Deseos Reprimidos e Indecorosos.
Ya era tarde en la mansión Bezaruiz, la lluvia caía a cantaros y casi no se podía ver nada más allá de los inmensos ventanales.
El joven duque Oz ya se preparaba para irse a dormir, pues estaba muy cansado después de un día agotador, ese día había sido el cumpleaños numero 6 de su hermanita Ada, por lo que su tío Oscar y toda la mansión le organizo una hermosa fiesta que duro mas allá de la media noche.
Oz empezó a quitarse la ropa, primero se quito la chaqueta color verde claro, después sus botas negras, su camiseta blanca y solo se quedo con el pantalón. Cuando estaba a punto de quitárselo escucho un ruido extraño salir de la puerta de entrada, al duque le pareció un suspiro pero no estaba seguro por la lluvia que chocaba contra los cristales de su ventana hacia un ruido de fondo, se acerco hasta la puerta que estaba entre abierta ¨ Que raro, recuerdo haberla cerrado… ¨ pensó Oz, en eso abrió la puerta y miro hacia ambos lados y no vio nada.
Cerró la puerta, se quito los pantalones de una vez, quedando solo en ropa interior, se acerco a su cama y la descendió. Debajo de las almohadas había un pequeño camisón blanco Oz lo tomo y con dificultad se lo puso. Ya con sus hermosos ojos verdes a punto de cerrarse por el cansancio, apago la vela que estaba junto a su cama en el buró, bostezó y se acomodo entre las sabanas descansando placidamente.
La lluvia seguía cayendo fuertemente, los truenos y relámpagos resonaban en las paredes de la mansión. Parecía que nunca se detendría
En los pasillos de la mansión, que eran iluminados por los truenos se podía ver deambulando a una pequeña silueta, parecía la de un niño que iba corriendo asustado hacia una de las habitaciones.
La puerta de la habitación del joven Oz se entreabrió dejando ver la blanca carita de un niño de ojos dorados y cabellos negros como la noche, se trataba de Gilbert, el pequeño sirviente Oz.
Gilbert entro en la habitación , como tantas otras noches con mucho cuidado para no despertar a su amo, se acerco con sigilo y silenciosamente hacia la cama donde descansaba. Contemplo a su amo por unos momentos, se veía tan hermoso, sus ojos cerrados, su boquita rosada, sus cabellos de oro revueltos, su piel pálida con un leve sonrojo en las mejillas y su camisón abierto dejaba ver parte de su pecho.
Gilbert, siempre iba cada noche, habiendo tormenta o no, a la habitación de su amo, lo miraba fijamente y después se iba. Esto lo hacia ya como rutina, con cuidado de no despertar a Oz, pues tenia miedo de que si se despertaba y lo veía mirándolo de esa manera en medio de la noche se molestara.
Esos sentimientos que Gilbert tenia hacia Oz, los había descubierto después de que su amo lo protegió de ser golpeado por un jarrón. Desde entonces, cada noche iba a verlo y sensaciones extrañas y nuevas para el empezaron a invadir su cuerpo. No sabia que le pasaba, cada que estaba con su joven amo, se sentía completo, como si con solo estar al lado de el su mundo se llenara de una calida luz, una luz que no habia visto desde hace mucho tiempo. Comprendió que lo que el sentía era amor.
No se pudo contener mas, se paso al otro lado de la cama y con cuidado de no hacer mucho alboroto, se metió entre las sabanas y poco a poco empezó a acercarse hasta donde estaba Oz. Espero un rato y cuando creyó que su amo no se había despertado paso una de sus manitas por el costado de Oz, se inclino hacia el y lo abraso pegando su pecho a el.
Oz se había dado cuenta de la presencia de Gil, desde que se le quedo mirando, pero a pesar de la intromisión y de que ahora lo tenia abrasado, el no dijo nada y no movió ni un solo músculo. Quería sentir el calor de su sirviente, quería sentir su suave tacto y su respiración en el cuello. Oz siempre había sentido la presencia de su sirviente cada noche desde que lo salvo de aquel accidente con el jarrón, porque desde el primer momento en que lo vio, tan pequeño y lindo sabía que debía ser suyo, no solo como amigo y sirviente sino como algo más. Pero no podía revelar sus sentimientos, pues tenia miedo de que si lo hacia este no le correspondiera o simplemente le tuviera miedo. Pero ahora que el se había metido a su cama y lo abrasaba sabia que sus sentimientos y los de Gil, eran los mismos.
Sorprendiendo a Gil, Oz se dio la vuelta quedado de frente con su sirviente que lo miraba espantado, pues pensaba que de seguro su amo lo empezara a interrogar sobre el porque estaba en su cama y por que lo estaba abrazando de esa manera tan atrevida.