Las calles estaba teñidas de blanco, el aura navideña había inundado cada rincón de la ciudad. Incluso cuando no era una festividad propia de Japón, me agradaba ver las calles adornadas y a las personas con un espíritu más alegre. Pensaba que sería magnífico si él estuviera junto a mí en aquel momento. Pero bueno, las cosas no son siempre como uno las quiere y las circunstancias que lo alejaban de mí en aquel instante eran demasiado fuertes como para trascenderlas.
Me daba un poco de envidia ver a las demás parejas caminando tomadas de la mano, compartiendo su calidez. Yo por mi parte debía conformarme con usar guantes para que mis dedos no se congelaran.
Decidí volver a mi apartamento, a pesar de que me agradaba caminar mientras nevaba ya estaba haciendo más frío del que podía soportar.
Saludé al conserje al ingresar al edificio, en realidad me daba un poco de lástima que él tuviese que trabajar en un día como aquel, sabía que tenía dos hijos pequeños y una esposa a la cual amaba con todo su corazón y estaba seguro de que él hubiese dado lo que fuera por estar junto a su familia aquel día. Él correspondió mi saludo con una gran y sincera sonrisa, deseándome una feliz navidad. Desde lo más recóndito de mi ser lo admiré, pues aun contra todo lo que ocurría él continuaba sonriendo.
Subí en el ascensor, y al llegar a mi piso deslicé la tarjeta de modo que la puerta se abrió. Entré y me quité el abrigo. Me reconfortaba estar en casa y sentir la calidez de mi hogar. Caminé por el pasillo y me metí a la cocina. Preparé un poco de chocolate caliente, una costumbre en mí cada vez que tenía frío. Cuando ya estuvo listo vertí un poco de chocolate en un tazón y me dirigí a la sala de estar. De seguro estarían pasando una película buena en algún canal.
Al cruzar el umbral que separaba el pasillo de la sala trastabillé, pues no podía dar crédito a lo que mis ojos estaban viendo.
- Bienvenido a casa amor
Sonreí gratamente sorprendido al ver a mi novio recostado en el sofá, pues se suponía que en aquel mismo instante debía estar junto a su madre enferma.
- Kai, ¿qué haces aquí? - pregunté emocionado dirigiéndome hacia él, para luego inclinarme un poco y besar sus labios.
- Tenía muchísimas ganas de pasar esta navidad contigo
- Pero, ¿y tu madre? ¿cómo está?
- Ella se encuentra bien. Fui a visitarla ayer, pero por suerte llegó papá así que él se está encargando de cuidarla
- Me alegro mucho - respondí, tomando asiento junto a él.
- ¿Dame un poquito? - me pidió refiriéndose al chocolate.
- Por supuesto amor - besé su mejilla y le pasé el tazón, dejando que tomara un poco.
- Está caliente
- Es que acabo de prepararlo
- Claro - sonrió.
Rodeé su cintura con uno de mis brazos y recargué mi cabeza en su hombro. Ya no tenía nada que envidiarle a las parejas que paseaban allá afuera, pues el chico al que más amaba estaba junto a mí.
- ¿Sabes? Cuando venía viajando desde la casa de mis padres vi una tienda muy linda en la que vendían chocolates. Pensé en ti, así que compré algunos
- ¿Y los trajiste ahora mismo, o los tienes en tu casa?
- Los traje
Se deshizo de mi agarre y buscó en su bolso, sacando luego una caja llena de bombones artesanales de distintas formas y colores.
Tomó uno de ellos y sonrió.
- Di “ahh” - Solté una risita y abrí mi boca, dejando que él me diera a probar del chocolate. - ¿Está rico? - preguntó. Lo tomé del mentón y comencé a besarlo separando mis labios, para que así él pudiese degustar el sabor del bombón. - Mmm, sí, está rico
Fue él quien se comió el siguiente bombón, y una vez más lo besé para probarlo. Seguimos jugando así entre risitas nerviosas, provocando que mi tazón con chocolate caliente pasara a segundo lugar. Ya pasado un tiempo, el inocente juego se nos salió de control y terminamos besándonos apasionadamente, recorriendo con nuestras manos el cuerpo ajeno.
- Shou, ¿por qué no me llevas a tu habitación? - preguntó con una voz melosa.
¿Cómo podría negarme yo ante tal petición?
Lo jalé del brazo para que se levantara del sillón. Pasó sus brazos por mis hombros y mientras nos besábamos lo guié a mi dormitorio.
Se recostó en la cama con una sonrisa sincera. Kai podía ser tierno incluso en esos momentos, tanto que me dejaba sin palabras. Comencé a quitarme la ropa ante su mirada, intentando hacerlo lo más rápido posible. Cuando ya estuve en ropa interior me puse sobre él, besando dulcemente sus mejillas para bajar por su cuello y arrebatarle la camisa que traía puesta. Acaricié y besé su torso, deleitándome con los leves jadeos que él dejaba escapar de su boca. Mordí con cuidado la piel de su abdomen, desabrochando luego la pretina de sus pantalones.
Volví a preocuparme de sus labios, lamiéndolos y mordisqueándolos levemente. Él soltaba risitas leves, al tiempo que acariciaba mi rostro. Me giré dejándolo sobre mí. Me besó tiernamente, y me di cuenta de que su boca aún sabía a chocolate.
