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Marimo de Navidad por Ori_aiko

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- ¡Pero Sanji…!- Usopp se levantó de la mesa mirándome con gesto de súplica.

- Pero nada.- le corte haciendo un movimiento seco con la mano en señal de que la conversación terminaba ahí. Le miré con las cejas alzadas, preguntándole sin palabras si lo había entendido ya o tenía que repetírselo a golpes. Pero no era el único dispuesto a darme problemas…

- Pero cejas,- intervino esta vez Franky, consiguiendo que dirigiera mi amenazante mirada hacia él- ¡no puedes decirnos que necesitas nuestra ayuda para un plan y luego negarte a explicárnoslo!

- ¡Eso!- exclamó el tirador aprovechando las palabras del peliazul- ¿Cómo quieres que te ayudemos si no sabemos de qué se trata?

Suspiré hastiado. No sé para qué abro la boca algunas veces. Me pareció tan buena la idea que se me ocurrió que no pude evitar decirlo en voz alta; fue un arranque de entusiasmo, pero tenía que haberme callado. Ese tipo de planes, cuanta menos gente los conozca, mejor salen.

- ¿Sabéis qué? Olvidadlo.- dije levantándome de la mesa- Es una estupidez, de todas formas no iba a salir bien…- mentí. Claro que iba a salir bien. Iba a ser perfecto. Pero era mejor mover los hilos en silencio y a oscuras sin que nadie lo supiera. Eso aumentaría muchísimo las opciones de éxito. Y mi plan tenía que salir bien.

Después de una larga sesión de quejas y algún insulto sin sentido por parte del capitán, dejamos el tema aparcado pero no olvidado; al menos yo no tenía ninguna intención de olvidarlo. Una vez zanjado, volvimos a centrarnos en la decoración navideña del Sunny. No podía evitarlo; cada vez que me lo imaginaba la malicia brillaba en mis ojos. Mis damas debieron advertirlo porque ambas me miraron un poco recelosas pero no dijeron una palabra.

Finalmente decidimos que Usopp y Franky se encargarían de construir los adornos y las luces necesarias ya que, obviamente no teníamos nada navideño. Chopper se ofreció voluntario para hacer adornos de papel con forma de copo de nieve después de echar una ojeada a un libro que Robin le había enseñado sobre la navidad y su temática. Brook se encargaría de ambientar la velada con música adecuada para la ocasión. Cuando todo estuviera preparado mis damas y yo colocaríamos todo en su sitio. En cuanto a Luffy… quería ser el catador oficial de comida navideña, a lo cual yo me negué rotunda y violentamente así que al final decidimos que lo mejor era que no hiciera nada.

- ¡Esperad!- añadió Nami-san antes de que la asamblea-para-preparar-la-navidad se disolviera- ¡Necesitamos un árbol de navidad!- ninguno nos habíamos acordado de ese pequeño detalle…

- ¡No te preocupes!- exclamó el cyborg- ¡Nariz y yo haremos un SUPER árbol de navidad!- se apuntó a sí mismo con su propio pulgar en señal de confianza mientras sonreía ampliamente.

- ¿Y por qué no hacemos algo diferente?- sugerí yo mismo exhalando el humo del cigarro que acababa de encenderme- Construir un árbol os llevará cierto tiempo… podemos ser un poco originales y utilizar uno de los mástiles como si fuera un árbol de navidad.

Todas las miradas se dirigieron hacia mí con extrañeza. ¿Es que uno no puede ser creativo de vez en cuando? Ahorraríamos tiempo y material y sería sin duda un árbol de navidad único en el mundo.

- ¡Me gusta como piensas, cejas!- Franky alzó ambos pulgares en señal de aprobación y tras agarrar a Usopp de la nariz se encaminó hacia el taller para empezar a trabajar. Chopper también se fue para comenzar a preparar los adornos de papel.

Luffy terminó por aburrirse al ver que no le dejarían ser el catador oficial de comida navideña e invitó al músico a pescar con él. Cuando los dos se marcharon de la cocina sólo quedábamos allí mis dos damas y yo mismo.

Comencé a recoger los platos vacíos del desayuno canturreando una alegre melodía. Cuando despejé la mesa me apoyé contra la encimera de la cocina y encendiendo otro cigarro observé a mis chicas que me devolvían la mirada en silencio. Les dirigí mi mejor sonrisa, como de costumbre aunque no dije nada. Ellas seme adelantaron.

- ¿Qué quieres que hagamos, cocinero-san?- me preguntó Robin-chan con su acostumbrada sonrisa divertida- Porque a nosotras sí nos vas a contar tu plan ¿verdad?

- Correcto.- afirmé tirando la ceniza con elegancia- Como esperaba de Robin-chan, siempre tan perspicaz.

