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秘密 por nyanko1827

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Notas del capitulo:

Este One-shot ha surgido por una canción de Vocaloid cantada por Rin y Len Kagamine. Aquí el link por si queréis escucharla mientras leéis: www . youtube . com / watch?v=aQGf3O2JHoI&feature=related (sacad los espacios y listo~)

Advertencias: Lo que esté en cursiva son frases de la canción.

Disclaimer: KHR pertenece a Akira Amano-sensei~

秘密

Himitsu.


Aburrida, la vida en el cielo era tan aburrida que era mejor estar en otra parte. Si no fuese por cierto alvino que le divertía de vez en cuando, ya habría hecho cualquier cosa para que le expulsasen de este lugar. Pero claro, estaba atado ahí hasta que dios dijese lo contrario, y para que sucediera eso debería cometer algún pecado y de momento no sabía por cual comenzar.

El ángel en cuestión es, Mukuro, un ángel de orbes de distintos colores, uno era de un rojo profundo y el otro azul, con el cabello azul oscuro y peinado en forma de piña, que se divierte fastidiando y gastándole bromas a los demás, pero un día, una de sus malas jugadas hacia otro de su especie le salió mal y acabó en el mundo humano bastante herido.

Intentaba levantarse para poder curar sus heridas o para buscar refugio y no tener que quedar empapado por la lluvia. En uno de sus intentos de levantarse, notó como la lluvia dejaba de mojarle y al levantar la mirada se topó con dos orbes de color caramelo que le miraban con simpatía.

_¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte?– Le preguntó el dueño de esos ojos, quedó ensimismado, no sólo los ojos le cautivaron también lo hizo el dueño. Un joven en sus veinte, de cabellera castaña y alborotada, algo pequeño para su edad.

_Kufufufu, no necesito ayuda de nadie.– Le contestó sin apartar sus ojos de los del contrario.

_Yo no opino lo mismo, no pareces poder levantarte.– El mortal le tendió su mano libre para que la aceptase.

Mukuro miró la mano y a regañadientes acabó aceptándola y con ella, la ayuda que viniese de ese mortal. –Vamos,– el mortal pasó uno de los brazos de Mukuro alrededor de su cuello para que pudiese apoyarse y así poder caminar.

Llegaron a la casa del castaño y una vez dentro el mortal le guió hasta una habitación donde le ayudó a sentarse en la cama. –Espera aquí, voy a traer agua y paños para limpiar la sangre.– Le dijo antes de salir de la sala.

Mukuro se quedó observando todo a su alrededor, la habitación estaba adornada por una ventana y debajo de ella la cama donde estaba sentado, en la pared de enfrente estaba el closet junto a una estantería repleta de libros, en la siguiente un escritorio lleno de folios, sin duda una vulgar casa humana, no era nada en comparación a la suya.

La puerta volvió a abrirse dejando ver al mortal que le estaba ayudando. –Oya, oya veo que puedes verme,– dijo al acordarse en que posición estaba, él era un ángel y el otro un humano, en teoría no podía verle.

El castaño rió entre dientes, –No te preocupes, no voy a decírselo a nadie. A parte, no me creerían si dijese que he visto a un ángel,– le comentó con una sonrisa. –Por cierto, soy Sawada Tsunayoshi, aunque me llaman Tsuna,– el castaño se presentó.

Sin duda, ese mortal cada vez le gustaba más, no sabía si era por esa sonrisa que no parecía dejar su rostro o por el carisma que estaba mostrando, pero sin duda no pudo negarse a presentarse. –Rokudo Mukuro,– le dijo mientras se dejaba limpiar por Tsuna. Sus ojos dispares se posaron en el pequeño cuerpo del castaño observando que iba vestido de negro, un color bastante deprimente por la sonrisa que llevaba en su rostro. –¿A que se debe ese atuendo en tan lindo cuerpo?– Le preguntó haciendo que el mortal se sonrojase por el cumplido.

Apartando el paño del rostro de Mukuro, Tsuna le respondió, –He ido a visitar a alguien.– Le contestó con tristeza en su voz.

_Kufufufu, ya veo~ ¿Puedo saber quién es?– Le preguntó curioso, sin duda debía de ser alguien importante por causarle tanta tristeza al recordarla, y eso no sabía el por qué, le ponía celoso.

Tsuna mostró una sonrisa amarga, –Alguien a quien yo consideraba un amigo, pero que él no sentía lo mismo por mí.– Comentó antes de empezar a limpiarle sus brazos. –Sólo es suciedad, no pareces tener ninguna herida física que sea importante.– Le dijo sustituyendo la sonrisa amarga por una de alivio.

