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Fucking Unicorn por yuukiyuki

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Notas del capitulo:

No bromeaba allá afuera cuando dije que nada tiene que ver el título con el fic ._____.

oh jojojojojojojojojojojojojojojojo.

yo se que no acabo unos y empiezo otros *de hecho en mi computadora hay como un montón que no he terminado

peeeeeeeeero este es harto especial para mi, hoy, finalmente me hé decidido a publicarlo *y continuarlo

fue una de las primeras historias que escribí, los personajes aquí aparecidos son mis pequeños bebés °3°, y de pasar a ser algo horrible ha pasado a ser algo (creo yo) menos horrible, suficiente como para presentarlo en sociedá xD

ojalá que les guste y no se me confundan.

Si, asi es, esto es un songfic ghei que además de todo es romántico y dramático con incesto, prostitutas, mujeres pechugonas, hombres con vestido y harta homosexualidá de parte mia 8D

¡enjoy!

 ES COMO APRENDER A ANDAR EN BICICLETA: NUNCA SE OLVIDA

 

Aquella noche el rubio había llegado de un humor inusual a casa, Matt lo esperaba sentado en el sillón individual leyendo un libro en silencio bajo la luz de una lámpara de mesa y al levantar la vista encontró a su novio parado en el pasillo que conectaba con la sala, las manos enlazadas detrás de la espalda y la mirada perdida en un mundo que no era real.

 

Matthew cerró el libro, se quito las gafas de lectura y se levantó del sillón dispuesto a ir a besar al recién llegado pues este no parecía tener intenciones de moverse cuando, apenas dado un paso, Allan logro dejarle estático.

 

-¡Embaracé a una mujer!- exclamó sin tapujos y con su hermosa, hermosa sonrisa iluminándole la cara satisfecha.

 

-¡¿Que putas?!- Fue lo primero que se le ocurrió la otro soltar mirando al rubio con incredulidad. Allan dejo ir una risa de júbilo y se abalanzó sobre el más alto, rodeándole el cuello con ambos brazos y llenándole de besos dulces las mejillas.

 

El mayor de los dos retrocedió un paso en el momento justo en que la angélica muchacha entraba y se postraba con su única maleta en el recibidor. Tenia un rostro agradable, redondo y apacible, las mejillas de un sano color, el cabello negrísimo y ondulado hasta los hombros y los enormes ojos de un tono verde olivo, de no haber estado vestida tan vulgarmente como lo estaba incluso hubiera pasado por una chica de la clase alta.

 

Ni se le pasaba por la mente en esos momentos al pobre Matt que la mentada mujer fuera el mismo diablo usando tacones de aguja.

 

-Allan ¿qué demonios has hecho?- le preguntó deteniendo su euforia al tomarle firmemente por los hombros con ambas manos. El rubio le miró sin comprender su aparente preocupación.

 

-Nos voy a conseguir un hijo, eso hice- le respondió llanamente. Prosiguió media hora de explicaciones en las que el rubio le aclaró que había pasado cerca de dos semanas visitando todo prostíbulo de la ciudad en busca de un vientre que le sirviera para llevar eso que tanto ansiaba.

 

-Una…PROSTITUTA, ¡¿TE HAS VUELTO ENTERAMENTE LOCO?!- gritó el azabache, tenía ganas de arrancarse cada cabello de su frondosa melena, ya no podía replicarle lo del hijo, ya estaba hecho, pero, ¿una prostituta? Debía de ser una broma –No…no sabes si quiera si ella está sana, si…podría tener un millón de enfermedades que se le transmitirá directamente a la criatura, porque no, al menos, si ibas a hacer semejante…semejante…- no le salía la palabra, o quizás no había ninguna que describiera lo que el opinaba de la “brillante idea” de su novio. – ¿Por qué no escogiste una chica de la escuela al menos?-

 

-Pensé que ellas no aceptarían, además, ella era virgen- musitó el rubio haciendo un puchero por la regañada que se estaba llevando, Matt le clavó sus profundos ojos almendrados por unos segundos, incrédulo