- ¿Nos vas a contar de qué se trata o no?- inquirió mi pelirroja un poco molesta aunque yo sé que se estaba divirtiendo con la situación. Y más que se iba a divertir…

- ¡¡Nami-san es guapa hasta cuando es borde!!- no pude evitar dar vueltas sobre mí mismo de felicidad. Aunque tengo que reconocer que en ese momento había algo que me hacía más feliz que ver a Nami-san. La expectativa de ver mi plan realizado me daba ganas de saltar y gritar de emoción.

- Bien, antes de nada, Robin-chan, por favor, necesito que uses tus increíbles habilidades.

- Está en el gimnasio levantando pesas como si le fuera la vida en ello.- se adelantó mi querida morena que antes de que pudiera parpadear ya se había cruzado de brazos y hecho uso de su fruta del diablo. Eso era exactamente lo que iba a pedirle; que me dijera dónde se había metido el estúpido marimo.

- Perfecto mis damas… ahora empieza lo divertido.

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Luffy y Brook estaban en cubierta pescando o, más bien, intentando pescar algo porque no había forma de que los peces picaran. Pero no se rendían. Tampoco tenían nada mejor que hacer. Estaban concentrados en la pesca cuando oyeron unos pasos resonar tras ellos.

Nami pasó a su lado ignorándoles completamente y se adentró en la habitación de los chicos. No parecía muy contenta precisamente. Los dos pescadores se miraron extrañados pero decidieron no decir nada para evitar la reprimenda y posibles golpes de la navegante. Todos sabían que Nami era muy peligrosa cuando estaba enfadada…

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Nami maldecía mentalmente al cocinero mientras rebuscaba en aquel caos que los chicos llamaban habitación. Ella lo habría llamado pocilga y habría sido mucho más fiel a la realidad. Estaba realmente cabreada con Sanji por pedirle algo como eso y por poner una excusa tan pobre. “Yo tengo que pulir otros detalles importantes” había dicho el muy idiota. El caso es que a ella le tocaba hacer el trabajo sucio y nunca mejor dicho. Cuando todo aquello del “magnífico plan” de Sanji terminara, les obligaría a hacer una limpieza exhaustiva.

Después de unos minutos abrió un cajón y encontró lo que buscaba. Suspiró resignada y se preguntó por qué demonios Sanji le había pedido algo así. Porque en realidad todavía no les había explicado cual era el objetivo de su plan aunque sabían que tenía algo que ver con Zoro. “Todo a su tiempo” habían sido las palabras del rubio.

Examinó con la mirada el cajón y su contenido. Allí estaba toda la ropa del espadachín. Desde luego el peliverde no destacaba por su variedad. Prácticamente toda la ropa era igual. Se encogió de hombros y metió toda la ropa en una bolsa. Toda menos un par de prendas que el cocinero le había señalado específicamente. Volvió a cerrar el cajón y tras comprobar que no había rastro de su paso por allí se apresuró a abandonar la pocilga de los chicos llevando consigo la bolsa que había llenado con la ropa de Zoro.

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- ¿Qué estás tramando cocinero-san?- me preguntó Robin tras su taza de café.

- Aún no puedo decírtelo, Robin-chan.- la contesté ocultando mi emoción tras una misteriosa sonrisa- Por ahora necesito que hagas lo que te he pedido y me mantengas informado.

Al ver que respondía afirmativamente me levanté y comprobé la hora. Aún teníamos todo el día por delante. Me despedí de Robin-chan agitando la mano y salí de la cocina en dirección al taller de Franky, donde suponía que nuestros ingenieros particulares estarían trabajando.

Cuando llegué allí lo comprobé. Ambos estaban enfrascados en la construcción de los adornos. Tengo que reconocer que su trabajo fue soberbio. Usopp se estaba encargando del diseño y Franky se ponía manos a la obra en la construcción.

- Currantes.- les llamé vagamente mientras entraba en el taller intentando no pisar nada de lo que había esparcido por el suelo- ¿Qué tal vais?

- En un par de horas estará todo listo.- respondió el tirador con una sonrisa colocándose el lápiz detrás de la oreja.

- Perfecto.- me froté las manos mentalmente, porque si lo hubiera hecho físicamente habría sido demasiado sospechoso- ¿Habéis pensado en lo del árbol?

- Si…- respondió Franky interrumpiendo su trabajo- las luces irán enrolladas alrededor del mástil de proa y los adornos y todo eso… los pegaremos o clavaremos de alguna manera.- Me fijé en que el cyborg no parecía muy convencido con la idea de clavar nada en el barco.

- ¿No crees que hay otra forma más fácil de hacerlo?- le pregunté pensativo. Él me miró interrogante y con cierto tono de desafío en su mirada. Lógico; el ingeniero era él, no yo- Las luces están unidas por un cable ¿no?

- Obviamente.- respondió Usopp.

- ¿Pues por qué no simplemente colgáis los adornos del cable?- hablé con seguridad pues me parecía tan obvio que no sabía cómo no se les había ocurrido- Así sólo habrá que enrollar el cable en el mástil y estará todo hecho.

