Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Beso navideño por Arian_Sly

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: los personajes no me pertenecen, son de Hidekazu Himaruya. Yo sólo los uso para mis retorcidos fines XD

Hecho para el concurso: copos de letras-2011, en el grupo de LETRAS: Hijos de Canán.

Notas del capitulo:

Mm.. bueno, creo que no tengo mucho que decir, más que esperar que les guste =3

Es un América x Rusia muy sutil (además de una muchos x Rusia) así que vamos a leer a esta pareja Crack!

Beso navideño.

Era un veintitrés de diciembre como cualquier otro. Las calles estaban cubiertas por un manto blanco, la gente se apresuraba a entrar a las tiendas y conseguir los mejores regalos para navidad y en el compendio de las naciones unidas se fraguaban todos los preparativos para la fiesta navideña, a la cual estaban invitados todos los países del mundo.

El anfitrión este año –como todos los demás años –era América, dado que, según el héroe, no había lugar más hermoso donde se pudiera llevar acabo la celebración.

El americano tenía a todos corriendo desde hacía una semana. Había conseguido máquinas de hielo seco para su triunfal entrada, un coro de niños para cantar villancicos, sumado a muchos otros artistas que interpretarían canciones navideñas durante el festejos; las sillas y mesas con arreglos navideños que tenían su retrato, árboles de navidad por cada mesa, las cuales contaban con cinco sillas cada una. Pero lo que más le agradaba de todo lo que había hecho –además de los casi cien hombres disfrazados de Santa Claus –era la perfecta y estratégica organización del muérdago.

Francia le había recomendado que pusiera muérdago en cada puerta, así cuando fuera a recibir a los recién llegados pudiera darles un beso, más aún si se trataba de bellas señoritas como lo eran Seychelles, pero América no era de ese tipo. Él sólo buscaba besar a una persona esa noche. El único país, además de Alemania, Austria, Prusia, Rumania, Suiza… Bueno, uno de los únicos países que se habían resistido a sus encantos: Rusia.

El maldito ruso le había sabido sacar la vuelta muy bien en todos esos años. Lo había desafiado con la guerra fría, y aun después de perderla no fue capaz de doblegarse ante él, el héroe más grande de todos los tiempos. Pero hasta ahí llegaba la terquedad del ruso, ese día caería, eso o dejaba de llamarse Alfred F. Jones*.

El muérdago estaba perfectamente organizado en todas las posibles zonas que pasara el ruso.  El área de licores era la que encabeza todo, ahí no sólo habían ramitas de muérdago, había un techo cubierto en un cien por ciento de muérdago. Era un plan perfecto.

—Señor América —llamó al americano uno de sus subordinados —. Creo que ya acabamos con todo ¿Por qué no se va y descansa hasta la noche?    

—Sí, me iré. Aun así, denle una checada a todo. —Aceptó América con una amplia sonrisa.

Ahora tendría que ir a buscar un traje de gala, para después darse un relajante baño de burbujas y ponerse una mascarilla de aguacate. Habían resultado que esas mascarillas eran bastante  buenas para el cutis. Después de todo, esa mexicana empedernida por el chile no estaba tan loca como aparentaba.

Llegó a su casa, y tras dejar todo preparado se metió a la ducha, dejándose embriagar por las burbujas con olor a manzanilla* para poder relajarse. Tan relajado estaba que empezó a cavilar en como sería la fiesta. Magnifica, seguramente. Después de todo, era él quien la había planeado y organizado.

Con ese sublime pensamiento el americano se quedó dormido, sintiendo como el olor a manzanilla entraba por sus fosas nasales y lo relajaba hasta llevarlo al éxtasis. 

 

La fiesta había comenzado, todos estaban llegando y América, ante el asombro de todos, hizo su triunfal entrada entre humo de colores, gritando: I´m a Hero!; todos los presente aplaudieron y el anfitrión los invitó a disfrutar la velada.  

Todo iba tal y como el americano lo planeara. Italia Veneciano no dejaba de rogarle a Alemania que lo llevara con uno de los muchos hombres vestidos de Santa, para darle su lista de regalos navideños, mientras que el alemán, consciente de que no eran más que hombres disfrazados, se negaba a cumplirle su capricho al italiano.

