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División XX10, Brigada X5 por sakuranbo_diru5

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Notas del capitulo:

Bueno, sí. 

Me presento con una nueva historia, ya que la otra "En un mundo de humanos y demonios" no está cuajando. Ni aquí, ni en mi mente. Así que he decidido probar suerte con esta otra, a ver qué tal.

 

Durante toda la noche la base había sido bombardeada y los únicos supervivientes eran él y el resto del grupo de maniobra. La guerra no es justa. La lluvia ayudaba a apagar el fuego, pero hacía que las cenizas y demás escombros se convirtieran en un oscuro lodo.

Estaban fuera de la base cuando sucedió todo, en una maniobra de entrenamiento, por eso sobrevivieron. Estaba de rodillas, mirando al suelo y con las manos detrás de la espalda; los vigilaban unos soldados, equipados con MP4 Carbine, a la espera de nuevas órdenes.

-¿Por qué no hacemos lo que diga el capitán y punto?-dijo uno de ellos.

-Dicen que esto es algo gordo, estamos esperando al brigadier.-contestaba otro.

-¿¡Al brigadier!? ¡Pero si también es el general de división!

-Pues imagínate lo que tenemos entre manos.

Jaejoong sabía que pertenecía a una de las divisiones más importantes de su bando, donde los científicos investigaban en nuevas armas y equipo; le costaba reconocerlo, pero al acabar con la base los otros habían ganado un gran punto a su favor. 

Escuchó el estruendo de una nave al aterrizar a unos metros de ellos.

-¡La nave del capitán! ¡Firmes!

Notó y escuchó a los soldados encuadrarse y guardar silencio. Cuando la nave hubo aterrizado se escuchó una compuerta abrirse y la pasarela extendiéndose hasta el fangoso suelo. El ruido metálico de unas pesadas botas delataba a más de una persona.

-¡Salve general de división Yunho!-corearon los soldados.

Había oído hablar de él, a pesar de ser joven había alcanzado y superado a otros mayores. Decían que era un gran estratega y aunque pudiera parecer un loco arriesgado sus elecciones habían sido acertadas. De todas formas su padre había sido un gran militar en vida, nada menos que general del Ejército, tal vez con otro apellido no hubiera llegado tan lejos. Pero por lo demás, jamás le había visto.

-¡Bajad la cabeza!-les gritó uno de los soldados, pero Jaejoong no hizo caso.- ¡Que bajéis la cabeza!

Alguien lo tomó por la nuca, hasta que su rostro tocó el suelo, la sangre de sus heridas mezclándose con el barro. A duras penas pudo ver unas botas que se paseaban frente a ellos, examinándolos.

-¿De dónde los habéis sacado? Parecen señoritas de un cutre burdel de pueblo. Informadme.

-No les hemos preguntado, general…-se atrevió a decir uno tras unos segundos de incómodo silencio.

-Ah, cojonudo, cómo se nota que sois de los que frecuentáis los cutres burdeles de pueblo. Capitán Bi, sus soldados son de lo mejorcito, por lo que puedo ver.

-Mis más sinceras disculpas, general.

-Veréis cómo sudaréis hasta sangre en las semanas que pase aquí.-les dijo.- En fin…Tú, infórmame ¿Cuál es tu rango?

-Cabo, señor.-era la temblorosa voz de uno de sus compañeros de equipo.

-Pfff, pues vaya. Siguiente.

-Cabo también, señor.

-Joder, estamos completitos ¿Eh?

Podía escuchar cómo se iba acercando. Uno a uno fueron contestando.

-¿Y tú? Que alguien me dé una alegría.-aquellas botas se pararon justo enfrente.

Jaejoong alzó la mirada, sin miedo hasta que clavó sus ojos en él. El general de división no tendría muchos más años que él, pero era cierto que imponía más que bastante. Llevaba la gorra y chaqueta con las insignias de acuerdo a su rango, y su lado izquierdo del rostro estaba surcado por una cicatriz; la evidente causa del parche en aquel ojo. Estaba parado enfrente, con los brazos cruzados, la cabeza en alto y la chaqueta colocada sobre los hombros.

-Teniente. Experto en armamento y equipo.-le contestó, aguantándole la mirada.

Yunho frunció el ceño, parecía ofendido por la actitud del otro.

