Takanori in the Trunk.
No huyas solo nunca más
Solo tienes que seguir dependiendo de mí cuando estás conmigo
El ocaso se hacía presente, vi tu silueta correr intentando escapar de mí.
Grité varias veces tu nombre, mientras seguía tus pasos.
Te detuviste a unos metros de mí y nos miramos a los ojos
Entonces te sonreí.
No me dejes nunca más solo
Soy solo yo el que quiere seguir dependiendo de ti.
Me acerqué a ti y retrocediste unos pasos mirándome asustado.
Corté la distancia entre nosotros con un beso, atrapando tu cintura con mis brazos.
Me miraste sorprendido.
Quiero que estés a mi lado al menos cuando quiera llorar.
- No estoy más solo ¿cierto? – asentiste y sonreí de manera extraña.
Que importaba si lo que me decías era mentira.
Puedo perdonar todo cuando estoy contigo.
Tomamos direcciones diferentes, volviendo cada uno a su propio mundo.
Te veré esta noche, sabes cómo y dónde encontrarme.
El viento cálido hace que la vela tambalee
Cuando el fuego desaparezca quiero desaparecer también
Veía mi silueta dibujada en sombras a la tenue luz de la vela que estaba encendida en medio de la habitación.
Una idea apareció en mi mente.
Tu pequeño cuerpo cruzó la habitación sonriéndome dulcemente.
Luego sentí como si no fuera yo.
Vi tu cara asustada frente a la mía, nuestras respiraciones mezclándose y tus labios intentando decir algo.
Aparecía otra vez esa sonrisa extraña en mi rostro.
Tú ropa desapareció rápidamente, en tu cara el pánico inundó el azul de tus ojos, tu respiración convulsionada me hacia arder en deseo.
Mi ropa desapareció tan rápido como la tuya
Vi tus mejillas tornarse carmesí.
Besé tus labios con fuerza, obligándote a abrir, dejándome tu boca a mi merced.
Caricias toscas repartidas por tu pálida piel
Te revolvías bajo mi cuerpo tratando de evitar lo siguiente
Solo el viento cálido y camel disminuyen mi soledad
Solo Takanori de ojos azules disminuye mi soledad
Miré fijamente tus ojos envueltos en pánico y desesperación, tu respiración comenzó a agitarse nuevamente cuando sentiste el vaivén de mi mano con tú hombría.
Lloraste y suplicaste que me detuviera varias veces, obteniendo como respuesta un movimiento más rápido, obligándote a gemir y haciendo que el calor se me subiese a la cabeza.
Gritaste que me detuviera al ver como abría sutilmente tus piernas, te revolviste y pataleaste para evitar lo que venía, pero cariño, si en algún momento pensaste que podrías lograrlo, te equivocaste.
Te sonreí y con deseo volví a besar tus labios a la fuerza.
Un grito desgarrador llenó la habitación
Jadeabas de dolor mientras llorabas y yo arrastraba tu cuerpo unido al mío por el frío suelo
Ahora eras solo mío.
Mordías tus labios haciéndolos sangrar
Gruñidos apagados escapando de mi garganta
Me separé de ti robándote otro grito y a la vez un beso forzado
Con lágrimas cayendo y el dolor reflejado en tu rostro te vestiste rápido intentando escapar
Te detuve, tumbándote nuevamente en el suelo, atrapando tu cuerpo bajo el mío.
No huyas solo nunca más
- ¿Me odias ahora? – Te pregunté con una sonrisa
¿Por qué me miras y lloras con un rostro tan triste?
Entre mis ropas un metal brilló a la luz de aquella vela
Tu rostro bañado en pánico me pedía llorando que soltara aquel objeto
El viento cálido apaga la vela
El fuego se acabó y tú dejaste de llorar
Vi mi piel manchada en sangre, sosteniendo aún entre mis manos aquella arma
Tu cuerpo temblaba, estiraste tus brazos atrapando mi cuello y cerraste los ojos
El pequeño cuerpo temblando débilmente
solo vino a mí y lentamente colapsó
Te acomodé en mi regazo, terminando de acomodar mi pantalón, manchándome de sangre y tu nívea piel al hacer contacto con mis manos.
Chico, Mi amor
Está bien, porque fuiste capaz de encontrarme
Chico, Mi amor
Debes estar cansado esta noche en mi regazo
Buenas noches cariño
Te amo Takanori, acaricio tu mejilla aún tibia
Buenas noches cariño
No te olvidaré, estoy feliz de que tu final haya sido frente a mí.
Llevé tu cuerpo hasta mi auto, recostándote suavemente en el maletero
Recordé tus ojos azules llenos de pánico y sonreí
Dentro del maletero está Takanori de ojos azules
La bocina del auto suena, pero no hubo duda
Takanori era muy parecido a mí y solo
Ahora yo…
El sonido de un disparo fue lo último que escuche esa noche.