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Hazlo nieve. por Kurenai_no_Angel

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Notas del fanfic:

Este fanfic realmente lo he escrito atendiendo a las peticiones que me habéis enviado como comentario en los otros de Tokiya y Otoya. Aunque también tenía ganas de cambiar un poco de pareja, aunque la otra siempre será mi favorita!!! Asi que espero no decepcionar y recibir los mismo ánimos que con los otros ^^

 

Notas del capitulo:

Antes de nada quiero hacer una advertencia importante. Esta historia contiene SPOILER de la vida de uno de los personajes. Si solo habéis visto el anime y no habéis jugado a los juegos de PSP o si no habéis buscado información alternativa de los personajes NO lo leáis. Gracias ^^

La nieve no paraba de caer incesante. Cubría todo con su blanco manto. No le disgustaba aquello. Es más, le agradaba esa pureza que destilaba, a pesar de la frialdad que desprendía. Se arrebujó más bajo su manta caliente. La taza de chocolate seguía humeando entre sus manos tibias. Sus cabellos rubios estaban despeinados y su gorro no estaba sobre ellos, como acostumbraba. Sus ojos azules transmitían tristeza aunque era algo que trataba de ocultarle. Lo único, de hecho, que había podido ocultarle. Las visitas al hospital cada vez se habían hecho más frecuentes y no había sido capaz de evadir más las preguntas que su compañero de habitación le hacía. Al final le explicó todo. Su reacción no se había hecho esperar. Primero, incredulidad. Luego negación. Por último desesperación. Syo trataba de mostrarse indiferente, pero no podía evitar que Natsuki estuviera todo el día encima suya cuidándole. Había cambiado. Su habitual saber estar alegre y despreocupado había tornado a maduro y responsable. Trataba de no agobiar demasiado a Syo con sus cuidados, pero era imposible tragarse todo el miedo que sentía.

 

 

Sorbió un poco la taza. No le gustaba ver sufrir a Natsuki por su culpa. A pesar de todo lo que habían pasado, de todas las veces que huía despavorido de él y de sus excentricidades, le quería. No había logrado averiguar todavía de qué forma y cómo, pero sí sabía que esos sentimientos habían florecido desde que se había sincerado con él, acerca de su enfermedad. El sol había desaparecido del todo del horizonte y la noche se había cernido sobre la Academia Saotome. Era lo que tenía en invierno, que anochecía mucho antes. Natsuki debía de estar a punto de llegar, pensó. Una ligera sonrisa tristona se dibujó en sus congelados labios. Justo cuando sonó la puerta.

 

 

El rubio irrumpió tan alegre y animado como siempre. Se había propuesto ocultar su angustia y mostrarse como siempre delante de Syo. No podía decaer. Tenía que sacar aquello hacía delante.

 

 

-¿Qué, me echaste de menos?- dejó su mochila en la cama, sonriente.

 

-No te lo tengas tan creído.- masculló bajo la manta.

 

-Vamos, vamos, no seas tan grosero.- se acercó hasta él.- Al menos no tienes fiebre.- dijo posando su mano sobre la frente de Syo. –Vaya, no te tomaste todo el chocolate. ¿No quieres más?

 

-Te comportas como mi madre.- le reprochó.

 

-Y tú como un niño que no hace caso.- le revolvió el pelo cariñoso.- Voy al escritorio a hacer los deberes de hoy. Te traje los tuyos. ¿Quieres que te ayude?- negó con la cabeza.- Está bien, te los dejo encima de tu cama.

 

 

Se alejó de él y se sentó en el escritorio. Comenzó a tararear una canción. Syo le miró por unos instantes. Le gustaría agradecerle enormemente todo lo que estaba haciendo por él. Pero las palabras simples y sinceras eran las más difíciles de decir, después de todo.

 

 

-Me gusta la nieve.

 

-No sabía eso de ti, Syo-chan. Pensaba que te gustaban más las cosas cálidas.- respondió.

 

-Debo acostumbrarme a lo frío.- limpió el vaho de la ventana para ver mejor.- Pronto será lo único que sentiré.

 

-No digas eso.- se levantó alterado y fue hasta él.- Deja de decir eso.

 

 

Una noche el silencio cubría la ciudad,

la blanca y fría ciudad.

