Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Verdad? por Bellyster Christien

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Un pequeño one-shot. Estos chicos son los protagonistas de una historia no yaoi que estoy escribiendo. Solo fue hecho hace mucho tiempo en un rato de ocio. Gracias por leer.

-Juguemos algo. –Propuso Allen con una sonrisa traviesa curvando sus labios.

-¿Que propones? –Das siguió sus movimientos atentamente. El pequeño se levantó del piso y se sentó sobre sus piernas enroscando los brazos en su cuello.

-Verdad o penitencia. –Dijo.

Das rio alzando una ceja.

-De acuerdo… Pero yo comienzo. –Aclaro. –Y no hay límites.

-De acuerdo.

Allen se levantó y se sentó en el piso con las piernas cruzadas. Un instante después, Das hiso lo mismo. La puerta estaba cerrada con pestillo así que no había porque preocuparse por ella. El pequeño parecía ligeramente nervioso, pero decidido. Das pensó un momento antes de comenzar.

-Verdad o Penitencia? –Pregunto.

-Verdad. –Respondió casi de inmediato Allen, para comenzar con algo suave. No esperaba la pregunta que hizo Das a continuación.

-Cuéntame el último sueño húmedo que tuviste. –Pidió con aire risueño, atravesándolo con la mirada. Allen se sonrojo inmediatamente. –Y con quien fue, por su puesto.

-Como… ¡No puedes preguntar eso!

Das parpadeo sin inmutarse y sin dejar de sonreír.

-Que aburrido eres, ¿Ya te vas a echar atrás?

Allen capto el desafío y estrecho los ojos mientras contestaba.

-Fue…contigo. –Los ojos de Das se abrieron ligeramente. Ellos se habían besado y toqueteado un poco, aunque jamás habían llegado hasta el final, pero resulto evidente que era esa exactamente la respuesta que el moreno esperaba. Le instó a continuar con un gesto, Allen frunció el ceño, y respiro profundo antes de continuar. –Soñé que… Soñé que estábamos en uno de los salones, de noche, habíamos desactivado las cámaras, tu me empujabas sobre la mesa del profesor y me quitabas la camisa de un tirón y … -Agitó la cabeza y musito. - ¿Tengo que decirlo enserio? Sabes lo que pasa en esa clase de sueños…

Das le miró con mucha seriedad.

-Tienes que hacerlo, por supuesto. Quiero escucharlo…  y verte avergonzado.

Allen dejó que el cabello rubio le cubriera los ojos y bajó un poco la cabeza.

-Bien. –Dijo, por no darse por vencido –Me quitabas la camisa mientras nos besábamos, y después desatabas mi cinturón y  te agachabas para darme una mamada… -Miró de reojo el rostro de Das, que permanecía imperturbable. –Y luego yo lo hacia, y  tragaba todo eso… y después tu me volteabas contra el escritorio y bueno….Lo hacíamos.  Eso es todo ¿Feliz?

-Conforme, si. Por lo menos era activo en tu sueño. –Dijo con burla. –Tu turno.

Allen asintió, algo mas tranquilo. Volvió a mirarlo a los ojos.

-¿Verdad o penitencia?

-Verdad. –Dijo Das sonriendo aun.

Allen había pensado en empezar por una pregunta suave, pero no podía quedarse atrás.

-¿Qué imaginas o que miras cuando te masturbas?- Preguntó con voz inocentona.

Ahora fue turno de Das de sentirse incomodo, reflexionó su respuesta un par de segundos.

-La mayoría de las veces pienso en ti, pero a veces también hay otras cosas… Cuando pienso en ti son las fantasías más retorcidas, nos imagino en el despacho del señor Xione, en la enfermería,  en el patio… Me gusta imaginarte atado…

Allen trago saliva.

-¿Sadomasoquismo?

-Si. Desde que leí unos libros sobre ello no puedo dejar de imaginarlo.- Admitió avergonzado.

-¿Y el resto? –Trató de disimular que le molestaba la idea de que Das pensara el alguien mas.     -¿en quien piensas?

-En los chicos… Danny y Kei. Ya tienen catorce. Los eh visto besarse y comenzar a quitarse la ropa en frente de las cámaras antes de obligarme a cerrar el ordenador, pero aun así después los imagino haciendo ese tipo de cosas. Creo que es inevitable.

Allen asintió pensativo.

-Si, también eh visto cuando empiezan a emocionarse. El otro día fui a hablar con Danny para sugerirle usar un bucle o algo. En fin, tu turno.

Dasriel asintió e hiso la pregunta ¿Verdad o penitencia? Allen aun no estaba listo para ninguna clase de penitencia.

-Verdad. –Dijo.

Das volvió a sonreír, y Allen sintió un fuerte retorcijón en el estomago.

