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Frío por AthenaExclamation67

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Notas del capitulo:

Aldebarán de Tauro & Bud de Alcor

Frío

Aldebarán & Bud

By AthenaExclamation67

 

 

- ¡Joder tío! – Espetó en medio de la noche – ¡deja de moverte de una buena vez! – añadió renegando, escuchando como su compañero de cuarto no dejaba de moverse en la litera superior.

- ¡Cállate! – Obtuvo como respuesta – como el señorito está acostumbrado al frio… ¡pues a los demás nos toca jodernos! – alegó temblando, acostumbrado al calor de su país, y no al invernal tiempo europeo al que se había visto sometido desde que logró su trabajo como educador de niños.

 

Aldebarán, brasileño de nacimiento. Había decidido dedicar su vida a enseñar a los niños pequeños. Y no porque quisiera que los niños que algún día harían girar al mundo fueran los mejores. Simplemente, Aldebarán, los amaba. Se desvivía dándoles el cariño que les faltaba al no poder estar en sus casas.

 

Encontraba que cada segundo que pasaba con esas criaturas aprendía algo, se sentía realizado, y crecía como persona.

 

Recordaba perfectamente cuando aceptó ese trabajo, la cara que pusieron algunos de sus alumnos. Mayormente, porque eran niños pequeños, y estos, quedaron impactados por el tamaño corporal de su nuevo profesor.

 

Alto y de complexión fuerte, Aldebarán imponía a todos los que le veían por primera vez. Pero no era necesario demasiado tiempo para comprobar que era un pedazo de pan.

 

- Con lo enoooooooorme que eres – le contestó su compañero de cuarto remarcando la palabra – ¡como puede ser que tengas frio! – frunció el ceño en la oscuridad de la noche.

 

Se oyó un ruido seco, un golpe que chocó contra unos muelles. Unos, que sujetaban un colchón.

 

- ¡HEY! – Gritó – no des esos golpes… - se quejó – vas a despertar a los niños – añadió moviéndose más, provocando que los muelles de la incómoda litera hicieran ese ruido tan particular.

- ¡JA! – Espetó – y me lo dices tú que no paras de moverte, y encima ahora das voces – pronunció en un tono menos audible que el de su compañero de cuarto.

 

Sin saber demasiado bien como. Aldebarán había acabado adjudicándose la litera de arriba, y su compañero. Bud, había terminado ocupando la de debajo, irónicamente, ya que lo lógico, hubiese sido lo contrario.

 

Pero Bud, llevaba aguantándose un buen rato. Y no solo era el ruidito de los muelles agitándose con el movimiento del cuerpo de Aldebarán, sino que también, tenía que ver como el poco espacio que poseía, se veía reducido a casi nada cuando Aldebarán ocupaba la litera y los muelles, victimas del enorme cuerpo se doblaban y reducían a la mitad el espacio que separaba esas dos camas apiladas.

 

Empezaba a ofuscarse, y quería ser correcto. Sabía perfectamente que si protestaba y pedía un cambio de habitación, quedaría como un desconsiderado, y si por el contrario, optaba por dormir con los pequeños, estos serian los que se encargarían de no dejarle dormir.

 

- Le puedo decir que cambiemos las literas… - pensó para sus adentros – pero seguro el ruido será el mismo… - debatía consigo mismo.

 

- Está bien… - interrumpió Aldebarán los pensamientos de su compañero de habitación – iré a dormir con los niños… - añadió con un deje de pesar en su voz – así podrás descansar… - agregó haciendo sentir a Bud culpabilidad.

 

Apretó sus puños, renegando mentalmente, maldiciendo y sabiendo que no tenía la culpa de que esas camas fueran más malas que dormir sobre la punta de un pie, pero el ruido de los muelles le desquiciaba demasiado, ya eran tres, las noches que compartían dormitorio, y no creía que su paciencia aguantara una cuarta.

 

- Oye, espera – susurró haciendo rechinar sus dientes – no soy un desconsiderado, pero entiende, que el ruido es un fastidio – explicaba logrando justamente lo contrario de lo que deseaba.

- Entiendo… - se sentó en la litera superior, dejando que sus piernas colgaran mientras abrigaba su cuerpo con todas las mantas que había tenido que usar para protegerse del frio.

 

El puñal de la culpabilidad volvía a clavarse en la espalda de Bud.

 

- Pero oye – espetó de nuevo, alzando algo más la voz – podrías quedarte quietecito – bufó – solamente pido eso… - frunció el ceño, aunque su compañero no podía verlo.

