Todo había comenzado un par de años atrás. Lee Taemin había vuelto a su tierra natal cuando tenía 14 años y los pocos recuerdos que tenía de alguien querido para él era única y exclusivamente su primo mayor; Lee Jinki. Aquel día en el aeropuerto, Taemin no pudo contener la tristeza de su partida y aún con los ojos acuosos se aferró al cuello de su madre rogándole sin más que gestos que hiciera algo para que no lo enviaran de vuelta a Corea. Sin embargo la decisión de que socializara y se acostumbrara a la vida junto al resto de su familia ya estaba tomada. Sus padres le habían prometido que volverían a encontrarse para el verano y que si todo marchaba bien con los negocios; pronto ellos se unirían a la convivencia en el casi olvidado Seúl.
Su padre le dio un beso en la frente y prácticamente en un susurro dejó rodar por sus labios las palabras que hasta ese entonces jamás había recibido: te quiero hijo. Eso bastó para que una sonrisa confusa se apoderara de los tiernos labios del joven y pronto emprendiera la marcha hacia el embarque del vuelo que lo llevaría a reencontrarse con sus familiares.
Contrario a lo que sus padres le aconsejaron; apenas pudo encontrar su asiento se bebió unas gotas inductoras del sueño. Estaba cansado, asustado, adolorido de emociones, también algo expectante de sentir el frío de Seul, de oír la voz de sus abuelos, de conocer a algunos primos que había nacido en los años que él se había ausentado, de enfrentarse –por primera vez- a un colegio, de comprobar si aún hablaba fluidamente la lengua madre…era un cúmulo de pensamientos que Taemin sabía no lo dejarían relajarse sino darle nervios a tal cantidad que perfectamente un colapso nervioso podía costarle un shock o algo parecido.
Había despertado casi una hora antes del aterrizaje y por la ventana pudo apreciar cómo un manto blanco aún cubría los sectores aledaños a Seúl. Un sentimiento extraño lo invadió; una mezcla de melancolía y a la vez un toque de nerviosismo. Se preguntó si el primo Jinki cumpliría la promesa que días antes le había hecho por teléfono y suspiró bien hondo cuando anunciaron el arribo. La tramitación de Policía Internacional y reconocer sus maletas le tomó casi otra hora más. Un joven de sonrisa amplia se ofreció a ayudarlo con sus maletas y se dirigió al sector donde tradicionalmente las personas esperan a otras. Se detuvo un momento antes de cruzar aquella puerta automática y luego siguió, miró alrededor, leyó todos los carteles y ninguno le pareció conocido; subió la vista dispuesto a encontrar al primo nerd que solía conocer y nada. Por un momento se desanimó y se acercó al chico que le ayudaba con el equipaje para que le ofreciera un taxi y lo llevara a la dirección que había memorizado pero justo en ese instante un chico más alto que él y nada parecido a lo que recordaba lo llamó. ‘Taeminnie!’ habló entusiasta y sin poder creerlo un abrazo cariñoso lo envolvió. Su primo mayor había cambiado y demasiado para su gusto. Aquel chico que usaba lentillas, cabello oscuro y vestir formal; había desaparecido. Frente a sus ojos se encontraba un Jinki de ojos alegres, cabello castaño claro y vestimenta colorida.
Los primeros días que pasó en Seúl no fueron lo que Taemin esperaba. Llamaba todos los días apenas amanecía a sus padres y por la tarde Jinki y su madre lo sacaban a pasear… a recordar. Visitaron a todos los familiares, lo llevaron de compras y en ningún momento dejaron que comenzara siquiera a sentirse solo. Taemin agradeció enormemente aquel gesto porque a pesar de que en Estados Unidos comenzaba a ser un chico algo rebelde, amaba sin medida a sus padres y le dolía tenerlos lejos.
Cuando hubieron pasado tres semanas desde su llegada un par de palabras quebraron la armonía que había conseguido. ‘La próxima semana comienza el colegio’ inquirió con su característica sonrisa el mayor de los Lee e inmediatamente su corazón se aceleró. Siempre se había preguntado cómo sería compartir con chicos que no fueran sus amigos y francamente ver acercarse esa realidad lo alteraron un poco.
- Hyun- llamó
- Dime Taemin…
- ¿Tú crees que algún día tenga un amigo que no seas tú?
