Luka contemplo la oscuridad en la que se encontraba sumergido, odiaba correr las cortinas, odiaba ver la luna que le recordaba sus propios ojos, odiaba la soledad de la noche y las pesadillas que esta traía consigo, porque no había nada que las alejara, ni siquiera el destello del sol, ni siquiera el amanecer podía hacer desaparecer las sombras en su corazón.
Yuki lo había abandonado hace ya un rato, y ahora se refugiaba en aquel lugar, en aquella habitación, entre aquellos abandonados libros, gastados por el tacto seguido de sus manos ¿Qué debes hacer cuando no tienes a donde ir? Cuando no hay camino, cuando no hay meta ¿Qué se debe hacer?
-¿Luka?- aquella suave voz se coló entre la oscuridad e ilumino los ojos plateados del azabache, haciéndolo voltear y ablandar un poco la mirada ante la soledad que se despedía. Al pie de la puerta estaba el castaño, con unos chocolates y el cabello revuelto, Luka sonreía cada vez que contemplaba esos ojos tan grandes y de pestañas tan largas, era demasiado bello como para tocarlo, demasiado perfecto para arrastrarlo consigo a la soledad, al infierno, era demasiado suyo como para alejarlo.
-buenas noches Kuran-
El castaño penetro en las tinieblas y cerró la puerta tras su cuerpo, de pronto Luka sintió aquella soledad, aquel vacio que también llenaba a su compañero y se sintió impotente, ¿Cómo podría darle consuelo si el mismo no lo tenía? Era inútil, contra aquellos fantasmas que se asomaban en los bellos ojos castaños. Y deseo entonces poder estrecharlo en sus brazos y rodar por la cama con él, sin soltarlo jamás, intentando por todos los medios llenar ese vacío que lo devoraba, pero se contuvo, porque tampoco era suyo y no debía serlo.
-¿puedo dormir esta noche a tu lado Luka?- Kaname era todo un maldito, retaba su cordura, su autocontrol con esa sonrisa fácil, con esos ojos castaños grandes y con las más largas pestañas que jamás hubiera visto, Luka no se negó, le gustaba retarse, le gustaba contenerse, le gustaba más que nada, tener ese frágil cuerpo entre sus brazos y estrecharlo firmemente contra su cuerpo, como nunca pudo hacer con Yuki, como no quería hacer con nadie más.
Al menos así las noches dolían menos…
Observo sus labios mientras este cerraba sus ojos a la espera de que el sueño venciera, no podía apartar su mirada de ellos, eran hermosos, eran suaves y sonrosados, eran el paraíso que jamás llegaría a ser suyo.
¿Por qué lo necesitaba tanto? ¿Qué había en él? ¿Qué vio? La desesperación solo se acrecentó ante la ausencia de respuestas, era un simple vampiro, un bebedor de vida que existía en inmortalidad como él, que se sentía tan vacio, tan solo…y al mismo tiempo, era quien le hacía despertar de su letargo y desear verdaderamente estar vivo…tener un corazón cálido que ofrecerle.
El dolor lo consumía….ante la sola idea de que ese cuerpo cálido podría apartarse del suyo, el dolor en su pecho le dejaba sin respirar y no podía. Un jadeo escapo de sus labios y el castaño levanto la mirada.
El dolor crecía….porque no podía tenerlo, porque quizás pertenecía a alguien más y el solo era quien lo mantenía abrazado en las noches, porque quizás esos ojos derramaran lagrimas por alguien que no era él.
-¿no puedes dormir?- su mano descanso en el rostro de Luka y este solo sonrió, porque era demasiado dulce como para dejar de ser adicto, ¿Cómo renunciar a las estrellas cuando estas deslumbran más que las antorchas y las luces?
Y lentamente perdió la lucha contra su cordura, contra su voluntad y sedio paso a lo que su alma reclamaba con tanta sed, roso aquellos labios.
-uno solamente- susurro contra estos, relamiendo, saboreando lo que podría ser su muerte planeada, porque aquellos labios eran más que eso, eran el néctar de vida, rosar el cielo un momento para descender al infierno al otro, porque no le pertenecían, nunca lo harían…pero no estaba de mas soñar que si….