-¿Sientes deseos de que te tome ahora mismo?

-Te odio. –Musitó, acongojado, pero antes de que Das tuviera tiempo de decir nada respondió. –Si deseo que lo hagas. Mucho…Demasiado. Verdad o penitencia?

-Verdad. –Dijo Das. 

Allen le miró a los ojos.

-Nunca me lo has dicho…Y yo realmente quiero saberlo si tú quieres, es decir, ¿Tú…Me amas o es solo…?

Das inclinó la cabeza mientras las palabras morían en la boca de Allen. Se veía tan vulnerable en ese preciso momento. Su pregunta era difícil.

-…Te amo. –Dijo al final con una sonrisa. –A mi manera. Pero te aseguro que eres lo mas importante para mi en el mundo.-Allen le miró emocionado, casi llorando. –Verdad o penitencia?

-Penitencia. –Dijo Allen. Asintiendo con la cabeza.

Das apoyó la espalda en la orilla de la cama.

-Estas feliz, verdad? –Le  preguntó. –Tienes que obedecer lo que sea que te pida, recuerdas? Sin replicar.

Allen asintió.

-Bien, entonces… Mastúrbate para mi. Abre bien las piernas y muéstrame como lo haces.

-… ¿Para que?

Das sonrió –No debes sentir vergüenza de mi.

Allen miro a Das a los ojos y no pudo negarse.  Para estar mas cómodo se saco los pantalones y la ropa interior, se sentía avergonzado, mas aun al ver el deseo que se dibujaba en los ojos de Das, potente y lleno de fuego ardiendo mas allá de los limites que Allen imaginaba humanamente posibles.

Se sentó de frente a él, y poco a poco, sin mirar en su dirección separo las piernas para que el pudiera verlo.  Su miembro estaba erecto y resultaba casi doloroso. Puso sus manos sobre el y comenzó a moverlas, al principio lentamente, luego un poco mas confiado, respiraba agitadamente.

-Mírame.- Le dijo Das. Allen lo hiso, y estuvo a punto de correrse solo con ver la expresión con que le observaba. –Te ves bellísimo Allen… Déjame tomarte una fotografía.

Allen agitó la cabeza. – ¡No puedes! –Dijo, pero Das sostenía su celular ante el. Era demasiado. –…Esta bien… -Accedió. –Pero ni se te ocurra grabar.

Escuchó el sonido del obturador.

-Bellísimo. –Opinó Das. –No te contengas Allen, mira como aprietas los labios para no gemir. Las paredes aíslan el ruido, nadie te oirá.

-Ahh…Eres…un maldito pervertido…Das…

-Eso es, que obediente. Ahora córrete para mi amor.

Allen no supo realmente porque, pero apenas Das dijo esa palabra llegó al clímax y se corrió sobre su mano. Permaneció jadeante un minuto antes de mirar de nuevo a Das.

-Verdad…o penitencia? –Pregunto Allen cuando se hubo repuesto lo suficiente.

-Penitencia. –Canturreó Das.

-Acabemos con esto de una vez, quiero que me hagas tuyo.

El muchacho sonrió.

-Tus deseos son órdenes.

Das se inclinó hacia adelante y cruzo la distancia que los separaba, para unir sus labios en un furioso beso  demandante y lleno de sentimientos a punto de desbordarse. Nunca antes habían tenido tanto deseo de estar juntos como en ese preciso momento. El calor corría a través de sus cuerpos en oleadas feroces y descontroladas. Sus lenguas se entrelazaban y acariciaban tratando de apoderarse por completo de la boca del otro, se apartaron un poco y sus lenguas permanecieron unidas por un hilo de saliva, volvieron a encontrarse, y Allen bajo su mano hasta la entrepierna de Das. Fue recompensado por un ahogado gemido dentro de su boca. Das no tardo en hacer lo mismo y comenzó a masturbar a Allen, que al cabo de un instante estuvo tan excitado como el.

Se levantaron apenas para dejarse caer sobre la cama. Das se apartó y tomo un pequeño frasco de color blanco del cajón de su escritorio.

-Siempre preparado? –Inquirió Allen con tono burlesco, mientras Das se quitaba su pantalón y camisa en tiempo record.

-Llevo mucho esperando que te decidas, Allen. -Susurró volviendo a unir sus labios.

Al rosarse sus miembros arrojaron una oleada de electricidad a lo largo de todo su cuerpo. Se estremecieron jadearon y dejaron salir roncos gemidos.

Das se levanto y lo observo durante un momento. Luego volvió a besarlo con furia.

-Eres maravilloso…

Las caderas de Allen se arquearon buscando un poco mas de contacto. Y las oleadas de fuego se intensificaron, aumentando la temperatura y haciéndoles jadear. Das abandonó su boca mientras recorría su torso con las manos y comenzó a besar su cuello. Besar, lamer, succionar.

