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All I Want For Christmas Is You por 8BitBoo

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Notas del fanfic:

FELIZ NAVIDAD LECTORAS Y LECTORES MÍOS ♥

Notas del capitulo:

Feliz navidad a tod@s mis lector@s ♥ *-* Éste es un regalo navideño para ustedes, espero que les guste. La verdad iba a salir el año pasado, pero lo postpuse, y este año trabajé de a poco en él, hata que esta semana lo terminé. Necesitaba entregarselos, como ofrenda de disculpas por estar desaparecido tanto tiempo :c Ahora comenzarán las actualizaciones, pero de momento espero que disfruten de este oneshoot navideño ♥

Era 24 de diciembre y yo estaba solo. Sí, solo como un dedo. Que mierda más grande esto…

Ah, pero no agrada que en un texto uno parta quejándose, ¿cierto? Bueno, lo siento. Mi nombre es Sergio Osorio y estoy viviendo en Concepción, Chile. ¿Qué hago acá? Pues bueno, yo soy de Valdivia, pero me vine a estudiar a la U de Conce porque me gusta la medicina. Pero con los problemas universitarios de aún deber algunos exámenes no puedo viajar de vuelta a Valdivia hasta Enero. Que paja…

En fin, estoy solo, triste y abandonado en esta mierda de ciudad. Pero hay algo bueno que rescatar, y comenzaré con esta narración por esa parte.

 

Estoy parado en un terminal de buses esperando un bus que llega desde Valdivia. Se supone que mi queridísimo Nicolás viene en él. Él es mi amigo, nos seguimos hablando por msn… pero no lo he visto desde hace un año. Sí, así de desconectado estoy con Valdivia & Compañía.

Yo tengo 19 años, Nicolás tiene 17. ¿Cómo nos hicimos amigos? Por un torneo de NDS que hubo en el colegio, el penúltimo año. Yo gané jugando Ultimate Mortal Kombat DS. Me pararon, junto a otros engendros, en un “podio”, él me miró y me sonrió. Después de bajarnos y entregarnos los premios, se acercó y me dijo que quería que yo fuera su maestro. Desde entonces no se me despegó y ahí fue cuando nos hicimos amigos.

 

Ahora, 24 de diciembre, gracias a su amable madre, él va a venir a Concepción a pasar un par de días conmigo, y la mismísima navidad. En la casa tengo todo preparado, hasta le compré un regalo y… aún no llega.

 

Llevo media hora esperando, por lo que la situación me está asustando un poquito. Lo llamé a su celular y no me contesta… ¡para más remate la wea es Tur-Bus! Dios santo… aww… soy ateo pero filo, me da lo mismo…

 

¡¿DÓNDE MIERDA ESTÁ EL MALDITO BUS QUE TENÍA QUE LLEGAR HACE MEDIA HORA?!

 

Señoras y señores, su atención por favor. El recorrido A3355Q de la línea Tur-Bus…

 

-      ChocóChocóChocóChocó ChocóChocóChocóChocóChocóChocó ChocóChocóChocóChocóChocóChocó… -pensé, pero intenté tranquilizarme- No conche’su madre, si está bien… ¡Está bien!

 

“… Se ha retrasado 45 minutos debido a un choque…

 

-      ¡Choque! ¡Mierda! –un escalofrío recorrió mi espalda- ¡MIERDA, MIERDA! –se me escapó un mierda en voz alta, lo que hizo que una vieja fea me mirara raro.

 

…de una máquina de la compañía ‘Talca, París y Londres’ con un camión particular. La colisión ocurrió en la ruta #...

 

¡UFFF! ¡Que alivio! Uf… Bien.

 

Pasaron 15 minutos, aproximadamente, y el bus llegó, sano y salvo. Entonces comencé a mirar sigilosamente desde mi asiento a ver qué personaje de pelo castaño oscuro, cara sonriente o curiosa, y grandes ojos bajaría de ese bus.

Pero nada…

Otra vez comencé a urgirme. Quizá tenía su celular apagado porque se bajó en otra ciudad, y lo asaltaron. O tal vez se le fue el bus y no me ha podido avisar por baja batería. Que mierda… Pero si así fuera me hubiese llamado desde su casa… ¿Pero la primera opción, quién me decía que no?

 

Me llevé las manos a la cabeza y comencé a lamentarme: “Fue mi culpa, yo lo invité. Si le pasa algo yo voy a ser el culpable. Mi amigo T____T… ¿Dónde puede estar?” Pero de pronto me tocaron la cabeza.

 

-      ¿Sergio? –esa vocecita la conozco… aunque ya no era una vocecita.

-      … -levanté la cabeza- ¡Nico!

-      ¡Sergio!

 

Y nos abrazamos. Un cálido y largo abrazo, casi emocionante.

 

-      ¡Tanto tiempo, weon! –dije, casi gritando.

-      ¡Te extrañé tanto este año!

-      ¡Yo también! –lo apretujé y lo solté para mirarlo- Aww, ¿estás más grande o es mi idea?

-      ¡Sí, crecí! Si antes era más chico que tú y ahora soy de tu porte.

-      No te emociones –reí- que siempre vas a ser mi enano –le desordené el pelo.

 

Entonces me miró y noté sus ojos llorosos.

 

-      ¿Q… qué te pasó?

-      Es que –dijo, bajito-… Te extrañaba mucho, hermanote.

-      ¡Pero no llores! –volví a abrazarlo.

-      ¡Si dije que no iba a llorar! Pero es que es emocionante verte de nuevo po, Sergio.

-      Ya tonto –reí y lo acomodé en mi hombro-. Nos vamos a dedicar a pasarla bien, no a llorar, ¿oke?

-      Oke –me soltó y me sonrió.

 

Físicamente el Nicolás ya era casi un hombre, había dejado de ser el niño bajito y tierno que era antes. Pero en su interior, aún conservaba esa esencia, y eso era lo que lo hacía tan especial para mí, siendo el único amigo que yo conservaba fielmente de Valdivia.

Pero en fin, nos dedicamos a conversar y a actualizarnos en todo lo posible camino a mi departamento. Pero ese tiempo fue demasiado corto como para hablarlo todo, ya que casi un año sin vernos significa una eternidad para ambos… O al menos para mí.

 

Como él contó, Valdivia no había cambiado nada. Pero él sí. De todas formas tenía una duda: ¿Mi hermanillo no tendría una polola por ahí? Dejaría esa duda para más tarde, cuando nos pusiéramos a hablar los típicos “temas de hombre” (que me da risa como suena eso).

