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Cobarde por Ranko

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Notas del capitulo:

Hola :D Bueno como lo prometí, acá está el capítulo dos *-* Espero les vaya gustando!

Algunas aclaraciones, este es un POV de Jinki y lo que está en cursiva es una reflexión de lo que le sucedió. Luego lo escrito en normal es en tiempo presente :B Espero hayan entendido n_n cualquier duda me lo dicen :D

Yayaya acá está, disfruten si pueden ^^

Cuando lo volví a ver, las cosas claramente no estaba igual que hace un tiempo atrás, al menos, no como yo lo imaginaba o como lo quería. Cuando lo volví a ver fue un shock en mi cabeza. No pensé que lo volvería a encontrar, menos en un centro comercial, ni menos que iba a aparecer por mi cabeza como solía suceder antes.

 

Después de lo ocurrido recordé cada instante que pasé con él, pero hubo un tiempo en que yo casi no lo sentí, a veces ni siquiera de que existía. Tuve mis parejas (si es que acostarse con ellos significaba eso), tuve una vida normal en la universidad y todo fue un color distinto luego de haber aprendido a vivir con esto que para mí era un peso enorme.

 

Me convertí en un cobarde, y esa palabra estará marcada en mí hasta la muerte, o eso creo. Me lo dijo una y otra vez antes de que se fuera, y aún así escapé. Escapé de todo lo que quería y me hacía feliz.

 

Cuando lo volví a ver, noté sus rasgos más maduros. Ya no era un niño y eso me hizo sonreír. Sus ojos… Sus ojos se encontraban con el brillo intacto, tal vez un poco menos. Él me miró y supe que al instante me reconoció. Yo no sabía de qué forma saludarlo, si con un abrazo por haber sido tan amigos –y más que eso- o simplemente saludarlo a lo lejos, como un desconocido, como un cobarde.

 

Reaccioné a mis impulsos y me acerqué a él con una sonrisa. Me expresé más alegre y contento de lo que planeaba y eso me puso nervioso. Él contempló mis movimientos y respondió de la misma manera. Con una sonrisa.

 

Con su sonrisa.

 

Cuando lo volví a ver, su incomodidad era latente y eso me desanimó. Bueno, tampoco podía pedirle que me abrazara diciéndome cuánto me extrañaba. Era raro, lo sé, encontrarse con él, luego de un término de relación y de contacto tan drástico y doloroso.

 

Las palabras no me salían de la boca, quería decirle tantas cosas, preguntarle de su vida, de todo el tiempo en que no nos vimos. Qué fue lo que pasó con él, qué eligió estudiar, cuántas novias tuvo. Tantas preguntas en donde la respuesta era algo casi vital para mí. Vital luego de años de no pensar en él, vuelve a serlo, como un alimento.

 

Tantos sentimientos escondidos, reprimidos. Sentía todo esto tan inerte y apagado que ya lo creía muerto y aquí está, con una chispa, encendiéndose inmediatamente como bencina, chispa que sólo sus ojos pueden activar.

 

- ¡Jonghyun! –una voz femenina le sacó del shock- Te estaba buscando…

 

- Ne… -respondió al instante.

 

Cuando lo volví a ver, una chica hermosa, bastante hermosa, sonaba ser cálida y amiga suya. Yo sólo observaba.

 

- ¿Y él? –me observó con un lindo gesto de amabilidad ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo para él, en estos momentos?

 

- Bueno… -esperé su respuesta, necesité saber en qué lugar de su corazón estaba. O estuve…- Él es…

 

- Papá –soltó de repente una pequeña niña de aproximadamente tres años.

 

- ¿Qué haces ahí, intrusa? –la joven la tomó en brazos y le dio un beso- Bueno Jonghyun, dime quién es. Para poder saludarlo como corresponde.

 

La pequeña tenía sus ojos, su color de cabello. Y quiero recalcar sus ojos pues eran sumamente parecidos a los de él, grandes como almendras y brillantes, muy brillantes. No había duda, era su hija, su hija…

 

- Un amigo de la adolescencia –confesó de pronto- Éramos compañeros en secundaria.

 

- Oh, qué bien. ¿Tu nombre?

 

- Jinki. Lee Jinki… -tenía el alma en pedazos.

 

- Un gusto, Jinki.. –me sonrió con ternura, la pequeña quería tomar mi ropa.

 

Cuando lo volví a ver, tuvo su rostro en el suelo. Quién sabe si sintió vergüenza, pena, rabia. A estas alturas no sabría cómo adivinarlo. Pero lo que sí tuve claro era que no quiso mirarme a los ojos. Y que quería correr, correr muy lejos y escapar de esta incomodidad. Yo al menos quise eso.