 - Aunque lo hiciera, seguiría teniendo frío, estoy acostumbrado a otro clima, y este demonio de invierno acabará conmigo – explicó – seguro que también te molesta el castañeo de mis dientes… - tomó impulso, poniendo sus pies desnudos en el suelo, haciendo que las mantas volaran con él a modo de capa, para después pegarse de nuevo a su cuerpo.

- Oye, oye… - le tomó un brazo para detenerle – ¡espera joder! – tiró con algo de fuerza tratando de detener a su compañero.

- No quiero molestarte Bud… - se giró para buscar el brillo de los ojos de su compañero – debes descansar bien, o no habrá Dios que te aguante mañana… - susurró mirándole fijamente.

 

Podía decirse, que eran como la noche y el día. Como el huevo y la castaña. Completamente diferentes, pero con una misma pasión, cuidar de los niños que no podían ser cuidados en sus casas.

Bud era más frío. No mostraba tanto lo mucho que le gustaba su trabajo. Justamente lo contrario que Aldebarán, que no perdía la oportunidad de demostrarle su cariño a esos niños que cuidaba.

 

- ¡Serás cabrón! – Se quejó enérgicamente – estás diciéndome que tienes frio… ¡Y duermes en calcetines y calzones! – Espetó viendo claramente el cuerpo de Aldebarán cubierto únicamente por un bóxer – ¡ponte un pijama, y no tendrás frío! – apretó sus dientes sintiendo ganas de pegarle un buen puñetazo, aunque seguramente se habría hecho más daño del que hubiese provocado.

- No hay de mi talla… - susurró sin inmutarse – así que debo dormir en ropa interior… - seguía sin darse cuenta que Bud se encendía de ira – pero ya no te amargues, me iré a otra habitación, donde no moleste a nadie… - se giró dispuesto a salir por la puerta.

 

Bud estaba literalmente a punto de matarle.

 

Por unos segundos, quisiera haberle matado, sobre todo cuando vio como iba ataviado, pero después, una sensación de calidez le recorrió el cuerpo, seguramente la misma que despertaba en los niños a los cuales primero asustaba, y después enamoraba con su cariño.

 

- Anda, cállate de una vez – dijo más calmado – si te hubieses criado en las montañas como yo, sabrías lo que tienes que hacer… - se dio la vuelta y tiró del colchón de la litera superior, logrando desencajarlo para después tirarlo al suelo.

 

Bud hizo lo mismo con el colchón de su cama, lo estiró, y lo puso al lado del otro en el gran espacio que había en el suelo.

 

- ¿Se puede saber que haces? – Preguntó Aldebarán curioso – No creo que dormir en el suelo sea el remedio…

- Cállate – le pisó con el talón de su pie derecho y luego lo retorció sobre el empeine del pie de Aldebarán – sé lo que me hago… - añadió mientras tomaba las mantas de su cama y las tendía sobre ambos colchones.

 

Afortunadamente, las mantas eran del tamaño de un colchón grande, así que al estirarlas, cubrían sin problemas los colchones, e incluso colgaban hasta el suelo.

- ¿Seguro? – enarcó una ceja, viendo lo que hacía su compañero.

- ¡Sí! – Recalcó – el calor de ambos cuerpos y las mantas nos abrigarán… - dijo sin pensar.

- Oye Bud… - susurró Aldebarán metiéndose en la improvisada cama – yo no me he criado en las montañas, y este es el primer invierno que vivo, pero… - se cubrió hasta la barbilla, dejando que sus pies asomaran por el borde del colchón puesto que era más pequeño que él mismo – esa teoría que acabas de explicar, solamente funciona si ambos cuerpos están desnudos… - inspiró – supervivencia básica aplicada… - acabó refiriéndose a un libro que alguna vez había leído.

- ¡¡ Cállate, cállate que me desesperas!! – renegó sabiendo que era cierto, sintiendo que el calor que le faltaba a Aldebarán, recorría gracias a la ira, todo su cuerpo.

 

Medio refunfuñando, se desnudó y quedó solamente con su ropa interior, para después meterse rápido entre las mantas, y se tapó bien, quedando sobre uno de sus costados, dándole la espalda a Aldebarán.

 

- Si te mueves un centímetro te mato con mis propias manos, antes de que el frío lo haga – cerró sus ojos, ovillándose ligeramente, notando poco a poco como la calidez le amuermaba.