-Si haces eso… todos notaran las marcas. Hmmm- Allen cerró los ojos y se dejo llevar por la sensación de la boca de Das, alzo sus propias manos para acariciar su espalda. 

Sintió su aliento en el oído, cálido y sensual.

-Entonces márcame también. –Sugirió. – Así todos verán… -Mordisqueo el lóbulo de su oreja –Que nos pertenecemos el uno al otro.

Allen giró la cabeza para mirarlo a los ojos preguntándose si hablaba enserio, y su mirada volvió a dejarlo sin aliento.

-Si. –Dijo inclinándose y hundiendo su boca en el cuello de Das. Le mordió, casi como un vampiro arrancándole un quejido de dolor,  aunque sin hacerle daño realmente. Luego succionó hasta que la piel se torno ligeramente violácea. Entonces no pudo evitar reir.

-Que te causa tanta gracia? –Das alzó las cejas.

-Los chicos…Todos piensan que nos odiamos. Sera gracioso cuando se enteren….

-Se me ocurre una idea grandiosa.

-A si?

-Si. –Das volvió a besarlo y al apartarse de su boca comenzó a besar su pecho, al tiempo que estimulaba sus pezones con las manos, en forma de pequeños círculos. Era su manera sutil de decirle que simplemente se callara. Allen gimió cuando sus dientes reemplazaron una de sus manos, apresando el pequeño y frágil botoncito, y dándole una oleada simultanea de dolor y placer.

-Ahh!

Das lamió, regodeándose por el sonido de la voz del mas pequeño y el sabor de su piel.

Bajo besando suavemente su abdomen, Allen se estremecía hasta por el mas breve contacto, como si su cuerpo estuviera echo especialmente para responder a sus caricias. Llego a la zona mas baja de su abdomen y envolvió  su miembro con una mano, antes de alzar la mirada para ver su cara. Allen tenía el cabello rubio cubriendo la mayor parte de sus ojos, y pegado a su frente a causa del sudor. Sus mejillas estaban tan rojas que en cualquier otra circunstancia hubiera dicho que estaba ebrio, y sus ojos nublados por el deseo y la satisfacción, no podían apartarse de él.

Todo era como un mágico tejido a su alrededor, envolviéndolos. La cercanía, la intimidad, el conocimiento, las peleas, todos los años que llevaban juntos se resumían a eso. Una necesidad inhumana de tenerse el uno al otro de todas las formas posibles. De ser uno solo, quizás.

Dasriel solo podía pensar que lo deseaba todo de él, de esa maravillosa creación de la naturaleza que se estremecía bajo sus manos. Y Allen deseaba ser tomado de la misma manera, no necesitaban hablar, pues sus pensamientos se encontraban diluidos en aquel momento.

El miembro erecto de Allen fue cubierto por la boca de Das, que volcó su atención sobre el. Para Allen fue como si de pronto le hubieran arrojado al séptimo infierno, fuego y placer insoportables, un gemido mas intenso que los anteriores abandono sus labios, con la forma del nombre de Das. Lo tomaba todo en su boca, para, inmediatamente después, lamerle desde la punta a la base. Incluso dio suaves mordidas. Allen simplemente no podía soportarlo más.

Y como si hubiera podido escuchar sus pensamientos, Das se detuvo, se incorporó sobre el y volvió a besarlo. Sus lenguas se enzarzaron en otra furiosa batalla. Allen sintió su propio sabor en la boca, salado, mezclarse con la dulzura de Das. Cuando se apartaron, Allen abrió las piernas, mirándole fijamente, con los labios entreabiertos.

-Por favor…- Susurró.

Das ya ni siquiera podía sonreír, a pesar de que le recorría una euforia y una felicidad superiores a las que hubiera sentido nunca en su vida. Abrió el pequeño frasco blanco, y cubrió sus dedos con la resbaladiza substancia de su interior, lubricante.  Separo más sus piernas y cubrió con ello la estrecha entrada del muchacho, luego, sin dar ninguna clase de aviso, introdujo uno de los dedos. Allen reaccionó inmediatamente apretando sus labios y jadeando con brusquedad.

-Duele? –Preguntó Das, con una voz ronca, varios tonos por debajo de la usual.

Allen negó con la cabeza.

-Solo es algo extraño.

Introdujo un segundo dedo, y esta vez Allen si sintió algo de dolor, pudo verlo en su cara, sus nalgas se apretaron, y respiró tensamente durante un momento. Pero al cabo de un minuto le indico que podía continuar. Das movió los dedos en su interior en círculos y en forma de tijeras, dilatándole un poco mas antes de introducir el tercero, y repetir el proceso.

