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Dinocho por Vampire White Du Schiffer

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Notas del fanfic:

Los personajes de Katekyo Hitman reborn no me pertencen, son de Akira Amano. 

la historia de "pinocho" pertenece a su autor. 

+ : : : : +

El Grandioso Doctor Dino Cavallone estaba cansado. El trabajo en el Hospital era honorable, lo hacía realmente gustoso, pero ese día en especial era un carnaval. Y para colmo…

-¡Papá! –le recibió el precioso Kyo, el más parecido a Hibari Kyoya –¡Llegas tarde!

-Espera, espera, Kyo –había recién abierto la puerta y ya era azotado por su hijito. Dejó el abrigo en el perchero y se agachó para cargar al niño –. Papá llega tarde y está cansado ¿Y mamá, perdón, Kyoya?

-Mamá –sus ojitos preciosos eran tan divinos, era un Hibari Kyoya en miniatura, sus manitas se aferraron al hombro de su guapísimo padre, rubio y de ojos avellana. Ah, la gloria de ser italiano sexy –, está preparando la cena, dice que te apures.

-De acuerdo, de acuerdo –chocó su frente ancha y serena con la de Kyo –. Vamos que sino me freirá –le dio un leve golpe en la nariz y se dirigieron a la cocina.

 

 

La luz de los focos era propicia y suficiente. Un par de piernas corría de arriba abajo y el otro par permanecía sereno frente a la estufa.

-¡Listo! –gritó realmente feliz un pequeño niño de cabellos rubios, cargando los platos en perfecto orden y parándose de puntitas para poner una flor blanca en el florero hecho por él mismo apenas hace dos días.

-Bien hecho –le felicitó su papá-mamá (XD) en una delicada sonrisa y se hincó ante el niño para limpiarle la cara, aún tenia manchitas de su arduo trabajo.

En ese entonces, escuchó abrirse la puerta y minuto después la llegada de su esposo arribando al comedor.

-¡Kyoya, ya llegué, mi amor~! –era el cantar de todos los días. Kyoya, antes Hibari, se preguntaba cómo era que Dino no perdía el toque, o las ganas de fregar, como algunos dirían.

-Apresúrate, me muero de hambre –contestó. Se viraba para traer un pequeño paquete envuelto, pero la mano del Jefe de la Casa se entornó sobre la cintura –¿qué haces? –le preguntó mirándole de perfil.

-¿Ya te dije lo terriblemente bien que te sientan los trajes negros? –le sacó otra pregunta para después besarle.

Maldición, pensó Kyoya, Dino siempre le superaría en altura y fuerza. Aún cargando al listo Kyo en brazos se atrevía a hacer eso.

Le golpeó en las costillas.

-Uhhh~ -soltó el primer hijo desde abajo –. Papá besó a mamá enfrente de Kyo~ -Dino Jr se cubría la boca y se divertía con el gesto bivalente de Kyoya y con el puchero de su hermano gemelo.

Una familia feliz. De esas que casi no se ven.

Kyoya de Cavallone se había convertido en un hombre pleno. Totalmente después de entrar a trabajar en la Policía bajo el mando del padrino de Dino Jr, Reborn. Seis años habían pasado desde que el Doctor Cavallone había tenido relaciones sin condón con su amante, Hibari, en aquel entonces. Ahora, después de una ola de problemas comunes seguían adelante.

Dino J, era adicto a la cocina, alguien emprendedor en el kínder. Mientras que Kyo, algo más reservado, pero amante de los libros. Ambos crecían con la cultura de nivel superior al estándar, pero con las tranquilidades y gozos que todo niño debería pasar.

Ambos se cuidaban a muerte. Kyo era más sobreprotector que el mismo mayor. Dino, el padre, se sentía orgulloso. Era un mal que se trasmitía de generación en generación.

-Oye, papá - era demasiado coherente para contar con seis años –, vinieron nuestros padrinos –platicaban en la mesa, de cómo les había ido en el día. Aunque eso a Kyoya le molestaba.

-¿Y?

-Ofrecieron pasar el fin de semana con ellos –respondió Kyoya con tranquilidad antes de sujetar la escapista pasta.

-Mmm –soltó no muy animado, su marido le lanzó una mirada disgustada.

-¿Qué? –exigió saber, dejando la servilleta en la mesa.

Los pequeños niños miraban de lado a otro, como siempre hacían cuando sus padres comenzaban a hablar entre ellos.

-Es sólo que… no. Nada, olvídalo, si quieren ir por mi no hay problema –y pegó un trago a la delicada copa de vino, intentando evitar el gesto de su amadísimo esposo.

-¿Sucedió algo en el Hospital? –inquirió con parsimonia.