Mukuro no estaba conforme con esa respuesta, y el saber que no tenía ninguna herida importante no le mejoraba el ánimo, porque entonces debería irse antes de que anocheciera y no quería separarse del castaño.

Tsuna vio el rostro serio que puso el ángel, seguramente pensando en alguna cosa importante. –Aunque tengas heridas superficiales, será mejor que te quedes y descanses, así recuperaras más fuerzas. – Le dijo con ánimo y levantándose con el recipiente y el paño sucio. –Si giras a la izquierda está el baño y a la derecha la habitación de invitados y mi despacho, bajando las escaleras está el salón y la cocina. La casa no es muy grande, pero lo suficiente para dos persona.– Tsuna le señaló mientras abría la puerta para salir.

Mukuro asintió con la cabeza y le vio alejarse de la habitación sin cerrar la puerta, dándole permiso para que curioseara, y no se hizo de rogar. Con algo de dificultad se levantó de la cama, que ahora sabía que esta habitación pertenecía al castaño, y salió de la sala. Estuvo observando el segundo piso, que es donde ya estaba, y vio que en el despacho no podía entrar porque la puerta estaba cerrado con llave, no es que no pudiese abrirla, si quisiese podría hacerlo y sin despeinarse, pero ya que le había ayudado, respetaría la intimidad del castaño… o al menos esperaría hasta que el mortal estuviese durmiendo.

Luego fue a la habitación de invitados, era aún más vulgar que en la que estuvo anteriormente, en ella sólo había una cama situada debajo de la ventana, un closet y una estantería vacía. Nada del otro mundo, suspirando por la simpleza de Tsuna, Mukuro continuó su recorrido por la casa. El baño seguramente sería como todos, así que no iba ni a pasar por el.

Bajó las escaleras y fue cuando comenzó a oler algo delicioso, raro, porque teniendo en cuenta su constitución no debería sentir hambre. Dejándose guiar por el olor, Mukuro llegó a la cocina, donde estaba Tsuna con un delantal blanco cocinando lo que parecía ser comida occidental. Se acercó silenciosamente hasta quedar detrás del castaño y se apoyó su mentón en el hombro de Tsuna, haciendo que este se asustara y soltara un indigno chillido –¡HIIII!– Al voltear el rostro, Tsuna se encontró con que Mukuro esta sonriendo con diversión. –Mukuro-san no me asuste.– Le dijo con tono lastimero.

Sin duda, asustarle sería uno de sus pasatiempos preferidos, su aburrida vida acaba de mejorar un poco.

::0::

Los días pasaron rápidos, y Mukuro visitaba a Tsuna cada vez con más frecuencia y sus coqueteos eran cada vez más evidentes, pero claro, el castaño no los veía y eso desesperaba al ángel.

Uno de los días que fue a verle, vio a Tsuna con el mismo traje que la primera vez. Iba de negro y esta vez acompañado de otra persona, de una mujer de cabello castaño oscuro vestida también de negro para ser exactos, que se aferraba al brazo de su amor. Eso lo inundó de celos, Tsuna era suyo de nadie más, él era el único que podía acercarse de tal forma a él. Y no iba a consentirlo, Mukuro sacó un tridente y se acercó sigilosamente hacia los dos, con el único pensamiento de acabar con la mujer. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, observó que la castaña portaba un anillo de casada. Que el recordase Tsuna no estaba casado, pero para confirmarlo, Mukuro poso sus ojos en las manos del castaño y en efecto, Tsuna no portaba anillo.

Relajándose un poco, Mukuro hizo desaparecer su tridente y esperó a que la mujer se fuese de su lado, estuvo a punto de cometer algo imperdonable, algo que le habría costado la vida, matar a un ser humano por otro. La mujer tardó bastante en irse, no se despegaba del castaño y parecía ser que Tsuna tampoco quería separarse de ella.

Cuando al fin se fue, Tsuna se quedó un rato más, fue entonces que Mukuro lo aprovechó. Se acercó a él sigilosamente y agarrándole de la mano le tiró hacia atrás, haciendo que volteara el rostro y le mirase, y le besó. Fue un mero contacto, apenas y podía llamarse beso, pero fue suficiente para que Tsuna supiera que el ángel quería algo más que una simple amistad.

Sorprendido por el acto, Tsuna empujó a Mukuro y le miró horrorizado. Mukuro al darse cuenta de lo que había hecho, le sonrió y desapareció dejando tras de si una pluma de sus blancas alas. Cuando Tsuna quiso darse cuenta de lo que hizo, Mukuro ya no estaba.