 

Llegamos a mi departamento. Acomodamos sus cosas y comenzamos a prepararlo todo. Misteriosamente sacó algo de su bolso y me dijo “Este es tu regalo”, con esa sonrisa característica que me daba alegría.

Se sentó cerca de mí mientras yo cocinaba lo que sería nuestra cena de Noche Buena.

 

-      ¿Cómo te ha ido este tiempo, hermanote?

-      Hmm… bien. Medicina es algo difícil, pero me gusta.

-      ¡Uf! Yo no entiendo como lo soportas. Esa wea es tan… ¡no sé! Me desesperan las áreas científicas y/o matemáticas.

-      Idiota –reí-. Sin ellas no vivirías.

-      ¡Cállate! –infló sus cachetes- Yo soy todo un vago, así soy feliz.

-      Flojo de mierda –le tiré limón en la cara.

-      ¡Auch! ¡Weon, me dolió! ¡Mi ojo!

-      Déjate de hacer berrinches y anda a poner la mesa, mejor.

-      Sí, amo y señor.

-      Así me gusta, y déjate de refunfuñar, que igual te escucho.

 

Nos seguíamos riendo (en realidad yo me reía de él, más que nada) hasta que nos sentamos al fin a la mesa. Comimos lasagne (lasaña), y de postre un helado de esos caros, savory.

Entonces nos tiramos en el sofá con la música a un volumen algo alto y con el estómago casi a reventar. En estado semi-zombie, claro está.

 

-      Sergio… me estoy muriendo… comí mucho…

-      Hmm… -me daba flojera contestar algo mejor que eso.

-      Sergio… chupala…

-      Saco wea –me reí-. Hey, tengo algo que te puede gustar.

-      Uy, gatito. ¿Qué cosa?

-      Esperame.

 

Me levanté como pude y caminé a mi refrigerador. Primero saqué un pack de cervezas de lata, y el Nico puso cara de emoción. Pero después le mostré dos Manquehuitos y su cara fue extraordinariamente amorfa. Nos sentamos a la mesa, nuevamente, y nos pusimos a conversar.

Era aquí cuando yo quería interrogarlo a cerca de su vida amorosa, como el amigo morboso, malpensado y pervertido que soy. Pero primero comencé a “suavizar” el ambiente, para así adentrarse a las 2 latas por cabeza. Ahora comenzaríamos la tercera, y conociendo al Nico, era una persona muy económica…

 

-      Mi queridísimo amigo –le extendí una lata y abrí la mía-, quería interrogarte, de hombre a hombre.

-      ¿Qué mierda me vas a preguntar?

-      Ahaha… Tienes que responderme con la verdad –encendí un cigarro.

-      Solo si me das uno.

-      Goloso –le extendí un cigarro-. Dime, Nico… ¿estás pololeando?

-      ¿Eh?... ¡No! –rió nerviosamente.

-      Dime la verdad –lo miré fijamente.

-      ¡No! ¡En serio que no!

-      ¿Y para qué te pones nervioso? –lo intimidé.

-      Porque esas preguntas me ponen nervioso –se excusó.

-      Pobrecito –me reí de él-. Ya, ¿pero en serio no estás pololeando? ¿Ni andando, ni nada de nada?

-      En serio, te lo juro.

-      Oh… -tomé un sorbo de la cerveza.

-      ¿Qué tiene?

-      No, es que tú no eres feo como para estar soltero.

-      ¿De verdad piensas eso?

-      Eh… sí. ¿qué tiene? –pregunté algo extrañado.

-      No, nada.

-      Hm… tan gay que saliste, Nico.

-      Idiota –rió.

 

Después de eso hubo un pequeño silencio, un tanto incómodo. Parece que eso que le dije no le agradó… ¡pero es que era verdad! Ya, era muy amoroso tal vez pero no podía negar que a veces tenía sus arranques gays. De pronto él cortó el silencio.

 

-      Estoy enamorado de alguien.

-      ¿Eh?

-      Eso, estoy enamorado de una persona… -dijo, por lo bajo.

-      ¿Quién es? –enarqué una ceja- ¿La conozco?

-      No.

-      ¿No? Cuéntame, no seas maricón –comencé a darle codazos.

-      Ah, Sergio de mierda, me hiciste botar cerveza.

-      Perdón, hombre. Te pusiste pesado, weon. Ya te curaste –me reí.

-      Cállate. Voy al baño.

 

Y se paró, entonces se me acabó la risa. ¿Qué le dio? Al parecer si le molestó lo que dije, pero no era mi intención. A ver si se le pasaba la mierda con el regalo que le tenía.

Salió del baño y le llamé la atención para que llegara al árbol de navidad.

 

-      A ver si con tu regalo se te pasa la mierda.

-      Ja-Ja, antipático.

-      Toma –se lo entregué- Ábrelo.

-      Hm… -comenzó a abrirlo y su cara se desfiguró al sacarlo- ¡Sergio, es…!

-      ¿Te gustó?

-      Pero este juego vale como 30 lucas, weon…

-      No te fijes en gastos, amarrete –reí y le acaricie la cabeza-, disfrútalo y punto –sonreí.

-      ¡Gracias! –me abrazó-. Pero el mejor regalo es poder pasar la navidad contigo.

-      No digas cursilerías, mamón.

-      Lo lamento –dijo con algo de melancolía-. Es… muy especial para mí –posó su cabeza en mi hombro, estrechándome hacia él-

-      Está bien –sonreí, satisfecho- Sabes que siempre estaré preocupado por ti, tarado –comencé a acariciar su espalda, con leves palmoteos-

-      No pero en serio -nuestros rostros se alejaron levemente, y quedamos mirándonos. El Nico me sonrió, y yo no sé por qué me puse nervioso. Esto se sentía un poco... gay.

-      Nico, estás muy cerca -reí nervioso.

-      Perdón -se puso a reír, soltándome, para luego ir a sentarse en el sofá, y empezar a tomar una chela.

-      ¿Te gustó mucho el regalo?

-      Sí -sonrió con esa cara tan especial que tiene. De tarado, por supuesto.

-      Me parece -me senté, suspirando, y tomando otra chela- Porque o si no te lo metía por la raja.

 

Me miró en silencio, y yo me quedé mirándolo del mismo modo. Fue uno de esos silencios tan incómodos que al no saber cómo romperlo, no hallé nada mejor que tirarme un chancho interestelar. El Nico se cagó de la risa, casi revolcándose en el sofá, mientras yo lo tonteaba con que parecía esquizofrénico. Así, mientras las latas de cerveza se acumulaban encima de la mesa, nosotros estábamos muy jugosos y hablábamos entre cosas serias y realmente pura mierda, riéndonos a cada rato y todo esto por causa de la borrachera del Nicolás.

