna salió a flote aun sin poder contenerse pero algo sorprendido por tal situación. Rápidamente se reincorporó para alcanzar a su amigo que ya se había alejado. Seguro lo encontraría en el campamento.
Que humillación, pensó el joven camaleón. Y él que se estaba preocupando. Se sentía un idiota. Todos estos pensamientos lo invadían mientras iba llegando al campamento. Con rudeza comenzó a recoger las cosas del lugar. 
Al poco rato llegó Knuckles con intenciones de disculparse. En vano trataba de llamar la atención de Espio, pues este seguía juntando las cosas ignorando su presencia por completo.
-Vamos, Espio… No es para tanto… Es que me dio gracia cuando vi tu cara. Yo sólo estaba algo angustiado por no poder pescar nada para desayunar… - Knuckles insistía en sus disculpas mientras seguía de un lado a otro al joven camaleón -. Vamos…, Espio… - continuó.
Espio detuvo sus pasos provocando que Knuckles casi choque con él. Volteó para verlo directo, mientras sujetaba unos cuantos trastos que faltaban guardar.
-Pensé lo peor… - su voz, como era habitual, sonaba muy serena a pesar de su molestia. Knuckles permanecía en su lugar en silencio. 
-Espio… - procedió al fin –, no era para tanto.
Espio cerró sus ojos, tomó un breve respiro y continuó con lo que estaba haciendo. Knuckles volvió a seguirlo insistentemente.
-Pero, Espio…
-Ya deja de seguirme – interrumpió drásticamente el joven camaleón. Su voz esta vez era cortante -. Ayúdame con lo que falta, no perdamos más tiempo, quiero volver a casa pronto – sin querer abandonó ese semblante paciente para dar lugar a cierto nerviosismo inusual en él. Esta reacción es notada por el equidna.
-Espio… ¿Estas bien? – cuestionó Knuckles. 
Nada. Sólo silencio por parte del camaleón. 
-He visto ese semblante triste en ti las veces que fracasamos en encontrar un fragmento… - procedió el joven camaleón. Estas palabras han salido casi inconcientemente, por ende, no se atrevió a ver directamente a Knuckles. Su nerviosismo aumentaba.
El equidna no sabía que decir. Espio parecía ser muy sincero y a la vez avergonzado de sus palabras. La verdad, jamás esperó una reacción así de parte suya. Trataba de ordenar sus ideas, pues no quería estropearlo de nuevo a causa de su manera de ser.
-Vaya, no creí que notaras eso… Bueno, no creí que yo me comportara así… Em…, es tonto, ¿verdad? – cuestionó el joven guardián mientras rascaba su cabeza.
Silencio. Nuevamente ese incomodo silencio. Caramba, ¿que diablos le estaba pasando a ese camaleón? No recordaba que antes se hubiera comportado así para con él. Bueno, no recordaba jamás haberlo visto así… Tan… ¿sentimental?
Knuckles dio un pequeño resoplido, eso era demasiado para él. 
-¿Piensas decirme algo, o vas a estar ahí misterioso como…? – Knuckles detuvo sus palabras como si un pensamiento lo invadiese. Luego de una breve pausa prosiguió - ¿…un ninja? – no pudo evitar reír…
-¿Qué es gracioso? ¿No puedo preocuparme por ti? – Espio sonó cortante. Se sentía ridículo. Claro, eso que había dicho era de poco macho y tratándose de Knuckles era obvio que sonaba muy tonto.
-Pues yo creo que…
-No quiero saberlo… - interrumpió Espio.
Maldición. Que idiota se sentía Espio. ¿Quién lo mandaba a preocuparse por Knuckles? Pero, ¿en que diablos pensaba? El no era así. Maldición, maldición.
-"Es para recordar viejos tiempos" - había propuesto él ante la negativa de Knuckles de que lo ayudase a buscar los fragmentos. Aquellos tiempos que pasaban como el glorioso Team Chaotix… Bien, faltaban miembros… Fue mala la excusa… No, no lo creía. Drásticamente retiró ese pensamiento de su cabeza. 
Tomó la pesada mochila y emprendió camino. El equidna lo siguió tomando otra más pesada. Ambos caminaban en silencio. Espio no dejaba de pensar. Sentía que su cabeza estaba llena de cosas que quería largarle en ese mismo instante al estupido que caminaba a su lado. No, no era prudente. ¿Qué culpa tenía Knuckles de ser tan poco sensible?
Además era su culpa, él se había ofrecido. Pero bien, pensó que podía ser una oportunidad perfecta para hacer algo más sólido entre ambos… Una relación más estrecha. Por Mobius, por un instante odió a Sonic. Lo odió por tener eso que deseaba con Knuckles a pesar de su rivalidad.
Miró de reojo a su compañero que caminaba en silencio a su lado. ¿Qué cosas estará pensando? El joven camaleón tomo un respiro y se compadeció por Knuckles. Sentía que había sido muy duro con él. Tal vez el equidna estaba tratando de entender que diablos había hecho mal.
A pesar de los años que habían pasado juntos, nunca había tenido oportunidad de relacionarse en profundidad con Knuckles. Nunca se le había presentado una situación así. No cuando ellos eran parte del Team Chaotix, cuando él era el jefe. 
Ahora Vector se adjudicaba ese papel. Bien, ellos sintieron mucho el alejamiento de Knuckles del grupo, al punto de provocar la partida de uno de sus miembros más importantes: su mejor amigo, Mighty. Pero ni la ausencia del armadillo la sintió  tanto como la partida del equidna.
-Hay algo que nunca supe bien - Espio rompió el silencio reinante -, ¿por qué te fuiste del Team Chaotix?
Knuckles tardó en contestar. Trató de recordar aquel momento cuando, repentinamente, anunciaba su retirada del equipo sin explicación alguna. Espio observaba atentamente esperando una respuesta.
-Fue… para protegerlos… -afirmó.
-¿De que? – el joven camaleón se mostró intrigado.
-Ya no quería involucrarlos más con la Esmeralda Maestra. Decidí que así seria mejor para todos.
Hubo un silencio. Knuckles prosiguió.
-Se que debí aclarar por qué me iba, pero sentía que era mi deber ser el único guardián como fueron mis ancestros.
-Ah… - Espio bajó su mirada. 
-Veo que Vector se nombró líder y fundaron esa agencia de detectives –  dijo Knuckles y luego sonrió, Espio también.
-Pero Mighty no aguantó el cambio y decidió seguir su camino… - afirmó el camaleón para sorpresa de Knuckles.
Ambos quedaron en silencio.
Ya el día se había ido volando. Habían pasado el día caminado en silencio. El sol iba bajando justo frente a ellos. Era una tarde hermosa. Caminaron en silencio un tramo más. Poco a poco el cielo se iba tornando azulado e iba siendo iluminado por unas cuantas estrellas.
-Creo que hoy no hemos tenido suerte – afirmó Espio deteniéndose justo en un claro.
-No… - Knuckles se dejó caer con su pesada mochila a cuestas –. Será mejor que busque algo para la cena – prosiguió mientras se levantaba algo perezoso en dirección a un pequeño lago muy cerca de donde han parado. Por su parte, Espio preparó la tienda e hizo fuego, pues había empezado refrescar.
Luego de un rato, Knuckles volvía con dos pescados bastante grandes. Ansioso por cenar. Espio ya tenía todo preparado.
Una vez cocinados, el equidna comía con muchas ganas, como si jamás hubiese probado bocado.
-¿No comes? – interrogó, mientras las masticadas no se hacían esperar…
-Sabes que no es mi menú – contestó Espio mientras desvió su mirada en un insecto que ha captado su atención y despertado su apetito.
Ya alimentados estaban listos para ir a dormir. El joven camaleón juntó los trastos mientras Knuckles avivaba un poco más el fuego y se preparaba para irse a dormir.
No habían seguido la charla desde que se habían detenido a acampar. Ambos se veían exhaustos y sólo tenían en mente dormir.
Una vez adentro Knuckles indagó a Espio, pues aun le había quedado una duda.
-¿Y tú? ¿Por qué no te fuiste? - preguntó el equidna mientras se acomodaba en su cama.
Espio terminó de taparse y no demoró en contestar.
-¿Por qué iba a hacerlo?
Otra vez reinó el silencio. Ya el sueño los iba venciendo. Poco a poco se iban quedando dormidos.
-Espio… - la voz de Knuckles apenas se oía.
-¿Mmmm? - Espio ya se había tapado hasta su cabeza.
-¿Sigues enojado conmigo? - indagó el joven. 
¿Qué pregunta era esa? Era obvio que no, si no, de seguro no le hubiera dirigido la palabra. Pero prefirió contestar bien, el sueño lo estaba venciendo.
-No… Hasta mañana Knux… - dijo el camaleón entre bostezos.
-Hasta mañana, Espio…




Capitulo: 1

La mañana había llegado. Los pájaros cantaban muy animadamente, el calor se hacia presente. Era normal en Mobius ese cambio de clima drástico: muy frío de noche y caluroso el día.
Ese cantar incesante de las aves despertó a Espio. Perezosamente se volteo del lado donde se ubicaba la cama de knuckles. Esperaba encontrarlo allí, pero no fue así. Nuevamente se había levantado más temprano, pero no se había alejado, ya que oyó con claridad que andaba por los alrededores.
Nuevamente se movió quedando con su cuerpo y, por ende, su mirada hacia el techo de la carpa. Pensaba en la escena que le había hecho el día anterior a Knuckles y se sintió ridículo, pero no se enojó, si no que le causó gracia. 
-Que torpe… - dijo algo sonrojado y se prometió no volver a mostrarse así, al menos de memento…
Sin apuro se sentó en la orilla de su cama y con calma se puso sus zapatos. Luego se puso de pie y salió de la carpa.
-Buenos días, Espio – knuckles notó al camaleón mientras salía entre bostezos.
-Buenos… - súbitamente detuvo su saludo al llamarle la atención algo muy particular -. ¿Haz hecho el desayuno? – indagó Espio con cara de sorpresa.
-Seh… -afirmó Knuckles invitándolo a sentarse en un pequeño tronco que había conseguido el equidna para que él se sentase. Espio no dudó.
-Es para compensar el no haberte avisado ayer mi repentino alejamiento – dijo el joven equidna mientras le servia un té caliente.
El joven camaleón volvió a recordar el episodio vivido y se notó algo avergonzado.
-Está bien… - dijo al fin –, yo… lamento haber perdido el control – producto de esa vergüenza que se iba apoderando de él su voz se notó rara y su corazón latía más rápido.
-Bien – Knuckles desvió su mirada mientras se servia té. Espio también desvió su mirada y respiró por lo bajo, pues creyó que el equidna indagaría del por qué de su comportamiento poco habitual. 
La verdad, ni él sabía por qué de ese comportamiento.
Luego de un breve silencio Espio trató de cambiar de tema y volver a lo que los tenia de viaje. 
-¿Qué camino seguiremos?
-Hacia el Oeste – contestó el equidna mirando su taza -. Estoy sintiendo la energía de un fragmento hacia esa dirección – finalizó.
El camaleón acató lo dicho por Knuckles y acto seguido se puso de pie.
-Debemos ir cuanto antes – afirmó mientras recogía algunas cosas que estaban en el suelo. El equidna lo imitó.
Nuevamente estaban en marcha, Knuckles se sentía extraño. Eso era signo de que seguro estaban cerca de un fragmento. 
Por un rato caminaron atentos. El bosque se iba abriendo para hacerse presente una gran montaña. Espio miraba  en todas las direcciones muy atento. Los jóvenes notaron una gran cueva. Knuckles se adelantó un poco, pues sentía cada vez más fuerte la energía. Súbitamente dejó caer su mochila y corrió para adentrarse en dicho lugar, Espio sin titubeos lo siguió.
Ambos no dejaban de correr, lo que sentía el equidna se hacia más fuerte. Ya muy dentro de la cueva ambos  se detuvieron muy dichosos, pues  habían dado con un fragmento. Este se ubicaba en una especie de nido gigantesco. Knuckles caminó sin pensarlo hacia dicho objeto, pero Espio lo detuvo tomándolo del brazo.
-Espera – dijo. El equidna lo miró raro - .Debemos ser cautelosos. 
Knuckles se vio molesto.
-¿Por qué? – pronunció de muy mala gana.
Espio señaló a un costado muy oscuro de la cueva. Knuckles notó una enorme cola reptiliana.
Ambos se miraron en silencio y procedieron a dirigirse al nido en el más absoluto silencio. Espio saltó sigilosamente y tomó el fragmento que se ubicaba en el centro del nido y se lo lanzó al Knuckles. Este lo atrapó exitosamente provocando que, al hacerlo, retrocediera y pisara unas ramas secas, cuyo crujido hizo un fuerte eco. Ambos quedaron paralizados, ya que el enorme reptil que descansaba despertó sin darle tiempo a Espio de salir del nido.
El animal se mostró furioso al notar al intruso y ver que no se hallaban sus crías. Espio trató de conservar la calma y se preparo para escapar.
Knuckles trató de llamar la atención del animal que se mostraba terriblemente furioso.
-¡Hey, tú! ¡Vector subdesarrollado! ¡Ven, deja el postre para después! ¡Aquí está tu plato fuerte! 
El equidna dio un gran salto y pisó con todas sus fuerzas la cola del reptil. Este sólo volteo su cabeza y le dio un feroz rugido a Knuckles. Entretanto, Espio trató de aprovechar esa oportunidad para poder salir ileso, pero el enorme animal se adelantó y dio un gran salto hacia el nido. El camaleón quedó más que acorralado, detrás de él estaba la pared y el animal acercó su cabeza mostrando sus enormes dientes que chorreaban mucha baba.
-¡Maldición! – dijo Knuckles.
Espio retrocedía estudiando algún recoveco que pudiera dejar el animal para poder salir, siempre conservando su calma. De pronto el animal lo atacó tratando de comérselo, pero Espio aprovechó ese movimiento para saltar, mientras el reptil bajaba su cabeza hacia él, y caer en el lomo de este.
El reptil muy furioso porque su postre lo había evitado, movió su cuerpo con mucha fuerza. Para sorpresa de Knuckles, dicho movimiento no fue previsto por Espio que fue lanzado con mucha fuerza contra una de las paredes y cayera casi inconciente por el feroz golpe.
-¡Espio! – Knuckles corrió hacia el camaleón que trató de ponerse de pie, pero fue inútil y se dejó caer.
El animal se adelantó y se posó frente a Espio. Knuckles entró en la desesperación.
-¡Espio! ¡Reacciona! ¡Reacciona! – los gritos de knuckles desviaron la atención del reptil en el camaleón.
Espio oyó el llamado, pero cada vez más lejos. Hasta perder la completa noción de todo…
-"Asisque quieres ser parte de mi Team Chaotix, ¿verdad?"
-"Sí, señor"
-"Knuckles… Llámeme Knuckles. He oído hablar de ti, Espio. Eres un ninja muy reconocido…"
-"Gracias…"