Dirigió una de sus manos a mi entrepierna, para luego comenzar a acariciar aquel lugar mientras me miraba a los ojos. Estando con él de aquella forma tan íntima y pura me sentía como en un trance, era como si en aquel momento no existiese nadie más que él y yo en el mundo.
Me costaba cada vez más respirar. Me mordía los labios intentando tranquilizarme, pero al sentir su tacto recorriendo mi erección aquello no era para nada tarea fácil. Aún sobre mí se quitó su ropa, y sin soltar mi miembro llevó su otra mano hacia su entrada, preparándose con cuidado. Estiré mi brazo y comencé a masajear su hombría, ayudándolo a llevar mejor la incomodidad que le provocaban sus dedos, los cuales profanaban aquel lugar.
- Shou… estoy listo - me dijo.
Nos metimos bajo las mantas, quedando yo entre sus piernas. Rodeó mi cuello con sus brazos y comencé a penetrarlo teniendo cuidado de no hacerle mucho daño.
- ¿Está bien así o quieres estar arriba? - le pregunté.
- Ahora mismo prefiero que tú seas quien se mueva
- Entendido
Me moví suavemente unas cuantas veces, con el objetivo de que así su cuerpo se acostumbrara. Kai gemía realmente gustoso, así que comencé a embestirlo más fuerte. Ya habíamos llegado al punto en el que ninguno de los dos podía controlar sus jadeos y el movimiento de su cuerpo.
Teniéndolo tan cerca de mí incluso era capaz de escuchar sus latidos, así como escuchaba también los míos. Acerqué mi rostro al suyo, dejando nuestros labios a una corta distancia. Sentía su cálido aliento dar contra mi boca, pero estaba seguro de que si lo besaba se me acabaría el aire.
- ¡Ah! Shou, no aguanto… ¡Dame m-más! - rogaba Kai con una voz erótica y suplicante.
Yo tampoco podía soportarlo más, sentía que me correría muy pronto. Intenté moverme más rápido, apenas aumentando el ritmo de las embestidas. Me di vuelta dejándolo sobre mí, dándole la libertad de llevar su propio ritmo.
Se aferró al respaldar de la cama y comenzó a mover sus caderas casi frenéticamente. Se inclinó besando mis labios, dándome a probar de sus saliva. Tomé su miembro entre mis manos y lo masturbé. Arqueó su espalda y gimió mi nombre mientras se corría. Sentí como su entrada se contraía, era tan exquisito. Aproveché aquello para embestirlo más fuerte y por fin terminé en su interior.
Dejó caer su cuerpo sobre el mío, intentando normalizar su respiración tal como yo lo hacía. Luego sonrió y comenzó a darme cortos besos en los labios.
- Te quiero mucho Shou - dijo sonriente.
- Yo también amor
Nos acariciamos con dulzura un ratito bajo las mantas, dándonos besos y diciéndonos “te amo” el uno al otro.
- Kai, ¿vamos a dar una vuelta?
- No quiero, tengo sueño - respondió abrazándome.
- Pero allá afuera se ve todo muy lindo. Me gustaría pasear contigo, aunque fuesen unos minutos
- Tengo frío
- Bueno - me levanté y comencé a colocarme mis prendas. - Tú te quedas en casa y yo voy solo, ¿sí?
- ¿Eh? ¿Me quieres dejar aquí?
- Tú no quieres salir
- ¡Eres tan injusto! - se sentó al borde de la cama, justo enfrente mío. -Sabes que si haces eso yo soy capaz de acompañarte a cualquier lugar
- Lo siento - lo tomé del rostro y deposité un beso en sus labios - Odio hacerte esto, pero al menos sé que cumplí mi objetivo
Entrecerró sus ojos totalmente disconforme, pero finalmente limpió su cuerpo y comenzó a vestirse.
Ya con toda nuestra ropa puesta y lo suficientemente abrigados como para no coger un resfriado, salimos a la calle.
Mientras caminábamos por un parque tomé su mano. Me di cuenta de que junto a él todo lucía más esplendoroso y hermoso.
- Tendrás que hacer algo por mí luego - dijo - Me obligaste a venir aquí, aun cuando no tenía ni la más mínima intención
- Haré lo que sea por ti - sonreí y besé su mejilla, provocando que se sonrojara. ¿Un novio tan lindo y perfecto como él podía ser real?
- Tonto, estamos en la calle
- Pero incluso así no te importa que te tome la mano, ¿verdad?
- Eso no… supongo que es más normal de ver
- ¿Y un beso? - me puse frente a él tomándolo de la cintura
- Shou, te ruego que no hagas esto aquí
- ¿Por qué?
- Los demás nos pueden ver. Somos hombres, y más encima adultos… ya no estamos en edad de hacer esas cosas
- Yo no lo pienso así, ¿y sabes por qué?
- No lo sé - respondió desviando la mirada.
- Es porque te amo
Le sonreí, provocando que él también sonriera.
- De acuerdo, me convenciste
Pasó sus brazos sobre mis hombros y lo acerqué más a mí. Nos besamos bajo la nieve que caía. Una vez más, sentí como si sólo fuésemos él y yo en el mundo.
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