 

-      ¡Puta el weón económico!

-      ¡Qué! Si tú estás peor que yo -comenzó a reír.

-      Mentira oh, mírame -me puse de pie para hacer el 4.

-      Mejor ponte en cuatro, gatito

-      Deja de tirar tallas tan gay, ¡por favor!

-      ¡Nunca! -su risa era tan enferma que me hacía reír a mí.

-      ¿Ves? Te ríes de la nada...

-      ¡Es tu culpa! -me lancé sobre él para hacerle cosquillas, con lo que el wea no paró de reírse hasta que lo dejé tranquilo.

-      ¿Vas a seguir webiandome?

-      ¡No, no, no, no, no! ¡Te lo juro, te dejo en paz!

-      Ya, menos mal -le hice una "mirada fea" a lo que me hizo una especie de puchero y me abrazó, acomodando la cabeza en mis piernas. Yo me eché hacia atrás, reposando mi cabeza en el borde del sofá.

-      Oye... ¿Juguemos a algo? -empezó a reír levemente, moviéndose mucho. Seré pervertido, pero ese roce me daba un poco de... cosa... porque... su cabeza rozaba un poco con mi... ejem.

-      ¿Qué wea se te ocurrió ahora?

-      ¿Sabes jugar carioca? -sonrió, mirándome, moviendo las cejas de arriba hacia abajo.

-      S... sí... ¿por qué? -enarqué una ceja, mirándolo extraño.

-      Vo' cachai' -dijo, mordiendose el labio.

-      Eh... -mira, se me había ocurrido algo, pero me avergonzaba decirlo- Eh...

-      ¡Pero cómo tan inocente!

-      ¿Ah? -lo miré, haciéndome el tonto. Igual sería divertido tontear un rato, aparte le tengo confianza al Nico, pero al menos yo no quería decirlo.

-      Es con ese.

-      ¿Strip...?

-      ... ¡Carioca! -completó mi frase, guiñándome un ojo- Como póker, pero como no sé jugar, ¡carioca!

-      Mira, contigo me da miedo

-      ¿Qué? ¿Acaso te voy a violar?

-      Conociéndote...

-      Meh -rió- De todas formas, igual...

-      ¡AH, WEON! -lo empujé de manera que cayera sofá abajo- ¡Para de ser tan gay!

-      ¿Y de cuándo tan homofóbico? Si igual sé tú pasado oscuro -rió macabramente.

-      No sé de qué me estás hablando -le di una patada suave, cosa que lo hizo reír más.

-      Si igual me acuerdo en ese carrete que casi te comiste al Raimundo.

-      Weon maricón -le di otra patada más fuerte- ¡No fue eso! Estaba entre volado y ebrio. Se aprovechó de mí.

-      Pobrecito el violado. Si igual no pasó nada porque te lo ch...

-      ¡YA CALLATE CONCHETUMADRE! Mira -lo apunté con el índice-, no  soy homofóbico, pero eso realmente fue contra mi voluntad. Dime, ¿qué iba a hacer si estaba tirado, todo muerto y sin poder defenderme?

-      Ya, pero igual pasó. ¿Y te gustó?

-      Deja de preguntar weas, si a penas me acordaba de esa mierda.

-      Bueno, bueno, ¿vamos a jugar o no?

-      Ya, dale, voy a buscar las cartas.

 

Me levanté para buscar los naipes, y nos acomodamos en la mesa de centro, en posición de loto. Entonces, tomando Manquehuito, comenzamosa jugar el famoso carioca strip.

 

-      Bien, son dos tríos.

-      Vas a quedar en pelota, Sergio.

-      Sí claro, ¿Y qué pasa cuando ya alguien pierde?

-      Pongamos reglas. Mira, es normal que el que pierda se saca dos prendas, por lo corto del juego comparado con el póker.

-      Ya...

-      Y luego de los dos tríos y una escala, si yo gano, pero quedas con una sola carta, yo me saco una sola prenda. Así mismo, ya cuando uno quede sin polera, solo una prenda.

-      Dale, así es más equitativo.

 

El juego empezó, con dos tríos. Gané y el Nico resolvió sacarse las zapatillas y los calcetines. Seguía un trío y una escala, volví a ganar, y el Nico se sacó la corbata y una pulsera. Luego vienen las dos escalas, en donde el Nico me ganó e imité lo de las zapatillas. Tres tríos y me volvió a ganar, me saqué los lentes y mi frac. Llegaron los dos tríos y una escala y perdí en esa mierda tan tonta, me saqué la polera.

 

-      Bonitos pectorales.

-      Cállate saco wea, no es mi culpa no ser fornido como te gustan a ti -bufé. Me molesta que me molesten con mi físico. No soy gordo, pero tampoco soy flaquísimo. Digo... el promedio chileno nada más.

 

Empezamos a jugar dos escalas y un trío, y gané. Ambos quedamos sin polera.

 

-      ¿Tienes frío? -bromeé. No recordaba que el enano fuese más flaco que yo. No sabía que igual tenía buen físico... ¡No es que me lo esté joteando! Me causa curiosidad porque... ¿ese flojo de mierda hacía deporte? Con todo lo que come.

-      Estoy excitado de verte así -se mordió los labios, moviendo las cejas, luego reventó en una risa neurótica. Bueh, tampoco recordaba que fuese tan enfermo cuando está ebrio.

 

Empezamos a jugar las tres escalas, nos demoramos un poco pero el resultado fue conmigo quitándome los pantalones. Estaba en boxers, y creo que, sin ánimo de mal pensar, el Nico me joteó el paquete. Si así fuese... No sé. ¿Será gay? Pero, o sea tiene sus arranques pero me da miedo que sea del otro bando, porque bueno, ¿qué pasa si le gusto? Pucha, sería difícil convivir con eso. O sea... ¡No sé! De todos modos el Nico igual es bonito pero no me imagino con un hombre, ¡menos con él! ¡YA! ¡Demasiada mierda en mi cabeza! Y... ¡¿por qué conchesumadre motivo estoy pensando en esto?! Terminamos de jugar los cuatro tríos y se tuvo que sacar los pantalones y me siento muy culpable, pero no pude mirar su... no sé, el ombligo y bajar la mirada por esos pelitos que tiene hacia su... cosa. Me sonrojé un poco y desvié la vista. Estaba tan ebrio que no se dió ni cuenta, hablando mierda y haciéndose el tonto mientras miraba mi cuerpo. Yo noté todo, y bueno, quizá él se dió cuenta de que a veces lo cuarteé, pero... Probablemente no me decía nada porque le gustaba que hiciese eso.

...

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Puta que soy chuchetumare.