-Gracias…, gracias… 
Repentinamente despertó. Sentía calor. Notó sorprendido que estaba recostado entre sus mantas y con algunas vendas, pero no estaba en la carpa, estaba en la cueva. Luego notó fuego cerca de él y un aroma a carne asada. 
Trató de recordar lo último que sucedió antes de caer pero le dolía la cabeza. Se sentó en las mantas y súbitamente sintió dolor al hacerlo. Un dolor agudo proveniente de su cola. Espio estaba seguro de que se la había roto debido al horrible dolor que sintió al moverla.
-Hasta que despertaste… 
Espio dirigió su mirada hacia Knuckles que se iba acercando a la fogata con agua para hervir, pero no pudo ocultar su expresión de dolor por su cola. 
-Sí… ¿Qué ocurrió con el reptil? – cuestionó el camaleón con dolor en sus palabras y tratando de ponerse de pie.
-Ya es historia – contestó muy animadamente Knuckles señalando restos de huesos que yacían en un rincón para sorpresa de Espio que miró pasmado y se dejó caer olvidando que su cola estaba rota.
-¡Ay! ¡Maldición! – dijo mientras cerraba sus dientes de dolor.
Knuckles se acercó con unos insectos que había cazado para él y quiso ver su cola.
-Si está rota le ataremos una ramita para que su hueso suelde – le señaló el equidna muy seriamente mientras la observaba sin movérsela. Espio se ruborizó, pues Knuckles le estaba tocando su cola.
Acto seguido el equidna se apresuró a buscar una rama fuerte para hacerle a curación.
-Enseguida vuelvo, tú debes comer algo – dijo Knuckles mientras se marchaba hacia fuera de la cueva. Espio asintió en silencio.
Mientras ingería su comida, el joven recordó el momento del impacto contra la pared la que causó su dolor de cabeza y su cola quebrada. Knuckles no demoró en volver, se arrodilló junto a Espio y procedió a curarle su cola.
Una vez más la vergüenza se apoderó de Espio, pero trató de no dejarse vencer por esa sensación. Respiró hondo y preguntó:
-¿Hace cuanto que estoy dormido?
-Tres días – contestó Knuckles sin demora mientras vendaba cuidadosamente la cola.
-Vaya… - murmuró el camaleón -. Lo bueno de todo esto es que tenemos otro fragmento – aseguró Espio.
Knuckles terminó de curarlo y lo observó por un instante. Espio se sintió extraño.
-¿Qué pasa? – indagó el camaleón. El equidna tardó en contestar. Se dirigió hacia la fogata y se sentó a comer un poco más de su asado. Espio lo siguió con la mirada.
-Nada… - dijo Knuckles, al fin.
Ambos permanecieron en silencio, cada uno comiendo su cena. Finalmente Knuckles indagó a Espio que se estaba recostando medio de costado.
-¿A quien le decías gracias? 
El camaleón recordó que había despertado hablando entre sueños. Pensó que Knuckles no lo había escuchado.
-A ti… - dijo.
Knuckles sonrió pero se mostró intrigado por el sueño.
-¿A mí? – preguntó algo curioso mientras preparaba su cama. 
-Es que soñé con el momento que me presenté para formar parte del Team Chaotix… - prosiguió el camaleón –. Soñé cuando te agradecía por decirme que era un ninja reconocido. ¿Lo recuerdas?
Knuckles hizo algo de memoria y finalmente recordó dejando escapar un leve suspiro.
-Que épocas… -afirmó lleno de nostalgia.
-Sí – aseguró Espio.
-Mañana nos quedaremos aquí para que te recuperes – cambió de tema Knuckles.
-Lo siento… - se disculpó Espio tapándose.
-No seas tonto – dijo Knuckles mientras se acurrucaba entre sus mantas.
-Gracias… - dijo el camaleón ante la mirada curiosa del equidna por lo dicho.
-¿Por qué? – indagó
-Por curar… mi cola – dicho esto Espio no puedo evitar ruborizarse y disimuladamente tapó su cara.
Knuckles igual notó la reacción de su compañero causándole mucha gracia.
-No hay cuidado… 
De pronto cosas pasaron por la cabeza de Espio. El día de mañana él se quedaría en cama y seria atendido por Knuckles. Un fuerte suspiro entremezclado con fuertes latidos de su corazón se apoderó del joven ninja…
¿Qué diablos le estaba pasando? Bueno, si sabia que era lo que pasaba, pero no quería que se notase tanto frente a él. Knuckles. Ese guardián fuerte, de carácter duro pero con un corazón muy calido y lleno de una inocencia única.
-Buenas noches – dijo Espio de manera torpe y sin destaparse.
-Hasta mañana – contestó el equidna indiferente a la última reacción de su compañero…




























Capitulo: 2

-"Ellos son Mighty, Vector y nuestra mascota Charmy"
-"¡Hey, Knuckles!"
-"Un gusto conocerlos. Es un honor ser parte del Team Chaotix…"
Una punzada aguda despertó a Espio. Súbitamente reaccionó ante el dolor que sentía tratando de no gritar para no despertar a Knuckles. Pero, para su sorpresa, el joven equidna dormía fuera de sus mantas muy cerca suyo.
El camaleón lo observó curioso: estaba sentado con sus rodillas dobladas hacia si, sus brazos apoyados en estas y su cabeza sobre los brazos. Se lo veía muy incomodo. Espio desvió su mirada y notó un pequeño pañuelo húmedo a su lado.
Knuckles reaccionó lentamente. Se veía fatigado por la mala posición en la que se había dormido. Ambos cruzaron sus miradas. Espio se mostró intrigado y fue el primero en hablar:
-¿Por qué te has dormido ahí?
-Tuviste fiebre – dijo el equidna mientras se estiraba entre bostezos.
Espio comprendió por qué tenía ese pañuelo cerca suyo, porque había estado en su frente para bajar la fiebre. 
-Bueno, espero que tengas hambre, porque yo si – dijo al fin Knuckles de manera despreocupada. Espio le siguió cada movimiento hasta que lo vio salir de la cueva en busca del desayuno.
Sintió deseos de agradecerle y pedirle disculpas, pero creyó que eso le molestaría, pues últimamente se estaba disculpando mucho con él. Tal vez podría terminar pensando que era de carácter sensible. 
El camaleón se recostó cuidadosamente. Se sentía algo molesto. Bueno, no era para menos, tenia una rama atada a su cola y esta aun le dolía. Trató de no pensar en eso y recordó que nuevamente había soñado con cosas de su pasado con el Team Chaotix. Repentinamente suspiró con nostalgia.
-Tranquilo, no me ausenté mucho. ¿O, si? – Bromeo Knuckles que regresaba con algunas presas. Espio se exaltó. 
-Recordaba el sueño que tuve anoche – se apresuró el camaleón antes de que la vergüenza de apoderase de él por enésima vez. Esta reacción frente al equidna ya le estaba fastidiando.
-Ah… - dijo Knuckles de manera indiferente mientras cocinaba, pero sin poder evitar mirar de reojo a Espio que trataba de sentarse sin éxito.
-Maldición… - murmuró molesto el camaleón.
Knuckles dejó lo que estaba haciendo para acercarse a su amigo que se mostró apesadumbrado por no lograr lo que quería hacer.
-A ver… Deja que te ayude – se ofreció el equidna. Espio notó un cambio en esas palabras. Le pareció que sonaron como amables, comprensivas. Distintas.
Sin proponérselo (pues nadie lo haría) sintió deseos de llorar. Pero se contuvo.
-Listo, traeré el desayuno – dijo Knuckles muy seriamente.
Espio asintió en silencio. Sentía que si hablaba se quebraría.
Ambos permanecieron en silencio mientras el equidna acomodaba las cosas para el desayuno. Estiró una manta al lado de la cama de Espio y puso las tazas y la comida allí, para que el camaleón no se esforzara tanto. Espio lo observaba. Que atento y servicial se encontraba Knuckles para con él. Sintió deseos de saltar a abrazarlo y decirle tantas cosas. Entre esas, que jamás nadie había sido tan amable con él. La verdad, jamás imaginó esa faceta del equidna. Siempre lo vio luchando, discutiendo con Sonic por todo, peleando con Rouge, y casi siempre con su semblante de pocos amigos.
Bueno, había que reconocer que su cargo de guardián lo había endurecido demasiado y que por vivir solo le dio problemas para relacionarse con los demás. Espio llegó a la conclusión de que Knuckles tenia mucho más que ofrecer si se lo permitían. Creyó que el equidna era muy complejo y se sintió fascinado, pues ese era el momento indicado para conocerlo mejor y crear ese vinculo que anhela con él.
-No me has dicho de que se trataba el sueño – dijo Knuckles al fin, mientras se sentaba en el suelo posicionado frente a Espio.
El joven camaleón se vio sorprendido, pues pensó que no le había interesado el comentario.
-Soñé con el momento en que tú me presentabas a los chicos… -afirmó Espio mientras saboreaba su comida.
-Vaya… - knuckles hizo una pausa y prosiguió – Estás soñando demasiado con cosas del Team Chaotix.
-Sí – contestó el camaleón.
-Me da la sensación de que esa fue tu mejor época… ¿O me equivoco? – cuestionó el equidna mientras se servia té.
Espio se mostró algo nostálgico.
-A lo mejor… - sólo se limitó a decir.
Nuevamente permanecieron en silencio. Knuckles desvió su mirada hacia la mochila que contenía los fragmentos que habían hallado. 
-¿No lo fue para ti? – indagó Espio. 
-Supongo… - dijo el guardián sin quitarle la mirada a los fragmentos.
Espio tomó un respiro y prosiguió:
-Para mi lo fue… Porque viví muchas aventuras y porque conocí a muchas personas a las que puedo llamar amigos.
Knuckles posó su mirada en el camaleón, que se mostraba serio en sus palabras, y luego sonrió.
-Sí, creo que fue una linda época. Pero terminó – contestó Knuckles de manera drástica - . La verdad, no me gusta andar recordando – finalizó.
Espio al fin comprendió por que Knuckles cortaba el tema cada vez que él se lo mencionaba.
-¿No te gusta porque te da nostalgia? – indagó el camaleón.
De pronto hubo silencio. Sólo se oía el ruido de la fogata.
-No… Porque no soy de esos melosos que viven nostálgicos recordando cosas que no van a volver a pasar – dijo el equidna muy serio.
-Pero, anoche noté nostalgia en ti cuando te conté lo que había soñado – afirmó el camaleón.
Knuckles se mostró molesto. Ese si era él. A Espio esa reacción le causo gracia y prosiguió:
-De acuerdo, no quieres mostrarte meloso…, pero ayer lo fuiste aunque te cueste reconocerlo – luego de sus últimas palabras comenzó a reír muy animadamente. Knuckles se mostró más que furioso, pero la risa del camaleón era contagiosa e inusual. Bueno, la verdad era la primera vez que Knuckles veía reír de esa forma a Espio. No pudo seguir más enojado y rió con él.
Luego de un rato ambos se detuvieron. Se los veía más relajados.
-Bien, prometo no mofarme más de ti si me reconoces que si te dio nostalgia anoche – dijo Espio.
-Sí, me dio nostalgia…, pero no me gusta sentir eso. Creo que es de poco macho y… - súbitamente detuvo sus palabras. Miró a Espio y no pudo evitar sentir vergüenza por lo dicho. El camaleón noto la reacción y prosiguió:
-Es lo que tú piensas…, no voy a enojarme – dijo el joven camaleón entre risas aliviando la tensión sufrida por Knuckles.
-Bien, daré unas vueltas para ver si puedo sentir algún fragmento – dijo Knuckles poniéndose de pie.
-De acuerdo. Ten cuidado. – contestó Espio.
El joven camaleón se recostó y trató de dormir un rato, pues su cola empezaba a dolerle otra vez.
Knuckles caminó abriéndose paso entre los arbustos del lugar. Caminaba sin rumbo aparente, pero tratando de no perderse. Pensaba en la conversación que había tenido con Espio. Se sintió raro, jamás pensó que el camaleón tuviera esas actitudes. Bueno, en realidad no lo conocía bien, debido a que el camaleón por ser ninja nunca reveló mucho sobre si mismo.
Para Knuckles siempre fue un misterio y cree que ahora, después de tanto tiempo de haber compartido muchas aventuras a su lado, lo estaba conociendo más.
-Caray… - dijo rascando su cabeza -, jamás pensé que fuera tan meloso.
Sí, lo que Espio quiso evitar ya era notado por Knuckles…
El equidna caminó un rato sin pensar. Notó que el sol estaba justo sobre él llegando a la conclusión de que ya era mediodía. Miró a sus alrededores y se dispuso a dar la vuelta para regresar.
Súbitamente sintió la energía de un fragmento. Comenzó a correr en su búsqueda y noto que estaba en movimiento. Repentinamente sintió una risa muy conocida para él.
-¿Ella? – dijo trepando a un árbol para planear sobre ellos.
Sí, era quien creía. Rouge, la chica murciélago que siempre le estaba causando malestares. Estaba volando sobre los árboles mirando de tanto en tanto hacia atrás y riendo pícaramente llevando con ella un fragmento de la esmeralda.
-Hasta que apareces – dijo la chica.
-¡Dame eso, ladrona! – gritó Knuckles muy furioso mientras planeaba ya muy cerca de ella.
-Atrápame… - contestó Rouge con sus risitas incesantes.
Knuckles se enfureció (como de costumbre) e hizo un esfuerzo por planear más rápido y caer sobre la chica.
-¡Dame ese fragmento, ladrona! 
-Cambia tu discurso… - dijo la chica de manera muy sugestiva y provocando la caída de ambos al suelo quedando Knuckles sobre ella.
Ambos se encontraban peligrosamente cerca. Rouge sin pensarlo rodeó el cuello del equidna con sus brazos sin intención de que él se apartase de ella.
-Todo tiene su precio, ¿sabes? – su voz era muy sugestiva para con Knuckles que la miraba muy molesto -. ¿Qué tengo que hacer para que entiendas? – indagó Rouge enredando sus dedos en los pinchos de Knuckles.
Lentamente acercaba sus labios con los del equidna que se había quedado paralizado.
-Yo… quiero… - dijo Knuckles torpemente.
Y no se contuvo más. La besó. La besó con tanta furia contenida que ella se sintió maravillada. Siempre le intrigó como besaría ese equidna que tanto le gustaba. 
Ambos se pasaban sus manos en el otro. No había ninguna parte a la que no hubieran explorado. Knuckles estaba hecho una fiera. Eso a Rouge le fascinó tanto que se hizo muy evidente su excitación…