Extendiste tus bellas manos,

por un breve momento las pude tocar

y entendí en el silencio.

 

 

-Lo siento.- se disculpó.- Natsuki… tengo frío…- susurró.

 

-Yo… ¿puedo?...- Syo asintió.

 

 

En seguida notó los brazos de su compañero rodeándole. Le dejó un sitio para que se sentara detrás de él, en el alféizar de la ventana. El calor llegó hasta su cuerpo y se acurrucó en su pecho. El aliento de Natsuki tocaba su pelo. Se estaba muy bien así. Cerró los ojos fuertemente. En otra ocasión, hubiera repudiado categóricamente ese contacto. Ahora era distinto. Todo era distinto. Sus vidas habían dado un vuelco de ciento ochenta grados. Syo sabía lo que le pasaba desde hacía mucho tiempo. Sin embargo, no lo había notado. Pero ahora estaba empezando a hacer mella en él y cada vez se encontraba peor. Natsuki era lo único que le ataba a la esperanza. Había pasado de rechazarle a necesitarle. Aunque no quisiera admitirlo, le angustiaba que estuviera lejos de él.

 

 

-Otoya volvió a meter la pata otra vez.- Syo se sorprendió al escuchar su voz.- En la cafetería, tiró sin querer la jarra de agua y mojó a Tokiya. ¡Tendrías que ver su cara!- sabía porque lo hacía. Quería distraerle y que dejara de pensar en lo que no le convenía.- Como venganza le tiró la suya por la cabeza.- comenzó a reír.- Acabaron los dos empapados. Tuvieron que regresar a su cuarto a cambiarse para no pillar una pulmonía. Fue divertido. Mientras tanto Ren se dedicaba a ligar con todas las chicas que pasaban cerca de él. Masa le ignoraba por completo, era como si su plato fuera mucho más interesante. Waa y Haruka está cada día más guapa. Es como una preciosa flor en primavera.

 

-Hablas de ella como un enamorado.- sin saber por qué, le molestaba.

 

-¿Y quién no? Todos están enamorados de ella. De su candidez, inocencia, amabilidad, dulzura… Es la chica perfecta. Estoy seguro de que tú también la quieres.

 

-¿Yo? ¡Claro que no! Haruka me gusta mucho pero no en esa forma.- contestó avergonzado.

 

-¿Entonces no estás enamorado de ella?

 

-No.

 

-¿Quizás de otra persona? –le presionó divertido.

 

-¡No!- exclamó sonrojado.

 

-Syo-chan~ Eres tan adorable.- le abrazó fuertemente. La taza de chocolate se balanceó y una gota salpicó su nariz.

 

-¡Mira lo que hiciste! Me manchaste.

 

-Espera.- le cogió por la barbilla para voltearle.- Estás muy mono con la punta de la nariz de chocolate.- sonrió. Con el dedo índice le limpió.- Todo va a salir bien, ¿vale?- su rostro era amable y confiado.- Conseguiremos el dinero, ya lo verás. Ya te lo dije, no me importa trabajar fuera de la Academia si es necesario.

 

-Ya has hecho suficiente.- se acurrucó de nuevo en su pecho.

 

-Nunca me parece suficiente si se trata de ti, Syo.- murmuró.

 

 

Sin ningún sonido estas,

se acumula la luz y sonreíste.

Me preguntas que sonido

se escucha en este lugar.

Ya no puedes más, no puedes oír.

 

 

Syo se sentía débil y sin fuerzas, como si su cuerpo no pudiera obedecer las órdenes de movimiento que emitían su cerebro. Quiso decírselo a Natsuki pero no quería preocuparle. Seguía teniendo el estómago revuelto como esta mañana. La fiebre había bajado por lo menos, como dijo su compañero. Miró por la ventana. Los copos de nieve seguían cayendo impasibles sobre el suelo. Los contemplaba fascinado. Se le antojaban mágicos e hipnotizantes. La delicadez con que caían y cubría todo de color blanco. Un escalofrío le recorrió. Sintió como Natsuki le apretaba más contra su cuerpo y se lo agradeció mentalmente. Su vista se nubló un poco y se asustó. Respiró hondo para mantener la calma. Lo más importante era ocultárselo a Natsuki.

 

 

-Quiero salir fuera. –dijo de repente.

 

-¿Fuera? ¿Con el frío que hace?- preguntó sorprendido.