-Alguien con huevos y algo de valor. A este nos lo quedamos. Te lo regalo, capitán. Para que luego no se diga que no soy generoso.-se giró en dirección al otro hombre.

Jaejoong sabía que era importante para ellos, no “un regalo”. Tenía conocimientos que les interesaban, pero aún dudaba que eso fuera bueno o malo.

-¿Y si no quiero?

La gente contuvo la respiración ante su atrevimiento. Si iba a morir de todas formas por qué no dejar claras sus pocas intenciones de colaborar. Yunho se giró sobre sus talones, para volver a mirarlo. Mentiría si dijera que no tenía el corazón a mil por hora y sudor frío por la frente y el labio superior. El general se agachó hasta estar paralelo con sus ojos, sin importarle que se estuviera manchando el pulcro uniforme. Extendió una mano, oculta por un guante de cuero negro y lo tomó por el mentón, examinándolo detenidamente. Parecía que estuviera buscando algo en sus ojos, tapados por los húmedos mechones de su flequillo. Daba la impresión que lo único que se movía eran las gotas que caían de la gorra de Yunho y la lluvia de su alrededor.

-¿Te da la impresión de que tengas opción a opinar?-su tono sonaba amable, pero no era más que una orden camuflada.- En la guerra no hay opiniones, ni ganadores, ni héroes; sólo supervivientes o cadáveres. Esa es tu única opción ¿Quieres que te mate ahora o quieres seguir luchando?

Jaejoong tragó saliva con dificultad. Nunca se había planteado el morir así. Por supuesto que cabía la oportunidad de ser herido de gravedad o dado muerte en batalla, pero jamás por medio de una pregunta.

-No voy a ponerte las cosas fáciles.-sonó más convencido de lo que estaba.

-Bien, porque no me gustan las cosas fáciles.-sonrió, haciendo que le recorriera un escalofrío.

Le soltó y volvió a ponerse en pie. Se dirigió al capitán, dándole una serie de órdenes que Jaejoong no llegó a escuchar, después volvió a subir a la nave.

-¡Todos salvo él-señaló a Jaejoong.- al campo de concentración!

Vio cómo los soldados obligaban a sus compañeros a levantarse y a caminar hacia otra nave más pequeña que había aterrizado nada más terminar el bombardeo. El capitán hizo un pequeño gesto con la cabeza y dos soldados tiraron de él, para que se pusiera de pie.  Después de aquello lo único que vio fue el interior de la nave brevemente, antes de ser encerrado en un calabozo poco más grande que un sarcófago. Era una de tantas formas de desmoralizar a los presos y torturarlos.

 

No sabía cuánto había pasado, pero cuando lo sacaron de aquella celda la luz de las fluorescentes le dañaba los ojos y quiso cubrirse, pero estaba esposado; así que entrecerró los ojos, para ver al menos dónde pisaba. Estaban en el puerto, sin duda parte de una nave mucho más grande. Lo lanzaron a una celda mucho más amplia, con una pequeña cama, que no era más que un colchón de espuma de cinco centímetros de grosor; que daba a un pasillo con más celdas.

-Saldrás de ahí para las comidas hasta nueva orden.-le dijo un soldado.

-¿Comeré con el resto? ¿Por qué?-preguntó, agarrado a los barrotes.

El otro se encogió de hombros.

-Órdenes del brigadier.

-¿El brigadier? ¿Y por qué no del capitán?

-¡Coño! ¿¡Y yo qué sé!? Te creerá de utilidad.-dicho aquello se fue.

Jaejoong suspiró y se dejó caer en la cama, sólo le quedaba esperar. Se tapó los ojos con el antebrazo, la luz aún le molestaba. Como bien había dicho Yunho la única opción que tenía era vivir o morir, y había elegido vivir. Estaba en una nave enemiga, tenía que idear un plan para salir de allí. Se dedicaría a estudiar los movimientos de los soldados y demás oficiales, rutinas, horarios; todo para hallar el momento adecuado en el que huir. Escuchó unos ruidos que venían del pasillo, alzó la cabeza y se acercó a los barrotes. Un joven limpiaba el pasillo.

-¡Eh, tú!-lo llamó.- ¿Cómo te llamas?

-Jinki.-contestó.

-Novato…Aún contesta a las preguntas más mundanas.-pensó.- ¿A qué hora se come aquí?-preguntó en voz alta.