-Me duele todo… -dijo Espio -. Estoy muy incomodo.
El joven camaleón trató de levantarse debido a que se sentía hostigado de estar acostado. Se las ingenió para tener su cola sin tener que arrastrarla y decidió salir a tomar un poco de aire.
Caminó un rato sin rumbo. Pero malo es el destino que lo puso en el camino donde Knuckles se encontraba con Rouge.
Él no los vio enseguida, sólo oyó voces. Caminó curioso por saber que ocurría, pues las reconoció enseguida.
-Tal vez Rouge tenia un fragmento – pensó mientras se iba abriendo paso entre los arbustos. Pero a medida que se iba acercando los ruidos le sonaban extraños. No sonaba como si estuvieran peleando. Eso le dio más curiosidad.
Pero se detuvo. Drásticamente se detuvo. Quedó perplejo. Obvio que no hizo que notaran su presencia. Espio se sintió mal. Tomó su cabeza y retrocedió sobre sus pasos.
-¡Basta!  -dijo drásticamente Knuckles retirándose con brusquedad de Rouge.
-¿Qué pasa? – la chica lo siguió con la mirada.
-¡Siempre haces lo mismo! ¡Lo haces para poder irte sin problemas con mi fragmento!
Rouge sonrió pícaramente y prosiguió.
-Tal vez… Pero no puedo negar que tú me atraes…
Knuckles la miró en silencio. Ella le arrojó el fragmento a los pies y emprendió retirada.
-Pero tú te lo pierdes… Es evidente que yo te éxito… - finalizó Rouge riendo y remontando vuelo.
Si era muy evidente. 
-Por Mobius – dijo Knuckles mirando sus partes bastante avergonzado.

Espio se recostó y trató de dormir, pero la imagen de Knuckles sobre Rouge aparecía cada vez que cerraba sus ojos.
-Maldición – murmuró entre dientes tapándose la cabeza.
De pronto esa imagen cambió. Se vio a si mismo en el lugar de Rouge. Sintió cada beso desesperado y fogoso que recibía. Sintió sus manos recorrer su cuerpo y él tocando a Knuckles, y sintiendo su cuerpo caliente sobre él. Frotándose…
Espio estaba entregado a sus fantasías. No pensaba en nada más que el placer que le proporcionaba esa fantasía. 
Muy sumido estaba en eso que no escuchó la llegada de Knuckles. Se lo veía triunfante y alegre, pero guardó silencio al creer que Espio estaba dormido y preparó el almuerzo en silencio.
Repentinamente sintió un gemido de parte del camaleón. Esto le llamó la atención, pues creyó que había sido producto del dolor causado por su cola. Se acercó en silencio y trató de destaparlo cuidadosamente.
-¡Knuckles! – exclamó Espio muy ruborizado.
El equidna cayó sentado por el grito repentino de susto del camaleón.
-¿Qué ocurre? – indagó Knuckles poniéndose de pie.
-Na… nada – dijo Espio muy torpemente sin mirarlo y tapando su cintura.
-¿Aun te duele tu cola? – preguntó el equidna mientras se acercaba para revisarla. 
-¡Si! ¡No! ¡Está bien! ¡No… no vengas! – dijo Espio muy avergonzado y sin poder mirar a Knuckles.
El equidna lo miró algo extrañado por la actitud del camaleón pero no le tomó importancia y continuó con el almuerzo.
-He encontrado otro fragmento – dijo al fin mientras estiraba a manta cerca de Espio.
-¿Ah, si? No me digas – dijo el camaleón de manera cortante y sin mirarlo, pues le preocupaba más lo que ocurría debajo de sus mantas y trato de relajarse para volver a la "normalidad".
-Sí… - Knuckles notó la reacción de Espio mientras lo miraba de reojo.
-Que bien… - afirmó secamente Espio.
-No me parece que te alegre mucho. – dijo el equidna mirándolo fijamente y buscando la mirada de Espio.
-Sí, me alegro… porque estamos más cerca de volver a casa… - afirmó Espio algo molesto.
Knuckles se acercó al camaleón y lo sorprendió tomando su rostro con su mano para mirarlo a los ojos.
-Espio… ¿Qué ocurre? – dijo el guardián -. No suenas convincente.
Espio no dijo nada. Apartó su mano y se volvió a recostar tapándose hasta su cabeza.
-Debe ser porque me duele mucho la cola – dijo fríamente.
Knuckles se puso de pie muy confundido y prosiguió con el almuerzo dejando dormir a Espio. Este no pudo evitar sus lágrimas que asomaban en silencio y con un nudo en la garganta al tragar.
-"Los ninjas no lloran" – pensó, y sin darse cuenta se durmió…


















Capitulo: 3

-"¡Knuckles! ¡Tú aquí!"
-"¡Liberaré a todos los que tienes cautivos! ¡No dejaré que cumplas tus maléficos planes, Eggman!
-"Él… ¿Quién es él…? Me cuesta respirar aquí encerrado…"
-Espio… Espio… - Knuckles movía con suavidad al joven camaleón para despertarlo. Este reaccionó lentamente.
-Que… -contestó seguido de un bostezo.
-Ya despierta, no has almorzado y ya es la hora de la cena.
El joven equidna ayudó a Espio para sentarse y comer algo. Se veía fatigado a pesar de haber dormido casi todo el día.
El joven ninja no miró a Knuckles y sólo se limitó a comer en silencio mirando su plato. El equidna se sentó frente suyo y lo observó sin decir nada, pero sabiendo que Espio nuevamente estaba molesto por algo que seguro él había hecho.
-¿Se puede saber que hice ahora? – dijo el equidna al fin.
-Nada… - contestó Espio sin mirarlo. Knuckles dio un resoplido de frustración y molestia.
-¿Sabes? tus reacciones me exasperan – bramó el guardián.
Espio permaneció en silencio. Esto molestó más a Knuckles provocando que se ponga de pie y se acerque más al camaleón.
Bruscamente le quitó el plato y le volvió a tomar el rostro para ubicar su mirada dorada e intensa.
-¡¿Qué diablos te ocurre?! – la paciencia de Knuckles había llegado a su fin. Espio se paralizó ante la abrupta reacción de este. 
Que ganas sentía de que el equidna lo tomase e hiciera lo mismo que había hecho con Rouge. Que ganas tenia de que ese guardián lo reclamase suyo.
Cerró sus ojos y trató de volver a la realidad. 
-Sólo estaba molesto… - dijo de manera serena y susurrante.
Knuckles lo miro con mucha intensidad. Sus ojos brillaban.
-¿Sólo eso? – indagó poco convencido de la respuesta del camaleón.
Espio pensó muchas cosas en ese instante y sintió muchas ganas de gritarle en su cara lo miserable que era al no corresponderle. Pero no lo hizo.
-Si… Me dolía mucho la cola… Era eso… - se limitó a decir tratando de sonar convincente. Knuckles lo liberó y le devolvió el plato en silencio pero dudando de la respuesta final de Espio, pero prefirió concluir la discusión por el momento.
Luego de un largo rato de permanecer en silencio, Espio decidió sacarse las dudas sobre los verdaderos sentimientos de Knuckles. "Solo es para conocerlo más", se dijo.
-Knuckles… - dijo suavemente.
El equidna, que estaba sentado cerca de la fogata, desvió su mirada en esta y la ubicó en Espio.
-Yo se que tu tiempo de guardián tal vez no te lo ha permitido, pero… - de pronto el camaleón se detuvo y creyó que seria algo torpe de su parte indagar en ese asunto con Knuckles, pero finalmente se armó de valor y prosiguió – ¿has sentido algo…, tú sabes…, por alguien? – el joven desvió su mirada del equidna.
Knuckles se acercó más y se sentó casi a su lado. 
-Si… - dijo al fin. Súbitamente Espio se vio ilusionado por la afirmación de Knuckles y lo miró con aire de esperanza -. Julie-Su – dijo sin titubeos.
Todo se derrumbó para el camaleón. Claro, era obvio, pero ¿en que demonios pensaba? Otra vez se sintió un idiota.
-Pero… - prosiguió Knuckles – nunca pudimos establecernos por nuestras diferencias de ideas… y mi carácter. 
Esa última confesión sonó algo triste.
-Que pena – dijo Espio apoyando su mano en el hombro del equidna -. Perdona por traerte recuerdos amargos – prosiguió.
-No, está bien. Es raro, jamás le había contado esto a alguien y no se por que sentí deseos de contártelo a ti… - afirmó Knuckles con una leve sonrisa.
Espio se vio sorprendido.
-Vaya… - dijo suavemente.
Hubo un breve silencio. Espio prosiguió:
-¿Y Rouge?
-¿Qué tiene? – cuestionó el equidna.
-Pues…  ¿Significa algo… para ti?
Knuckles elevó una sonrisa muy aliviada. Espio lo miró extrañado.
-¿Ella? No – dijo entre risas -. Bueno, debo reconocer que es candente.
Ese comentario molestó Espio, pues recordó la escena que había presenciado.
-Ya lo creo – dijo el camaleón tratando de disimular su molestia.
-Es una chica sexy y creo que nadie podría evitar tener algo con ella.
-Aja… -Espio desvió su mirada y la deposito en la fogata.
-Y creo que ni siquiera tú podrías evitar sus encantos – dijo Knuckles de manera inocente. Espio maldijo entre dientes el haber iniciado la charla.
-¿Yo? – dijo mostrando su malestar.
-Si. Vamos, Espio, ella es sexy, no lo niegues. 
-Y hace caer a un tonto inocente como tú… - dijo Espio drásticamente.
-¿Inocente? ¿Yo? – preguntó Knuckles extrañado y más inocente que nunca.
-Te lo diré: ella se aprovecha de tus buenas virtudes – le afirmó Espio volviendo su mirada en él.
-¿Y tú que sabes de eso? Además, ¿no crees que soy lo suficientemente grande como para que me andes cuidando?
-Si, ya lo creo… - bramó Espio.
Knuckles rió por la reacción de Espio.
-Tranquilo, ella no me comerá… Me cuidaré de no caer en sus encantos… 
-Engaños diría yo.
-¿Por qué te molesta tanto? – indagó Knuckles.
Espio se dio cuenta de la escena de celos que le estaba haciendo, pero en vez de avergonzarle le enfureció el hecho de que Knuckles no notase en lo absoluto sus verdaderos sentimientos.
Quiso gritarle:
-"¡Idiota!" ¡¿No te das cuenta?! 
Knuckles se levantó para irse a dormir. Espio se acomodó dando un resoplido. Maldición, ahora quería que su reacción fuese evidente, pero ese bruto no lo había notado. Que frustrado se sentía.
-Mañana iremos al Sur – dijo Knuckles tapándose – ya puedes moverte.
-¿Cómo? – preguntó el camaleón.
-Que ya puedes moverte – repitió el equidna -. Se que saliste a caminar, también se que me viste con Rouge.
Espio quedó perplejo. No podía pronunciar palabras. Demonios, deseaba ser tragado por otra dimensión.
-Yo… Pues…
-No necesito una niñera, Espio. Me basto solo – le dijo de manera tranquila. Su voz sonaba serena.
Espio se tapó hasta la cabeza. Creyó que Knuckles le diría que sabia del por que de las escenas de celos, pero no lo interpretó así. Maldición.
-"¡Idiota! ¡Entiende!" – quiso gritarle.
Una terrible angustia lo invadió y sólo deseó terminar pronto para volver a casa y olvidarse de todo el asunto…