 

-¡Ah! ¡Gracias! ¡Eso realmente me deja aliviado!- ¡Debía estar mas pisada que una gallina de granja!  Matthew se levantó de su lugar y empezó a dar vueltas de un lado a otro en la sala, igual que un animal enjaulado. Allan también se puso en pie de inmediato caminando a su lado

 

-¡No Matt! ¡Escúchame! ¿Por qué crees que fueron dos semanas? La llevé al hospital, le hicieron análisis de todo ¡realmente está mas limpia que una aguja recién abierta y sumergida en alcohol!-

 

-Que uses instrumentos empleados en mi carrera para hablar en vez de palabras normales no te dará mas puntos, ¿sabes?- El rubio le sonrió con picardía, el pelinegro suspiró –¿Y qué entonces?-

 

-Su alcahuete me la vendió no tan cara- ¿aun hablaba de la chica o estaba hablando de una mascota? –Dijo que así no le servía- el futuro médico le dedicó una mirada inquisidora

 

-¿No tan cara? ¿Con qué la has pagado?- preguntó, eran alumnos de universidad viviendo juntos en una casa de la familia del rubio, tenían trabajos de medio tiempo en una cafetería y, mas lo que les enviaba la madre del pelinegro, apenas y se podían dividir el dinero entre los dos para comprar sus cosas y pagar los gastos de la vivienda. Allan clavó la mirada al suelo, sin querer decir la cosa. Aunque, después de todo no tuvo que decir ni pio, Matt lo adivinó con solo mirarlo así, corrió escaleras arriba seguido muy de cerca por su chico, abrió de golpe la puerta de su cuarto y vació entero el primer y único cajón del buró al lado de la cama.

 

Nada. El chico había tomado el dinero del mes…

 

-Allaaan…- gimoteó el pelinegro desplomándose en la cama y escondiendo el rostro entre las manos, el aludido se acercó con cuidado, se sentó en una orilla del lecho y desde ahí se limitó a acariciar la cabeza de su amante.

 

-Yo lo quería…tanto- se excuso, Un hijo, era la “simpleza” que Allan pedía, un pequeño bultito llorón, molestón y cagón  al que pudiera llamar su propiedad y la de Matthew, desde hacia mucho que estaba jorobando al mayor con eso, pero el otro simplemente no cedía, y siendo así había terminado actuando  por cuenta propia.

 

Matt suspiró, era un suspiro cansado, parecía estar exhalando el cansancio de mil años.

 

-Dime, ¿qué pretendes que hagamos ahora?-    

 

 ***********************

 

 -¡¡Papááá!!- le canturreo una vocecilla tan alegre como el trinar de los pájaros, Allan se revolvió en las cobijas para luego enredarse en ellas formando un capullo impenetrable

 

-¡Papá!!- le llamó de nuevo la voz zarandeándolo por encima de su protección -Hum...yo no quería, pero tu me has obligado- amenazó, a los pocos segundos Allan pudo escuchar con claridad la radio a todo volumen tronándole en la oreja

 

-¡Bien, bien! ¡ya! ¡Apaga eso Kai! Me levantaré- pidió el mayor arrojando lejos las cobijas y sentándose en la cama, su pequeño le sonrió a ojos cerrados y se sentó a su lado poniendo aquel reloj despertador con función de radio en su regazo.

 

-Nunca falla, siempre ponen esta canción en las mañanas- dijo el menor encendiendo de nuevo el sonido a un volumen considerable, la fina voz de una joven no se hizo esperar

 

...yo se, la distancia te hace bien, para intentar olvidar, pero en la realidad

 

Hoy piensas en la soledad, entre mis brazos aun estás

 

Mis besos no podrás borrar,

 

jamás.

