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Stop hating Christmas, Tom! por Hina_Kaulitz_Monster

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Notas del capitulo:

Para Bill miku nekita y Mizukychan, Starblack483, Misser o reBE 483 y para todas las personitas especiales (se me van de mi maldita cabeza de durazno, joder) *-* 

A Tom nunca le había hurgado una tan sola fibra de su ser llegar a tener un lazo con querer ser participe en aquellas fiestas, donde los villancicos y la alegría prevalecía, puesto que todas esas eran patrañas y en el calendario pegado en su pared, donde le indicaba que era día veinticuatro, se le hacía sólo un día más del año de todos aquellos 365 que trascurrían como todos. Así de simple y sin darle más vueltas.
…l, particularmente, se sentía o denominaba otra especie de "Segundo Grinch" personificado, y es que odiaba todas esas cosas al igual que ese personaje. Aunque lo único diferente que sentía en dicha fecha (que era ese día) era la descomunal sorpresita que tenía que soportar: tanta felicidad por cada rincón del mundo, cosa que se convertía en un hecho intolerable e irreversible. Niños correteando por todos lados, los mayores haciendo sus compras a última hora en aquellas tiendas abarrotadas de olas humanas y personas por todas partes felices, cantando esas tonteras; y así, un sinfín de cosas a las cuales no les encontraba sentido, ni mucho menos sosiego.
Pero claro, ese pensamiento, al parecer, sólo él lo resguardaba ya que nadie podía contribuir o al menos, entenderle en una mínima porción. Bill, quien vivía lejos de su casa, y era su novio ya de seis meses y ésta sería su primera navidad juntos, (lo había conocido cuando él recibía clases de guitarra por allí, y lo escuchó cantar como los ángeles, definitivamente una larga historia que no viene al hecho navideño) le había llamado hace unos días anunciándole su visita, para según él, pasarla de maravilla y como familia; así como fuera en algún futuro, cuando se casaran, como decía Bill. Incluso Gustav y Georg ya se lo habían anunciado, vociferando de auténtica alegría que había pasado mucho tiempo sin reunirse y sentirse realizado de esa manera. Sin embargo, aquello no le agradó en nada. ¿Cómo podía estarle jodiendo más la vida? …l sólo deseaba comer, ver televisión (la cual estaba repleta de cosas navideñas, una tras otra) e irse a dormir. De todos modos, ¿qué gracia tenía todo esto? No recibía nada, además tenía años de no celebrarlo y ya se había acostumbrado, por lo que todavía no lograba captar por qué demonios aquellos seres le querían dar una visita, así sin más. Ya era mediodía, pero de igual manera fuera se veía bastante frío y cubierto por una espesa capa de nieve, que bien se le hacía similar a helado de vainilla, aunque éste era un color tipo crema. Ver tanto de ellos le retorcía la barriga, porque sinceramente, Tom prefería sentarse tranquilamente en un día de verano a comer alguna chuchería; pero en esta fecha el único fruto, era estar limpiando su calle a cada rato para que su casa no quedase inundada por una de esas tantas avalanchas de nieve, además de un frío horrible y dolor de extremidades, adquirido gracias al frío, (según el doctor le había encontrado, padecía de artritis)
¡Qué más quería entonces!