Desde ese día Tsuna ya no había visto más al ángel, como un día cualquiera el castaño salió de su casa y fue al pueblo acompañado de la misma mujer castaña. Estuvieron viendo tiendas de ropa y viendo cual le quedaba mejor a ella. Sin que Tsuna lo supiera, esa escena estaba siendo observada por Mukuro, quien con celos en su mirada bicolor echó a volar y desapareció entre las densas nubes.

::0::

El dolor y la tristeza recorrían cada poro de la piel de Tsuna, había sucedido lo mismo que la otra vez, rechazó a alguien importante por miedo al que dirán. Siempre ha sido así, un miedica, un cobarde que no sabe que quiere o desea. Alguien que duda y huye de la realidad, muchos dicen que es alguien noble, que no puede existir mejor persona que él, pero que poco saben en realidad. Si supieran que por su culpa dos personas a las que amó se alejaron de él de una forma tan drástica, ya no pensarían eso.

Y pensando en su cometido, Tsuna llegó al lugar donde le conoció. El lugar donde todo empezó entre ellos dos, que ciego había estado. Y ahora se daba cuenta, cuando él ya no estaba, esta ya era la segunda vez que sucedía. Sólo quedaba empezar de nuevo, olvidarlo todo y venir a este lugar a recordarle, como hacia con el otro. Ya no le quedaba nada más.

_P-Perdón s-si i-interrumpo a-algo.– Dijo una voz saliendo de entre una de las calles.

Tsuna miró quien era y lo que vio le quitó el aliento. Era una mujer, con el mismo peinado que Mukuro, un ojo oculto bajo un parche y el otro de color índigo. Vestía un largo vestido de color morado y jugaba con sus manos por el nerviosismo. Pero lo que más le sorprendió fue su expresión, era tan parecida a la de él cuando se fue, una sonrisa que parecía más una mueca que otra cosa y el ceño fruncido por miedo al rechazo.

Tsuna le sonrió intentando calmarla. –No interrumpes nada, sólo mis pensamientos. Y debo agradecértelo, empezaban a ir donde no debían.– Le dijo alzando la vista al cielo, ella se agarró la tela del vestido y fue acercándose a Tsuna. –Por cierto,– la joven detuvo su andar. –¿Qué hace una joven como tu en este callejón?– Le preguntó depositando sus orbes acarameladas en la índigo de la mujer.

Ella bajó la mirada al suelo, observándolo como si fuese la cosa más interesante del mundo, –P-Paseaba y cuando escuché pisadas me acerqué… ¿y usted? ¿Qué hace por aquí?– Le preguntó devolviéndole la mirada.

El castaño sonrió con tristeza. –Recordando lo estúpido que fui en su momento,– le contestó.

Ella volvió a tomar su rumbo hacia él, acercándose lentamente hasta quedar delante de Tsuna. –¿Sucede algo?– Le preguntó extrañado por el comportamiento de la joven.

_M-Me llamo Dokuro Chrome, encantada.– Se presentó, mirándole a los ojos e intentando ser aceptada.

Tsuna se sorprendió, pero no dudó en contestar. –Sawada Tsunayoshi, encantado.–

A partir de ese encuentro hubo otros, cada vez se veían más hasta que un día Tsuna se le confesó. Esta vez no iba a cometer el mismo error que con las dos personas que le amaron y él al no saber como responder, desaparecieron de su vida. El único ojo de Chrome se inundó de lágrimas cuando escuchó la confesión, aceptando sin pensárselo dos veces, siendo una con la persona que amaba.

Los días pasaron y la relación de Tsuna y Chrome iba cada vez mejor, los dos estaban en una tienda eligiendo el vestido que llevaría la joven el día de la boda. En un momento de descuido, Tsuna se alejó de Chrome, dejándola sola observando los vestidos y volvió al poco tiempo.

_Chrome-chan,– la llamó, ella volteó a verle. –Es que no lo he hecho correctamente, así que…– Tsuna se puso de rodillas y abrió una cajita forrada enseñándole el contenido. Chrome puso sus manos encima de su boca y empezó a llorar. –¿Quieres casarte conmigo? Aunque técnicamente ya estamos comprando el vestido…– el monologo de Tsuna fue cortado por los labios de Chrome posándose en los de él.

_¿Eso a sido un sí?– Le preguntó cuando se separaron.

_¡Por supuesto!– Le dijo agachándose a su altura y abrazándole. –¡Te amo! ¡Te amo! ¡Siempre lo he hecho!– Le confesaba abrazada a él.

Tsuna le devolvió el abrazo, –Yo también, aunque no fueses la primera.– Murmuró sin que ella le escuchase.

