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Ahora y siempre. por Pasitea

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Notas del fanfic:

Espero que les guste. Eun momento de inspiracion (bueno, casi tres horas)

Notas del capitulo:

Los personajes no son mios, solo los uso con fines de diversion.

Caminando por un hermoso bosque a una hora de la mañana en que las abejas son hadas y los hongos caracoles, un rubio exquisito perdiese en la espesa neblina, siendo acariciado por los primeros rayos del disco solar.

Su paso, solemne y lento, producía un sonido de campanas al chocar con las gotas del rocío, cuyas gotas despedían lindos colores al ser traspasados por el Sol.

Llego hasta una pequeña cabaña sin paredes hecha a medida, cubierta de hermosas flores que hacían del ambiente aun más placentero; debajo de ella, hallábase un sepulcro y una lapida, con el nombre del no vivo oculto por las espesas flores de enredaderas de color azul.

El blondo, triste, se sentó junto a la tumba; acaricio la piedra como si no hubiera nada más que hacer en este mundo; su larga cabellera cubría un par de gotas de mercurio ya apagadas desde tiempo atrás y un rostro donde se podía leer la amargura de una vida en orfandad.

Un recuerdo golpeo su cabeza…un dolor golpeo su corazón.

-Hola mi amor…-susurro cargado de ternura- Ya hacía tiempo que no me pasaba por aquí, ¿Verdad?-

El viento corrió frio a través de las hojas, jugando con las hebras oro del muchacho, llevándose con el muchos momentos de sufrimiento.

-Bueno…no puedo disculparme, he tenido mucho trabajo…demasiado…hay mucho que hacer desde ese día…y entonces, nada es igual…-

El trino de un petirrojo suena por arriba, perdido en el follaje de un roble.

-Ni para mí ni para nadie…nos costó todo…me costaste tu…-

Las gotas de sal empiezan poco a poco a hacer su aparición en esos pozos rebosantes de melancolía.

-No te enojes…pero no puedo evitarlo…te extraño tanto…tu sonrisa, tus ojos, tu pelo, tu cuerpo…todo tu…-

Un ruiseñor gorgojea en la lejanía, llamando a su compañera.

-Fuiste un tonto, siempre lo has sido, un simplón sin remedio…terco, distraído, despreocupado…alegre, cálido, sencillo, verdadero…-

Comienzan a descender por ese rostro lastimado por el abandono.

-Cobarde, huidizo…caballero, respetuoso…yo te amaba…-

Una corriente de aire arranco las flores azules que escondían el nombre de aquel a quien tanto había querido…No…que aun seguía adorando.

Los ríos salinos rompieron los diques que los retenían; ya nada iba ser como antaño, los días felices no volverían y el tampoco, por más que amenazara, pidiera, exigiera y clamara, no tenia opción que resignarse. Esa maldita guerra con Soushu había resultado mucho más terrible que lo que se habían imaginado y el…

Estaba furioso, ¿Cómo se le ocurría al debilucho decirle que se quedara en el castillo? ¡Ni loco!

-¿Por qué?-

-Por favor, ya no hagas más difícil esto, mi pequeño lobo.-

-Explícame porque no quieres que vaya.-

El otro suspiro rendido.- Quiero que estés seguro…me horroriza pensar si te pasa algo por mi culpa.-

-Vamos, no va a pasarme nada…soy todo un Mazoku por si no te habías dado cuenta.- dijo orgulloso- y no cualquiera.-

- Lo sé…pero no quiero perderte…- murmuro.

-¿Qué dijiste?-

-Soy el Maou, así que por lo tanto debes obedecerme en calidad de subordinado: no iras. Punto.-

Un obstinado y el otro, el doble.

Al verlo partir, decidió ir. No se quedaría por el simple antojo de su prometido.

La batalla era cruenta; sus hermanos mayores peleaban con toda la dignidad y la fuerza de su raza, los soldados no se quedaban; el ojiesmeralda los abandono para ir en busca de su señor y lo vio, lo vio en la cima que dominaba el valle donde se luchaba contra Soushu, tan soberbio y decidido, no era el de siempre.

De pronto, una luz encego todo, quedando en cenizas el ejercito maligno pero también muchos amigos caidos en el ardid por defender un país, su país.

Todo había terminado.

Su Rey, vio una sombra negra tras su prometido; con velocidad, se interpuso entre el espejismo y el chico, recibiendo por el de lleno justo en el corazón con una lanza bañada en sangre oscura, sangre envenenada, un golpe mortecino, pero antes, emitió una blanca luz de la palma de su mano izquierda, evaporizando ese maldito residuo.

Cayó boca abajo, jadeando de dolor; esta vez, Shinou no podía hacer nada.

Alarmado, lo levanto y trato de curarlo, sin embargo, no funciono.

-¿Por qué?- cuestiono entre triste y enojado.- ¿Por qué?

-No lo …se- tosió un poco de sangre, manchando el uniforme azul del otro.- Quizás…quizás…- una nueva bocanada de liquido rojo anunciaba su fin.- Quizás…por…que…al fin…me di cuenta de algo…-

-Ya no hables… ¡Conrad! ¡Gwendal!.- al llamado desesperado de su hermano menor, ambos soldados corrieron con toda la energía que les quedaba.

Al llegar, se toparon son una trágica escena: un rubio trataba de reanimar a un fallecido monarca, que sonreía tranquilo.

-¡NOOO!-

Los mayores cayeron de rodillas y abrazaron al más joven que histérico, no paraba de gritar; ellos, debían ser fuertes, aunque se estuvieran muriendo, no llorarían, por lo menos no enfrente de su hermanito.

Todos aquellos que asistieron, todos los súbditos y todos los aliados, despidieron con un gran pesar al chiquillo que les había enseñado a no pelear entre ellos…todos querían al escandaloso que ahora era enterrado bajo 6 metros de tierra, en un lugar donde sus enemigos no lo encontraran pero donde los aldeanos podrían acceder…

Gwendal se había hecho el nuevo Maou y cargaba con toda la responsabilidad que con eso adquiría, mas, aun creía que ese mocoso irreverente entraría a su estudio reclamándole por el tanto trabajo que le había dejado en el escritorio.

Conrad a veces se imaginaba que vería a su ahijado por el umbral de las caballerizas con un guante y un bate de béisbol, listo para un partido y a veces, lo veía.

Günter suspiraba encerrado en la biblioteca, porque, a pesar de ser flojo, el joven monarca siempre había sido excelente en sus clases.

Greta, deprimida, recordaba todo el trabajo que pasaba su padre adoptivo por conseguirle lo que pidiera y sus exageraciones por su posesividad con otros, ante esto, no pudo evitar una sonora carcajada llena de alegría; esos tiempos habían sido hermosos.

Y todos, extrañaban mucho al debilucho ese.

 

-Esa vez…me preguntaste si te amaba…-pronuncio, volviendo a la realidad.

El ruido de un arroyo cercano parecía murmurar respuestas que él no entendía.

-Y yo te dije que si…Entonces, cerraste los ojos y no los volviste a abrir por más que te lo pedí, por más que te suplique…tú también dijiste que me amabas…-

Apolo ya está en lo alto y recorre la pequeña casa en la que un joven habla con una lapida.

-Espérame…que llegare.-

El muchacho se levanto, sacudiéndose las hojas que se le han pegado. Deposito una hermosa rosa roja al pie de la tumba y cuando está a punto de irse, sisea:

-Te amare por siempre, mi Yuuri…-

Notas finales:

Espero comentarios. Ja na!


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