Capitulo 4


-"¿Estás bien?, ¿cómo te llamas…?"
-"Sí, gracias por liberarme, estoy bien… Espio es mi nombre…"
Un nuevo día llega a Mobius. Los jóvenes se van preparando para iniciar la partida.
Espio tenia en mente lo último soñado durante la noche. 
-Vaya – se dijo -, ahora soñé cuando Knuckles me liberó de Eggman.
Lo que más le llamo la atención del sueño fue que, antes de la cena, había soñado y en la noche continuó el sueño desde donde lo había dejado cuando Knuckles lo despertó para cenar.
Ambos juntaban las cosas en silencio. Espio trataba de evitar las miradas de Knuckles disimuladamente. Estaba decidido a terminar todo de una vez y volver a la agencia de detectives a continuar su vida de espía lejos de él.
Una vez listo todo, el joven camaleón se ocupó de su cola retirando con suavidad la rama que la sujetaba. Lentamente comenzó a moverla y sintió que el dolor era mínimo. Eso lo alivió bastante, pues tenia miedo de que se quedara rota. Eso, para él, le hubiera resultado muy antiestético.
-¿Cómo está? – preguntó Knuckles desde un rincón mientras se colocaba la mochila.
-Bien – dijo Espio mientras movía su cola de un lado a otro observándola muy atento.
Knuckles emprendió camino conforme con la respuesta de Espio. Este lo siguió unos pasos más atrás.
Un largo rato pasaron caminando en absoluto silencio. Sólo se oía el cantar incesante de los pájaros que daban mucha vida al bosque que poco a poco se tornaba más espeso. Espio sentía que ese silencio perpetuo terminaría enfriando todo y dejaría de hacerse problema por ese equidna.
Estaba más que decidido a no seguir con el asunto, pues lo creyó guerra perdida. 
-"Háblale lo justo y necesario" – pensó -. "Háblale sobre la misión y listo"
De pronto tragó saliva, sus pasos se detuvieron drásticamente. Knuckles notó la reacción y se volvió a ver al joven camaleón.
-¿Qué ocurre? – indagó acercándose lentamente.
Espio se veía en un estado de shock. Se había puesto pálido y sus ojos estaban quietos y con la mirada fija en el lugar que apareció frente a ellos.
-No… puede ser…
-¿Qué? – interrogó algo molesto el guardian.
Sin más, dirigió su mirada hacia donde Espio la había depositado. 
-Un parque de atracciones… - dijo en voz baja. El lugar se veía desolado a causa de que aun no era hora de que abriese. Se volvió al camaleón y trató de saber del por qué de la reacción casi de espanto de Espio, pues no recordaba haberlo visto antes en ese trance.
-Yo…, yo no entraré ahí… -dijo Espio algo torpe. Knuckles notó que se veía con algo de temor.
-Pero, es en ese lugar donde siento la energía de un fragmento – se apresuró a aclararle Knuckles.
-Ah… - Espio, sin poder volver en si, retrocedió unos pasos sin quitarle la mirada al parque.
-Espio, dime que ocurre – dijo el guardian -. Déjate de misterios. 
- Carnival Island… 
-¿Qué? – preguntó Knuckles sin comprender. Pero cayó en la cuenta a que se refería -. Ese no es Carnival Island…, Espio – le aseguró el guardian tomándolo de un brazo para hacerlo avanzar.
-¡No me toques! – le gritó Espio quitándose su mano de encima muy enfurecido y al borde del pánico.
De pronto dejó caer su mochila, de manera lenta siguió retrocediendo. Knuckles no podía creer el estado de shock en el que se veía Espio. Repentinamente dio un salto hacia atrás y comenzó a correr en dirección contraria.
-¡Espio! – gritó el equidna sorprendido por la abrupta reacción del camaleón.
Sin dudarlo dejó caer también su mochila y fue tras él. Se sentía muy preocupado, jamás había visto esa faceta de pánico en él. 
Nunca se había visto en la situación de seguir a Espio. Se sintió fascinado por la velocidad y agilidad del joven ninja. Sin duda, no tenía nada que envidiarle a Sonic.
-¡Espio! ¡Espera! – de pronto su admiración se esfumó para darle paso a la desesperación por no poder alcanzarlo. Poco a poco sentía que el aire le faltaba, le parecía que el camaleón no disminuía su agilidad y velocidad. 
De pronto ya no pudo más. Que mal se sentía. No por el terrible cansancio sino por no haberlo alcanzado. Que frustrante le parecía la situación. Por un momento le importó poco y nada encontrar el fragmento, sólo le preocupaba su amigo.
Caminó unos pasos mirando a sus alrededores. Respiraba con dificultad. Luego de un rato se sentó sobre una roca para descansar un rato. Su corazón latía fuertemente.
-Maldición – bramó el joven.
Pronto seria mediodía. Knuckles se puso de pie y retomó la búsqueda de Espio. Caminó un poco hasta que finalmente pudo divisar al joven camaleón. Se sintió aliviado de verlo. 
Espio estaba sentado sobre un pequeño tronco. Su vista estaba perdida y sus ojos llorosos. Sin duda algo malo le había pasado al joven. Knuckles se acercó lentamente y se sentó a su lado. Lo observó por un momento pensando en las palabras indicadas para ese momento.
-Pues…, - dijo de manera amigable – vaya que me has hecho correr.
Espio no respondió. Hubo un largo silencio.
-Anoche soñé con la vez que me rescataste en Carnival Island… -dijo al fin-. Tal vez por eso me perturbé cuando vi ese parque – continuó.
Knuckles lo observaba en silencio tratando de recordar ese momento.
-Oh… A lo mejor – dijo Knuckles sin encontrar algo más apropiado para decir.
Hubo otro silencio. 
-Fueron horribles aquellos años. Fui sometido a muchos experimentos… - dijo el camaleón.
-Seguro… - la voz de Knuckles sonaba comprensiva para con él.
Espio suspiró, se secó sus lagrimas y depositó su mirada dorada en Knuckles. El semblante del equidna le resultó muy reconfortante y no pudo evitar dejarse llevar por lo que sentía en ese momento y lo abrazó, para luego, romper en llanto.
-Tranquilo… - le dijo el equidna de manera calmada.
Que situación rara le pareció a Knuckles. Espio jamás hubiera dejado entrever tanto de su personalidad. Que interesante se había vuelto esta aventura, ya que le dio lugar a que conociera otro Espio y no ese ninja casi frío y calculador que había conocido hace tiempo.
Y ahora estaba allí, llorando como niño. Penando por un trauma que cargaba durante años.
-Será mejor que sigas sin mi – le dijo Espio entre sollozos.
-Knuckles lo separó de él suavemente y volvió a mirarlo a los ojos.
-¿De que diablos estas hablando? – le dijo mostrando molestia en sus palabras.
-Yo ya no creo serte de utilidad… en mi estado actual… - Espio se mostró apenado y bajó su mirada -. Has conocido de mi lo que jamás quise que nadie supiera… 
-Vamos… No puedes dejarme ahora – bramo el equidna.
-¿Por qué no? – indagó el camaleón.
-¡Porque somos un equipo! Empezamos esto juntos y lo terminaremos juntos.
Pero que estupidez la de Espio. Otra vez pensando que Knuckles le diría otra cosa como:
-"Porque eres parte de mi." "Finalmente me di cuenta…"
-Oh… - dijo el camaleón haciendo evidente su molestia.
-Y ahí estas de nuevo, molesto… Vaya que eres complicado… - afirmó Knuckles de manera frustrada.
Espio se puso de pie y se volteó a ver a Knuckles que permanecía sentado siguiéndolo con su mirada.
-Bien, terminemos con esto… y volvamos a casa, juntos – dijo de manera más relajada. Knuckles le sonrió…
Ambos volvían hacia el parque. Se apresuraron en llegar recordando que se habían despreocupado por los fragmentos.
-Demonios… - dijo Knuckles notando la mochila, que contenía dichos objetos, vacía.
-Lo sien… - trató de disculparse el camaleón, pero Knuckles se adelantó.
-No digas nada… - dijo el guardián calmadamente.
Knuckles caminó como buscando pistas del ladrón.
-Se fue hacia el parque – afirmó Espio notando marcas en la tierra parecidas a pisadas hacia ese lugar.
-Seguro ira por la que está allí… - dijo el equidna corriendo en dirección al parque seguido por Espio -. Lo bueno, es que aun siento su energía – finalizó mientras saltaba por los árboles para planear, y así, tener una vista más amplia del lugar.
-Separémonos – propuso el camaleón y se alejo de Knuckles antes de que él contestase.
Ya la tarde iba asomando. El sol bajaba lentamente en el horizonte. Poco a poco el parque comenzaba a dar signos de vida: las luces ubicadas en altos postes se iban encendiendo; De manera calmada se comenzaba a ver movimiento de gente en el lugar; Los juegos comenzaban a funcionar y una música empezó a sonar por unos enormes altavoces ubicados en unos postes más elevados que las luces.
Espio se movió por los techos de las carpas de la feria buscando algo que le resultase sospechoso. 
-Esto será más difícil si está concurrido. Espero que el ladrón aun siga aquí-  pensó el camaleón mientras se movía de manera habilidosa.
Por su parte, Knuckles se guiaba por la energía del fragmento. Cada vez era más y más intensa.
-Estoy cerca – dijo adentrándose en un castillo que estaba cerrado al publico.
Las enormes puertas rechinaron provocando un gran eco. Knuckles caminó lentamente hacia el centro de la sala del castillo. Parecía que hacia mucho que ese lugar estaba fuera de funcionamiento por lo descuidado que se veía.
El equidna miró a los alrededores buscando el fragmento.
-Seguro Knuckles tuvo más suerte – se dijo Espio –. Me reuniré con él.
-"Claro que lo harás" – se oyó una voz.
Repentinamente y sin que pudiera preverlo una de las carpas se desprendió atrapando al ninja elevándose con él adentro, pero este sacó una de sus estrellas y rajó la tela sin problemas. Pero, para su desgracia, eso esperaba que hiciera, ya que al hacerlo cayó dentro de una pequeña capsula que lo encerró y desapareció con él dentro.
-Allí está – festejó Knuckles viendo el fragmento en un pequeño pilar cerca de la escalera.
Caminó hacia ella para tomarlo.
-"Eres tan imprudente" – se oyó una voz que hizo eco en la sala. Era la misma que Espio había oído antes de ser capturado.
-¿Quién eres? ¡¿Acaso tú tienes mis fragmentos?! – alzó la voz el equidna.
-"Eres muy sabio" – dijo la voz.
-¡Devuélvemelos! – ordenó.
La voz rió con fuerza. Knuckles se mostró furioso y sin dudarlo tomó el fragmento que estaba frente suyo. Súbitamente se oyó un estruendo. Una enorme roca caía justo sobre el equidna.
-"Te dije que eras imprudente…" – dijo la voz de manera triunfante. Pero, para su sorpresa, la roca comenzó a hacerse añicos y sus pedazos se esparcieron con mucha fuerza por todas partes.
-¡Una entupida roca no me va a detener! – gritó Knuckles.
-"Ya lo creo" – dijo la voz.
-¡Ahora devuélveme los fragmentos! – ordenó de manera furiosa.
-"No creo que estés en posición de ordenarme" – comentó la voz – "Tú me traerás los fragmentos que faltan para reconstruir la Esmeralda Maestra…"– concluyó.
-¡Ni lo sueñes! ¡¿Por qué debería hacerlo?!
Hubo un silencio. La voz prosiguió:
-"Por esto…"
Nuevamente se oyó otro estruendo. Lentamente la capsula que tenia cautivo a Espio se hizo presente frente a Knuckles. Se ubicó sobre la gran escalera. El camaleón se veía inconciente.
-Espio… - murmuró Knuckles atónito.
-"Los he estado observando todo este tiempo y yo los he hecho llegar hasta aquí" – comentó la voz para sorpresa de Knuckles.
¿Qué diablos le pasaba a Knuckles? Por primera vez sintió miedo, pero no por la perdida de los fragmentos, sino por lo que le pudiera ocurrir a Espio.
No había sentido nada igual ni cuando estuvo en su última batalla con esa diosa que casi devasta Mobius. Y hora este ser que, vaya a saber uno, que intenciones tendrá.
-"¿Y bien?" – preguntó la voz. Knuckles estaba paralizado, algo debía hacer.
-Espio… - volvió a murmurar sin poder quitar la mirada de la capsula con el joven dentro…