—Alemania, Alemania —rogó el italiano colgándose del brazo del rubio alemán que tenía una cara de fastidio. Acaba de comenzar la fiesta y ya estaba fastidiado.  —, por favor, por favor…

—Italia —suspiró el alemán rindiéndose ante el otro y comenzando a caminar con destino al hombre más parecido a Santa.

Por otro lado, Italia del Sur no dejaba de insultar a un bobo España que se había sentado en las piernas del primer Santa Claus que vio y le estaba dando toda una lista de pedidos, por demás ridículos, entre los cuales un noventa por ciento se centraban en el italiano mayor.

—Quiero que Romano me ame —pidió el español juntando las manos, como si estuviera orando —, quiero que sea amable conmigo, y que no me dé cabezazos cada vez que se molesta.

—España, idiota, ya cállate —le gritó un enfurecido Romano tirándolo de las piernas del Santa Claus con un certero cabezazo en el estómago, cabezazo que dejó al pobre Antonio viendo tomates.  

Mientras eso pasaba los países orientales estaban muy entretenidos viendo como Japón hacia su debut en el Karaoke que había instalado América a un lado de la pista, en la cual, como protagonista del ridículo, se encontraba Corea del Sur quien jalaba a Hong Kong para que lo imitará ante los aplausos de Taiwán, que reía divertida por las caras de sus hermanos mayores.

Un poco más lejos de ahí, exactamente en la sección de licores, cerca del bufet, Francis se había jalado una silla, sentándose cerca del ponche, con la esperanza de robarles besos a todos los más posibles. Eso era malo, muy malo…

El francés le había robado –hasta ahora –besos a Rumania, Polonia, Bulgaria, Grecia, Inglaterra –al cual, no le molesto demasiado pues regreso por más licor – y hubiera estado a punto de hacer lo mismo con la pequeña Liechtenstein, de no ser que Vash se interpuso, apuntándole con su arma al desfachatado francés.  Pero eso no era lo peor,  lo peor era que el ruso se dirigía, con su espléndida e inocente sonrisa, hacia la zona de licores con intenciones de tomar un poco de ponche, o en su defecto poder adjudicarse una botella de vodka.

Los ojos de América se abrieron como plato al ver a Francia acercarse a Rusia que estaba sirviéndose ponche tranquilamente, y se abrieron todavía más cuando el francés, tomando desprevenido al otro lo había volteado para propinarle un beso al puro y burdo estilo nacional.

—¡No! ¡Ni-sama! —se escuchó el alarido de Bielorrusia, que enseguida hecho a correr con destino al lugar de los hecho, trayendo consigo las miradas – y a algunos – de  los presente. 

Inglaterra, que ya estaba un poco ebrio, echo a reír al ver a Francis tirado en el suelo, luego de que Bielorrusia  le propinara una buena patada, con la suficiente fuerza como para dejarlo sin descendencia; y a su carcajada se sumó la de muchos más al ver la cara de un aterrado Rusia intentando alejar a su hermana que trataba fervientemente de besarlo.

 

—¡No! —gritó América levantándose como resorte, sólo para darse cuenta de que aún seguían en la ducha y que lo que había visto no era más que un sueño, un sueño que lo prevenía de lo que probablemente podría pasar si dejaba el muérdago en el área de licores.

Salió como rayo de la ducha, poniéndose la bata mientras avanzaba con destino a su alcoba, para tomar el teléfono y marcar a los encargados de la decoración.

—¿Diga?

—¡Quiten el muérdago del área de licores! ¡Quítenlo todo de esa área! —le gritó al pobre infeliz, el cual sólo atino a separarse la bocina del oído antes de quedar sordo. —¿Me has escuchado? ¡Que no quede una sola hoja de muérdago en toda el área de licores!

—Se-señor América —habló un poco preocupado el hombre detrás de la línea —¿Está usted seguro…? Bueno, es que poner el muérdago en cada milímetro de esa área nos tomó…

—¡Quítenla, he dicho! —Volvió a gritar América —Y además, pongan dos botellas de vodka en la mesa de Rusia, para que no tenga que levantarse.