Su casa apenas era decorada por un miserable árbol de navidad y los pequeños regalos de bajo de éste, todos en orden y casi prolijos y brillosos, como si pidieran a gritos mudos ser abiertos. De allí en más, nada que saliera de lo común. Pero Tom debía de admitir y confesar que ésa no era cosa suya, pues él no gastaría en ese tipo de cosas, cuando podía mejor comprarse algo de provecho y que no fuera tan inútil e inservible; pero Bill se lo había pedido de todo corazón, ya que su casa tomaría el espíritu navideño que él tanto amaba (Y se sabe que cuando uno es novio y realmente ama, hace cualquier idiotez por su pareja, aunque no se esté del todo de acuerdo). Aunque pese a ese breve y conciso hecho, su casa no dejaba de tener ese toque obscuro y dantesco comparado con las casas vecinas, las cuales estaban bien decoradas. Pero su casa era pequeña y cómoda, así que eso no le importaba. Como ya había dicho, sólo quería estar tranquilo por un momento, mientras sus visitas no hicieran acto de presencia. Tuvo que tomar puesto nuevamente y detener su quehacer en el arte "culinario" para calmar el severo dolor de cabeza que amenazaba su porvenir, y es que no le extrañaba padecerlos, siempre enojado: ¿quién no los tendría?, le dijo hace tiempo su madre un día de esa misma fecha. …l berreaba que no quería ese auto platinado y con decoraciones satinadas, porque viendo mejor el de su amigo, Gustav, sólo sentía envidia hacia él. Lo peor llegó después, como estaban muy pequeños, Gustav en un rato de enojo, fue a su encima y le pegó justo en la cabeza con su regalo de navidad, hasta que él terminó inconsciente y en el hospital. La madre de éste parecía muy preocupada y afligida, mientras que Simone muy molesta y también preocupada. A pesar de todo, nunca olvidaría tal hecho, aunque nunca borró de su lista de amigos a Gus. Y quizá desde ese día supo lo que era detestar la navidad. Sí, era estúpido; no obstante, odiaba esa fecha y ya. Pasó otro minuto y siguió en su lugar, hasta que cinco minutos se le unieron, y optó por seguir preparando el pequeño platillo que tendría para sus visitas. Pues tampoco sería tan descortés, que fuera Grinch dos, no era sinónimo de gruñón y desinteresado, ¿o sí?
—Y las navidades...son...sólo...para...aburridos...—Decía Tom, mientras preparaba una deliciosa ensalada. Sus palabras tenían motivo y disputa según él, al mismo tiempo que estaban llenas de molestias—No...Me gustan...las navidadesssss...—Enfatizó sus palabras, recordando que su novio le había llamado desde muy temprano avisándole su llegada. …l muy enojado le respondió con antipatía: "Ay Bill, ya párale. Estoy aburrido de navidad, navidad. Ya entendía que vendrás" El silencio hizo presencia y lo siguiente que escuchó fue un sollozo y que su novio le colgaba. Se sentía muy arrepentido, pero no había nada qué hacer… Empezó a echar un poco de tomate y pepino a la ensalada y decidió decorarla gratamente.
Se veía deslumbrante luego de ello. A pesar de no ser bueno en esto, las coas iban bastante bien. Metió el pastel en el horno y le dio su tiempo medido, concentrado en su papel. El pastel consistía en que sería de fresa, ya que Bill odiaba el chocolate y no quería más pelea. Un hombrecillo vestido de azul chillante pasó de súbito por su ventana de la cocina y lo vio maniobrar, aventando bolas de nieve a todas partes dándole la espalda, hasta que recibió la suya propia, justo en la ventana de su casa, que se dispersó por toda ésta. Genial. Los ojos de Tom prendieron fuego como si fuera un infierno el que los inundara de manera rápida. Refunfuño como el pato Donald y de inmediato sacó la mano por su ventana, demandando le por qué le había echado eso a su casa.
—Oye, debes fijarte dónde tiras eso, loco. ¡Respeta lo ajeno, joder!—Le gritó sin pelos en la legua, sacando una de sus manos, alegando. El hombrecillo era nada más y nada menos que un niño, divirtiéndose y jugando al lado de sus amigos. Pero entonces al menor se le acumularon unas lágrimas en sus ojitos y se fue corriendo, al tiempo que de seguro gritaba mamá. No podía ser más odioso.—.Estúpida gente y su tonta navidad, bla, bla, joder... —Tom empezó a tomar el mismo carácter de un gilipollas que acaba de ser agredido.
Entró con tranquilidad a su pequeña casa otra vez y no desistió en seguir haciendo un intento por someterse a hacer ese tipo de cosas, que tampoco era tan experto. Porque era malo haciendo comida, debía de admitir. Cuando se dio cuenta que empaparía su ropa nueva y de moda con esa horrenda comida, fue a un cajón y de allí sacó un mantel que puso alrededor de su cintura y torso, mientras profería maldiciones de todo tipo. Maldito mantel, era de un matiz rosa estúpido y navideño, pero era regalo de Bill…
Se fue a sentar y vio un programa gracioso de animalillos. Al fin no era algo al respecto de la estúpida navidad. Sus planes se vieron arruinados luego de ello.