::0::

Las cosas iban tan bien, todo era perfecto, iban a casarse, a formar una familia a estar juntos para siempre. Pero, el pasado siempre te persigue.

Tsuna estaba en su casa esperando a que Chrome volviese, cuando escuchó como alguien se le acercaba, extrañado por las pisadas, volteó a ver si era su amada que volvía antes, pero se topó con unos ojos violetas que le miraban con odio.

_Te lo has llevado, por tu culpa él está pecando.– Le dijo el hombre de ojos violetas y cabello tan blanco como la nieve.

El castaño le miró extrañado sin saber a quien se refería, y se sorprendió al ver unas alas en su espalda. El alvino levanto su brazo, apuntando a Tsuna con un arma. No le dio tiempo a reaccionar, todo fue muy rápido y cuando quiso darse cuenta ya estaba en el suelo ahogándose en su propia sangre. El ángel de ojos violetas desapareció una vez mató al hombre que causó el pecado del deseo.

Cuando Chrome entró en la casa se dirigió directamente a la cocina, sabía cuanto le gustaba a Tsuna cocinar y ella no se quejaba su comida era la mejor que había probado, y ahí fue cuando le vio. Tendido en el suelo, manchado por su propia sangre, estaba el castaño.

Estaba horrorizada, su amado, la persona a la que tanto quería, estaba muerta. Con un grito desgarrador, Chrome se acercó al cuerpo de Tsuna y le abrazó, llorando su pérdida.

Mi amado, la fría mentira. Voy a dar todo por ti como juré ese día. Mí pecado contra dios…

No podía dejarle morir, le amaba, lo había echo todo por él, no podía acabar así.

Todos mis actos de traición, serán pagados con mi muerte. Así que, voy a morir por ti…

Chrome besó por última vez los labios de Tsuna, mientras miles de lágrimas rodaban por su rostro. Cuando se separó los ojos de Tsuna se empezaron a abrir lentamente.

Creo que ese es mi destino.

Cuando los abrió del todo se sorprendió al ver a Mukuro delante de él, con esa sonrisa tan suya, acariciándole el rostro. Tsuna se incorporó y le miró atentamente, alargó el brazo para tocarle el rostro, pero Mukuro se volatilizó quedando sólo una pluma negra.

_¡Mukuro!– Gritó Tsuna agarrando la pluma y empezando a llorar, gritando una y otra vez el nombre de quien amaba y no volvería a ver nunca. Las imágenes venían a su mente, venían tan rápido que estaba confundiéndose.

Cuando se le confesó, los dos sonriendo y esperando a que llegase el día de la boda.

Estaban los dos, Chrome y él, la primera vez que lo hicieron, el placer que sintieron y las cicatrices en la espalda de Chrome.

El día en que los dos se conocieron y ella con timidez se le acercó, presentándose y así empezar su enamoramiento.

Un arma dentro de una caja de madera, una mano agarrándola y… Mukuro disparándose con ella, pasando a ser un ángel a un ángel caído.

Los ojos de Tsuna se abrieron ante la revelación, no podía ser. Le había tenido siempre con el, Chrome era Mukuro, y ahora por su culpa ya no estaba. Tsuna se levantó con la pluma negra entre sus manos y se dirigió a su despacho, abrió la puerta y la cerró con llave.

Se acercó hacia la mesa de roble que adornaba la sala y que encima de ella posaba una caja de metal, sacó una llave de su bolsillo y abrió la caja mostrando su contenido, un revolver plateado con las iniciales S.I. la cogió y apuntó a su cabeza. –Lo siento, Mukuro.–

Notas finales:

¡Moi, Moi! Mi primer 6927~ y voy y lo dejo con final abierto, jojojo. Bueno el como acaba… queda a vuestra imaginación porque no sé como acabarlo. Si queréis que Tsu-chan también muera adelante, matadle y si no pues nada le salváis y os imagináis el porque decide seguir viviendo. En teoría queda como One-shot, si me decido como acabarlo, pues o hago otro capi o a este le terminó con final cerrado, ya veré.

Sobre quien Tsuna visita… no se que personaje poner por eso no he puesto nombre, os dejo imaginar que sea quien queráis.

Himitsu – Secreto.

Bueno, quienes lean esto y estén leyendo también mis otros fic, os voy a decir que en mi profile está el estado de cada uno, para que no penséis que los tengo en pausa, ¡eso nunca! Lo que empiezo lo acabo, soy mujer de palabra.

¡Muchas gracias a los que leen pero muchísimas más a los que leen y comentan~!

Nos leemos.


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