Capitulo: 5

-"Bien, si tanto te cuesta decidir, hagamos esto más interesante" – declaró la voz. Knuckles miraba hacia todos lados buscando la procedencia de esa voz, pero le era difícil saber de donde podría venir por el hecho del eco que provocaba dentro de la sala.
-¡¿Qué pretendes?! – indagó el guardián.
-"Observa…"
Súbitamente el suelo comenzó a moverse, una grieta se hacia paso bajo los pies del equidna provocando que retroceda. Unas enormes manijas elevaron la capsula con el camaleón dentro y lo llevaron justo por sobre la gran abertura que se había formado en el salón. Unas puertas se abrieron en el otro extremo, justo detrás de Knuckles, con otras enormes manijas sujetando una red con los fragmentos. Esta se ubico frente a la capsula y se unió a la otra manija formando una especie de balanza. 
-"Ahora bien…"  – comento la voz – "tú decides."
-Eres un… - bramó el equidna.
-"Espera, no decidas aun… Falta lo mejor…" – se burló la voz.
Knuckles fijó su mirada en la abertura y notó con horror que comenzaba a llenarse de lava. Esta tenía mucha profundidad y la lava llegó hasta casi la mitad. El calor comenzaba a sentirse. 
-Maldición – dijo el guardián apretando sus puños con mucha rabia.
-"Ahora bien: o antepones tu deber de guardián y sacrificas a tu compañero… o sacrificas tu deber de guardián y salvas a tu compañero."- le advirtió la voz.
Knuckles estaba en shock observando la escena sin poder pensar en nada.
-"El tiempo te ha hecho muy débil, Knuckles. En otras épocas no hubieras dudado tanto."
-¡¡Calla!! – le gritó el guardián.
Repentinamente la balanza comenzó a moverse inclinando la capsula hacia abajo. Knuckles tuvo una reacción rápida y saltó en medio de esta sobre la unión de las dos manijas para estabilizarla. Miraba para los dos lados asegurándose de que estuvieran en el mismo nivel. Que desesperante situación, su corazón latía con mucha fuerza, el momento era más que tenso.
-"Piensa rápido, no queda mucho tiempo." – aseguró la voz.
El guardián quiso moverse con suavidad hacia el extremo donde estaban los fragmentos, ya que llegó a la conclusión de que estas pesan menos que la capsula y tal vez podría salvarlas sin tener que sacrificar a Espio.
Se recostó sobre la barra y estiró su mano hacia la parte inferior de la manija que contenía dichos fragmentos. Con alivio notó que la balanza no se movía y siguió tratando de alcanzarlas estirándose cada vez más.
-"Veo que a pesar de tu fama de bruto, piensas las cosas después de todo."
De manera repentina, y para sorpresa de Knuckles, el ser hizo que la manija que contenía la capsula se abriese dejándola caer.
-¡¡Eres un miserable tramposo!! – le gritó el guardián. 
-"¿Y ahora…?" – se burló el ser.
A toda velocidad Knuckles agarró la red con los fragmentos y se lanzó para alcanzar la capsula. Sería producto de su desesperado actuar, pero milagrosamente llegó a tomar con su mano derecha la pequeña manija que tenia la capsula y con su otra mano se aferró una de las paredes ya muy cerca de la lava. Hacia mucho calor y la capsula le resultaba cada vez más pesada. Lentamente se iba resbalando. Su respiración era muy agitada y se veía agotado.
-"Ya no luches más" – le dijo la voz -. "Tienes lo más importante. Deja la capsula o perderás la vida en vano."
-¡¡Jamás!! – gritó el equidna.
Muchas cosas pasaban por su mente en ese lapso. Momentos vividos con Espio, todo lo que llegó a conocer de él, todo lo que le mostró de su personalidad.
Cerró su ojos, y juntando fuerzas de donde ya no tenia, levantó la capsula y la lanzó hacia arriba haciendo que caiga lejos de la abertura. Seguía resbalándose, ya se veía más que agotado, pero sentía algo raro. Era alivio por salvar a Espio. Vaya, que bien se sentía a pesar de estar al borde de la muerte…
-¿Qué… ocurre? ¿Dónde estoy? 
El joven camaleón iba cobrando conciencia. Lentamente abrió sus ojos y observó el panorama hasta darse cuenta de la situación. 
La capsula estaba casi destruida a causa del golpe, facilitándole su liberación.
-"¡Pero que generoso te has vuelto…!" – bramó con rabia la voz -. "¡Te daré lo que mereces: una muerte lenta y dolorosa!"
De los cielos caían rayos que impactaban en el equidna para que se soltase y así caer a la lava.
-"¡Eres una miseria!" 
Los rayos seguían impactando en Knuckles que seguía aferrado a la pared usando la poca fuerza que le restaba.
Espio corrió hacia la orilla de la abertura y notó con horror la escena.
-¡Knuckles! – gritó.
Es joven guardián oyó una voz muy a lo lejos producto de que, poco a poco, sus sentidos lo iban abandonando.
-Espio… - dijo suavemente al reconocerlo.
-"¡Tu también le harás compañía en el más allá!" – dijo la voz lanzándole rayos a Espio, pero este los esquivó saltando de un lado a otro.
-¡Knuckles! – volvió a gritar. Se veía desesperado.
-"¡Los mataré y me quedaré con los fragmentos! ¡No necesito de un debilucho como tú, Knuckles! ¡Me has decepcionado!" – los rayos no cesaban.
Espio notó el fragmento que yacía en la columna y corrió hacia él.
-¡Knuckles! ¡Aguanta! ¡Te salvaré!
-Espio. No, aléjate… Vete… Es…peligroso… 
Los rayos continuaban. El ser no tenía piedad. Espio saltó para llegar más rápido al fragmento, este lo noto y lanzó un rayo impactando justo en el joven camaleón. Knuckles oyó el grito de Espio.
-¡Espio! ¡Maldición! ¡Dije que te fueras!
El joven ninja había caído con mucha fuerza al suelo pero se reincorporó poniéndose de pie.
-"¿Qué pretendes con ese fragmento?" – indagó la voz.
-Salvar a Knuckles – aseguró el camaleón.
-Espio… no pensarás… - murmuró Knuckles ya muy abatido.
El joven camaleón alzó hacia arriba el fragmento e hizo brillar su poder. 
-"¡No te permitiré que hagas una locura, estupido camaleón!" – gritó de manera furiosa la voz lanzándole otro fuerte rayo.
-¡Basta, Espio! ¡Te matará! – gritó con sus ultimas fuerzas el guardián al oír nuevamente el grito de Espio.
Nuevamente se reincorporó. Su respiración era agitada.
-No… Yo me iré de aquí… con… contigo – le afirmó.
Tomó el fragmento y se lo acercó. Para sorpresa, tanto del ser como de él mismo, dicho objeto se fusionó en su cuerpo dándole un tremendo poder que no podía resistir.
Súbitamente cayó de rodillas y gritó de dolor.
-¡¡Espio!! 
Su pequeño cuerpo había sufrido un leve cambio: su color era más brillante, su cola parecía más larga y las puntas de su cabeza eran más grandes. Su mirada estaba perdida, como fuera de si. Parecía en estado de inconciencia. Una brillante luz iluminaba su corazón, justo donde se había fusionado el fragmento.
-Knuckles… - sólo se le oyó decir de manera casi con dolor.
El ser comenzó a lanzar rayos hacia él. Este se elevó y detuvo cada uno de ellos sin problema. Knuckles logró divisar al joven, notó lágrimas en sus ojos y supuso que era producto del doloroso poder que había recibido.
-Espio… - murmuró sin poder quitar su mirada en él.
El camaleón voló hacia Knuckles y le tomó la mano para sacarlo de allí. Se elevó más y más con él y se aseguró de dejarlo lejos del peligro fuera del castillo.
-Espio… ¡Espera! – quiso detenerlo Knuckles, pero no hizo caso y volvió al castillo en busca del ser que los había metido en ese problema.
Knuckles no pudo seguirlo, sus fuerzas lo habían abandonado por completo.
De pronto pudo ver una gran luz seguida de un terrible estruendo dentro del castillo. Knuckles trató de ponerse de pie para saber que había ocurrido, pero le resultaba imposible.
-¡Maldición! ¡Espio! – gritó de rabia y cayó inconciente…

-"¿Has sentido algo…, tú sabes…, por alguien...?"
-Espio…
-"Te lo diré: ella se aprovecha de tus buenas virtudes…"
-Espio…
-"Fueron horribles aquellos años. Fui sometido a muchos experimentos…"
-Espio…
-"Perdona… todo esto fue mi culpa…"
Esas últimas palabras que sonaron en la mente de Knuckles lograron hacerlo reaccionar de su inconciencia. Sin demora se puso de pie y fue en busca de su amigo. 
Entró al castillo y notó mucha destrucción. Subió las escaleras a toda prisa esperando lo peor. Abrió las grandes puertas. Y allí estaba Espio en el suelo, a su lado estaba el fragmento que había utilizado. El equidna corrió para levantarlo y ver sus signos vitales. Aliviado respiró al notar que sólo estaba fatigado por lo que había sufrido.
Luego de revisar a su amigo desvió su mirada en una enorme computadora casi destruida. Dejo a Espio recostado y se dirigió a verla mejor. Repentinamente se oyó una voz que lo hizo saltar hacia atrás y ponerse en guardia.
-"Los…, los destruiré…"
El equidna notó con horror de que se trataba del ser que los había acechado pues esa era la voz.
-"Ya no…, ya no te necesito…"
-Que diablos… - inmediatamente reconoció el logo que tenia a un lado; Era la horrible cara de Eggman. Se trataba de uno de sus tantas creaciones del maléfico científico.
O sea, una entupida computadora abandonada en un castillo, les había hecho pasar un maldito momento.
-¡¡Cállate de una vez, entupida maquina!! –gritó Knuckles dándole un fuerte puñetazo a la computadora destruyéndola de una buena vez.
-Todo…, todo fue mi culpa… - se oyó la voz de Espio.
Knuckles se acercó a este, pero  aun estaba inconciente. Lo tomó en brazos junto con el fragmento y salió de allí para dirigirse al lugar donde tenía los demás y así largarse de ese lugar de una buena vez…








































Capitulo: 6

-"Bien, lo siento, chicos…, pero es hora de que me retire del equipo…"
-"Knuckles…"
-"Hasta siempre, amigos…"
-Knuckles, no me dejes… por favor… ¡Knuckles…!
Ese mal sueño despertó al joven camaleón. Con sus ojos llorosos miró a su alrededor buscando a Knuckles. Se encontraba confundido, pues aun no tenía noción de su realidad. 
-Despertaste… -se oyó la voz del equidna. 
Espio dirigió su mirada hacia donde se ubicaba. Estaba sentado en un tronco frente a una fogata. El joven camaleón noto que no estaba dentro de la carpa.
-Perdona, no armé la carpa porque aun estaba agotado… - le dijo el equidna notando la desorientación de Espio.
Este secó sus lágrimas al notarlas y se levantó hacia el equidna. Caminó en silencio y calló de rodillas frente suyo, para luego, abrazarlo. Knuckles no dijo nada y, por primera vez, le correspondió el abrazo…
-Perdona… - dijo el camaleón con un dejo de tristeza en su voz.
-No digas nada – le aclaró el equidna. Sus palabras sonaron calidas.
Sin pensarlo, Knuckles acarició la cabeza del camaleón en silencio. Este permanecía abrazado.
-Ya todo pasó – dijo el equidna -. Estamos a salvo – concluyó.
Espio levantó su mirada y le regaló una sonrisa.
El alba asomaba lentamente. Ya se oía el canto de los pájaros y el sol asomaba muy lentamente abrazando con su luz las figuras de los dos jóvenes que aun permanecían abrazados. 
Ambos se separaron sin decir una palabra. Era más que claro que la situación había sido tensa para ellos y el haberse visto bien los relajó por distintos motivos.
-"Te amo…" "Dile te amo, estupido camaleón" – se dijo Espio mientras Knuckles se levantaba a preparar las cosas para seguir en la búsquela.
-Bien – prosiguió el guardián –, lo bueno de todo es que sólo nos falta el ultimo fragmento y nos vamos a casa – dijo de manera animada.
-Que bien – le respondió Espio de la misma forma.
Súbitamente Knuckles se puso pensativo. El camaleón lo miró intrigado.
-Tengo una duda – dijo -. ¿De qué habrían sido esas pisadas que vimos dirigirse hacia el parque?
Espio recordó el momento y respondió:
-Seguro esa maquina debió hacerlas… de alguna manera, supongo…
-Seguro…
Knuckles tomó la mochila y miró a Espio mientras este tomaba la suya.
-¿Recuerdas lo que sucedió? – indagó al fin.
-Algo… Casi nada – respondió el camaleón –. Es lo de menos – le aclaró alzando su mochila y empezando a caminar –. Lo importante es que estás bien.
Knuckles meneo su cabeza dejando escapar una leve risa mientras seguía a Espio que adelantó sus pasos por sentirse apenado por sus últimas palabras.
-Vaya, Espio – murmuró el guardián, al notar esa evidente reacción del joven ninja y sin ser escuchado por este.
Luego de un breve silencio Espio recordó que no le había preguntado el próximo destino a causa de su reacción.
-¿Hacia donde nos dirigimos?
-El ultimo fragmento esta al Sur – afirmó el equidna señalando unas laderas, lejanas aun.
-¿Ice Cap?
-Aja… 
Espio se vio con algo de frustración.
-Hace mucho frío allá… - dijo al fin un poco molesto.
-Pues, si… - dijo Knuckles caminando a la par de Espio.
El camaleón dio un leve resoplido. Knuckles sonrió y le dijo:
-¿Eres friolento? 
-Pues…
-Eso no es problema – se adelanto Knuckles -. Dormimos juntos y ya… - comentó de manera más que natural.
Espio dirigió su mirada con asombro abriendo mucho sus ojos. Knuckles caminaba tranquilamente mirando hacia el frente sin notar esa mirada casi de pánico del camaleón. Era claro que Knuckles lo había dicho sin ninguna mala intención, pero Espio no pudo evitar pensar en eso como algo que seria muy vergonzoso.
-Maldición… – dijo el joven ninja muy por lo bajo.
-Llegaremos justo cuando caiga el sol – afirmó Knuckles -. Tendremos que preparar todo antes de que sea de noche.
-"Maldición, maldición, maldición" – pensó Espio mirando a otro lado simulando que estaba reconociendo el lugar.
Ya se iba sintiendo el cambio. El majestuoso paisaje de las tierras heladas se iba haciendo presente. Grandes montañas rodeaban el lugar teñido de un blanco inmaculado. Poco a poco el frío se hacia sentir.
-Bien, pararemos aquí… - propuso Knuckles.
Sin demora empezaron a montar la carpa, ya que una fuerte ventisca helada los empezaba a acechar.
El equidna procuró que sea lo más pequeña posible así pasarían menos frío.
-Vamos, entra – le dijo Knuckles ya dentro. Espio dudó.
-Sabes…, no hace frío como para dormir… em… juntos. 
-No seas necio – bramó el equidna tomándolo de un brazo para hacerlo entrar.
Ya dentro, Knuckles acomodó como pudo (ya que la carpa estaba con el espacio muy reducido) la cama y le ordenó a Espio meterse. Luego se metió él. 
-¿Lo vez?, así no te morirás de hipotermia – dijo Knuckles. Espio se notaba algo rígido.
-"Si me toca…  – pensó el camaleón con algo de horror - podría hacerse evidente que me excita…"
-¡Maldición, Espio! ¡Deja de correrte! – dijo molesto Knuckles. Luego de eso el equidna tuvo la (fatal para Espio) idea de cerrar el cierre de la cama.
El guardián arrimó a Espio hacia si.
-Así estaremos mejor y podremos dormir – aseguró.
-Sí…, sí – dijo Espio de manera torpe.
Para horror del camaleón (que no terminaba) Knuckles lo rodeó con sus brazos haciendo que quede pegado a él. Espio bajó su cabeza cubriéndose con la manta y la apoyó a la altura del pecho de Knuckles cerrando sus ojos pero con fuerza.
-"Piensa en algo feo, piensa en algo feo…" – se dijo.
-Buenas noches, Espio – dijo el equidna entre bostezos.
-Buenas… noches – dijo muy por lo bajo Espio -. "Te duermes y listo" – pensó.
Pero fue imposible. Al cerrar sus ojos pudo sentir con mucha intensidad el latir del corazón de Knuckles. Le pareció el sonido más hermoso del mundo. Y su abrazo…, sin duda no era como el anterior. Este era con la intención de calentar su cuerpo con ese calor único que tenia ese equidna. Que dulce su respiración, que bien le hacia sentir estar así con él. 
-"Díselo… Díselo" – le rondaba en la mente del camaleón.
Este trató de apartarse un poco de él, pero fue imposible; lo abrazaba como quien quiere su presa y que no se la arrebaten. Otra vez se concentró en dormirse, en vano, por supuesto.
-"Vamos, si no te puedes dormir, díselo de una maldita vez" – pensaba – "Total, no pierdes nada… ¿Piensas volver a casa sin hacérselo sabes? 
Knuckles volvió a acomodarse haciendo evidente que estaba profundamente dormido, pero Espio no podía dormirse. Maldición, que hermoso momento vivía, pero que infeliz le hacia el hecho de que Knux no lo notaba. Aun así, no pudo evitar dejarse llevar por ese momento, que para él, era sublime.
-Oh, maldición – dijo repentinamente y tratando de apartarse con fuerzas.
Knuckles reacciono ante el forcejeó suave de Espio.
-¿Qué pasa? – preguntó.
Espio tenia sus brazos doblados y apoyados en el pecho de Knuckles. Súbitamente subió su cabeza y su mirada se encontró con la del equidna. Eso fue fatal para él. Su excitación era incontrolable.
-Suéltame, por favor – le dijo torpemente.
-¿Por qué? – preguntó Knuckles de manera ingenua.
-Porque… necesito ir al baño.
-Ah – respondió conforme, pero sentía que algo no andaba bien y quiso saber.
-¿Es sólo eso?
-Sí… - dijo Espio moviéndose rápido para que Knuckles no notase nada "raro".
Súbitamente se levantó y salió de la carpa. Que desgracia era para él, hacia un frío de locos y él metido en una carpa con el tipo que le había provocado una excitación.
-"¡Maldición!" – quiso gritar…
Corrió hacia unas rocas para que la ventisca no le diera de lleno y se apoyó en ellas. Respiraba agitado y comenzaba a sentir mucho frío. Pronto la excitación cedería a causa del frío y volvería a la normalidad.
Entró sigilosamente a la carpa temblando de frío y maldiciendo su desdicha de tener que volver, ya que otra opción no tenía y pedía a gritos refugiarse nuevamente en el calor de Knuckles.
-"Será fácil, sólo piensas en el frío que tienes y tratas de dormirte" – se dijo sin poder dejar de temblar y refugiándose con su cabeza tapada por completo.
-¿Estás bien? – quiso saber Knuckles entre dormido. Espio asintió moviendo su cabeza por debajo de las mantas.
El guardián volvió a abrazarlo al darse cuenta de que temblaba como una hoja.
-Mañana obtendremos el fragmento y nos iremos de aquí – dijo tratando de buscar el rostro de Espio.
Este levantó su mirada y nuevamente se encontró con la mirada de Knuckles. Que fuego había en esos ojos violáceos. Que penetrantes y poderosos eran.
-Knuckles… – logró susurrar el camaleón.
El equidna permaneció en silencio observándolo. Algo en la mirada de Espio captó su atención; que dulce se veía. Sus ojos dorados y profundos se veían con un aire de nostalgia mezclado con algo que no podía descifrar. Era la primera vez que los veía así. Se sintió algo incomodo pero, aun así, quiso saber que quería decirle Espio.
-Dime… - dijo suavemente. Espio tomó un breve respiro y prosiguió:
-Yo… te quería decir que… tú eres muy importante para mi – dijo sintiéndose más liviano después de esas palabras que parecían oprimirle.
Knuckles lo miró intensamente tratando de ordenar sus ideas para no arruinar el momento.
-Pues…, gracias, Espio – le dijo sin más que decir.
-Seh…, de nada - contestó el camaleón con algo de frustración y bajando su mirada.
Pero repentinamente sintió rabia y quiso gritarle todo en su cara para terminar con ese maldito sufrimiento de una maldita vez. Levantó su mirada una vez más y se dirigió a Knuckles con furia:
-¡Tú nunca entendiste nada! – le gritó.
-¡Hey! ¿Qué tienes? ¿Por qué me gritas? – quiso saber el equidna ante la sorpresiva reacción de Espio.
El camaleón se apartó con brusquedad y quiso salir de la cama, pero no sin antes decirle todo lo que tenia contenido desde, tal vez, antes de esa aventura.
-¡Te amo, Knuckles the echidna! – repentinamente se tapó la boca abriendo sus dorados ojos de una manera espantada. No era precisamente eso lo que quería decirle primero, pero salió. El guardián quedo perplejo y sin palabras, también abriendo sus ojos muy sorprendido. Ante esa reacción suya, Espio sintió deseos de huir. Se puso de pie y salio de la carpa para salir corriendo de allí.
-¡No, maldición! – bramó el equidna -. ¡¿A dónde vas?! ¡Espera, Espio…!