El timbre de su casa sonó esta vez, dos veces y muy ligero. Dio otra una grave queja y se dispuso a caminar. Cuando estuvo frente a la puerta, allí estaba...
Oh por Dios.
Una de sus novias de la secundaria estaba justo en frente de él y la puerta de su maldita casa. Más visitas. ¿Qué debía decir o hacer?
—Eh, Shirley...—Ella le vio un poco desconcertada al notar su mantel y rió de lado, como si se burlase, provocando que Tom maldijera. Shirley Black era una joven extremadamente sonriente para su gusto, que siempre llevaba su pelo suelto y muy cuidado a los costados, de estatura enorme y ojos casi verdes.
Se notaba que siempre seguía siendo la misma chiquilla sonriente y popular.
—Hola, Tom—le saludó con una enorme sonrisa pintada en sus labios, tal como previó—.¡FELIZ NAVIDAD, QUERIDO!—Tom se sintió abrumado y sinceramente desconcertado, al sentir que la chica se echaba encima de él y le abrazaba adoptando una pose muy fuera de lugar y un comportamiento un poco...rarito.
—Hola. Ehmm—dio una leve mueca sin también estar seguro de corresponderle aquel "¡FELIZ NAVIDAD, QUERIDO!", mientras le daba unas palmadas en la espalda y ella le daba caricias a sus rastas y su masculina y ancha espaldar—.Uhmm, feliz navidad—Cuando él lo dijo no se pudo percibir el mismo entusiasmo en sus palabras—.Ahh, ¿por qué esa cara larga, Tomi?
—Yo...por nada. No esperaba tu visita...pero pasa, pasa, estás en tu casa—en realidad no quería pronunciar esas palabras y no se esperaba decir más "pasa, pasa, estás en tu casa" aparte de lo que le diría a sus amigos y novio.
—Ay, gracias, Tomi.—Pero de repente otra chica entró al lugar.
Era Samanta Black, la gemela de Shirley. Había sido también su compañera de antaño. Y se vio obligado a dar otro saludo a la gemela menor, el único rayo de esperanza era saber que ella era más tranquila y callada. Toda la vida le había gustado anteriormente más que Shirley, a pesar de ser idénticas. Aunque ahora con Bill, ¿cómo podría babear por otra persona?
—¡Samanta!—Ella apenas elevó su mano y le saludó con una risa tímida—.Hola, ¡Feliz navidad!
—¡Feliz navidad, Tom! Tanto tiempor13;le dio un abrazo y un beso en la mejilla izquierda y él en la contraria. Le encantaba su voz tan suave y pasiva, a diferencia de Shirley que casi hablaba como lora. Ambas chicas le dieron un regalo de parte de las dos. Tom tomó el regalo en sus manos con enorme pena.
—Gracias. Siento no tener uno para vosotras.
—Puf, no importa. No te preocupes—dijo la chica más atrevida y movió su mano como quien le resta importancia a las circunstancias. Tomó asiento teniendo muy en cuenta y en serio aquel "estás en tu casa" ya que eso daba a entender al sentarse sin dignarse a pedir permiso.
Tom solo la vio, y luego la otra chica se sentó también pero claro, pidiendo permiso. Luego de hablar un momento y estar escuchando y recordando viejos tiempos con fotos viejas de Tom, él seguía sin recordarse de nada. Bueno, no había sido tan despreciable su visita luego de todo lo que tenía que pasar. Y es que no entendía, pero poseía mala suerte o algo por el estilo que siempre a él en esa fecha le sucedían las peores cosas, especialmente en esa ocasión que no dejaba de darle más "regalos gratos”.
—Tal vez deberías ser menos amargado, Tom.
—Sí, quizá por eso te pasan esas cosas—secundó Samanta.
—No lo creo—resolvió el único chico, con simplicidad.