 

-      Estamos terminando las 4 escalas, Sergio -se puso a reir- Y estamos en un empate. ¿Estás listo para sacarte los boxers?

-      Tú quieres puro verme mi weá -me puse a reir un poco nervioso, no sé por qué la idea de mostrarlo me excitaba un poco, pero lo hice pasar como broma.

-      Puede ser -empezó a mirarme de una manera pervertida, para luego reventarse en una risotada burlona- Seeeeergio~ ¿De cuándo tan gay?

-      ¡Ya weon maricon y la conchesumare! ¡Te voy a quitar esos boxers feo culiao! ¿Y sabes qué vas a tener que hacer? Vas a tener que irte a la chucha porque te voy a hacer una penitencia culia gigante, weon!

-      ¡Uy si se picó la yegua! -me gusta la actitud del enano cuando se cura, se atreve más a decir tonteras y... no sé, soy un hijo de puta.

 

Estaba por terminar, pero el otro gueta también se veía seguro. Tenía nervios porque si perdía iba a tener que... y de puros nervios se me empezó a parar de a poco. A cada rato pensaba "bájate, bájate" pero no me hacía caso. Bueno, parece que tiene vida propia.

 

-      Bueno... -dijo, con una sonrisa en el rostro. Va a ganar, mierda- Creo que me voy a la chucha.

-      Weon -suspiré, y mi cara de alivio debió haber sido impactante. Saqué otra carta y me servía. Me faltaba una sola puta carta.

-      Hm... -se tomó la barbilla, pensativo y luego me miró, sombrío- Gané -tiró las cartas frente a mí y juro, pero re contra juro, que cuando los naipes chocaron contra el vidrio de la mesa el sonido fue con eco. Malinterpreté sus palabras- ¿Te vas a sacar los boxers o te los saco yo?

 

Mi cara estaba roja, pero radioactivamente ROJA.

 

-      Ehhh... Ya pero... -miré hacia todos lados, divisando el interruptor- Apaguemos la luz.

-      Ya, dale, si gané, te dije que te iba a ganar.

-      ¡Pero faltan las otras escalas!

-      Sergio, ya no nos queda más ropa -se puso a reír, supongo que de mí.

-      Queda tu boxer.

-      ¿Y?

-      Eh... juguemos la escala sucia y si te gano te sacas los boxers.

-      Ah... Entonces quedamos ambos desnudos -sonrió. Su actitud me estaba empezando a dar miedo.

-      S... ah -mierda, me encerré solo. Puta, ¿qué mierda hago?- Eh... Bueno... Al menos así va a ser menos vergonzoso.

 

Conchesumadre, fui a apagar la luz y quedamos iluminados por las luces navideñas. Me puse a mirar al Nico y no sé si es por el alcohol, pero empezaba a sentir una atracción weona hacia el enano. Iluminado por los bajos destellos del árbol, se veía... Sexy el conchesumadre. Puta la weá no sé qué mierda me pasa. Entre tanto pensamiento weon, suspiré y se paró de su cojín.

 

-      ¿Qué te pasa? -empezó a caminar hacia mí, y no pude evitar mirar el vaivén de su paquete.

-      N... Nada oh. Me tengo que sacar los boxers, así que siéntate allá y espera -me reí para disimular, porque se me empezaba a poner duro.

 

El Nicolás volvió a su asiento y yo comencé a sacarme los boxers de a poco, cerrando los ojos, rezando porque la weá no se me pusiera tiesa. Luego, solté definitivamente la prenda, para que cayera a mis pies. El Nico me miraba como con la mirada perdida, ladeando un poco la cabeza. Yo llegaba a sudar, me sentía tan nervioso que de seguro me puse muy rojo, más que antes.

 

-      ¿Te vas a sentar?

-      S... sí -me puse las manos en mi miembro, para taparlo.

-      Ya si yo tengo lo mismo, weon oh -se acomodó de manera extraña, quizá tenía una erección o qué se yo. Me saqué las manos de ahí y me apresuré en sentarme porque de verdad a mi coso le estaba llegando demasiada sangre de imaginarme al Nico... ¡PUTA LA WEA! Esta wea tiene que ser porque soy virgen, por la conchesumadre. Me pasa por weon, por loser.

 

Creo que me enojé conmigo mismo, porque me senté y bufé. Tomé las cartas, las revolví, las repartí y todo el show. El otro me miraba curioso y riéndose a cada rato por mis violentas reacciones con os naipes. Me sentía muy expuesto, pero por suerte la mesa de centro me tapaba.

Terminamos de jugar y gané. Se dejó ganar, estoy tan fucking seguro que se dejó ganar para quedar en pelota conmigo.

Sin palabras se levantó, se tomó el elástico de los boxers. Estaba usando de esos sueltos, y se le notaba un poco levantado. ¿Cómo lo tendría? ¿Sería grande o... pequeño? Reí ante la idea, sin disimular.

 

-      ¿De qué te ríes? -pregunto, riendo.

-      Eh... No, nada -seguí riendo.

-      Ya, dime -se acercó a mí, mirándome con cara de enojo- Me tiro del balcón si no me dices.

-      Aweonao -se puso a gatas cerca de mí y yo comencé a echarme hacia atrás. Se veía tan jodidamente sexy así, que ya no pude aguantar más y empecé a tener una erección más definida- ¡Ya, ya! ¡Te digo si vuelves a tu puesto!

-      Bueh... -volvió a su puesto con una sonrisa en su rostro, mirándome de forma burlona.

-      Estaba preguntándome c... -me corté, no pude decirlo, y por más que lo intentaba era como si... no sé.

-      Eh... ¿Sergio?

-      ¡Ah! Que si acaso lo tendrías chico o grande, weon.

-      Mentira, ¿estabas pensando en mi pico? -comenzó a reírse, para ponerse de pie de nuevo- Mira, ¿qué piensas? De los puros nervios se me paró -se sonrojó, riendo aún.

-      Eh... -no pude evitar mantener la mirada fija en cómo se veía ese monte en su ropa interior- No sé... debe ser grande igual, porque se te levanta harto.

-      No es la gran cosa, pero -se bajó los boxers de una, mostrándome su... virilidad. Creo que si fuese un personaje de animé mi nariz hubiese explotado. No entiendo por qué, pero nunca me había sentido así por un chico, de hecho... Creo que es solo por el Nico. Tanta protección y todo eso quizá fuese porque en realidad siempre me gustó, pero jamás afloraron los sentimientos de esa manera por considerarlo... ¿Tabú? Corrió a mi lado, extendiéndome la mano- Veo que también se te paró. Párate para que comparemos -se puso a reir y yo realmente estaba para la cagada. Es que la voz del Nico diciendo esas cosas me descolocaba, ¡pero por la mierda que me excitaba más! Me levanté, parándome al frente de él, mirando hacia abajo, comparando los tamaños.