 

-Quiero tocar la nieve.- extendió los brazos hacía la ventana.

 

-Pero…- clavó sus ojos azules en sus gafas.

 

-Por favor…-Natsuki suspiró.

 

-Está bien. Pero abrígate mucho.- le recordó.

 

 

Syo asintió y se levantó de un salto, tirando la manta al suelo. El corazón le dio un pinchazo y maldijo haber hecho ese movimiento tan brusco. Su compañero le miró y Syo le dedicó una sonrisa para disimular. Cogió un jersey grueso, unos vaqueros, un abrigo, una bufanda y su inseparable sombrero. Se lo colocó después de peinarse con los dedos.

 

 

-¿Estás listo?- no le hacía gracia llevar a Syo fuera con la helada que estaba cayendo. Pero quería cumplir cada una de sus peticiones sin oponerse a nada.

 

 

Asintió. Cogió la mano de su compañero ante la sorpresa de este y le empujó alegre. Corrieron por los lúgubres pasillos. No estaba seguro de por qué, pero Syo no cesaba de reír. Sus risas hacían eco entre las paredes. Natsuki sonrió. Le gustaba verle así. Al fin pisaron el manto de nieve. Sintió otro pinchazo, pero lo ignoró.

 

 

Dime donde sientes el dolor,

¡dime que no es triste, por favor!

Qué clase de lugar has ido a ver sin mí,

no vayas a donde yo ya no pueda seguirte más,

¿no dijimos que tú y yo

estaríamos siempre juntos los dos?

 

 

Syo estaba cada vez más débil. Le costaba incluso respirar, pero se excusó diciendo que era por el frío. Natsuki no le quitaba el ojo de encima mientras caminaba crujiendo la nieve bajo sus pies y tratando de atrapar los copos, primero con las palmas de las manos hacia arriba y después con la lengua. Parecía un niño pequeño y juguetón.

 

 

-No te sobre esfuerces.

 

-Estoy bien.- mintió sonriente.

 

 

Miró al cielo. Las estrellas titilaban y la luna estaba llena. Era una hermosa estampa. Dibujaba sombras en las capas de nieve. Syo se quedó quieto contemplando aquello. Natsuki estaba justo detrás de él, a pocos centímetros. El aliento helado predecía a sus respiraciones.

 

 

-Syo…- su voz era dulce.

 

 

Cerró los ojos y se dejó abrazar por detrás. Olía un poco a chocolate. Los dos olían a chocolate caliente. Era una sensación embriagante. No quería que terminara nunca. Se llevó la mano derecha al pecho.

 

 

Las rodillas le temblaban y su pulso estaba más acelerado de lo normal. La vista se le estaba nublando y respiraba con dificultad.

 

 

-Syo, ¿estás bien?- preguntó al notar que algo le estaba ocurriendo.

 

-Sí… es solo que estoy un poco mareado.- jadeó.

 

 

Rápidamente le giró para encararle y le miró fijamente a los ojos.

 

 

-Estás sudando.- su voz sonaba angustiada.

 

-Solo necesito sentarme.- se agarró fuertemente al abrigo de Natsuki antes de dejarse caer.

 

-¡¡SYO!!

 

 

Se agachó a su lado y pasó uno de los brazos por su espalda y el otro por su pecho, para sujetarle.

 

 

-Volvamos a la habitación. Tranquilo, yo te llevo.

 

-No. –le cortó.- Yo… ya no puedo más Natsu…- suspiró.

 

-¡Claro que sí!- las lágrimas querían asomarse.- Te llevaré al hospital. Conseguiré dinero de dónde sea para pagarte la operación que necesitas. Te juro que…

 

-Basta…- puso un dedo en sus labios.- Basta… por favor…

 

 

En las capas de nieve

no puedo hacer nada

y te abracé solo por un segundo,

y tu cuerpo se disolvió.

Si los deseos se cumplieran,

entonces yo una vez más quiero

escuchar tu voz llamándome....

 

 

-Syo, no quiero perderte. –suplicó abrazándole con fuerza.

 

-Lo siento, Natsu.- sonrió apoyado en su regazo.

 

-Perdóname.- sollozó.- Si alguna vez te hice daño con mi actitud, perdóname. Y también por no ser útil en este momento. Dime que quieres que haga…

 

-Solo quédate a mi lado.- acarició sus mejillas mojadas.