El otro miró al fondo del pasillo, por lo visto había un reloj.

-En media hora.

-¿No te dirán nada por hablar conmigo?-sonrió con malicia.

El otro se sonrojó al caer en su error.

-Bueno, podrías al menos estar agradecido.

Jaejoong se echó a reír y el otro siguió limpiando.

 

El mismo soldado que lo había llevado a la celda fue a buscarlo y lo guió hasta el comedor. Había muchísimas mesas, perfectamente alineadas y las personas engullían su comida con la cabeza gacha; conversando, pero sin perder el tiempo. Encontró a Yunho con Bi en una mesa del fondo y cuando lo vio sonreír al verlo comprendió por qué iba a comer con todos. El general se puso en pie, sin perder la sonrisa.

-¡Silencio, soldados! ¡El general de división y brigadier Yunho va a hablaros!-gritó el capitán.

-Gracias, Bi, de pocas me dejas sordo y es lo que me faltaba.

Jaejoong se quedó de piedra, con las mandíbulas apretadas.

-Como todos sabéis ayer hicimos grandes progresos.-ahora ya sabía cuánto tiempo había estado en aquella celda microscópica. Todos vitorearon y alzaron sus vasos.- ¡Y además tenemos un invitado especial! ¡Saludad al teniente Jaejoong, de las fuerzas enemigas!

Sintió como si se le cayera el estómago. Absolutamente todo el comedor, hombres y mujeres, se le quedaron mirando. Yunho quería que comiera ahí para que nadie se quedara sin saber que pertenecía al otro bando; que una cosa es ser valiente y otra tener que enfrentarte a cerca de 3.000 personas tú solo. Si se hubiera limitado a mantenerlo en las celdas tan sólo los que estuvieron durante el ataque y los que vigilaran a los presos se habrían dado cuenta.

-Ven, acércate, no seas tímido.-le hizo gestos con la mano.

Jaejoong lo miraba aún con las mandíbulas y los puños apretados, pero se acercó hasta él; bajo miles de miradas.

-El teniente Jaejoong es experto en armamento y equipo, así que me lo tratáis bien ¿Eh?-alzó un dedo, como un padre que advierte a sus hijos. El otro le dedicó una mirada de desprecio.- Pero saluda, hombre.

Jaejoong miró al resto e hizo una especie de mueca ¿Qué iba a hacer? ¿Sonreír y saludar efusivamente? El 90% de las personas que había en esa sala querían asesinarlo con los cordones de las botas.

-Lo dicho…Como me entere de que alguien se pasa con él, esto es, que desobedece mis órdenes…Pasará limpiando los retretes con la lengua lo que me quede de vida.-su rostro se tornó serio.

Hubo unos segundos de silencio, así que todos dieron el discurso por terminado y siguieron con sus comidas.

-¿Puedo marcharme ya?-preguntó Jaejoong.

-No, te quiero tener controlado. Sígueme.

Caminaron hasta una mesa casi en la otra esquina del comedor, pero desde la que se veía la del capitán y Yunho con tan sólo estirar un poco el cuello.

-Quiero verte sentado aquí siempre ¿Me has entendido?

-Sí.

-Sí…-lo animó a que siguiera con la mano, pero Jaejoong alzó una ceja, preguntando en silencio si estaba bromeando.- Mi brigada, mis normas.

Se mordió el interior de las mejillas antes de hablar.

-Sí…Señor.

-Así me gusta, buen perro. Teniente Yoochun.-un joven alzó la cabeza.- Quiero que te ocupes de él, ambos domináis el mismo campo.

-Como ordenes, Yunho.

-Chico, una cosa es que haya confianza y otra que no guardes las formas ni siquiera delante del enemigo.-se quejó Yunho.

-Vaaaale.-rodó los ojos.- Como ordenes, brigadier.

-Pues me voy.- tomó a Jaejoong de las mejillas con una mano.- Anda, tontorrón~ Sonríe, que en el fondo te lo estás pasando bien.

Se movió bruscamente para deshacerse de la mano del alto.

-Por los cojones.

-Por donde quieras, Jaejoong, por donde quieras.-se encogió de hombros, con expresión inocente y se fue.