-      Ah... el tuyo es más grueso -dijo con un tono extraño. Extendió la mano como para tocarlo y yo no pude evitar correrme hacia atrás. Me asusté, no sé por qué. Me miró confuso y se puso a reír- ¡Ah! Tu regalo po weon.

 

Corrió hacia el árbol de navidad y entonces fue cuando me sentí morir, al tener una reacción normal en un hombre promedio cuando está excitado. Al ver al Nico ir hacia el árbol de navidad, me pareció un tanto sexy ver como su cuerpo se iluminaba con aquellos destellos de colores, acompañados por la luz que se colaba por la cortina del departamento. Pero luego cuando se agachó para recoger el regalo terminé mojándome levemente. Me sentí cerdo, un tanto culpable, pero no podía evitar no estar húmedo. No me había dado cuenta hasta que sentí que mi amigo se movió un poco debido a una gran descarga de sangre en él que me hizo estremecerme un poco. Sentí muchos nervios, como si de pronto me fuese a caer por un abismo. El enano me llamó para que fuese a su lado. Torpemente caminé hasta él, sentándome a su lado en posición de loto, inclinándome un poco para tapar mi erección, rojo de vergüenza con lo que ya me había pasado al estar mirándolo. ¡Lo estaba joteando, mierda! Es una cosa tan... rara. Nunca me han gustado los hombres pero esta vez se sentía extraño. ¿Sería el alcohol el que me tenía así?

 

-      Ten -me extendió el regalo, posicionándose a mi lado apoyándose en sus rodillas. Su miembro estaba tan cerca de mí que comencé a sudar frío.

-      G... gracias -lo recibí un poco dudoso, mirándolo a la cara. Él me sonrió, para luego mirar hacia otro lado.

-      ¿Sabes? Gracias por invitarme, Sergio -suspiró entrecortadamente- Yo... de verdad esto me hizo muy bien. El regalo te lo compré hace tiempo -me miró de reojo-. No sabía cuándo te iba a ver de nuevo y bueno -sollozó levemente-, quería recibirte de la mejor manera -observé sus ojos, llorosos. Me invadió una congoja gigante que me hizo un pequeño nudo en la garganta.

-      Hm... -no quise hablar por motivos obvios.

-      Valdivia se siente tan solo sin ti.

-      Nico... -mis ojos se inundaron.

-      Sergio yo... -se cortó un poco y pude notar cómo una lágrima comenzó a caerle mejilla abajo.

-      Tú... -ladeé un poco la cabeza, sin quitarle la vista de encima. Nunca me había fijado que sus ojos eran tan bonitos. Ese pardo profundo iluminado levemente, aparte ambos ojos un tanto vidriosos, me hizo tener un leve escalofrío.

-      Yo... -se mordió levemente los labios, mirando hacia otro lado- Sergio, es complicado -tomó una leve bocanada de aire- Perdóname -comenzó a llorar.

-      Enano -esa palabra me salió ahogada, y no pude evitar tomar el regalo con una mano y con la otra acariciar sus mejillas, limpiando las lágrimas.

-      Es que en serio es complicado -sollozó- Yo... -dirigió su vista hacia mí, tragando saliva levemente- Yo te amo, Sergio.

-      ¿Ah...?

 

No atiné a decir otra tontera que "¿Ah...?", y sin pensarlo dos veces me tomó por los hombros y me atrajo hacia sí, dándome un beso. Mis ojos, abiertos de par en par, comenzaron a cerrarse levemente mientras sentía sus labios húmedos contra los míos, siempre tan secos. El impacto me hizo perder fuerza en las manos, que comenzaron a tiritar un poco, haciendo caer el regalo al suelo. Rodó centímetros más allá, haciéndose a un lado, y sin dudarlo puse mis manos en su cintura. Que suave piel tenía. Estreché su abdomen contra el mío, rodeándolo con los brazos, abrazándolo. Se sentía tan bien aquel beso, nuestros miembros rozándose entre ambos vientres bajos, y su lengua buscando la mía, entrelazándose suavemente, conociéndose. Él me acariciaba el cabello con la diestra, y su siniestra se dirigió hacia mi pecho, pasando la punta de sus dedos, acariciando mis pocos vellos corporales. Yo no pude evitar acariciarle la espalda y bajar por su cintura con miedo de tocar su trasero. Terminamos el beso y nos quedamos mirando como con miedo, ambos muy sonrojados. Esto pasaba los límites de lo extraño. ¡¿Qué mierda estaba haciendo?! ¡Y con mi mejor amigo! Esto era... Era... ilógico. Pero no sé por qué seguí ese beso, no entiendo por qué ahora me sentía tan avergonzado que me daba miedo mirarlo a la cara, no entendía por qué un hombre causa estas cosas en mí. Bueno, era el Nico... Da lo mismo persona o persona, pero era él, mi enano, a quien siempre le había tenido un cariño incomparable. La verdad es que siempre sentí algo extraño con él, pero jamás le hice mucho caso. Probablemente lo que pensé antes era cierto, y ahora con todo esto, más con su declaración, mis sentimientos sí que salieron disparados.

 

-      Tu barba me picó -rió levemente.

-      Perdón -dije, desviando la vista. Sentía el cuerpo muy caliente, sobre todo la cara, creo que solo de vergüenza.

-      Me gusta -comenzó a acariciarme la barba- Te ves lindo así. Antes no la tenías.

-      G... Gracias -asentí, sin mirarlo a los ojos. Desvié levemente la vista y pude divisar su miembro. Sentí un leve cosquilleo en el mío, cosa que fue muy extraña. Esto era tan... raro.

-      ¿Te pasa algo? -me miró un poco triste, sin quitar la mano de mi cara.

-      Es que esto es tan raro, Nico. Digo, éramos como hermanos y ahora estamos sin ropa, nos besamos... -lo miré, muy inseguro. Me avergonzaba verlo a la cara- Digo, ¿qué mierda nos pasa? -mi voz se escuchaba afligida.

-      Perdóname -bajó su mano lentamente, mirando al suelo- Sergio en serio te amo, siempre te he admirado, desde que te conozco -suspiró, echándose hacia atrás, apoyándose en sus brazos, exponiendo todo su cuerpo a mi vista. No pude evitar mirarlo de pies a cabeza-. Antes del torneo siempre te quise hablar, pero nunca me atreví. De hecho ese día en el que te hablé pensé que me ibas a encontrar raro y me ibas a mandar a la mierda. Pero por suerte no -sonrío, mirándome, notando cómo lo estaba mirando, no necesariamente a su cara-. ¿Te... gusto así? -se llevó una mano hacia su coso, tocándolo-. Tú también te ves lindo, creo que estoy muy duro...