- Está bien… gracias… - susurró tratando de relajarse, sintiendo que a pesar del rico calorcito, sus pies se congelaban.

 

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Aldebarán, y sus dientes repicaron, mostrando que su cuerpo, lejos de calentarse, se enfriaba rápidamente.

 

- ¡Y ahora que sucede! – se sentó de golpe en la cama, mirando fijamente a Aldebarán en la oscuridad de la noche.

- ¡Que tengo los pies helados! – protestó.

- ¡Pues dóblate! – espetó ofuscado.

- Si me doblo, invadiré tu cama, y no quisiera que me mataras con tus propias manos, antes de que el frio lo haga – repitió las palabras que poco antes Bud había pronunciado.

 

Un golpe seco cortó el aire, y un gruñido se escuchó.

 

- ¡Joder! – volvió a estirarse, poniéndose nuevamente de espaldas a Aldebarán – ¡está bien, no me importa! – se tapó y trató de dormirse¸ aunque el enojo no le dejó por un rato.

 

Aldebarán se ovilló en la cama, ocupando también parte de la otra, dejando sus rodillas casi pegadas a las piernas de Bud y trató de entrar en calor frotándolas.

 

Lentamente, el calor se fue apoderando del cuerpo de Aldebarán. El frío fue cediendo y se relajó, mientras pensaba en el tiempo que hacía que conocía a Bud, y en el porqué de su comportamiento.

 

- ¿Por qué lo hará? – se preguntó a sí mismo, pensando que Bud no le escucharía.

- ¿Qué cosa? – contestó sorprendiéndole.

 

Aldebarán se tensó. No esperaba que Bud estuviera despierto, hacía ya unos minutos que se había quedado quieto, y por fin entraba en calor. Y el silencio le hizo pensar que ya estaría en brazos de Morfeo.

 

- Me preguntaba por qué eres así… - soltó sin pensar si ese era el modo correcto de expresarlo, si le molestaría y provocaría un enfado.

- ¿Cómo dices? – se giró y le miró fijamente, luciendo extrañeza en su rostro aunque quizás no se apreciara en aquella oscura habitación.

- Digo que no entiendo… - tomó aire y prosiguió su alegato sin pensar nuevamente en la forma que las palabras, fluían entre sus labios – el porqué te escondes de todos… - apoyó su cabeza sobre la palma de su mano, apoyando después el codo sobre la almohada y mirar hacia él.

- ¡¡Como te atreves!! – se quejó, pero al tratar de proseguir se encontró con el dedo índice enorme de Aldebarán presionándole los labios.

 

Su corazón se aceleró…

 

- No te enojes hombre… - le calló – te he visto, cuando crees que nadie te ve, mostrando un enorme cariño a esos niños, incluso a mi hace unos minutos… - se tomó el mentón con la mano que hacía un segundo se ocupaba de taparle la boca a Bud.

- ¡Cállate! – Rabió – ¡tú no me conoces!

- ¡Ya sé! – Se sentó e hizo chocar su puño derecho contra la palma de su mano izquierda – ¡es una coraza! – siguió inconsciente de lo que sus palabras provocaban.

- ¡Que te calles! – renegó y su cuerpo se puso tenso.

- Pero de que te escondes, no hace falta… - sonrió – seguro que antes hasta te divertiste peleando conmigo… - seguía.

- ¡Yo te mato! – Le saltó encima furioso – deja de ensañarte conmigo – le golpeó en los brazos con los puños, ya que Aldebarán tuvo tiempo de protegerse la cara con ellos.

- Pero si yo solo quiero conocerte mejor… - continuó provocando que Bud se enojara más.

 

Se tentó de la risa. Verle así, enojado por hacerle lo que él consideraba un cumplido, le divertía.

 

- ¡Ya basta! – Seguía golpeándole - ¡cállate, cállate! – sus golpes cobraron más fuerza y logró impactar, en un despiste de Aldebarán, contra su nariz.

 

Este se quejó y se dejó caer sobre su espalda. Podía ser grande, corpulento, pero un golpe bien dado en la nariz, era infalible.

 

- ¡Ouch! – Se frotó con cuidado – te pasas… - limpió la poca sangre que salía de su nariz.

- Eso te pasa por andar jodiéndome… - estiró un brazo y encendió la lamparita que había en una de las mesillas – Maldita sea Aldebarán… - se incorporó y tomo una de las prendas que había en el suelo – anda, echa la cabeza hacia atrás…

 

Con cuidado, le limpió la nariz, y procuró dejar el orificio que sangraba levemente tapado para detener la hemorragia.