Al que había llamado Yoochun lo miró de arriba abajo, mientras masticaba la comida. Tenía la cara y los brazos manchados de algo negro, que bien podría ser grasa de algún motor y hollín de carbón, llevaba un pañuelo en la cabeza; delataba que trabajaba en algún sitio con calor, una camiseta sin tirantes blanca y los pantalones cargos de camuflaje, el típico uniforme junto a las botas negras hasta casi la espinilla, nada extraño. Sin embargo llevaba un cigarro en la oreja y el retrato de una mujer tatuado en el brazo, seguía siendo común para un militar hasta que habló.

-Es mi madre.- se había dado cuenta de que le estaba mirando.- Es guapa ¿Eh? Todos esos “Amor de madre” me parecían muy típicos. Siéntate.-le dijo cabeceando una silla libre justo enfrente.- Tú, soldado.-le dijo a un joven sentado al final de la larga mesa.- Vete a por su comida.

-Me llamo Key.- dijo levantándose, pero con arrogancia.

-Mentira, ese no es tu nombre real.- le contestó.- Es buen chico, pero esa boca suya un día le va a traer serios problemas.

-Bueno, no me parece tan grave.-dijo Jaejoong, él tampoco se mordía la lengua.

-Eso lo dices por la situación en la que te encuentras, pero imagínate que fuera un soldado de menor rango que tú y te contestara así, estando aún con los tuyos.- Jaejoong torció la boca y miró en otra dirección.- Pues eso. Tienes que ser un trozo de carne especial para que Yunho no te haya mandado a un campo de concentración o te haya matado.

-No soy cualquier soldado.-dijo con una sonrisa de satisfacción.

-Bueno, pues me parece que yo voy a tener que ser tu niñera o las letrinas quedarán muy limpias dentro de poco.-se echó a reír.

El joven soldado dejó el plato con comida enfrente de Jaejoong.

-Gracias, Key.-le dijo.

-De nada.-le dijo con tono fastidiado y rodando los ojos.

-Qué malas pulgas…

-Siempre es así de cenizo a menos que esté con sus amigos.-señaló a un grupo de cinco, sentados al fondo y Jaejoong pudo distinguir a Jinki entre ellos.- Son novatos, todavía se creen “guays” por estar en el ejército, pobres perros…Pero deja que te presente a la gente que realmente mola. Este es Junsu.-le pasó el brazo por los hombros a un joven que tenía al lado.- Es el piloto de la nave.

-¿Qué hay?-lo saludó. Sus ojos eran grandes y llenos de vida, tenía el pelo castaño, peinado en una sutil cresta, los mechones de un lado más largos, con las puntas granates y de una de sus orejas colgaba un delicado pendiente con forma de herradura; para tener buena suerte, supuso Jaejoong.

-Y el que tienes al lado es Changmin. Es todo un cerebrito, su coeficiente mental es de 157, controla todo el sistema informático de la brigada.- Un joven con el pelo castaño y revuelto levantó la vista de su comida, saludándolo con un cabeceo.- No te molestes en hablarle mientras come, es su momento zen. Y ya te iré presentando a más gente, pero nosotros seremos con quien pases la mayoría del tiempo.

-¿Por qué?-no, no se mordía la lengua.

-Porque Yunho no es idiota, no sólo te ha traído a esta mesa para tenerte controlado desde la suya. Los cuatro entrenamos juntos, somos como su mano derecha; a pesar de la diferencia de rangos. Somos…Sus ojos entre sus soldados.- Changmin ahogó una risa ante aquel comentario.- ¿Qué?-preguntó sorprendido.

-Una metáfora de ojos no ha sido la más acertada, Chun.-le dijo Junsu y entonces el informático no aguantó la risa, ni Jaejoong la sonrisa.

-¡A que me chivo!

-Pero si lo has dicho tú.-le dijo otra vez el piloto.

-Hagamos como que esto no ha pasado. Pero has captado el mensaje ¿No?-miró a Jaejoong.

-Sí, sí, ya sé que no me va a quitar el ojo de encima.-reprimió una risa mirando a la comida.

Escuchó las risas de los tres.

-Eres un cabrón, a nuestro general no se le insulta.-le dijo Yoochun sonando serio, de repente.- Al menos hasta que seas uno de nosotros.

-Lo siento.-dijo aún aguantando una sonrisa.

 

Cuando terminó de comer lo volvieron a llevar a la celda y ahí encontró un par de uniformes como los del resto y varias mudas limpias, después lo guiaron hasta las duchas.