-      Perdón, perdón... -lo miré a la cara, con las cejas decaídas- Creo que... que me gustas, Nico. ¡Pero no soy gay! Es que -me sobé la parte trasera del cuello con una de mis manos-, es que eres tú y... Es tan complicado -me llevé ambas manos a la cara, de pronto siento un abrazo, y sus manos acariciando mi espalda con mucho cariño.

-      Te entiendo... No puedo decir lo mismo, Sergio, pero... Creo ser gay, solo que el único hombre que me ha gustado de verdad eres tú -me besó el cabello muy tiernamente.

 

Levanté a vista de modo tímido, y al observar su cálida sonrisa no pude evitar buscar sus labios nuevamente. Dentro de ese tierno abrazo nos sumimos en un largo beso, muy apasionado, atreviéndonos a recorrer nuestros cuerpos cada vez más. De pronto, entre medio del beso, el Nico me tomó mi miembro y comenzó a masturbarlo de a poco. Se sentía tan bien su mano ahí, sus caricias en mis genitales me hacían soltar leves jadeos que me ocasionaban tener cada vez menos vergüenza. Yo lo imité con un poco de miedo, pero al sentir su erección en mi mano no pude dejar de tocarla. Se sentía distinto, pero no por eso malo. Iba perdiendo el miedo mientras nos masturbábamos mutuamente, dentro de besos y miradas cómplices. A las finales esto terminaba siendo genial.

De pronto el Nico me tapó los ojos, y comenzó a llenarme de besos desde mi cuello hacia mi abdomen, pasando por mis pezones y lamiéndolos en círculo, jugueteando sin parar de besarme. Mi cuerpo se estremecía, jamás nadie me había hecho eso. Yo ya tenía 19 años, y nunca había llegado tan lejos con alguien, probablemente por lo mismo: El miedo; miedo a darme cuenta de otras cosas, de que realmente no podía estar con otra persona si no era con mi mejor amigo, con mi enano. Terminó respirando en mi vientre bajo, y yo juro sentir cosquillas forzadas tras mi cuello y en mi estómago, solo de nervios. Lo miré y enarqué una ceja, como si preguntase si acaso estaba seguro de lo que haría. Me miró sin mayor expresión y se llevó mi erección a la boca, introduciéndola lentamente en aquel tibio espacio. El contacto de su saliva contra mi coso era exquisito, y sintiendo como de a poco se iba llenando más y más me hacía estremecer. Apoyé mis brazos hacia atrás, dejando que mi miembro se manifestara mejor, corriendo mi pelvis hacia adelante.

 

-      N… Nico… ah… -solté el primer jadeo con el primer vaivén que el menor hizo en mí. No me respondió, solo siguió en lo suyo, sacándolo e introduciéndolo en su boca repetidas veces, masturbándome, jugueteando con aquella cosa que ya, suponía yo, que no podía estar más dura.

-      ¿Te gusta así? –preguntó con la boca pegada a la punta, soltando aire caliente que chocó contra éste, haciéndome sentir escalofríos por todo el cuerpo como si de un efecto dominó se tratase.

-      Hm… -asentí, con un sonido gutural, tragando saliva dificultosamente. Llevé mi mano zurda para acariciar el cabello del enano mientras éste me lo chupaba, dando succiones y lamidas que iban a lo largo. ¿Lo habría hecho antes? Porque lo hacía muy bien, tanto así que sentí que me correría en cualquier momento.

 

Solo de excitación mi miembro palpitaba, de sentir la lengua del Nico en mis genitales, humedeciéndolos con cada lamida que les proporcionaba, con cada succión que me daba. Me estaba volviendo loco, el cosquilleo en mi miembro me hacía encoger levemente los dedos de mis pies y de mis manos, sintiéndose mil veces mejor que la masturbación que me había dado. De pronto terminó la felación, subiendo con su lengua por mi abdomen de la misma forma en que había bajado, sin parar de menear su mano suavemente sobre mi erección. Como ya estaba hacia atrás, me fui un poco más hacia el piso al estar sostenido con una sola mano, sin quitarle la vista de encima al Nico. Él con los ojos cerrados, llegó hasta mi boca, con un apasionado beso. Yo lo respondí un poco asustado, puesto que hace poco había estado… ahí abajo y ahora me besaba. Digo, ¿no es peligroso esto? De todas formas lo hice igual, y me dejé llevar por ese beso sin pensar en las tonteras que estaba pensando, sintiendo como su miembro rozaba con mi abdomen, soltando un poco de líquido pre-seminal sobre este.

 

-      Sergio…

-      ¿Qué pasa? –lo miré, con serenidad.

-      Eh… ¿no te gustaría…?

-      ¿Qué cosa? –lo miré extrañado, pero luego entendí a qué se refería. La verdad es que me causaba un poco de curiosidad, pero a la vez me daba un poco de asco- Ehm… -suspiré- Bueno, lo haré.

-      Perdón –me abrazó, encaramándose un poco en mí. Mi erección rozaba con su trasero, eso me estaba volviendo loco.

-      No te preocupes –le sonreí, levantándolo del suelo para llevarlo al sofá.

 

El enano se sentó ahí y yo me puse de rodillas frente a él, mirándolo muy nervioso, que hasta me llegaban a tiritar un poco las manos. Luego miré su miembro, se veía tan duro, y estaba tan duro al tacto que me pregunté si acaso podía estar peor. Lo masturbé lentamente observando cómo el líquido se esparcía por toda la punta de este, dejándolo lubricado, y de a poco comencé a acercar mi boca a su virilidad. Dubitativamente lo acerqué con la mano, sin dejar de mirarlo. No se veía mal pero me daba miedo, así que rápidamente lo metí dentro de mi boca y me lo tragué, haciéndolo entrar con fuerza. Fue horrible, porque me atoré y tuve que sacarlo de mi boca, comenzando a toser.

 

-      ¿Qué hiciste?

-      Puta la wea –dije, tosiendo, con los ojos llorosos- Pero, ¿cómo tú lo haces?

-      Pero Sergio, como tan weon si es de a poco –me acarició la cabeza.

-      Ya, ya –me aclaré la garganta-. Lo voy a intentar de nuevo.

 

Nuevamente me llevé su erección a la boca, esta vez introduciéndola con más cuidado, sin llegar hasta el fondo. No era difícil, intentaba eso sí, no morderlo ni nada por el estilo. Esto se sentía incluso rico, era nuevo y no era incómodo, tampoco tenía mal sabor ni nada por el estilo. ¡Ya! Me voy a dejar de dar tanta descripción porque o si no luego me dan los taldos. Maldita sea.