—Apenas tienes unos adornos, ¿por qué no haces algo más grato y habitable?
—Bueno...r13;Se rascó la cabeza Tom—.No lo sé. No soy bueno decorando, ya sabéis.
—Jum, Tom. Te podemos ayudarr13;chilló la rubia gemela mayor.
—No lo creo.
¡Qué difícil era negociar con este hombre! Y es que Tom sólo esperaba a su novio y a nadie más. De seguro llegaría como un príncipe con su piel blanquecina y aterciopelada, sus ojos siendo devorados por ese maquillaje que tanto le caracterizaba. Oh Dios. Un ángel...pero quién sabía si estaba enojado por su comentario.
———
¿A caso era emocionante hablar sobre su estúpida mala suerte? Claro que no, joder...
—Y recuerdas la vez que Tom se la pasó toda la navidad metido en su cuarto sólo porque no quería comer pastel—contaba Shirley, siempre de bocona. Pero las dos reía, que claro, eso era lo más importante—.Ja, ja, ja...Pobre Tomi.
A Tom una cosa le decía que ambas chicas le estaban tocando los huevos, pero si Shirley persistía, no se rendiría.
—Oye, Tom, ¿siempre has sido un Grinch dos?
—No jodan—le gruñó a ellas sin poder contenerse, mientras intentaba ver un poco de la televisión.
Sólo se transmitía una estupidez de navidad, otra vez, en su canal preferido.
—Jum, a mí me parece que sí. Por poco y no tienes la piel verde y peluda—rió con gracia Samanta. Al parecer se le había ido la timidez.
—No soy Grinch—protestó el rastudo, ya harto de sus bromas.
—Claro que sí. Siempre haces todo mal. Grinch dos, Grinch dos—y una música se formó en los labios de la tontuela gemela mayor, pues quería burlarse de su amigo y ahora tenía una oportunidad.
—Grinch dos, Grinch dos—cantó la otra chica, frustrando a Tom más de lo natural.
Su pensamiento fue mejor otro. Al día siguiente tendría que ir a darle una visita a su madre. Tampoco era de su gusto, pero comerían en familia y tal vez por fin tenían la oportunidad de presentarse como novios oficiales. Era sinceramente el mayor deseo de él. Saber que todo retomaba caminos más serios, y que por fin serían muy felices sin inconveniente alguno. Sólo ellos dos y nadie más.
De repente un sonido en la cocina le avisó a Tom algo no tan bueno. Se asustó mucho y fue corriendo al instante a la estancia humante y que retomaba un papel detalladamente muy feo.
—Ah, el pastel—gritaba como loco, como si fuera su mismo fin, moviendo sus manos para no ser quemado. El pastel se había ido a la mierda, ahora no habría nada y cada vez se sentía más mierda.
Las chicas escucharon obviamente los gritos de Tom y sin dudarlo fueron a ayudarle. Lo vieron agachado y tomando el pastel con mucha dificultad. Ambas se miraron confidencialmente y rieron apenas, para luego proceder a echar una mano.
—Espera, Tomi, shh, dejar—dijo una, Samanta, tomando un manto para coger ella el pastel, y pegándole en una de sus manos suavemente de modo que dejara el pastel en sus manos.
—Esto es trabajo para mujeres—le aconsejó Shirley, con gesto de advertencia y ayudando a su gemela.
Tom asintió, sintiéndose un poco humillado. Y se retiró, porque ellas simplemente se lo demandaron. Después de todo no era bueno en esas cosas. Mejor. Cuando estuvo en su sala tomó puesto y sin poder evitarlo, un feo pensamiento abordó su cabeza e hizo caos. Cuando Bill legase, ¿qué sería de su vida al ver a esas mujeres allí en su casa? Se suponía que era un día familiar, no que llegasen más personas que ni al caso. Empezó a sobarse la cabeza y a sentir pánico, pánico del real. Sí, estaba muerto. Su novia anterior, una chica que siempre le gustó, sus amigos y su novio actual, seguro que no era el resultado de una buena combinación. No, señor.