—Sí… —atinó a decir el hombre antes de que la línea se cortara.    

 

América soltó un suspiro. Lo había hecho, había salvado el día, había protegido a Rusia de ser forzado a un beso francés. Lo había hecho bien, después de todo, él era el héroe y su deber era proteger a todos, y verse como la estrella más brillante en el firmamento.

Bien… todavía faltaban largas tres horas antes de que la fiesta diera inicio, tres horas en las que podía relajarse, pues –ahora sí –todo estaba perfecto. Google le había dado las formulas perfectas para poder llegar al ruso y robarle un beso y los demás puntos estratégicos donde había puesto el muérdago eran a prueba de fallos.

Aunque el haber puesto el muérdago en la mesa del ruso, mesa que iba a compartir con sus hermanas… Ósea con la loca, maniaca, y enamorada Bielorrusia que no desaprovecharía ninguna oportunidad para atar a ella al pobre Iván...

La mente del Alfred comenzó a volar, ubicándose nuevamente en la fiesta de navidad que daría esa noche, con la única diferencia de que ya no había muérdago sobre el área de licores y Francis había tenido que idear otro plan para satisfacer su lívido.

Y ahí estaba Rusia, llegando a su mesa y emocionándose al ver las botellas de vodka en ella. Esa sonrisa entre infantil y sádica lo hacía ver adorable, como siempre. Sin embargo, toda la felicidad del ruso se veía opacada al darse cuenta de que a su derecha estaba Bielorrusia, y ambos estaban debajo del muérdago.

La cara de América palideció de golpe al imaginarse a la violenta bielorrusa con un cuchillo en manos amenazando a su hermano para que le diera un beso y luego de ese beso otro y otro y…

—¿Diga? —se escuchó la respuesta del encargado de la organización de los lugares.

—¡Cambien a Bielorrusia de mesa! —Gritó América con todas sus fuerzas —No la pueden dejar en la misma mesa que Rusia, cámbienla, es más, denle una mesa para ella sola.

—¿Señor América? —Preguntó un tanto desconcertado el hombre —¿Está seguro…? Después de todo lo organizamos para que quedaran juntos los familiares, no me parecería bien cambiar a la señorita Bielorrusia de lugar…

—¡Sólo hazlo! —chilló América antes de regresar a su posé de héroe —I´m a hero, y creo que es lo mejor —una risa exagerada se escapó de los labios del americano antes de continuar con su monologo —. Además  habla con el departamento de decoraciones y diles que también quiten el muérdago de la mesa de Rusia.

—Sí señor… —alcanzó a decir el hombre antes de que la llamada se cortara.

América suelta un suspiro y voltea a ver a Tony, que va entrando a su alcoba, con el pulgar en alto —Ahora sí, Tony, todo está listo para esta noche.

El alienígena dice algunas cosas inentendibles, ante lo cual el americano ríe sonoramente, antes abrir el mini bar y sacar un envase de refresco con la leyenda “McDonalds”, seguido de una hamburguesa del mismo fabricante.

—Google me ha dado la clave perfecta para esta noche —balbucea América a la par que toma del envase de refresco —. El muérdago en la pista de baile será me mejor arma, indudablemente es…

La mente de América se nublo repentinamente con otro pensamiento fatalista. La pista de baile ya no parecía ser tan buena idea.  

 

Rusia se encontraba feliz luego de haberse bebido una botella de vodka él solo, y estaba más feliz aun, porque no tenía a su lado a su hermana menor, tan feliz estaba el ruso que se encamino a la pista de baile comenzando a bailar. Y tan concentrado en su baile se centraba el ruso que no advirtió la terrible colisión que tuvo con el coreano.

—Lo siento —se disculpó el hermano de Japón, llevándose una mano a la nuca en un ademán nervioso —. Es que no te vi.

—Da. —contestó el ruso sonriendo —No hay problema.

—Corea… o lo que sea —llamó Hong Kong tocándole el hombro a su hermano —Rusia y tú están bajo el muérdago, o lo que sea. Deben darse un beso… o lo que sea.