 

Yo se, que me quieres junto a ti,

 

Aunque lo niegues sin mi no puedes vivir,

 

O algo así decía la letra, la verdad era que el rubio no le prestaba mucha atención, la voz de esa persona le desagradaba a sobremanera, y no era que ella cantase mal, para nada, de hecho, desde el inicio de su carrera la joven había demostrado una capacidad vocal realmente impresionante, y no era que dijera que le desagradaba cuando en realidad era su fan, sino que se había vuelto famosa tan de repente que en todos lados sonaba su música y al final había tenido que escucharla, tenia la teoría de que lo que le disgustaba en si, era la letra, se sacudió esos pensamientos y con torpeza apagó como pudo la radio.

 

-No entiendo como es que no te gusta, todos aman esta canción- Allan se permitió un momento de presunción

 

-¡Por favor! ella tiene un talento cero para escribir canciones- dijo evocando en su mente recuerdos muy dolorosos al pensar que palabras similares las había oído en otros tiempos y de otra boca -¡Yo tenia mas talento que esa mujer cuando aun ni había aprendido a caminar bien!!- se jacto el ojimiel, reía ruidosamente cuando sintió la penetrante mirada de su hijo escrutándole –¿Qué?- preguntó Allan revolviéndole el cabello paternalmente a su muchacho, cada día que lo veía le notaba mas guapo, con sus ojos de un azul imposiblemente eléctrico iguales a los de su abuela, de quien había heredado el tono sin que el mayor entendiera muy bien como había sucedido, la genética era curiosa.

 

El cabello de su niño era de un rubio tan claro que parecía blanco, la piel lechosa y el cuerpo delicado de su madre, viniendo de él podía sonar algo enfermo y pretencioso, pero su hijo, más que decir que era guapo, era una verdadera belleza.

 

-¿Lo extrañas?- le inquirió Kai a su padre inocentemente aludiendo al efímero pasado de cantante de Allan.

 

"Si, mas que a nada en este mundo vacío" era la respuesta que siempre conservaba en su mente

 

-Para nada- era lo que siempre le respondía a su mocoso para después besarlo en la mejilla hasta dejarlo empalagado e ir a preparar el desayuno, había tenido que aprender a hacer eso y mas, lavar ropa, hacer la limpieza, cosas así que cuando lo tenía a ÉL a su lado no le preocupaban en lo mas mínimo pero ahora lo hacían sentirse una persona independiente, sin embargo era una independencia que más bien podía ser descrita como un mal necesario, asfixiante, como saber que tienes la cuerda al cuello y no eres capaz de arrojar lejos las escaleras que te separan de la muerte.

 

Volviendo a lo principal, era que, si asentía, estaba seguro de que su hijo le preguntaría a continuación "Entonces, porque lo dejaste?" y la musa de la inspiración robaría las palabras necesarias para responderle a su pequeño de la boca de Allan, para responder una pregunta tan simple como esa tendría que explicarle la naturaleza de su existencia, como decirle a un chico de 16 que tan perfecta hermosura era el resultado de algo tan irreverente.

 

No. No estaba dispuesto a contar algo así, se lo llevaría a la tumba si podía. Prefería seguir con los cuentos de que la mujer a la que Kai debió haber llamado mamá estaba viviendo una vida apacible con otro hombre en otras latitudes en esos momentos. Era cruel, pero lo prefería.

 

Era el primer día del segundo año de preparatoria de su pequeño mocoso, se daría una ducha en cuanto su hijo saliera y así ya le tendría el desayuno preparado, saldrían de casa temprano para llegar puntuales a la escuela.

 

-¡Listo!- le grito su hijo sacándolo de su trance y evitando también que los huevos revueltos que preparaba se le quemaran en el sartén. Ese día tenía que hacerlo perfecto porque era importante para la personita que le había cambiado la vida. Sirvió el platillo amarillo junto con un vaso de leche y corrió escaleras arriba, a sus 36 años aun conservaba su vitalidad de cuando era joven, un espejo colgado en la pared en la cima de las escaleras le devolvió fielmente su reflejo, Allan se sonrió a si mismo contemplando que se formaban unas finas arrugas en sus ojos que le conferían a su rostro, extrañamente, un tono mas sensual del que esperaba, eran producto de haber sonreído tanto a lo largo de su vida, y se preguntaba como eso había podido ser.