- Mmm, ¿por qué no? Eres muy simpático y no lo digo porque seas de mi sangre. Si lo dices porque pronto entraremos al colegio no te preocupes, yo estaré contigo siempre hasta que encuentres compañía por ti mismo y si no lo haces puedes quedarte junto a mi grupo todo el tiempo que quieras. Ah! TaeTae –lo llamó cariñosamente revolviéndole los cabellos- mi mejor amigo es tan sencillo y amable que seguro caerás bien
- No quiero ser una molestia Hyun- reflexionó con una mueca extraña frente a su primo
- No lo eres, de verdad
Y tan esperado día llegó. Taemin se levantó enérgico y junto a Jinki se fueron caminando. Antes de cruzar el portón de la escuela un chico moreno llamó a su primo y lo abrazó cariñosamente, ‘debe ser el amigo del que tanto habla’ pensó Taemin y contemplando la escena que ambos muchachos tenían esperó a que lo presentara pero sucedió lo inevitable. Justo tras de aquel chiquillo que seguía abrazado a Jinki apareció lo que a primera vista le pareció una chica. Sí, una chica de cabello corto. Se quedó observando cómo caminaba y al llegar al detalle que vestía pantalones cayó de su propio sueño: su colegio era mixto y por tanto sólo los chicos vestían pantalones. Se rió de si mismo y volvió a su primo esta vez hablándole a su amigo precisamente de él. Hizo una reverencia.
- Qué bonito es!– Sonrió amable- tienen los mismos ojos… Mi nombre es Kim JongHyun
Le estrechó la mano no muy convencido y se quedó en silencio pero Jinki siguió la charla para que su primo no se sintiera apartado.
- Es mi primo Lee Taemin- habló energico- aún es un poco tímido. Verás Jong que apenas llegó hace unas semanas y como todo chico nuevo no tiene amigos. Le he estado diciendo que no se preocupe, que no tengo problemas en que se nos una pero sigue siendo tímido. De todos modos creo que con el tiempo se le pasará
- Hyun- se atrevió a hablar- ¿me llevas a mi salón?- preguntó aún tomado del brazo de Jinki
Los mayores asintieron y revisaron el horario del menor, le habían asignado una sala del edificio trasero así que caminaron rápido y le desearon suerte además de repetirle una y otra vez que lo esperarían justo ahí para el receso.
Taemin entraba a primer grado de secundaria así que durante todo ese primer día hicieron lo mismo él y sus compañeros: presentarse ante el curso. La primera impresión que tuvo fue que no debía ser tan malo tener un universo tan distinto de niños y niñas alrededor.
Por la noche pudo asimilar lo importante que estaba haciendo. Era el primer paso para ser un chico normal y romper el hábito que tenía en América. Cerró los ojos y pronto el cansancio se apoderó de su cuerpo dejandolo profundamente dormido. Del mismo modo transcurrieron los días, Taemin ya no estaba callado y de de vez en cuando hablaba con Jinki y JongHyun. A fines de ese mes ya ubicaba a algunos de sus compañeros y en uno de los recesos paseando por los pasillos se dieron cuenta de que las inscripciones para los talleres ya estaban abiertas. Observó con atención todo lo que ofrecían y junto a sus compañeros acordaron que a la mañana siguiente estamparían sus nombres en las listas de los talleres que estuvieran aún disponibles.
Había natación, basketball, gimnasia artística, cocina tradicional, cocina internacional, primeros auxilios, mecánica, vestuario, protocolo, danza, canto. A Taemin le hubiera gustado inscribirse en todos pero sólo debía escoger dos. Por la tarde fue junto a Jinki a jugar videojuegos a la casa de JongHyun y les pidió que lo aconsejaran.
- Canto, además ambos estamos ahí- comentó JongHyun
- En deportes hay chicos muy brutos Taemin, no quiero que te golpeen si algo haces mal. Mi segundo taller será cocina internacional- habló Jinki
Con ambas referencias Taemin comenzó a descartar talleres. Natación y basketball definitivamente no, prefería no meterse en problemas. Gimnasia y vestuario eran talleres para niñas. Mecánica y cocina tanto tradicional como internacional no le llamaban realmente la atención y entre canto y danza prefería quedar con sus ya conocidos amigos. El primer taller iba a ser canto y el segundo, para honrar a sus padres, sería protocolo.
Así fue como a la mañana siguiente alcanzó los últimos cupos y se alegró de que Daniel, el chico con el que había estado conversando últimamente, también escogiera protocolo.
La primera clase de dicho taller volvió a encontrarse con aquel chico que miró por chica el primer día de clases. Había algo extraño en él, se movía con delicadeza, pestañeaba coqueto y cada uno de sus gestos parecía estar llamando insistentemente por un poco de atención. Durante toda la clase no pudo sacarle un ojo de encima y uso especial cuidado a la lista de alumnos presentes para saber por fin cuál era el nombre de ese misterioso chico.
‘Kim Kibum’ oyó que lo nombraron y ese preciso nombre no se lo pudo sacar más de la cabeza...