 

- Ves… cuando no estás tenso, eres incluso más guapo… - sonrió ampliamente, viendo perfectamente cada gesto gracias a la luz de la lamparita.

- Calla de una vez, o acabaré de romperte la nariz… - dijo cerrando y abriendo los ojos lentamente, sintiendo el rubor subir a sus mejillas y quedando, sin darse cuenta, mirándole fijamente a los ojos.

 

Se hizo un silencio sepulcral que duró los escasos segundos que se miraron a los ojos, segundos que les llevó incorporarse a uno, e inclinarse al otro hasta que sin pensarlo, se besaron sin contenerse.

 

Como si de imanes se tratara, sus cuerpos se pegaron mientras profundizaban el beso, mientras sus lenguas surcaban la boca del otro vorazmente entre mordiscos y succiones.

 

- Espera… ¿Qué estamos haciendo? – jadeo Bud sintiendo como su cuerpo se  iba dejando caer sobre los colchones.

- Shh… cállate – protestó Aldebarán agitado, tendiéndole en la cama, poniendo su mano contra el pecho de Bud para sujetarle contra el colchón, pero sin retenerle.

- Aldebarán… - gimió sintiendo como esa misma mano, la que no sintió resistencia, se deslizaba de un modo tan delicado como jamás le habían tocado hacia su ropa interior – Ahhh…¿Qué… Qué haces? – se arqueó involuntariamente, deseando que la mano que le acariciaba llegara a su destino más rápido.

- ¿Qué hago? – Frunció el ceño y se inclinó, quedando a un centímetro de sus labios – Qué hacemos… Querrás decir… - volvió a besarle y le arrancó la ropa interior, desnudándole por completo mientras le devoraba la boca, mientras hacía lo propio con su ropa interior, y dejaba los atributos de ambos al descubierto.

 

Aldebarán no dejó ni un segundo de besarle mientras se acomodaba, mientras buscaba un lugar entre esas piernas fuertes que se enredaban en las de él permitiéndole avanzar en sus intenciones.

 

- Mnnn… - tomó aire mientras abría los ojos, mientras recuperaba un poco de cordura y , mientras comprobaba que ya no había, ni quería que hubiese marcha atrás - ¡¡Por el amor de Dios!! – se incorporó aunque sin separarse – No pensarás que vas a… - negó con la cabeza – ni lo sueñes… - siguió negando, completamente ruborizado, mirando atónito la entrepierna de Aldebarán – es imposible que… - se ruborizaba cada vez más – ¡ni hablar! – apoyó sus manos al colchón como haciendo ademán de escapar.

- Calla de una vez gruñón… - se inclinó y le rodeó la cintura con uno de sus brazos, pegándole a su cuerpo, dejando que su miembro acariciara el anillo de Bud – bésame… - pidió sintiendo como se pegaba aun más a él, mientras le rodeaba el cuello con sus brazos.

- Ughhh… esto me va a doler… - se mordió un segundo el labio y le besó completamente excitado al tiempo que cerraba sus ojos.

 

Aldebarán se dejó caer lentamente, penetrándole con cuidado, presionando cuando sentía que el  cuerpo del otro se iba relajando hasta que estuvo completamente dentro y se quedó quieto, separando mínimamente sus cuerpos y después sus labios.

 

- Ahhh… - tomó aire en medio de un jadeo – es demasiado… -abrió los ojos muy despacio.

- Mnnn… - le besó corto, pellizcándole los labios – sí que lo es… - se movió lento, dejando que su miembro embistiera las entrañas de Bud mientras aferraba el abrazo y le pegaba contra su cuerpo, notando la hombría caliente golpearle el vientre.

 

Aumentó el ritmo de las embestidas conforme sintió que podía hacerlo, mientras notaba que ambos cuerpos se acoplaban perfectamente hasta que con una fuerte embestida,  llegaban al clímax al tiempo que los gemidos y jadeos eran silenciados con un beso.

 

Se dejó caer a su lado, tratando de no aplastarlo con su cuerpo, saliendo de él, derramando los últimos espasmos del orgasmo sobre ambos cuerpos.

 

- Ves… - dijo a un agitado – dos cuerpos desnudos, entran más rápidamente en calor… - se puso de costado y le miró.

- Ya cállate… - le clavó las uñas en el pecho en forma de caricia – y no te alejes demasiado, porque podrías tener frío de nuevo… 

-Fin-

 

 

 

 

 

 

 


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