 

Dejo de distraerse y se dirigió al baño cogiendo una toalla azul marino del closet al lado del baño.

 

Se dio una ducha rápida pues imaginó a su hijo esperando a por él con sus cosas en la puerta y taconeando impaciente en el piso. Se seco a conciencia y abrió su vasto guarda ropa preguntándose "¿Qué seré el día de hoy?" mientras recogía sus mojados mechones rubios.

 

Opto por la peluca de color café chocolate, larga y lisa, fleco al frente y solo anudo el largo cabello en una coleta con un sobrio pasador, luego tomo su uniforme de otra repisa, justo se lo habían devuelto de la tintorería el día anterior, la falda, el saco gris y la camisa blanca.

 

Apresuro el paso, solo pinto los labios con un poco de brillo y delineo sus ojos, justo como había imaginado, su pequeño le estaba esperando, con un pantalón negro y un suéter rojo con una bufanda rayada de ambos colores, nada que resaltara demasiado a la vista, un chico que podía pasar perfectamente por un inglés.

 

-¡Estoy listo!- canturreó Allan lanzándole un beso a Kai desde lo alto de las escaleras con movimientos femeninos

 

-No tienes por qué venir como mi madre si no quieres, es un año nuevo, nadie recordara que lleve a mi "madre" el año pasado- explicó el niño mientras veía bajar a esa "mujer"

 

-No te preocupes, de todos modos tendría que cambiarme para ir a trabajar, así me ahorrare un poco de tiempo- respondió abriendo la puerta para que su hijo saliese primero. Kai le sonrió al salir a modo de agradecimiento. Allan se puso encima un abrigo y partieron.

 

No tenia coche por lo que había que tomar el tren y para llegar a el podían ir caminando o tomar uno de aquellos rojos camiones dobles, Allan prefería la segunda, desde que había llegado a la isla Inglesa nunca había dejado de asombrarse con ellos, además de que el metro no era muy diferente del que existía en su ciudad natal.

 

Quizá eran tantas coincidencias que llegaban hasta a dar algo de risa, pero la escuela a la que Kai asistía y el lugar de trabajo de Allan no estaban lo que se dice separados, y no, el rubio no trabajaba en una esquina vendiendo su precioso cuerpo como se pudiera pensar, trabajaba en un pequeño centro comercial, en el departamento de perfumería

 

¿Por qué habían construido un centro tan cerca de una preparatoria? ¿Quien había autorizado aquello? no lo sabía, no le importaba mucho saberlo.

 

Primero se hallaba el centro, luego la preparatoria.

 

Era un día frío de invierno, al ser la piel de los dos tan blanca sus mejillas y sus narices se coloreaban de rojo.

 

Allan dio un vistazo a su reloj, iban realmente temprano, en las afueras del gran edificio comercial un montón de gente se había reunido alrededor de un pequeño escenario que se construido de improviso, una banda afinaba sus instrumentos y algunos ocasionales sonidos de cuerdas de guitarra se amplificaban por los altavoces al lado del escenario.

 

La música lo llamaba, esa era la única razón por la que Allan también se había detenido a ver.

 

Kai, que había seguido de largo se detuvo al ver que su padre/madre no se movía.

 

Sin embargo, al ver subir a quien iba a cantar se arrepintió de estar ahí parado, era ella, aquella mujer que estaba al parecer, en todos lados, cuya canción sin sentido lo perseguía, a la que llamaban Oliver.

 

Hubo aplausos atronadores que llenaron de inmediato aquella plaza, ella agradeció con una ancha sonrisa y mando besos a la multitud enardecida, no los hizo esperar, a su señal, la música que recordara de esa mañana empezó a sonar.