Los dos se miraron con la mandíbula desencajada unos momentos y Usopp se golpeó la frente con la palma de la mano. Al parecer no habían caído en esa solución…

- ¿Desde cuándo eres tan listo, cejillas?- me preguntó Franky con sorna.

- ¡Je!- la risilla me salió sola. Me lo ponían demasiado fácil- Desde siempre, robocop.- respondí devolviéndole el “cumplido” antes de dejarles trabajar a solas.

Cuando regresé a la cocina Nami-san ya había vuelto y me fulminó con la mirada, resentida. Me lanzó a la cara la bolsa con la ropa del marimo y yo le respondí con una sonrisa amable y le di las gracias efusivamente. Intenté besarle la mano como el caballero que soy pero me gané un golpe en la cabeza así que desistí de volver a intentarlo.

- ¡¡Eres la mejor, Nami-swan~!!- le agradecí de nuevo obteniendo como respuesta otra mirada asesina- ¿Alguna novedad, Robin-chwan?

- Calculo que le queda alrededor de una hora.- sonreí al escuchar su predicción. Tiempo más que suficiente. Me despedí de mis damas agitando la bolsa alegremente y desaparecí de la cocina dispuesto a continuar con mi plan maestro.

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Imbécil, imbécil, imbécil, imbécil…” Ya comenzaba a sentir la quemazón en los pectorales “…imbécil, imbécil, imbécil” Aquel día Zoro levantaba sus pesas con especial furia. Aquel día en vez de contar las cargas con números, como solía hacer, contaba imbéciles en honor al cocinero. Creía que ya iba por los 6500 “imbéciles”. Pero el entrenamiento no le estaba resultando tan satisfactorio como de costumbre. Tenía la cabeza tan ocupada pensando en el imbécil que no podía concentrarse bien en sus ejercicios.

Finalmente dejó las pesas en su sitio y se secó  el sudor con una toalla. Se pasó la mano por la frente en un intento de relajar los músculos. Había estado tanto tiempo con el ceño fruncido que le dolían las cejas.

Y es que el espadachín no alcanzaba a comprender por qué el cocinero pervertido se lo tomaba todo tan a pecho. No le había hecho una ofensa tan grave. Al menos no lo suficiente como para dejarle sin comer.

Suspiró resignado y se dejó caer en el sofá. Se colocó el antebrazo sobre los ojos cerrados intentando pensar con calma. Nunca sabía cómo tratar con Sanji después de esas situaciones. Normalmente, tras las peleas verbales, una parte de él quería pedirle disculpas al cocinero pero su enorme orgullo se negaba a hacerlo. Tal y como había dicho él. Y era algo que sólo le pasaba con el maldito rubio. Cuando se trataba de Sanji su orgullo y su vanidad crecían hasta límites insospechados; era algo que no podía explicar.

Con el resto de la tripulación no le ocurría; si era con cualquier otro de sus nakama podía admitir que estaba equivocado; podía llegar a ceder. Pero no con el cocinero.

Quizás fuera a causa de las peleas constantes; quizás se habían acostumbrado tanto a competir que cada conversación y cada acción se convertía en una batalla de egos. Ambos siempre a la espera de superar al otro, de quedar siempre por encima fueran cuales fueran las circunstancias. Cuanto más lo pensaba, más se convencía de que ese tipo de relación no podía ser sana. Al menos no lo era para su mente. Alimentar su ego a base de discutir con Sanji no le reportaba nada bueno. Pero simplemente, no podía evitarlo.

Se levantó por fin y puso rumbo al baño. Necesitaba una ducha caliente para relajar los músculos.

De camino hacia allí le extrañó la calma del barco. ¿No tenían tantas ganas de celebrar la navidad? No había quien les entendiera…

Cuando estuvo limpio y con la mente más despejada fue a la habitación llevando sobre su cuerpo nada más que una simple toalla que le cubría hasta encima de las rodillas. Al salir a cubierta vio que el imbécil del cocinero se había puesto a tender la ropa. Estaba lejos de él pero le oía silbar alegremente. Apretó la mandíbula al darse cuenta de que él era el único que se preocupaba por las discusiones que tenían. Él era el verdadero imbécil por darle importancia a su relación con Sanji…

Y al entrar en la habitación y abrir el cajón de su ropa todo el enfado que sentía consigo mismo desapareció; no, en realidad se proyectó en el pervertido de cejas rizadas pues, en cuanto asoció ideas se dio cuenta de lo que ocurría.

No hay ropa en mi cajón… el cocinero está tendiendo la ropa…” servido en bandeja de plata. Como una centella salió de allí llevando aún la pequeña toalla alrededor de la cintura y fue a enfrentar a Sanji.  Se iba a enterar el cocinero de tres al cuarto de quién era él…

 

Notas finales:

El plan de Sanji empieza a tomar forma... ¿por qué le habrá lavado la ropa a Zoro...? En el próximo capítulo nos espera un choque de titanes!! :3

¡Gracias por leer!


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