 

Un alarido indescifrable se escapó de los labios del americano ante el pensamiento de ver a Rusia besando a Corea. ¡No! Eso era más de lo que podía tolerar… Eso era…

Con velocidad sobrehumana Alfred tecleó el número del departamento de  decoración, y antes, si quiera, que le contestara comenzó a gritarle al auricular —¡Quiten el muérdago de la pista! ¡Quítenlo todo! ¡Que no quede ni una ramita!

—Pero… señor América —se preocupó el encargado. Tan emocionado había estado el rubio poniendo muérdago aquí y allá para que de buenas a primeras quisiera quietarlo casi todo.

I´m a hero, no puedo permitir que alguien más bese a Rusia. Así que quítenlo. 

América colgó el teléfono y Tony se metió una hamburguesa entera a la boca antes de decirle algo y volver a comer.

Él era América, él era el héroe, no podía permitir que alguien, además de él, besara a Rusia, porque significaría que no era lo suficientemente héroe como para lograr someter al ruso y que había alguien que sí lo era y no era él.

Respiró pausadamente en un intento vano de tranquilizarse, porque cuando estaba a punto de darle  una mordida a su hamburguesa, su mente trajo consigo otra posible situación de beso. Y ahí iba de nuevo, a llamar al departamento de decoraciones para que, de una vez por todas, quitaran todo el muérdago que había en el salón de fiesta. Así era más seguro, si no había muérdago nadie iba a besar a Rusia.

I´m a hero! —gritó el gringo totalmente complacido del resultado de las cosas. Ahora no había oportunidad de que otra persona besara a Rusia, no la había simple y sencillamente no la había.

 

Por fin, luego de interminables horas en las que estuvo llamando al comité de decoración todo estaba listo y el americano  podía ver el glorioso resultado. De hecho el salón había quedado mejor, dado que tanto muérdago por todos lados oscurecía un tanto el lugar, y de esa manera –sin la corriente planta tapando la luz – el lugar se veía con más clase.

Comenzó a recibir a los países y al ver que todos los invitados estaban en sus respectivos sitios se encamino detrás del escenario para hacer su triunfal entrada.

Las luces de neón alumbraban en todas direcciones, una vez que el saló hubo quedado en obscuridad; el hielo seco hizo su aparición y todos los presentes comenzaron a aplaudir ante la entrada de Alfred que gritaba a todo pulmón y con una sonrisa de oreja a oreja: I´m a hero! Merry Christmas.

Los aplausos se incrementaron al salir los hombres vestidos de Santa Claus detrás de escenario con cómicos regalos navideños, en los cuales iba impresa –como en todo lo relacionado con la fiesta –la cara del anfitrión.

Los aplausos y las algarabías siguieron y todo tomó el rumbo pensado para la fiesta, todo estaba tal y como Alfred lo había pensado. Así que, bajando de un brinco del escenario se enfilo con rumbo a donde estaba el ruso, el cual sonrió al verlo acercarse, pensando que tal vez iniciarían una de sus comunes charlas amistosas sobre el mejor sistema político. Pero no fue así.

El americano se paró frente al ruso y antes de que este reaccionara tomó su cara con ambas manos y le plantó un beso como pocos: totalmente brusco, lleno de pasión y algo parecido a ansiedad. Pasaron escasos treinta segundos antes de que América se separara, ante la atónita mirada de la mayoría de los espectadores, y que iniciara una carrera por su vida, ya que Iván no paraba de recitar su tal amado: Kol-kol-kol, mientras su hermana pequeña perseguía al gringo, cuchillo en mano.

Pero aun a pesar de todas las complicaciones que surgieron después, el héroe lo había logrado, había besado a Rusia.

Notas finales:

Google, ¿cómo hago para besar a alguien en una fiesta navideña?

Respuesta: Pon muérdago por todos lados, pero si falla… simplemente bésal@.

  *Según mi querida amiga Wikipedia el nombre de USA es Alfred F. Jones, aunque yo sabía que era Johns =/

** ¿Manzanilla? Sí, lo sé, suena loco, pero es lo único que se me ocurrió.

Sin más que agregara me despido deseándoles una ¡Feliz Navidad! Y esperando que me regalen un comentario (?)

Ciao~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).