 

Luego de terminar la felación, me saboreé los labios, con miedo a tragar saliva. No, si andaba muy perseguido por todo, ya que todo esto era muy nuevo para mí, no sabía nada. El Nico me pidió otro beso, por lo que se lo respondí, y nuevamente me hizo olvidar los problemas. Él no paraba de acariciarme, ni yo a él, esta vez atreviéndome a tomar su trasero con confianza. De pronto el enano me quitó la mano de ahí para comenzar a lamerme un par de dedos. Yo lo miré confundido, ¿estaba pensando…? Demonios, ¿qué hago? Me daba miedo meter los dedos ahí, porque uno se imagina millones de cosas ya que jamás ha hecho algo así. Dicen que le punto G del hombre está mayoritariamente en la próstata, por lo que no debería ser un lugar tan… ¿lúgubre? Creo que estoy hablando pura mierda. Bueno, la cosa es que me miró como pidiéndome eso que estaba diciendo, yo lo miré un poco boquiabierto pero le hice caso y comencé a meterle el dedo corazón de a poco. Luego, sin tanta fuerza, empecé a sacarlo, y así sucesivamente hasta entrar cada vez más y tener el dedo por completo dentro. No era nada del otro mundo realmente, así que me dediqué a buscar su próstata, ya que había leído que eso era un muy buen estímulo. Pero al encontrarla parecía dolerle, por lo que lo miré preocupado.

 

-      ¿Te duele?

-      Ah… hm… -negó con la cabeza, escondiendo la mirada.

-      ¿Entonces? –lo miré, él estaba rojo- Ah… ya entendí –sonreí de lo tonto que soy-. Lo siento –lo besé suavemente mientras seguía masajeando aquella zona, sintiendo cómo su líquido se derramaba lentamente sobre mi miembro, mientras yo estiraba más el brazo para poder juguetear con mis dedos de modo más cómodo.

 

Él continuó aferrándose de mis hombros mientras yo ya tenía dos dedos dentro de él. Se sentía muy dilatado, sin gran esfuerzo. ¿Ya habría perdido la virginidad? O sea… esa virginidad, claro. Lo quedé mirando de forma curiosa, él a penas me miró con ambas mejillas rojizas.

 

-       ¿Q… qué pasa?

-      Nico, ¿eres virgen?

-      Sí… ¿por qué?

Negué con la cabeza. No era momento para andar preguntando tonteras, por lo que disipé su duda con un beso. Él estaba relajado, se notaba, y sabía lo que hacía ya que el movimiento de roce de sus genitales con los míos no cesaba. Cómo me excitaba este hombre. No es por nada pero una vez un compañero de universidad me dijo que era mejor tener sexo con un hombre que con una mujer, ya que él siempre iba a saber lo que te podía gustar, ya que compartían la misma anatomía. Tenía razón. Bueno, no sé qué se siente hacerlo con una mujer pero al menos con el Nico era como estar en el paraíso. Dificultosamente el enano se levantó y sacó mis dedos de su entrada, para echarse un poco más adelante. Yo solo lo miraba atento, un tanto nervioso. Posó su trasero sobre mi miembro y comenzó a moverse, como si lo estuviese penetrando. El roce era increíble, por lo que no pude evitar soltar leves jadeos mientras ambos estábamos abrazados. Esta acción me hizo desearlo. Quería hacerle el amor, quería estar dentro de él, porque sin duda sería la mejor persona del mundo con quién perder mi virginidad. Pero… ¿no le haría daño con mi cosa? Tenía miedo de penetrarlo, pero me estaba forzando a hacerlo, cosa que me hacía hasta sudar.

 

Busqué su mirada, y se conectó con la mía. Nos besamos apasionadamente, y se notaba cómo estábamos enredados el uno con el otro en un solo abrazo. Bajé mi mano hasta mi erección, y la manejé hasta buscar la entrada del menor, comenzando a mover mi pelvis, empujando hacia adentro, haciendo presión en aquel lugar. El Nico se estremecía y hacía leves sonidos, pero no me demostraba dolor alguno. Eso me tranquilizaba, y me impulsaba a hacer un poco más de fuerza, sintiendo como lentamente entraba en el Nico, gracias a la dilatación anterior y a mi excitación. De a poco, comencé a sentir como toda la punta de mi miembro ya se encontraba en su interior. Suavemente le di un par de embestidas, que lo hicieron gemir de manera baja, escondiendo su cabeza en mi hombro. Le acaricié la espalda, calmándolo, besándole la mejilla una y otra vez mientras intentaba penetrarlo de forma más insistente, sintiendo cómo se deslizaba de a poco dentro de él, entrando ya casi la mitad. Estaba muy duro, sí podía estar más duro que antes, era increíble. También sentía a mi amigo muy duro, así que lo empecé a masturbar mientras entraba en él. Al sentir esto, el Nico se arqueó levemente hacia atrás, llevando su espalda en una posición contraria a la que estaba, haciendo que entrase con más facilidad en su interior. Cualquier movimiento en falso y sabía que le iba a doler tanto, que no querría que esto pasara nunca más. Pero el mismo hizo presión contra mi erección, haciendo que esta entrase de golpe, un cuarto más de la mitad. Lo miré sorprendido, ya que su quejido fue fuerte, y su cara de… oh, fue tan excitante verlo así, enderezarse debido al impacto, con su pelo castaño claro saltando levemente con el brusco movimiento, fue un momento épico.

 

-      N… No me dolió, por si acaso –rió dificultosamente, mirándome.

-      Ahá… -asentí entre medio de un suspiro ocasionado por el roce de mi miembro dentro suyo.