-No –respondió algo extrañado por la pregunta –. Luego lo hablamos.

-Papá hablará de cosas de adultos –le susurró Dino J. a Kyo que había perdido el hilo de conversación.

Y ambos padres escupieron el vino.

-¡Kyo!                                        

-Yo no dije nada –se excusó el niño inmediatamente.

-¡Si! –salió el defensor del inocente –¡Mi hermanito no dijo nada!

-Ah –suspiró Kyoya. Por cosas como esta, precisamente, es que odiaba charlas en la comida.

 

 

Horas después. Ya era la hora de dormir.

-Bien –aplaudió Dino –. Es tiempo de ir a la cama –cargaba a sus dos hijos sobre los hombros. Con ese cuerpazo escultural que se cargaba el Doctor no era difícil. La habitación de nuevo en orden, después de jugar las motas verdes y negras adornaban los estantes.

-¡Léenos un cuento! –pidió Kyo sin quererse bajar de su amoroso padre.

-¡Pero, Kyo, papá está cansado y y y y y… hoy es viernes! ¡No tienes idea de lo qué pasa los viernes!

-¿Qué pasa los viernes? –preguntaron los dos al mismo tiempo, vistiendo las piyamas y camas correspondientes. Ah, dulce inocencia.

-Errr –empezaba a balbucear el guapo padre-italiano de pasados treinta años de edad, se rascaba la nuca y se encogía ante la sombra que crecía macabramente a su espalda.

-Woow, ¿se puede saber qué les estabas diciendo a los niños? -Kyoya daba miedo cuando aparecía así.

-¡Nada! –fingió demencia e inmediatamente fue a tomar uno de los tantos libros que tenía Kyo en un aparador.

Se apresuró a levantar la tapa y sentarse en medio de las camitas.

Kyoya, que vestía una de esas apetecibles ropas de dormir en color negro, para hombres, claro, se cruzó de brazos y decidió hacerle compañía.

Ejem, esto va así.

Dinocho. El niño que soñaba en ser de madera.

-¿Qué no era al revés? –la primera interrupción de la noche.

-He decidido que nuestros hijos deben explorar más allá de lo que las letras dicen.

-Ah –bostezó Kyoya –. Si con eso pretendes destruir la literatura infantil, adelante –definitivamente sabía dónde golpear. No por nada era la mano derecha del Jefe de la Policía y pronto sucesor de éste a su veintena de años.

-Como decía –soltó con algo de reproche –. Había una vez…

 

El pobre Gepeto sabía que no podía tener la más grande dicha de su vida. Era guapo, soltero y guapo.

 No sabía lo que era la decepción amorosa, todas sus amantes seguían suspirando por él. Pero él, claramente, ya no buscaba diversiones sin inversión. Quería sentar cabeza. Formar una linda familia y envejecer viendo cómo sus nietecitos le sacaban las canas verdes. Ah, si, sería lindo tener una linda esposa.

Rezó todos los días, bueno, excepto los viernes, esos días eran más sagrados que la Misa misma. Y talves fue ese sentimiento ferviente el que le despertó la bondad en un ente mágico dispuesto a ayudarle.

-Hola, pequeño y sano Byakuranpeto, he venido a darte un precioso regalo.

En la tienda de juguetes donde trabajaba el solitario Byakuranpeto, apareció una bruja de cabellos negros.

-Vengo a cumplir tu deseo.

-¡¿Es en serio?! –soltó su euforia dejando el cepillo que usaba para pulir la madera, junto con su sombrero de enano trabajador y se acercó. Las ropas del juguetero eran humildes, pero estaba dispuesto a dar lo mejor de sí para mantener a una familia.

-Si –contestó y de inmediato la bruja sacó una cinta métrica para empezar a tomarle las medidas de cintura y demás a Byakuranpeto.

-He-Hey, ¿Qué se supone que haces, Bruja-chan?

-Te tomo medidas –respondió sacando la lengua, alegando que era cosa obvia –. Pero te diré algo, no hago milagros, a las doce te quiero aquí jovencito, para más fácil –movió la mano diestra como restándole importancia –, puedes dejar la zapatilla de cristal en la entrada… del castillo, así el príncipe vendrá a –y Byakuranpeto le cortó el rollo de inspiración.

-Bruja-chan, te equivocaste de cuento –y suspiró decepcionado al tener que despedirla. Cerró la puerta y al virarse para sumirse en sus recuerdos vio a tres moscas –¡Robín, pásame el insecticida! Esperen –se agarró el mentón propio –, ustedes también se equivocaron de cuento –les dijo a los tres Reyes Magos, estos emitieron un “No, otra vez, tú y tu estúpida estrella gay”

Byakuranpeto se despidió de ellos amablemente y les regaló un mapa para que fueran cantando: vamos a Belén.