 

Era su familia, él la tenía, la había formado y yo, yo me di cuenta que en todo este tiempo nunca me esforcé por tenerla. El que soñaba con tener una vida normal y tradicional y que por eso se alejó y no aceptó su amor está acá, solo, con un nudo en la garganta, con ganas de abrazar a quien abandonó y no dejarlo. Y el otro, el que se esforzó por no dejarme ir, estaba ahí, con su mirada en el piso, con una… ¿esposa? Y una hija, con la familia tradicional que yo quería formar y que ahora no la deseo. Tal vez se encontraba muy feliz y yo me estaba dando cuenta que mi vida no era vida, que siempre lo necesité. En todos estos años.

 

Lo quiero a él…

 

Debí irme, pero de alguna manera no quise que esto acabara así y nunca más verlo, necesitaba saber al menos su número, saber de su vida, algo, algo con qué alimentar este vacío que estaba empezando a sentir.

 

- Vaya… Creo que los hice incomodar… -notó el horrible silencio que existía, un silencio sospechoso. Me hizo asustar.

 

- Creo que es hora de irnos… -retumbó sobre mis oídos su voz un poco más madura- Un gusto haberte vuelto a ver, Jinki –me echó una sonrisa irónica que sólo yo pude observar y se dio la vuelta para llevar a su esposa o novia.

 

- ¡Jonghyun! –mis instintos volvieron a actuar por su cuenta haciéndome rabiar y a la vez agradecer- Eh… ¿Me das tu número? Para… conversar…

 

Silencio. Jonghyun intentó ocultar su rostro de sorpresa y miedo. Una actitud que su mujer, yo sé, no pudo entender y así, lo hizo reaccionar con un golpecito.

 

- S-si… -se acercó a mi dejándola atrás con su niña.

 

Cuando lo volví a ver, nos miramos a los ojos y mi estómago atacó inmediatamente, sentí que me iba a desvanecer. Quise acercarme y besarlo, besarlo mucho pero mis manos se encontraron atadas. Comenzó a dictarme los números un poco despectivo. Creí por un momento que todavía no superaba lo que sucedió hace ocho años atrás, que no quería perdonarme. Quizás sufrió demasiado luego de lo sucedido, y eso me hizo querer llorar y rogarle perdón en un abrazo. Un abrazo que tampoco pude darle.

 

Lo guardé con temblor en mis manos en mi celular y lo volví a mirar. Supe que quería decirme algo pero no se lo permití. Estuve tan nervioso que sólo pude decirle adiós e irme en la caminada más rápida que mis piernas pudieron dar. Arranqué nuevamente como un cobarde. O es que ya no me quedaba otra. Él tenía su vida formada, y yo, yo no sé si lo que tengo es vida pero es aparte a la suya.

 

Tomé el bus de las siete y en el recorrido estuve mirando una y otra vez aquel número dictado por él. Tenía ansiedad de al menos llamarlo un rato, de pedirle juntarnos, de poder conversar tantas cosas.

 

Boté mis lágrimas en silencio mientras miraba por la ventana y me apoyaba en ella. Era difícil admitir que el que estaba en la peor posición era yo. No puedo pedirle que diga que fui su novio, mas de alguna manera quería consolarme de que él me recordaba como tal, aunque las cosas terminaran mal.

 

Sé que merezco esto, lo sé y por eso no me quejaré.

 

 

Despierto. Tengo el celular en la mano. Recuerdo haber pensado anoche si debía llamarlo o no. No quiero rodeos, hay que hacerlo esta misma mañana.

 

Marco y antes de poner “llamar” mi cuerpo estaba descontrolado. Hasta que algo me hizo caer en shock.

 

“El número que usted marca no existe”

 

Y me río en el momento. Y río con lágrimas. Porque soy un maldito imbécil que soñó con escuchar su voz por un momento, y sólo recibió un número falso.

 

Para qué seguir con esto, él no quiere que esté en su vida, en su vida formada. Por qué venía yo a querer destruir todo lo que él construyó, pues con esto me doy cuenta que sólo le hago mal, que no me quiere cerca, que no me necesita tal como lo necesito yo.

 

Como un desquiciado, sin embargo, busco su nombre en la guía telefónica, busco y busco entre los Kim Jonghyun que existían, uno tras otro. Llamé e insistí con varios.

 

Nada, nada, nada. Pero como siempre, es el último el que funciona, y con una esperanza estúpida esperé el tono.

 

“Lo siento, no estoy, pero puedes dejar tu recado, gracias.”

 

Mi mano temblaba, los segundos pasaban, y el mensaje que su propia voz grabada me pedía no la estaba dando. Insistí tanto en llamar y no preparé siquiera lo que iba a decir. Porque esa esperanza estúpida apenas me cubrió el pensamiento de que ese número iba a ser de él, mas al menos me dio la fuerza de insistir uno por uno.

 

- Jonghyun… soy yo, Jinki… -y mi corazón se detuvo.

Notas finales:

Muy corto? :c Espero eso no les moleste n_n sé que me atacará la inspiración cuando la historia se ponga más interesante, asi que tranquilos è_e

Gracias por seguirme como lo hacen, besitoooooossss ♥


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