Llevaban casi horas hablando. Eiji soltaba muchas risitas que le encantaban; mas le herían cada que las sacaba para referirse a aquel.
-Tu sabes… me gusta desde hace tiempo, y ahora…- una risita mas; seguro esa venia con un sonrojo.
-Me alegra…- soltó por ese rincón la pelota que traía en la mano y sus ojos se dirigieron fijamente al techo. –Aunque te hirió por mucho tiempo.-
-¿Qué significa eso?-
Se sorprendió de lo que había dicho; y al reaccionar entendió. Estaba suplicando inconscientemente desde hace rato.
Quería persuadir al chico que amaba desde hace tiempo en no elegir a otro.
-Jee… nada importante.- se escucho un suspiro
-Lo siento.-
Fuji volvió a cerrar los ojos, cabizbajo. Sin saber quizá estaba hiriendo a Eiji como se prometió no lo haría.
-Lo siento, Fuji…- se escucho como su nariz sonaba. Estaba llorando.
-Eiji…- se levanto. –Yo no…-
-Queria pedirte perdón. Ese día estaba dolido, pero ese beso…- seguro apretaba los puños.
El castaño sonrio tristemente.
-…No significo nada.- completo las palabras que, seguro, diria.
De pie, en su cuarto, solo miro de nuevo por la ventana en gris y deprimente día.
Y recordo el día del incidente; ese día Eiji había visto a Oishi hablando muy amigablemente con una chica, cosa que le dejo abatido y temblante ante sus ya casi nulas posibilidades con el pelinegro.
Él amaba a Oishi desde que había comenzado el curso; le quería y velaba por poder expresárselo algún día.
Y lo peor también tocaba para su amigo, Fuji; quien, más que el dolor de ver a mi compañero sufrir, llorar, reír y soñar por amor, era ser su guarida. Ser su confidente, sellando sus propios sentimientos; pero que ese día había dejadoles fluir al ver llorando a Eiji.
Lo beso suavemente en aquel salón vacio, ya que no había otra forma de detener sus lágrimas por el tal Oishi. Un beso que fue correspondido; que reanimo sus ilusiones en aquel momento.
Suspiro.
-Fue mi culpa.- sabía bien que la respuesta de Eiji en ese beso fue impulsiva. –Se bien que tu no me…-
-Te quiero.-
El castaño se estremeció.
-Te quiero, eres mi mejor amigo por eso no te heriría, lo sabes.-
-Lo haces ahora.- recordó que ese mismo día del beso, le pidió no buscar a nadie más si a él lo tenía ahí para él.
Una absurdez.
En realidad debió decirle todo lo que sentía.
-Fuji… lo amo.-
Temblando escucho a las primeras gotas de lluvia golpear su ventana. Ya Fuji las esperaba de ese grisáceo día; así como el romper su promesa de no llorar.
-Solo…- se dirigió a su cama, tumbándose boca abajo. -Solo asegúrate de ser feliz, o si no yo le advertiré a Oishi de no hacerte sufrir de nuevo.-
Claro, las palabras que usaba eran más suaves de lo que esperaba. El era pacifico; incluso en ese momento se tragaba todo su dolor que se volvió rencor. Rencor hacia Oishi que comenzó desde hace tiempo, pero que aumento desde que Eiji le conto la nueva noticia de que ya era novio oficial de este.
-Eiji, debí hacer lo que tu.-
-¿Qué cosa?-
Juro el pelirrojo estaba avergonzado, pero ahora con un deje de duda por el tono de su voz.
-Debí decirte…- sumergió su cabeza en la almohada. –Ahora solo puedo dejarte que ames y seguir a tu lado.-
-¿Fuji?-
El nombrado tembló ante su propia decisión.
-Te amo…-
-No te entiendo… ¡Deja de cubrirte la boca!-
Fuji rio ante el asertivo reclamo.
-Es tarde, quizá deba…- quería acabar esa doliente charla.
-Fuji…-
= ¿Hermano?= La voz de la hermana de Eiji.
-¡Ah, no hagas eso, hermana! Vamos, cuelga la otra línea. ¡Cuelga!-
Fuji rio de nuevo ante su enojo infantil.
=Lo siento, el chico Oishi te busca en la puerta. Vamos, baja que el pobre se empapo por venir a verte.= La mujer colgó después de una risita.
Después el silencio les cubrió.
-Ah…-
-Mejor vas.-
-Voy colgar… …-
Se lo imagino con una carita de total preocupación.
-Te veo mañana.- fingió un tono alegre que valió la pena.
-¡Bien!-
Con una imaginaria sonrisa alegre del otro, se sintió completo.
Si la persona que amaba era feliz, el también.
Se quedo con el sonar de la línea colgada.
Soltó su celular y lo boto por ahí, en su cama, para luego sumergir de nuevo la cara en la almohada
A los minutos el mismo botado volvió a sonar. Con desgana lo rebusco y miro.
-¿Tezuka, eh?- sonrió limpiándose las ultimas lagrimas y contesto.