Capitulo: 7

Knuckles salió de la carpa tras Espio. La ventisca era muy fuerte y apenas podía  ver. Corrió tratando de no perderlo de vista, pero fue en vano, Espio se perdió en la blanca y helada tormenta, pero eso no hizo que desistiese y trató de seguir hasta dar con él. 
El joven camaleón corría sin rumbo lamentándose por todo lo sucedido. La expresión de Knuckles se hacia presente una y otra vez, eso le hacia daño y maldecía el haberle confesado semejante cosa. 
-Muy ingenioso lo tuyo, Espio – se dijo mientras no paraba de correr.
De pronto sus pasos se detuvieron al notar algo extraño en medio de la ventisca: era algo dorado cuya luz le llamó la atención.
-¡Vaya, vaya! – se oyó entre ecos. Espio se puso en guardia al reconocer la voz.
-Eggman – dijo.
-¡Aquí tenemos alguien con quien probar tus habilidades, Mega-Sonic! – dijo de manera malévola haciendo acto de presencia montado en su nave huevo recubierta para evitar el frío.
-¿Mega? – se preguntó Espio.
-¡Así es!–  afirmó Eggman deteniéndose detrás del mecha – ¡Mi gloriosa creación y gracias a ti!  
Espio posó su mirada en el objeto dorado y brillante notando que si era un mecha y se acercaba flotando hacia él. Su mirada era siniestra y daba pavor lo parecido a Sonic que era.
-¿A mí? – cuestionó el camaleón poniéndose en guardia. Eggman no borraba su maléfica sonrisa.
-Sí. Mi sirviente del castillo me entregó valiosa información – dijo -. Mi nueva creación está fusionada con el último fragmento – finalizó entre risas y dándole la orden de ataque al mecha - ¡Muéstrale tu poder, Mega-Sonic!
Espio se horrorizó por lo dicho por el doctor y comenzó a moverse para evitar los rayos que el mecha le iba proporcionando mientras volaba a toda velocidad hacia él. 
El joven camaleón saltaba de un lado a otro con mucha habilidad mientras  Mega-Sonic ya estaba muy cerca de él. Hábilmente Espio resbaló en dirección contraria pasando por debajo del mecha y se escondió tras unos montículos de nieve para ganar algo de tiempo.
El maléfico robot se detuvo y comenzó su rastreo.
-Búsqueda de organismo… - dijo. Su voz era metálica y sin gracia alguna.
-¡No sirve esconderte, Espio! – alegó el doctor.
Era cierto, pues el mecha poseía un radar muy potente capaz de rastrear un ser vivo detrás de la nieve. Al localizar a Espio este lanzó un potente rayo deshaciendo por completo el montículo. El camaleón lo había previsto y logró saltar con habilidad lejos del impacto. Súbitamente tuvo que ponerse a la defensiva, pues Mecha-Sonic era muy rápido y en cuestión de segundos estaba ya cerca suyo.
-Maldición – bramó entre dientes al notar que se le hacia muy dificultoso sacárselo de encima.
Espio corría lo más que podía, mientras desviaba su mirada de tanto en tanto para estudiar a su enemigo.
De pronto tuvo una idea: se detuvo súbitamente tirándose al suelo para hacer que Mega-Sonic pasase de largo, luego se levantó a gran velocidad y se lanzó sobre este tapándole sus ojos.
-¡Idiota! –  le gritó Eggman entre risas maléficas – ¡Es la peor idea que has tenido!
Repentinamente Mega-Sonic se provocó una terrible descarga eléctrica lanzando a Espio muy lejos. El joven camaleón volvió a la carga saltando hacia los lados mientras el robot lo atacaba sin cesar con potentes rayos. 
Poco a poco Espio notaba cansancio, pues Mega-Sonic era muy veloz y ágil.
Mientras, Knuckles notó los estruendos y se dirigió a toda velocidad temiendo lo peor.
-No se cuanto más podré resistir… - se quejó Espio ya bastante fatigado.
-¡Eggman! – se oyó sobre unas rocas de hielo.
-¡Vaya, al fin llegas! – se burló el científico -. ¡Al fin está toda la familia reunida, te estábamos esperando! – concluyó mientras le hacia un gesto con la mano a Mega-sonic para que vuelva con él.
Knuckles se veía muy furioso ante Eggman y más se enfureció al notar el estado en el que estaba Espio: seriamente lastimado, con heridas que sangraban y quemaduras a causa de la descarga eléctrica.
-¡Miserable! ¡¿Qué pretendes?! – le gritó a Eggman. Este rió.
-Bien, en primer lugar te tengo un amigo para que juegues y en segundo lugar… - súbitamente hizo un breve pausa mientras sonreía de manera sombría – Me llevaré a Espio…, para terminar con mi experimento.
Knuckles abrió los ojos con sorpresa y corrió hacia el camaleón, ya que presentía algo muy malo, pero se interpuso Mega-Sonic. Acto seguido Eggman se acercó a toda velocidad y encapsuló a Espio sin que este pudiera evitarlo a causa de su estado.
-¡Espio! – gritó el equidna tratando de apartar al robot de un puñetazo.
-¡Mega-Sonic, encárgate de eliminar a este bruto y tráeme el resto de los fragmentos!
El camaleón golpeaba la capsula con la fuerza que le quedaba. Se lo veía muy asustado. Su semblante de pánico era igual que cuando se topó con el parque de atracciones. Tenía miedo. Knuckles se vio desesperado al ver que Eggman se alejaba con la capsula sostenida de una manija que salía de su nave-huevo. En un acto desesperado saltó para sujetar la capsula, pero el robot lo tomó de una pierna y lo lanzó lejos cayendo contra el suelo con mucha fuerza. Súbitamente se levantó y volvió a correr hacia la nave que se alejaba, pero fue en vano, Mega-Sonic fue mas rápido y repitió lo mismo hecho antes.
Espio seguía golpeando la capsula con sus puños desesperadamente, sus ojos se notaban llorosos y llenos de miedo.
-¡Knuckles! – se oyó ya bastante a lo lejos.
Knuckles cayó de rodillas con su respiración agitada y lleno de furia. Golpeó el suelo con sus puños y gritó con mucha rabia:
-¡¡Espio…!!


































Capitulo: 8

-Knuckles…. Knuckles…
Lentamente Espio fue reaccionando. Le dolía la cabeza. Rápidamente tomó conciencia de donde se encontraba: encerrado en una capsula transparente más grande que la que lo atrapó en Ice Cap. Sus heridas estaban vendadas y tenía un plato con sopa cerca de él.
Se levantó para observar a su alrededor notando que era un laboratorio. De hecho el lugar le trajo muchos amargos recuerdos. Tomó un respiro y trató de mantener la calma para no caer en el pánico que antes lo había invadido. Observó la capsula de arriba abajo y apoyó sus manos contra el vidrio. Alejó su mano derecha y cerrando el puño golpeó este con todas sus fuerzas, llegando a la conclusión de que no era vidrio común y corriente.
Luego de eso se palpó el cuerpo buscando una de sus estrellas, pero sin éxito. Le habían quitado todo lo que llevaba encima, hasta sus zapatos y guantes, por si acaso. Al notar la ausencia de estos se sintió desnudo.
Caminó de un lado a otro haciendo lo imposible por no desesperarse dejando escapar un resoplido de frustración e indignación por sentir que se dejó atrapar muy fácilmente.
Luego de un rato haciendo lo mismo se detuvo frente al plato con sopa. Su mirada quedó pegada en eso y estuvo así por varios minutos mientras movía su cola, casi inconcientemente, de un lado a otro. El aroma de la sopa era delicioso, pero no se arriesgó a tomarla.
-¿Qué pasa? – se oyó mientras se abrían unas puertas justo frente a la capsula - ¿Acaso no te gusta la sopa?
-Eggman…- murmuró Espio apartando su vista del plato para depositarla en el científico que se acercaba a paso lento.
-Lamento no haberte traído insectos… Es difícil encontrarlos aquí, con nieve… -dijo.
-¡Dime que pretendes! ¡Sácame de aquí! – le gritó el camaleón. Eggman sonrió por lo bajo y prosiguió:
-Pretendo terminar mi gran experimento. El que fue truncado por culpa del estupido equidna hace años – afirmó Eggman con un tono sombrío y una horrible sonrisa. Espio enmudeció al oír eso.
Eggman se detuvo frente al camaleón que lo miraba sin poder evitar el espanto.
-Mira esto… - dijo mostrándole el fragmento que estaban buscando.
-Eso es… ¿Acaso no lo llevaba Mega-Sonic? – cuestionó Espio abriendo sus ojos con asombro.
-Mentí… - respondió el científico con una risa malvada -. Logré emular la energía del fragmento en Mega-sonic para atraerlos hacia mí.
Espio permaneció en silencio. Era obvio que él no había sido atraído por esa energía, sino que se topó de casualidad por huir de Knuckles tras su confesión amorosa… Pero no le podía dar esa semejante explicación a Eggman.
-Estupido, yo no sentí la energía – se limitó a decir.
-Lo se… solo era para distraer a tu amigo mientras termino mi experimento… - dijo Eggman.
Luego de una breve pausa, el maléfico doctor caminó hacia un interruptor que se hallaba en una de las paredes y bajó la palanca lentamente y sin abandonar su malvada y horrible expresión.
-Ya te dije que gracias a ti terminare este gran experimento…
-¡¿Qué?! – Espio notó la malvada intención de Eggman y no pudo evitar horrorizarse.
-Hay, no debes ser mal agradecido, Espio – dijo Eggman sarcásticamente -. Sabes que tus grandes habilidades son gracias a mi… - dicho esto terminó de bajar la palanca haciendo que la base de la capsula desaparezca provocando la caída del camaleón hasta un piso inferior, justo sobre una camilla. Apenas cayó unos lazos sujetaron sus manos y pies con mucha presión.
Espio forcejeaba con todas sus fuerzas. Eggman bajó por un pequeño elevador y se acercó hacia una maquina que apuntaba justo hacia el camaleón y depositó en la punta de esta el fragmento.
-Eggman, no… Yo no se como lo hice… - dijo Espio sonando casi con imploración.
-No te preocupes, mi querido Espio… Yo te ayudaré con esta maravilla que inventé… - afirmó el científico mientras preparaba los controles de la maquina.
Espio abrió sus ojos con mucho miedo mientras observaba que el aparato se iba encendiendo.
-Por favor…, no me obligues a sentir ese poder horrible – dijo el joven. Su voz sonaba con miedo, mucho miedo.
-Esto será rápido y, al fin, pondré bajo control Mobius con mi nuevo y poderoso sirviente… - le aseguró -. Sabes que tu destino era serlo desde hace mucho. Esa vez ese entrometido equidna arruinó todo.
-Asisque ese era tu propósito conmigo – dijo Espio.
-Así es… y lo has hecho posible al descubrir que puedes fusionarte con el maravilloso poder de un fragmento – festejó Eggman.
-Eggman… - dijo Espio con un tono de rencor -. Ojalá pierdas el control sobre mí… Ojalá te destruya sin compasión alguna…
Eggman rió con malicia.
-¿Eso crees? No, sé como controlarte… Lo tengo todo bien estudiado – le aseguró, para sorpresa de Espio.
Este cerró sus ojos con algo de resignación y sólo pudo pensar en Knuckles.
-"Al menos dije lo que sentía por ti…" - pensó, pero el miedo se apoderó nuevamente al ver la maquina accionada y lista para hacer el maléfico experimento…