 

-Estoy feliz. Me has llamado Natsu. Es la primera vez que eres cariñoso conmigo.- cogió su mano y la presionó contra su mejilla.

 

-¿Sabes? Creo que es porque te quiero.- cada vez se iba apagando más.- Sí… te quiero…-miró al cielo.- Qué tonto he sido este tiempo, sin ser capaz de darme cuenta…

 

-No hables más. Venga, te cogeré a pulso y te llevaré a la habitación…

 

-Sabes tan bien como yo que esto es el final. Mi corazón no aguanta más. Quiero quedarme aquí.

 

-Pero Syo…- se secó las lágrimas con la manga del abrigo.

 

-¿Puedo pedirte una cosa?

 

-Lo que quieras.- le besó el pelo.

 

-Bésame.

 

 

Tú sigues con tu piel pálida.

tu tierna voz no se oirá más.

No lo logro comprender ¡escucha ya mi voz!

Mis sentimientos se confunden,

lágrimas secas yacen

y en tu ser se disuelven

impregnando tu bello corazón.

 

 

Natsuki abrió los ojos con sorpresa. Pero la expresión de Syo no varió. Cerró los ojos esperando el contacto. Los fríos labios de su compañero sellaron los suyos. A pesar de la baja temperatura, fue bastante cálido. Las lágrimas de Natsuki se mezclaban con las de Syo. Este le rodeó el cuello y le empujó contra sí, para profundizar el contacto.

 

 

-Natsu…siento… no habértelo… dicho antes…-jadeó cuando se separaron.- Te…amo…

 

 

Y su corazón se detuvo para siempre.

 

 

Si todos los deseos se cumplieran de verdad

llévate mí voz y entrégame lo que yo más quiero

¡por favor!

¡Estoy solo en un mundo sin ti!

solo con tus recuerdos

sobre el ahora... lo dos...

desapareces mi amor...

 

 

Natsuki le zarandeó levemente. Su cabeza se balanceaba inerte y sus brazos caían laxos. Susurró su nombre varias veces. Nada.

 

 

-Abre los ojos…Syo… ¡¡ABRE LOS OJOS!!- su grito desgarró el silencio de la noche. Su llanto no cesaba y abrazaba el cuerpo de su amigo, no, del amor de su vida, con desesperación. Se sentía desgarrado por dentro. El dolor era absolutamente inexplicable y desmedido.

 

 

En mi corazón siempre estabas presente

te amaba y no lo pude confesar

por miedo e inseguridad.

Estoy condenado a un mundo sin ti

si grito tu voz, tú no estás aquí.

¡¡¡¡AAAAAHHHHH!!!!

 

Quería desaparecer. Difuminarse y disolverse con la nieve. Besó con dulzura sus labios helados otra vez. Ya no había nada cálido en ellos. Besó su frente, su pelo, su piel. A cada beso le susurraba un “te amo”. Sabía que no le iba a escuchar. Pero deseaba con toda su alma que desde ese precioso y triste cielo estrellado le estuviera observando. Su corazón se había ido con él. Se había detenido igual que el suyo. Si tan solo hubiera tenido más tiempo estaba seguro de haber podido salvarle. Syo era valiente. Luchaba día a día desde que le diagnosticaron problemas del corazón. ¿Por qué al final todo tuvo que salir mal? Secó sus lágrimas que estaban mojando el cuerpo del pequeño que yacía entre sus brazos. En su mente resonaron sus últimas palabras: “Natsu…Te…amo…”

 

 

-Y yo a ti, Syo. Te amo.

 

 

Densa es la nieve

encontraré el modo de estar contigo

subir hasta al cielo para alcanzar tu mano.

Toma todo lo que tengo,

esta voz que ya nada dirá es toda mía…

hazla nieve…

Notas finales:

Sí, lo sé. Para el primer fic que escribo de ellos tiene que tener ese final. Pero quise seguir al pie de la letra la canción que usé (Soundless Voice de los hermanos Kagamine, Vocaloid). Además no era capaz de elaborar un "final feliz" teniendo en cuenta hacía dónde iba encaminada la trama... Intentaré hacer uno más alegre sobre ellos dos xD Espero que os haya gustado y comentéis ^^

 


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