-Tienes suerte, campeón. Son individuales.-le dijo Yoochun, pasando detrás de él, echándose la toalla al hombro.

-¿Mucho presupuesto?

-No. Reducción de violaciones. Por cierto, por si algún día quieres intentar espiar, las duchas de las chicas están por allí.-le indicó el fondo del pasillo.

-Gracias.-dijo sin estar muy convencido.

-De nada, hombre.

Después tuvo que volver a su celda y allí estuvo, haciendo tiempo; durmiendo o haciendo ejercicio hasta que tuvo que ir a comer de nuevo. No comía mucho, no lo necesitaba para estar encerrado en una celda. Pasaron un par de días de aquella manera, suficiente para aburrirlo de forma soberana y empezar a crisparle los nervios ¿Iba a ser así siempre? ¿De la celda a la cantina y de la cantina a las duchas?

Estaba una vez mareando su comida cuando notó la mirada de alguien sobre su figura, como si se le erizaran los pelos de la nuca. Miró alrededor y se encontró con el brigadier, apoyando el mentón en su mano y mirándolo con una media sonrisa.

-¿Aburrido?-vocalizó desde su mesa, para que lo entendiera aunque no lo escuchara. Jaejoong le mostró su dedo corazón con mucho cariño.

Tuvieron que pasar otros dos días hasta que Yoochun se plantó enfrente de su celda.

-Yah, Jaejoong.-lo sacó de su trance.- Nuevas órdenes, trabajarás conmigo.

-¡Por fin! ¡Algo distinto!-encerrado en una celda jamás conseguiría conocerlos y huir.

-Trabajarás en el taller.-le hizo el gesto a un soldado que lo vigilaba para que abriera la celda.- Coge tus cosas, te mudas con el resto.

Aquello ya no era tan gracioso, una cosa era lidiar con amenazadoras miradas durante las comidas y otra tener que convivir con aquellas personas. Cualquier otra persona se habría sorprendido de lo inmensa que era aquella nave, pero él se había pasado gran parte de su vida estudiándolas; junto a otras máquinas y equipos. Una vez se hubo instalado en una litera, debajo de la de Changmin, Yoochun lo guió por los pasillos hasta el taller.

-Este será tu banco de trabajo.-le indicó su hueco.

-¿De veras espera que trabaje para vosotros?

-Mira, Yunho te dejó elegir y elegiste vivir. Esta es tu vida ahora, si no…Pues no creo que tenga reparos en tirarte por la compuerta de una patada.

Jaejoong suspiró y se inclinó sobre una mesa llena de planos y piezas.

-¿En qué estáis trabajando?

Yoochun sonrió y empezó a resumirle el trabajo que estaban haciendo. Entre armamento que mejorar, pruebas que hacer y equipo que reparar, Jaejoong apenas tenía tiempo para detenerse a estudiar su alrededor; pero aún así, no bajaba la guardia.

-¿Qué tal le va a nuestro aprendiz de brujo?-dijo el general con voz cantarina.

-Yunho ¿Cómo tú por aquí? Vienes a hacerme una visita ¿Verdad?-Yoochun le puso morritos.

-Claro que sí, bombón.-se acercó a él, dando saltitos de puntillas, hasta estar a pocos milímetros de sus labios. Luego se giró hacia Jaejoong con elegancia, haciendo que la chaqueta que siempre llevaba sobre sus hombros hondeara.- Tan sólo me dejaba caer para saber qué tal le va a mi nuevo perro en su primer día de trabajo.

-No soy tu perro.

-Todas las personas que están en esta nave lo son ¿Verdad, Yoochun?

-Por favor, no me pidas que mueva el rabo.-le dijo el otro sentado en un pequeño andamio soldando una pieza en uno de los tanques.

-No te pediría tal cosa, grosero.-le dijo frunciendo el ceño y arrugando la nariz.

Jaejoong siguió con lo que tenía encima de la mesa, ignorando al brigadier, apretando una tuerca. Se dio cuenta de que todos en el taller, excepto Yoochun, estaban pendientes de cada movimiento que hacía Yunho, le tenían miedo.

El miedo es una de las mejores herramientas de control.

-Bueno, ya veo que por aquí estáis bien, bien, bien…Me voy a ver a Junsu, que él me quiere mucho más que vosotros dos.-caminó hacia la puerta.- ¿Es que nadie me va a decir nada?