 

Allan simplemente cerro los ojos extremadamente fuerte, realmente era la letra, había algo en ella que no aguantaba.

 

-Papá, si no te gusta vámonos- sugirió Kai teniendo que acercársele hasta poder alcanzar su oído por el alto volumen, mas el mayor no se quería mover hasta que terminara aquello.

 

Había tiempo, y ambos se quedaron, efectivamente, hasta que se acabó.

 

Sólo hasta que se acabaron los aplausos Allan abrió los ojos, tenia un brillo fiero en la mirada que su hijo no le conocía.

 

-¿¿Papá...??- lo llamó, entonces Allan usó sus manos para hacer eco a su voz

 

-¡¡¡Incluso un gato cantaría mejor que tú!!!- le gritó a la mujer, y su comentario hizo que todo de repente se sumiera en un profundo silencio y las miradas se enfocaran en ellos. No tenía idea de donde había salido eso, realmente no se creía capaz de articularlo, y ahí estaba él ahora, con todos esos ojos posados sobre él.

 

-¡¡Papá qué has hecho!!- grito el ojiazul todo paniqueado intentando arrastrar a su padre fuera de ahí, Oliver se quedó con el micrófono en la mano, y tras unos segundos de sincera estupefacción, con una sonrisa retadora, se lo llevo a la boca para hablar

 

-¿Si eso es lo que piensas por qué no subes y me demuestras como se hace?- sugirió la cantante  amablemente, pensando que su reprimido tono impotente no se percibía en su voz amplificada. Allan miro rápido su reloj una vez mas, ya no prestaba atención a su hijo que le rogaba se fueran de una buena vez antes de que las cosas empeoraran ni a los pocos que le apoyaban gritando "¡que cante! ¡que cante!" Ya solo estaba él, el micrófono, y el hecho de que aun quedaba tiempo.

 

Abriéndose paso por la multitud y de un salto subió a su escenario casi arrebatando el micrófono de las manos de su competencia, cantaría a capella, no tenía mucha opción.

 

Improvisar era su especialidad sin duda, se concentro como hacia mucho que no lo hacia y las palabras llegaron solas a su mente, como pájaros que llegan a posarse a una ventana.

 

Se acordó de esa época en la que se la pasaba horas mirando los discos de sus ídolos admirándolos, de lo mucho que se esforzaba en parecerse a ellos, de su locura de tratar de imitar hasta su modo de respirar. Si no recordaba esos tiempos felices, su voz no serviría.

 

Tuvo que agudizarla un poco para que sonara femenina

 

Ella baila descalza, mientras toma un café

 

no se ha puesto la ropa aún, ya empezó a atardecer

 

y en la soledad, en vez de llorar

 

vuela sobre el cielo azul, rumbo hacia el sol

 

y en su equipaje van siempre las mismas palabras

 

baila, sola, no hay problemas hoy,

 

rie, goza, con esta canción,

 

brinca, loca, no mires atrás,

 

paso a paso dejas, ya lo que lastimó,

 

se que puedes olvidar como se rompió tu corazón

 

Ella va caminando, habla al aire otra vez

 

va paseando en el callejón

 

ya no duele el ayer

 

y no le importó, hoy todo esta bien

 

las estrellas salen ya

 

brillan en su piel

 

pero en esta oscuridad

 

grita las mismas palabras

 

baila sola, no hay problemas hoy

 

ríe, goza, con esta canción

 

brinca, loca no mires atrás, olvido que se rompió su corazón

 

Cuando terminó la multitud seguía callada, devolvió el micrófono a la castaña acompañado de su mas afable sonrisa y bajo tan ágilmente como había subido, asió a Kai de la mano y se fue, exactamente diez pasos mas tarde escuchó los aplausos a lo lejos.

 

Al terminar la ceremonia de inicio le dio unas simples indicaciones a su rubiecillo.

 

Regresar a casa y no esperarlo para comer, mas sí para cenar, se despidieron y Allan emprendió el rumbo de vuelta a su trabajo.