Quizá, quizá...si tan solo Santa existiera su deseo fuera. Oh no, demonios. Ese pensamiento otra vez. Claro que no. Santa era otra de unas cuantas patrañas de navidad.
———
Hace unos minutos Georg y Gustav habían llegado, pero hacía falta todavía Bill, quien no salía de su cabeza.
Los G´s hacían bromas por aparte y las gemelas Black seguían sumidas en la comida. Todo parecía indicar ir en orden. Se sentía como anfitrión, el cual está abatido y un poco abrumado. Definitivamente odiaba navidad. Había un poco de música navideña que ambientaba el lugar, aun así no podía estar del todo tranquilo.
—Noche de Paz, noche de amor. Todos duermen en derredor entre los astros que esparcen su luz, bella anunciando al niñito Jesús. Brilla la estrella de paz, brilla la estrella de paz—coreó Shirley con su tono horrible y que abrumaba.— Todos hacían muecas por eso, pero ella ni se daba cuenta.
—Bien, la cena está lista—gritó Samanta, haciendo oír su voz por toda la casa.
Una chispa de desespero le resolvió a Tom que estaba sumamente irritado porque su novio no hacía acto de presencia. ¿Dónde estaba? ¿Dónde?
—Pero hace falta Bill—razonó Georg, en lugar de Tom.
—Sí—le dio la razón esta vez Gustav, con tono suave.
Shirley se notó un poco molesta ante ello. ¿Quién era ese tal Bill de todos modos para ella?
r13;Joder, lo llamaré... Todos se vieron preocupados, sin objetar nada. Tom salió de su casa y fue al jardín donde estaba a la deriva gracias a esa nieve tan densa que llovía.
Una leve preocupación le inundó al darse cuenta de semejante cosa. ¿Y si Bill había sido atacado por una de esas oleadas de nieve? No, eso era imposible.
Marcó el celular con nerviosismo y notó cómo sus manos temblaban en el proceso. Nadie respondía, y el tiempo corría como esa nieve que le golpeteaba en el rostro de manera violenta como si quisiera derribarlo. Llamó otra vez, y el celular seguía sin ser contestado.
La aflicción le embargó. ¿Acaso esto era producto por ser un Grinch anti—navidad y su novio las estaba pagando? Pero tampoco podía dejar de odiar navidad simplemente de un momento a otro. …l seguía haciéndolo, ahora sobre todo al saber que su novio no llegaba y todo se ponía feo. Empezó a correr con extrema rapidez y preocupación por las calles de ese pueblito alegre y tranquilo, que ese día se encendía a lo máximo. Los pies ya no le daban para más, se detuvo en un lugar donde se vendía café y había un enorme cartel que decía: "La navidad es para estar en familia, compartir y amar" y al tradicional viejo regordete y barbudo, vestido de rojo chillante, repartiendo publicidad sobre el tema. Fue ver aquello y más tristeza se hizo soberana de su agitado cuerpo. Se empezaba a arrepentir de decir que las navidades eran para estúpidos, que no servían y eran nada más un día del año como cualquier otro. Quizá todo este tiempo estuvo equivocado. …l se sentía muy preocupado, sin embargo, más allá todo se tornaba alegre. Había gente cantando villancicos alrededor de un gigante árbol de Navidad y muchas personas alegres. Niños, adolescentes, adultos y muchas cosas, moviéndose en toda su extensión. Pero su novio, ¿qué se había hecho? No respondía, y daba señales de vida. Quizá fue por haberle dicho semejante cosa en la mañana. Y se había enfurecido. Se maldijo y por un instante creyó estar teniendo una pesadilla horrible.
Notas finales:

Lo sé, lo sé. A nadie le gustó, todo como que sucedió a la ligera, pero la idea sólo llegó, la escribí rápido ahora mismo y tan, tan...u.u pero quería hacer mi especial de navidad y ya. La verdad que ni estaba segura si subirlo estaba bien T-T 

Mañana dejó la segunda y última parte. 

Feliz navidad, personas. Que se la pasen bien y sus deseos se hagan realidad el año que empieza dentro de muy poco

Saludos! 


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