Horas después recibió las visitas incluso del ente Asociado de los Dientes.

Guardó el dentífrico regalado apenas y se dedicó a sentarse frente a la mesa que daba a la ventana. Una hermosa estrella estrellada, viva el pleonasmo, iluminaba con fuerza.

-Oh, estrellita-kun, por favor, ¿pedir tener un hijo es tanto?

-Culpa a la Burocracia –le respondió una persona detrás de él.

-Lo siento, visitante-chan –agitó su mano izquierda para despedir al ente mágico sin verle. Ya estaba cansado y decepcionado, ¿para qué hacerle más?

-Kufufufu, por lo menos deberías tener la decencia de acompañarme a la puerta.

-¿Qué te haría di…ferente a los demás? –su pregunta se había visto entrecortada porque el juguetero se levantó y miró al hermoso visitante.

-Soy El Lucero que acabas de mirar, la estrella que más ilumina, vine a cumplir el deseo de tener un hijo.

-Fufufufu –Byakuranpeto se rió más y más macabramente, juntó sus manos como quien tiene un buen negocio en las manos –, pongámonos a trabajar entonces, Hada-kun.

Dicho lo cual, se le fue encima….

 

El cuentacuentos fue golpeado por una pantufla.

-Auch –se quejó Dino y miró a Kyoya –, está bien…

 

-Ese escenario es propicio para personas de dieciocho en adelante –alegó el Lucero que tenía los ojos azules y los cabellos del mismo color –. Cualquier queja puede entregársela a la bruja para la cual trabajo –dijo el Visitante a Byakuranpeto que yacía en medio de un charco de sangre.

-Eres so-cruel –dijo Byakuranpeto.

-Mi nombre es Hakuro

(Hada + Mukuro XD)

-Mejor te pongo el rey de las flores~

-Silencio –y le apuntó con un poderoso tridente.

-¡Devórame con calma!

-Ufff, eres difícil, ya veo porqué los demás se rindieron contigo –viró la vista el Visitante –. Como sea –desapareció en un “puff” y se hizo ver en una de las esquinas de la casa, en un lugar donde había una marioneta –. Te daré una oportunidad.

-Cántame las condiciones al oído.

-No molestes –refutó mirándole de soslayo. Y con un solo toque de su varita mágica, perdón, de su tridente que emitió una luz azul índigo, tocó la marioneta que el juguetero había terminado hace apenas una noche.

Algo milagroso sucedió.

-¡¡¡¡¡Papá!!!!!

-¡¿Eh?! –gritó Byakuranpeto –¿Qué? –seguía en su pasmada persona aún con un pequeño niño de madera atrapado en sus piernas. Algo tosco de cabeza rubia y ojos cafés.

-¡Papá! –la marioneta había cobrado vida y ahora estaba listo para darle a Byakuranpeto lo que tanto deseaba. Un hijo al cual malcriar.

-Listo –dijo el hechicero –. Come tres veces al día, cuando lo bañes no lo sumerjas en agua, se muere, no seas estúpido –le leía con solemnidad una lista infinita de cosas –. Es todo –enrolló el papel y en otro “puff” desapareció el listado –. Sí llega a convertirse en humano será por tu buen papel como padre, buena suerte~ Kufufu.

-¡No! ¡No! ¡No me dejes! –chilló aventándose a sus pies.

-¡Ah, suéltame! –zangoloteó sus piernas pero no se pudo librar del molesto juguetero –¿Ahora qué quieres?

-Necesito una linda esposa~  -respondió y su nuevo hijo permanecía quietecito agarrando un par de cerrillos (XD)

-¿Qué me viste cara de casamentera, o qué? –le regreso la cuestión a Byakuranpeto cruzándose de brazos.

-Nop –se apresuró a contestar –. Te vi cara de esposa.

-¡Estás loco!

-¡Pero por ti!

-Arg –se masajeó el entrecejo –. Sabía que me iba arrepentir.

-Míralo de este modo –expuso el juguetero –, ¿estás seguro que yo, un irresponsable empedernido, podría cuidar a un niño de madera que está jugando a prenderse a sí mismo con los cerillos?

-Creo que no –y apareció con magia un ventilador enorme para apagar la velita que se había encendido en el cabello de madera del niño –. Pero mi chip de procesamiento me indica que corro peligro estando a tu lado.

-¡Pero sino te hare nada! puras caricias, puras caricias. 

Notas finales:

Kufufufu, terminado en corto. Y si, los personajes de ésta Historia ya han aparecido en otro AU. xD


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