Mientras Knuckles no paraba de luchar con Mega-Sonic. Saltaba una y otra vez dándole puñetazos que el mecha recibía sin problema.
El equidna se veía fastidiado y concentró toda su energía para darle el mejor golpe al maldito mecha.
-¡Ya déjame tranquilo! – le gritó Knuckles propinándole un fuerte y certero puñetazo a Mega-Sonic.
Este retrocedió unos metros debido al feroz golpe y volvió a la carga. Knuckles notó que el golpe había sido efectivo, pues el mecha tenía un leve corto circuito.
-Bien… ¡Salúdame a Mecha-Sonic en el infierno! – bramó el equidna repitiendo el feroz golpe para terminar con el latoso problema.
Mega-Sonic recibió el impacto y se destruyó en mil pedazos. Knuckles festejó aliviado de haberse liberado de la molestia.
-Creí sentir el fragmento en esta porquería… - se dijo Knuckles mientras caminaba hacia los restos del mecha que yacían en la nieve.
Pero súbitamente notó lo contrario. Notó que no estaba allí sino hacia donde Eggman se había ido con Espio. Lo sintió muy intensamente y luego sintió algo muy particular. Algo que jamás había sentido. Sintió a Espio.
Unas fugaces imágenes se dibujaron en su mente: logro ver al camaleón en el laboratorio. Sintió el miedo en Espio.
Sin pensarlo corrió hacia donde lo guiaba la energía del fragmento mezclada con la de Espio.
-Aguanta, Espio… - se dijo -. Pero, ¿Por qué siento esto…? – se cuestionó mientras corría sin cesar…















Capitulo: 9

-¡Por favor, basta! – gritó Espio con un dejo de dolor. La maquina ya había comenzado su propósito y aumentaba su potencia para lograr la esperada fusión.
-¡Pronto terminará esto y serás el aliado que debí tener desde hace tiempo!- le contestó Eggman.
La maquina aumentaba cada vez más la presión del fragmento contra Espio. El dolor que sentía el camaleón era mucho más horrible que la vez que lo hizo por su cuenta.
-"Knuckles…"
El equidna detuvo sus pasos al sentir la voz de Espio. Le había sonado muy suavemente. Knuckles tomó su pecho al notar un dolor extraño, pero estaba seguro que era lo que Espio sentía en ese momento. Levantó su vista y notó que estaba frente a la base que había instalado Eggman en Ice Cap, donde tenía cautivo al camaleón, esta vez nombrada "Egg Snow".
Tomó carrera para planear sobre la base y así entrar por el techo. Rápidamente cayó sobre unos tejados y esto provocó que sonara una alarma alertando a unos cuantos robots guardianes que andaban vigilando afuera.
Knuckles no dudó y los atacó antes de que ellos empezaran.
-¡No me hagan perder el tiempo, miserables! – les gritó con furia mientras los descartaba uno tras otro.
Mientras la maléfica maquina seguía con su propósito, hasta que finalmente se empezaron a ver resultados haciendo saltar de felicidad a Eggman.
-¡Perfecto! – gritó dando un brinco, pero rápidamente notó que algo estaba saliendo mal.
Antes de que pudiera reaccionar, la maquina se sobrecalentó provocando una terrible explosión. Knuckles sintió el horrible y devastador estruendo y corrió por el techo hasta dar con un pequeño tragaluz que daba justo al laboratorio. Sin dudarlo le dio un fuerte puñetazo y se dejó caer.
-Maldición – bramó el guardián tosiendo y sin poder ver nada a causa del humo que dejó la explosión -. ¡Espio! – llamaba sin cesar al camaleón.
De pronto sintió el fragmento, pero lo sintió potenciado por otra energía. Una muy conocida para él. Knuckles trató de ubicar su mirada en la figura que se iba hacinado presente entre el humo. Era Espio.
-Espio – murmuró el joven. Este se veía como la vez que se había fusionado con el fragmento. Caminó hacia Knuckles abriéndose paso entre el humo que se iba disipando. Este lo miró con intensidad mientras lo veía acercarse, pero rápidamente notó que no se dirigía hacia él sino hacia Eggman que permanecía parado cerca de una puerta de emergencia.
-Así es, mi sirviente –  dijo Eggman mientras lo veía acercarse -. Tu primera misión es destruir al estupido y entrometido equidna – le ordenó el doctor.
-Espio… - Knuckles no podía salir de su asombro al notar que el joven no dudó en la orden y caminó hacia él.
El joven camaleón caminaba lentamente hacia Knuckles. Su mirada estaba perdida y se notaba con claridad que era forzado por la energía.
-Espio…, no quiero levantar mis puños contra ti – dijo el joven guardián. Su voz sonaba compasiva para con Espio.
Knuckles dio unos pasos hacia atrás mientras trataba de poner sus ideas en claro. Eggman, aun parado cerca de la puerta de emergencia, se regodeaba con la escena. Se lo veía triunfante y satisfecho por su "creación".
De pronto Knuckles notó lágrimas en los ojos del camaleón, producto del horrible transe que había sufrido.
-Eggman…- Bramó el equidna -. Pagaras caro esto.
-No creo que salgas vivo – se burló el científico.
Súbitamente Espio detuvo sus pasos ya muy cerca de Knuckles. Este notó que el joven apretaba sus puños dando la impresión de que tenia una especie de lucha interna. Y así era.
-Eggman – se le oyó decir y luego cerró sus ojos mientras hacia lo imposible por sobreponerse a la orden inculcada. Eggman se sintió amenazado por el repentino cambio del camaleón sintiendo que este estaba sobreponiéndose de sobremanera contra su orden.
-…Yo… ¡jamás le haré daño a Knuckles! – gritó Espio mientras daba un gran y veloz salto hacia el científico que lo miraba más que estupefacto.
Con desesperación Eggman trataba de abrir la puerta de emergencia. Tocaba los botones, pero sin éxito ya que Espio cayó frente suyo y de un feroz golpe lo lanzó contra una de las pareces del laboratorio.
Knuckles quedó perplejo ante el cambio de Espio.
-Espio – murmuró.
El camaleón seguía en su trance pero esta vez sobreponiéndose a las órdenes de Eggman y golpeándolo con furia. Luego de volver a lanzarlo lo tomó del cuello y lo empujó hacia las afueras a través de una ventana. Luego saltó a seguirlo.
Knuckles corrió para seguirlo. Notaba algo muy malo. De pronto había sentido que el poder del fragmento había corrompido el corazón de Espio transformándolo en un ser muy violento y destructivo.
-¡Espio, detente! – le gritó Knuckles al ver que este golpeaba sin cesar a Eggman -. ¡Tú no eres así! ¡Por favor, detente! – insistió el guardián deteniendo un brazo de Espio.
Este depositó su mirada en Knuckles. Hubo una pausa. Espio prosiguió:
-Le daré fin a esto… Terminare con su maldad…
-Espio – dijo suavemente Knuckles -. Pero, no así… Sabes que nadie merece la muerte, ni siquiera Eggman…
Espio se zafó del agarre de Knuckles y le dio un feroz empujón lanzándolo lejos.
-Knuckles, ayúdame… Tu amigo se volvió loco – le imploraba Eggman mientras Espio lo sostenía del cuello.
-¡Tu nos metiste en esto! – le gritó con furia el guardián.
Espio cerró sus ojos y lagrimas volvieron a brotar. 
De pronto, y para sorpresa de Knuckles, se elevó para dirigirse nuevamente hacia la base.
-¡Espio, espera! ¡¿Qué pretendes?! – gritó el equidna con desesperación mientras corría para no perderlo.
-Terminar con esto… Terminar con mi sufrimiento… y acabar con el mal de una vez…
Para evitar que Knuckles lo siga Espio lanzó un rayo hacia una montaña de nieve provocando que caiga sobre este.
-Hasta siempre…
Knuckles excavaba con desesperación y furia presintiendo lo peor. La nieve lo había cubierto de lleno. Una vez fuera de esta corrió para entrar a la base, pero una terrible explosión lo lanzó lejos.
Aturdido y desesperado trató de ponerse de pie. Miró hacia el lugar de la explosión y notó con horror que toda la base estaba derrumbada por completo.
-¡Maldición, Espio! – gritó mientras corría hacia el lugar.
Se metió sin dudar entre los escombros. Los quitaba de su camino a puñetazos abriéndose paso y tratando de sentir la energía de Espio. Se veía desesperado.
Luego de un rato finalmente dio con ambos. Estaban en el suelo del sótano que, por milagro, no se había derrumbado, pero corría el riesgo de hacerlo en cualquier momento.
Sin demora los cargó a ambos como pudo y rápidamente salió de allí justo a tiempo.
-Tu amigo esta loco – se oyó la voz de Eggman mientras Knuckles lo dejaba sobre la nieve.
-¡Dime que ocurrió! – le ordenó Knuckles al notar que el científico no parecía correr peligro.
-Espio concentró el poder del fragmento e hizo que este colapsara con su energía provocando la explosión… El miserable cumplió su deseo casi por completo… perdí el control sobre él y casi me mata… - dijo Eggman mientras le lanzaba a los pies el fragmento que había tenido Espio en su interior, para luego caer inconciente.
El joven equidna se dirigió hacia Espio, se arrodilló a su lado y lo recostó sobre sus rodillas. Tomó su muñeca para tomarle el pulso, pero al tocarlo sintió algo que lo dejó paralizado.
Como traídos del cielo y volando en su Tornado llegan Tails y Sonic, debido a la información que le había llegado a Tails por la base instalada de Eggman.
-Hey, Knuckles…- Saludó Sonic al bajar de un salto justo cerca del guardián. Este permanecía en silencio y sin quitarle la mirada a Espio que yacía en sus brazos -. Llegamos tarde, Tails… Knuckles nos dejó fuera de la fiesta – bromeó el erizo.
Tails caminó hacia donde permanecía Knuckles con Espio observando la situación reinante.
-Espio – murmuró el equidna -. ¿Por qué…? 
Sonic cambió su semblante y se puso serio ante la situación. Tails se dejó caer de rodillas frente a su amigo guardián temiendo algo malo.
-Vamos…, reacciona – insistía Knuckles -. ¡No me dejes así! ¡No sin haberte dicho lo que sentía! ¡Maldición, Espio! ¡No me hagas esto!
Tails tomó la mano desnuda del joven camaleón ya que aun estaba sin sus guantes y notó que estaba frío… muy frío…
-¡Espio! ¡No me dejes! – gritó con desesperación Knuckles mientras lo abrazaba con mucha intensidad.
Tails se puso de pie y se dirigió hacia Sonic para luego abrazarlo y romper en llanto.
-Espio está muerto… Está muerto…



