 

Ya con la profundidad en la que estaba, me sentía extasiado. Sin pensarlo dos veces comencé a moverme un poco brusco y rápido, con embestidas profundas y certeras, sin haber metido toda mi erección dentro del enano. Él estaba gritando de placer, cerrando fuertemente los ojos. Yo me dedicaba a besarlo y a acariciarlo, sabía que le dolía, pero también le gustaba, se veía tan lindo quejándose de esa manera, mientras lo masturbaba rápidamente sobre mío. Quería hacerlo terminar, que se corriera sobre mí, mientras seguía con los vaivenes rápidos, entrando lo poco de mi miembro que quedaba fuera de su cuerpo. Él me miraba con las cejas caídas, sonriendo esporádicamente, lanzando quejidos y orgasmos que se mezclaban con la música del notebook, por suerte. Luego, lo tomé por las caderas, subiéndolo y bajando con mi fuerza, mientras que intentaba sacar lo más posible de mí virilidad, para luego entrar de golpe dentro de él. Por cada estocada de ese modo, él daba un pequeño quejido un tanto ronco y suave, sin parar de moverse él mismo. Miré su miembro y se notaba muy duro, pero si lo masturbaba no podría sujetarlo como quería. Se me ocurrió una idea, así que me puse de pie lentamente. En el cambio de posición terminé por completo dentro de mi enano, y él intentaba ahogarse los gemidos escondiendo su cara en mi hombro. Caminé hacia la pared y le dejé en claro que no debía soltarse de mis hombros. Asintió, y lo acomodé contra el muro. Entrelazó sus piernas por sobre mi trasero, yo comencé a moverme lentamente, afirmándolo por la cadera, viendo sus hermosos ojos brillar de manera especial.

 

-      Eres tan bonito, Nico… -susurré en su oído, sin parar de moverme.

-      Tú lo eres más… ah… Sergio –se quejó en mi oído, cosa que me hizo moverme con más rapidez- Ah… Ah… No… no tan fuerte…

-      Lo siento –me detuve por un momento, asustado. Le había hecho daño, pero la sensación que me ocasionaba ahí era increíble.

-      Puedes ir más rápido, pero de a poco, ¿sí?

-      … -asentí con la cabeza, para luego besarlo, entregándole todo mi cariño.

 

Y seguí con los vaivenes, teniéndolo afirmado fuertemente. No sé de dónde había sacado tanta fuerza para mantenerlo así, pero el roce era excepcional, sin contar que su miembro estaba en medio de ambos, así él también tendría un incentivo adelante, como atrás. Pero lamentablemente era virgen, y sentía que me faltaba poco. Siempre oí que las primeras veces una persona duraba menos, quizá era verdad, porque esta sensación era demasiado exquisita, más aun mirando al Nico a la cara, moviendo mi pelvis entregándole embestidas que hacían entrar y salir a mi miembro de la entrada del enano, escuchando sus quejidos, sus orgasmos, sus suspiros, sus “te quiero”. Me preguntaba cuánto le faltaba a él, pero temía preguntarle. No sabía cuánto tiempo había pasado, solo sabía que en todo este tiempo mi corazón ya había latido miles de veces debido a la caricia de su piel contra mi piel.

 

-      Sergio… voy a…

-      Nico…

 

Ambos nos miramos de forma serena, hasta que el Nico soltó un par de orgasmos leves, aferrándose a mí con fuerza. Entendí que ocurría cuando sentí un líquido caliente derramarse en mi abdomen, cayendo lentamente hasta por este. Los sonidos que el enano hizo me llevaron a un estado de trance extremo, en el cual no pude evitar acabar dentro suyo, con fuertes estocadas hasta donde pudiese, soltando fuertes orgasmos, abrazándolo protectoramente, besándolo como si jamás fuese a tener sus labios otra vez. Ambas respiraciones estaban agitadas, y chocaban la una con la otra, mientras nos mirábamos perdidos cada uno en los ojos del otro. Él me sonrió levemente y yo lo imité, pero de pronto mi cara cambió ya que por la presión ejercida mi miembro salió de su entrada, haciéndolo soltar un quejido un tanto fuerte. Luego rió leve y suspiró, bajando los pies, apoyando su cabeza en mi pecho. Yo lo abracé fuertemente, besando su cabello, y nos quedamos ahí, iluminados por la luz del árbol de navidad, abrazados, sin saber del tiempo ni de nada.

 

Luego de despegarnos del abrazo no hablamos nada, solo hicimos un par de cosas, ordenamos un poco la casa y nos acostamos en mi cama, abrazados, mirando por la ventana por un largo tiempo, hasta quedarnos dormidos. Antes de que yo pestañara por última vez, él me abrazó por la espalda y quedamos en posición de cucharita. Suspiro y se acomodó, susurrando en mi oído “te amo”. No sé en qué pensaba más que en él, que le tomé la mano y sin dudarlo le respondí: Yo también. Rió y me besó una mejilla, abrazándome y durmiéndose apoyado en mi espalda. Así, hasta el otro día.

 

Era navidad, y nos levantamos para ducharnos. Eran cerca de las 2 pm, y se nos hizo muy tarde durmiendo, ya que anoche nos acostamos a altas horas de la madrugada, pero no sabía a qué hora porque la verdad es que se me pasó todo muy rápido. Jamás olvidaría esa noche. Luego de almorzar nos pusimos a jugar un rato y a conversar, abrazados, con besos y jugueteos de vez en cuando. Era todo muy bonito, y me hacía tan feliz. Él también se veía contento, cosa que me alegraba aún más. Ya en la tarde, el Nico se dio cuenta de que aún no había abierto mi regalo, por lo que me hizo prometerle que lo abriría cuando él se fuese. Le dije que sí, se lo prometí y le di un beso tierno. Lo llené de besos ese día, ya que al día siguiente tendría que devolverse a Valdivia. Tenía pena de pensar eso, porque tendría que esperar a mediados de enero e iba a ser difícil, considerando que ya estuve todo el resto del año sin él. Al menos no era tanto tiempo. En la noche volvimos a hacerlo, esta vez en mi cama, y durando un poco más, probando distintas posiciones y prácticamente descubriéndonos a nosotros mismos mediante eso. Todo ha sido perfecto estas noches, le estoy eternamente agradecido.

 

Nuevamente volvimos a dormirnos abrazados, esta vez yo lo sostenía a él, y creo haberme dormido con una sonrisa en la cara. Al día siguiente lo fui a dejar al terminal de buses. Lloró y debo reconocer que yo también lo hice, aunque muy levemente. Me abrazó y me hizo prometerle que en enero iría sí o sí a Valdivia. Le dije que no se preocupara, que iría, que ya lo había extrañado todo el resto del año, era imposible no poder tenerlo entre mis brazos por otro año más. Subió y se fue, dejándome en Concepción con mis últimos exámenes. Regresé a mi casa, y rápidamente tomé el regalo que me había dejado, abriéndolo como animal, tirando todos los papeles por ahí. Abrí la caja en donde venía y pude divisar dos cosas. Una era un álbum de fotos, y el otro una carta. Revisé el álbum y no pude evitar emocionarme. Éramos los dos, juntos, como siempre debimos estar.

 

Notas finales:

Gracias por leer :3 Reviews o cosas así siempre serán bienvenidas. Y bueno, com osaben ahora vuelvo a los fics, así que habrán actualizaciones de Memorias y Nubes, terminando uno de los dos antes de marzo del 2012 ;3


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