-¡Salve general de división Yunho!-lo saludaron todos en coro, menos Jaejoong.

-Así me gusta.

El brigadier se marchó y le pareció que pudo escuchar al resto suspirar aliviados.

-Es mi amigo, pero me pone la piel de gallina.-dijo Yoochun levantándose la máscara protectora.

-A mí no me parece para tanto.

-No le conoces, no le has visto en acción. He oído a muchos novatos, y no sólo los de esta brigada, decir que tienen pesadillas con él.

Jaejoong ahogó una risa. Pesadillas serían lo último que tendría si Yunho apareciera en sus sueños.

Un par de horas después Yoochun se acercó a Jaejoong, ahora igual de sucio de aceite y grasa de motor que él. Le parecía extraño que fuera tan amistoso con él, para ser del bando enemigo, le asustaba que fuera porque estaba convencido de que huir de allí era imposible; que no tenía por qué temer al teniente experto en armamento y en equipo enemigo.

-Vamos a tomarnos un descanso, queda poco para que acabe el turno de la mañana. Después de comer tenemos que hacerle una inspección de desperfectos general a la nave.

Yoochun lo guió por los pasillos, donde algunos soldados lo saludaron encuadrándose. Finalmente llegaron a la sala de mandos, donde Junsu estaba sentado en una enorme silla de control, pilotando la nave. A su lado había una chica, atenta a los paneles, mascando un chicle rosa chillón con el que no paraba de hacer pompas. Llevaba el cabello rubio, por debajo de los hombros y los ojos perfilados de negro oscuro.

-Hola Junsu. Cabo CL.-la saludó a ella.

-Hi guys.-los saludó con una de las voces más sexys que Jaejoong había escuchado antes.

-¿Vamos ahora a comer? Hay menos gente.-le dijo Yoochun, apoyándose en el respaldo de la silla.

-Vale, pero aparta tus grasientas manos de mi asiento.- se puso en pie y miró a la rubia.- CL, te dejo al mando.

Ella asintió y se sentó en su silla. Junsu se estiró, haciendo crujir los huesos de su cuello y las articulaciones de su espalda.

-¿Algo interesante que contar?-le preguntó Yoochun.

-Que mañana paramos a repostar.

-¡Toma! ¡Eso significa que al día siguiente tenemos libre!-miró a Jaejoong.- Tomamos tierra y prácticamente el 90% de la tripulación aprovecha para irse a la ciudad de fiesta. Pienso pillarme tal cogorza que voy a volver a la nave a cuatro patas.-hizo un pequeño baile triunfal.

No tardaron en llegar al comedor y, después de coger sus bandejas de comida, sentarse donde siempre.

-Qué raro que no esté Changmin ya aquí.-se extrañó el piloto.

-Tendrá trabajo.

-A diferencia de otros…

-¡Eh! Que en el taller trabajamos muchísimo. De no ser por nosotros esto no sería más que un montón de chatarra y de tornillos, y las armas que usamos no serían más que un par de matamoscas.

-Y de no ser por los pilotos no nos levantaríamos dos palmos del suelo.-se acercaron hasta pegar las frentes.- Tienes una frente enorme.

-Y tú un culo como para que aterrice toda la división.

Jaejoong masticaba su comida, aburrido, mientras los otros seguían discutiendo, ojeando la gente que había en la cantina. Algunos le sonaban del taller, otros de verlos por los pasillos o simplemente del propio comedor. De pronto Changmin entró por la puerta, a paso ligero, buscando a alguien con la mirada.

-Eh.-dijo cuando llegó a la mesa para llamar la atención de Yoochun y Junsu, sin éxito.- ¡Eh!-esta vez lo consiguió.- ¿Habéis visto a Yunho?

-No desde esta mañana ¿Por qué?-preguntó Junsu.

-Tengo información confidencial para él.

-Estará en sus habitaciones o con Bi.-dijo Yoochun.- ¿No comes?

-Luego, estoy muy ocupado.-se fue a marchar, pero apenas se movió un poco estiró la mano.- Me llevo tu pan.-se marchó de allí.

-Será…

-Ya te doy yo el mío.-le dijo Junsu.

-No, tú lo necesitas para alimentar ese culo.

-Y allá vamos otra vez.-Jaejoong rodó los ojos.

Notas finales:

Reviews por favor. Necesito mejorar ^^U


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