Capitulo:10

-Todo fue mi culpa…, todo…- se lamentaba Knuckles mientras abrazaba con intensidad a Espio -. No me dejes…
Tails lloraba abrazando muy fuerte a Sonic, mientras este observaba a Knuckles. El equidna se veía abatido y sin consuelo alguno.
El joven erizo apartó suavemente a Tails y se acercó a Knuckles para darle algún consuelo.
-Amigo, ya nada podemos hacer… - le dijo apoyando su mano en el hombro del guardián. Este desvió su mirada hacia Sonic y cayó en la cuenta de que ellos habían llegado. 
Luego volvió a mirar a Espio sin poder apartarse de él.
-Los fragmentos están en una carpa cerca de aquí – dijo Knuckles sin moverse de su lugar y con su mirada en el camaleón. Sentía que ya nada le importaba.
-Tails irá por ellos con su Tornado… - le aseguro el erizo mientras se acercaba al pequeño que trataba de reponerse.
Sonic quedó inmóvil, por un instante quiso saber muchas cosas… Y, sobre todo, el porqué de ese semblante que mostraba Knuckles para con Espio.
Pero, no era momento para hacer indagaciones. Caminó hacia Eggman y lo observó en silencio. El científico permanecía inconciente y muy herido, pero nada grave. Por un momento sintió rabia de no haber estado presente a tiempo.
Knuckles seguía sumido en su angustia sin dejar de abrazar a Espio:
-Al final todo fue mi culpa… Debí ser más sincero contigo…, pero no sabia como. Soy un miserable bruto…, soy…- dijo apretando sus dientes con rabia mientras lentamente sus lagrimas comenzaban a brotar. Que miserable se sentía.
Había un silencio único. Parecía que el tiempo se había detenido. Sonic no sabía que más hacer, más que esperar pacientemente; Tails quedó parado frente al Tornado sin quitarle la mirada al avión y Knuckles seguía con Espio, sin pensar en nada, solo en el joven camaleón y todos los momentos que había compartido a su lado. Maldición, habían sido maravillosos.
El tiempo transcurría y la resignación empezó a apoderarse del guardián, pero nada parecía imposible, absolutamente nada…
-No digas… tonterías, Knuckles… - se oyó la voz de Espio muy suavemente.
El equidna se sobresaltó y creyó que  lo que había oído era producto de su imaginación y el negar la muerte de Espio.
-A mi me gustas bruto… 
Knuckles apartó al camaleón para verlo a la cara y caer en la cuenta de que no era su imaginación. El semblante de Espio era hermoso y sereno. El guardián quiso pronunciar palabras pero le resultaba imposible.
Sonic corrió a su lado tan impresionado como Knuckles, al igual que Tails que, sin dudarlo, le volvió a tomar el pulso al joven ninja.
-Está…, está vivo… ¡Está vivo, Sonic! – gritó Tails de alegría.
-Espio – pudo decir Knuckles, mientras lo miraba con mucha intensidad y sin poder creer aun el milagro -. Pero…, como…
-Había una luz – interrumpió Espio. Su voz apenas se oía – y yo caminaba hacia ella, pero un calor hermoso me hizo alejarme de ese lugar… oí tu voz…, me decías que no te dejara… - el joven tomó un respiro y ya sin pudor alguno rozo su mano en el rostro de Knuckles -. Tú me trajiste de vuelta…
Knuckles le sonrió muy tiernamente y le correspondió la caricia de Espio en silencio. Cerró sus ojos y se dejó llevar por la hermosa sensación que le producía tal acto.
-Yo… - dijo, al fin -. Pensé que te perdía y… no te había dicho… nada…-logró titubear al equidna. Espio le sonrió, sus ojos dorados parecían brillar más de lo normal.
-¿Me lo dirás ahora? – indagó el camaleón sin quitar su sonrisa.
Knuckles tomó un respiro, no había soltado para nada a Espio. Este aun seguía sostenido por los brazos del guardián aun arrodillado sobre la nieve. 
Obviamente sentía que estaban muy concurridos y que, tal vez, ese no era buen momento. ¿Qué diablos tenia que oír Sonic y el pequeño Tails cosas privadas de él y Espio?
Sonic, ni tonto ni perezoso, se dio cuenta de que estaban de más y se dispuso a ayudar a Tails en la búsqueda de los fragmentos reunidos por ese par.
-Bien, Tails, tenemos trabajo pendiente… -dijo el erizo mientras subía al Tornado. Tails lo miró sorprendido creyendo que él se quedaría a ayudar al equidna – Knuckles se ocupará de Espio, que gracias a los dioses está vivo – se adelantó Sonic ya listo para salir de allí.
Tails no dudó y corrió a echar a andar el avión para terminar con su misión y así volver a casa todos juntos.
-¡Te esperamos en el altar! – le gritó Sonic desde los cielos mientras tomaban vuelo.
Knuckles los observó hasta que se perdieron en el infinito cielo y respiró aliviado de no tener que lidiar con una escena romanticota frente a Sonic.
-Bien… - dijo Knuckles -. Decía… que siempre sentí algo más pero no tenia manera de decírtelo, o sea, no sabia como decírtelo… bah, soy un idiota…- se lamentó el guardián. Espio le volvió a sonreír.
-Ahora es tu momento… - le aseguro moviendo a acariciar su rostro.
Knuckles tomo un respiro y miró con intensidad a Espio.
-Yo también te… te amo, Espio… -luego de esas palabras dejo escapar un resoplido pero de alivio porque, al fin, pudo decirlo.
El joven camaleón cerró sus ojos esperando más que esa confesión. Obviamente Knuckles no era tonto y sabia lo que eso significaba.
Rodeó con sus brazos firmemente al joven, también cerró sus ojos y lo acercó hacia si para darle un beso.
No sabía si era por la emoción del momento, porque no podía creer que Knuckles le correspondiese o porque simplemente pasaba, pero lagrimas brotaron del camaleón. Se sentía tan bien y tan feliz. Vaya, eso era, sentía felicidad, algo que nunca había sentido antes. Al fin ese vínculo que anhelaba tener con Knuckles se había formado.
No había sido fácil, sufrió mucho hasta conseguirlo, pero el sufrimiento, obviamente, lo valió. Ahora estaba con él, con el ser que más amaba en el mundo.
Knuckles sumido en ese beso se sentía tan feliz como Espio. No era como esos besos desesperados que antes había dado. Este era con sentimiento y se lo había ganado. Sentía que le debía mucho a ese joven camaleón y sentía que él era el indicado para darle el amor que merecía.
Ya nada los separaría, absolutamente nada. Ellos habían formado un lazo muy fuerte y sentían que nada ni nadie podrían romperlo jamás…
Luego de ese momento tierno, Knuckles alzó en sus brazos a Espio y emprendió camino de regreso. Caminó en silencio pero con mucha paz en su interior. Ya su misión estaba terminada, pronto haría la ceremonia de restauración de la esmeralda y todo volvería a la normalidad. Pero con un gran cambio en su vida: estaba acompañado de Espio.
El joven camaleón se aferró contra el pecho de Knuckles y cerró sus ojos mientras oía los latidos de su corazón. Se sentía aun débil pero tan feliz y lleno de paz como su nuevo compañero.
-Espio – dijo, luego de un rato, Knuckles -. ¿Qué pasará ahora? – indagó mirando hacia delante, mientras seguía caminando.
-¿A qué te refieres? – indagó el joven sin dejar de sentir esos hermosos latidos. El equidna tomó un breve respiro:
-Pues…, contigo, conmigo…, ambos…
Espio soltó una leve sonrisa y contestó:
-Vivir juntos… 
Esas palabras parecían que habían dado el efecto esperado en el guardián, pues su semblante había cambiado. 
-Bien… -se limitó a contestar Knuckles con un dejo de satisfacción al pensar en esa grandiosa posibilidad. Vaya que le había gustado la idea de vivir con Espio. Este notando esa reacción se estremeció y se aferró con más fuerza contra él.
-Pero… - dijo Espio buscando la mirada de Knuckles – no tenemos donde y no puedes dejar el altar…
-No será problema – se apresuró Knuckles mirándolo fijamente -. Haré una casita cerca del altar… 
Esto dejó pasmado a Espio. Que maravilla. Knuckles haría una casita para vivir juntos. Sin duda parecía un cuento de hadas…
-Me siento… tan contento…

Ya los fragmentos se encontraban depositados al pie del altar. Parecía que todo Mobius había asistido a la ceremonia de restauración.
Hasta la reina Sally estaba presente. 
Ambos jóvenes habían sido asistidos por médicos y se sentían más que recuperados. Knuckles estaba ansioso por terminar con eso de una vez.
Su ansiedad era evidente ante Sonic, que no había dejado de observarlo.
Ya listo, el guardián se dispuso a dirigirse hacia el altar donde le esperaba la esmeralda. En el camino lo acompañó Sonic.
-Sabes… - dijo el erizo – no eres el mismo que se fue esa noche tras los fragmentos.
Knuckles miró a Sonic casi sin comprender.
-¿A que te refieres? – indagó.
-Pues… te veo más… maduro… y ¿contento?
Esto último molestó al guardián regalándole a Sonic una de sus típicas miradas fulminantes. Pero el enojo cedió dando paso a la felicidad que llevaba en ese momento dejando escapar una carcajada.
-Tal vez tengas razón…
Y siguió caminado sin parar de reír sin sentido alguno. Bueno, tal vez si lo había: estaba feliz, el amor le había dado una oportunidad a su alma solitaria y su ansiedad era debido a que quería estar lo más pronto posible con ese ser responsable de su dicha y cumplir sus sueños junto a él…
Y todo volvió a la paz, al menos por un tiempo… 
La isla volvió a sus cielos y Knuckles cumplió con lo propuesto a Espio: construir una casita cerca del altar y vivir juntos…
No se si debería, pero lo digo…: y vivieron felices por siempre…




"Querido Sonic: 
Espero que  al recibo de esta carta te encuentres muy bien.
Bien, como verás he sido yo el que ha tenido que escribir… pues Knuckles se negó rotundamente a hacerlo alegando que no quería perder el tiempo… pero igual les manda saludos. ¿Quién lo entiende? Si, yo…
Bueno, el motivo de esta carta es para contarte que estamos ansiosos por visitarlos a conocer a tu primer hijo, Light. Pronto estaremos por allá. Como ha pasado el tiempo: yo sigo haciendo misiones pero ya no tanto con la agencia sino más privadas. De hecho he sido convocado varias veces por la reina. Además he fundado un pequeño dojo donde enseñamos a varios alumnos.
Knuckles sigue incansable en su labor de guardián y ahora también es maestro de artes marciales.
Desde ya quedan invitados a conocer nuestra casita.
Dales nuestros saludos a Amy y si ven a Tails también, pues he sabido que vive de viaje con Shadow. 
Bueno, no les quito más el tiempo, pronto nos tendrán por allá. Cuídate, Sonic y cuida de tu familia."

Espio y Knuckles


-Listo – dijo el joven camaleón tipeando las últimas palabras de la carta y enviándola al correo de Sonic.
-¿Y llega a través de eso? – preguntó Knuckles de manera ingenua mientras ponía los platos en la mesa para la cena.
-Pues, claro – contestó Espio de manera muy natural mientras cerraba su notebook.
-Bueno, no sabré de eso pero si se de cocina… - le aseguró el guardián de manera sonriente e invitando a Espio a sentarse.
-Huele delicioso… 
Ambos pasaron el rato charlando y recordando varias aventuras vividas y momentos agradables.
-Entonces está todo arreglado, en dos días vamos a visitar a Sonic y su familia.
-Seh… - le contestó Knuckles de manera frustrada por el hecho de tener que verle la cara a ese erizo.
Espio observó su reacción causándole mucha gracia.
-No es gracioso – le replicó el guardián, obviamente de manera graciosa.
Espio se dirigió hacia la habitación para ir a dormir seguido de Knuckles.
-Pensé que me había librado de tener que soportar los alardes de Sonic- alegó Knuckles dejándose caer en la cama.
-Es para conocer a Light…- dijo Espio con su tranquilidad habitual mientras se quitaba sus guantes y zapatos.
-Igual… 
Espio se dirigió hacia una pequeña cómoda para depositar sus guantes. Knuckles no pudo evitar observar sus movimientos. Tenían gracia y delicadeza al mismo tiempo. 
-¿Pasa algo? – preguntó el joven ninja al notar como el equidna lo miraba.
Espio permaneció parado en medio de la habitación. Knuckles no dejaba de verlo encantado. Vaya que se había enamorado.
-Nada… 
En silencio, el joven guardián se puso de pie y caminó hacia Espio que lo miraba fijamente. También se quitó sus guantes y los colocó junto con los del camaleón. Ambos se miraron en silencio. Los ojos dorados de Espio brillaban intensamente. Knuckles se sentía maravillado por esos ojos, como hipnotizado. Lentamente rozó su mano desnuda por la mejilla del camaleón y sin darle tiempo a que este reaccionara lo tomó en brazos y se dirigió a la cama para dejarlo en esta suavemente y sin poder apartar su mirada.
Espio rodeó con sus brazos el cuerpo de Knuckles y con los dedos jugueteaba con sus pinchos. El guardián acariciaba lentamente el cuerpo del joven que se estremecía con el contacto. Esta reacción a Knuckles le encantaba y repetía las caricias con más y más intensidad.
Luego se posó sobre el camaleón y comenzó a besarle el cuello, provocando más excitación en este. 
-Vamos…, relájate y se tú mismo… - le susurró el equidna al oído.
-Yo…
Si, era su primera vez. Luego de una convivencia plena con Knuckles, Espio, al fin, se sintió liberado para con él y pudo tener eso que deseaba con el equidna. 
No es que antes no habían tenido oportunidad. Simplemente que esperaron para que fuese el momento indicado. Ambos se amaban y eso era más que suficiente para consumar de una buena vez ese amor.
Dicen que el tiempo apremia y eso querían ellos: que ese acto significase mucho en sus vidas.
Espio cerró sus ojos y dejó que Knuckles invadiese su boca una y otra vez casi sin dejarle tiempo para respirar. Pero era grandioso y muy satisfactorio. Le encantaba sentir el roce de los pinchos sobre él. Esos largos pinchos que suavemente acariciaban su cuerpo mientras Knuckles se movía.
Ya rozando su cuerpo totalmente contra el de Espio, Knuckles se detuvo para mirar a los ojos al camaleón.
-¿Estas bien? – le preguntó suavemente y con una dulce sonrisa. Espio tardó en contestar.
-Claro… Estoy muy bien…- contestó mientras acariciaba el rostro del guardián. Sin titubeos rodeó a Knuckles y lo acercó a su cuerpo. Deseaba con fervor no dejar de sentir ese calor tan especial que tenia ese equidna. Le hacia muy bien. Nuevamente cerró sus ojos e hizo que Knuckles acerque su oído a sus labios.
-Me siento muy bien… - dijo – Te amo, Knuckles the echidna…

FIN

Notas finales:

Espero de corazón que les guste!!!


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