Allen tardo un poco mas en acostumbrarse en esa ocasión. Era doloroso y extraño, pero…

-Te quiero a ti… Das…

Das asintió, retirando los dedos y lamiéndolos un par de veces. Se acomodó entre sus piernas, guio con su mano su miembro hasta la entrada de Allen, que esperaba abierta para el, y empujo. Un grito escapó de los labios de Allen, y sus ojos se llenaron de lagrimas, pero no le pidió que se detuviera, y Das no lo hiso, hasta que estuvo dentro completamente.

La respiración de Allen era profunda, con los ojos cerrados. Se sentía tan lleno, y eso era sumamente agradable, aunque doliera. Para Das era casi irresistible la tentación de moverse, Allen era cálido y estrecho, le envolvía con un calor similar al fuego, y enviaba oleadas por todo su cuerpo…Estaba tratando de contener su deseo un poco mas, cuando Allen se medio incorporo para alcanzar su cuello, atraerlo hacia él y besarlo, al tiempo que comenzaba a mover sus caderas. Das comprendió, se acomodó sobre el, y comenzó a penetrarlo con largas embestidas. Al principio eran suaves, pero a medida que el beso se tornaba más apasionado, y el dolor era reemplazado por el placer, la necesidad vencía cualquier clase de prudencia.

-Mas…Ahhh!…Ahh! -Pedía Allen. Y Das no estaba en condición de negárselo. Sus caderas chocaban con un sonido sordo, sus gemidos se ahogaban en sus labios, sus brazos los apegaban entre si, fundiéndolos en uno solo.

A medida que el placer aumentaba hasta ser casi insoportable, solo podían pensar en ellos. No había ninguna otra preocupación, ningún otro misterio, ninguna otra prioridad. Ellos estaban solos en el universo, un universo de dos, que era a la vez cielo e infierno. 

Allen se derramó sobre sus vientres, arqueando la espalda con un grito lleno de significado, apretando su entrada, y arrastrando a Das con el, y las estrellas estallaron a su alrededor. Quizás, solo quizás, era aquella la verdadera razón, el verdadero sentido de la vida, existir únicamente para amarse.

Cayeron exhaustos uno junto al otro. Estaban acalorados, pero no querían apartarse, sucios, cubiertos de sudor y semen, pero no deseaban bañarse. La  unión que acababan de llevar a cabo había sido tan perfecta que su sentimiento de unidad todavía perduraba.

-Te amo Allen. –Dijo Das.

-Te amo Das. –Dijo Allen.

Permanecieron un momento contemplándose en silencio, sonriendo.

-…Verdad o penitencia?- Preguntó Das acomodándose contra el para dormir.

-Estas bromeando? –Allen no obtuvo respuesta. –Penitencia. –Murmuró. No recordaba haberse sentido así de cansado en toda su vida.

-Bien. –Dijo Das abrazándolo. –No me dejes nunca.

Y ambos sonrieron antes de dormirse.

 

Al otro día, Allen despertó primero. Se sentía curiosamente como flotando en una nube. Envuelto en una placidez única.  Despertó a Das que estaba aferrando su brazo con fuerza. Y el abrió los ojos a regañadientes.

-Allen… -De pronto sus mejillas se cubrieron de rubor y terminó de abrir los ojos. –Miró el torso desnudo del pequeño lleno de marcas y pareció mareado.

-Estas bien? –Preguntó Allen asustado.

Das negó con la cabeza, incorporándose.

-¿Por qué esperamos tanto?

-Bueno, creo que los seres humanos tenemos tendencia a la inseguridad en casos como este, sobretodo tratándose de una relación homosexual porque…

-Soy el hombre más feliz de la tierra… -Interrumpió. Lo tomo de la mano, se puso de pie y tiro de el hasta la ducha. –Estamos hechos un desastre…

 

La clase entera guardo silencio cuando entraron.  Caminaban lado a lado, sonrientes, y conversaban en voz baja. Sus manos estaban entrelazadas. Ignoraron las miradas de todos. Allen alzo la cabeza hacia Das y él le beso con intensidad en los labios para asombro de todo el mundo. Incluso sus respiraciones eran audibles en el silencio.

-¿Me llevaras a comer helados hoy? –Preguntó Allen.

Das le despeino el cabello y le guiño un ojo.

-Claro que si. Hablamos en el receso.

Y cada uno se dirigió a su lugar. Nunca habían visto a sus compañeros con tales caras de estupefacción. Pero no tenían amigos ni familiares con cuya decepción lidiar, era solo asunto suyo. 

Notas finales:

Si lo han leido completo, muchas gracias. Este pequeño ane-shot es la primera vez que escribo lemon, asi que no sean malos conmigo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).