 

Habían desmontado el escenario para entonces y la gente deambulaba con normalidad, algunos pocos que habían estado en su presentación y aun permanecían rondando por ahí le halagaban y Allan agradecía sintiendo como un gran vació que no tenia ni idea de cuando se había creado se llenaba mínimamente.

 

Cuando entró dejo su abrigo y empezó su trabajo.

 

-¡Aileen! Oye, escuche que cantaste hoy ahí afuera- dijo una de sus compañeras a la vez que lo saludaba

 

-¡Cielos! ¿Acaso todo el mundo se entero?- inquirió él algo apenado

 

-¡Estas en primera plana! todos hablan de ti…no sabia que cantabas- Entonces Allan adquirió un tono sombrío -¿Dije algo malo?- inquirió la mujer al verlo ponerse tan serio de repente

 

-No nada - mintió él, otra mujer de avanzada edad se acercó a su compañera salvándolo así de más preguntas.

 

Exacto.

 

No sabia que cantaba, nadie lo sabía, y se suponía que nadie debía de saberlo nunca, porque Allan Pearson ya no existía en este mundo, ahora era solo Aileen Dean, una mujer simple, que había llegado a Inglaterra con el fin de recibir tratamientos médicos para su cáncer, el cual había superado no sin consecuencias, pues su cabellera rubia había desaparecido a causa de las quimioterapias sin esperanza de que, como el fénix, volviera a renacer.

 

Y era por eso que, todos lo sabían, usaba pelucas y nunca llevaba el mismo corte o color de cabello.

 

Algo -MUY- fantasiosa la historia que el rubio se había inventado a si mismo, pero había sido perfecta al momento de desaparecer, no la creían del todo, más no hacían mas preguntas, sin esposo y sin pecho, a pesar de tener ya un hijo

 

Ese era él ahora, y no le incomodaba, estaba acostumbrado a que sus pocos conocidos que tenia en esos momentos le dedicaran cierta lastima.

 

En eso pensaba cuando su amiga lo llamó

 

-Creo que te buscan- le dijo señalando a un hombre que la miraba con interés a tan solo unos pasos de distancia. El ojimiel tragó saliva.

 

-¿Se le ofrece algo?- le pregunto al hombre en voz casi inaudible

 

-¡¿Qué pasa?! Esa no es la voz que escuche esta mañana- le dijo él amablemente, era mucho mas joven que Allan y tenia una voz atrayente, el cabello negro peinado en una coleta y los ojos ocultos bajo unos lentes a la John Lennon, vestía casual y elegantemente. Tras examinarlo Allan se sonrojó sin querer.

 

-¿Usted me escuchó?- inquirió tomando algo de confianza

 

-¿Qué si te escuche? ¡Preciosa! ¡Cantas como los mismos ángeles! represento a una compañía disquera, competimos contra esas personas que promocionan a la tal Oliver y andamos en busca de un talento que la supere, y déjame decirte, que tu lo haces y con creces ¿Te interesa?-  preguntó el hombre recargándose contra el mostrador de vidrio

 

Ya se había metido en problemas suficientes ¿Por qué nunca escuchaba a su razón entonces?

 

-Bueno, es que yo...no se si deba...y...- balbuceó aferrando las manos a la botellita de perfume que sostenía

 

-Resultaste mas tímida de lo que pensaba, como sea, tengo algo de prisa- dijo aquel hombre de negocios deslizando su tarjeta de presentación en la bolsa de su saco gris -Piénsalo, y si te interesa, llámame quieres, de verdad me encantaría que tu gran talento estuviera en nuestro equipo- dicho esto le guiño un ojo, chasqueo la lengua, tamborileó con los puños en el cristal, dio una vuelta sobre su eje y se alejó a paso veloz con aire de estrella de cine, su amiga no tardo en acercársele

 

-¿Qué te dijo? ¡¡¿Te dio su número?!! ¿Pero es algo joven no crees? digo, no es que estés vieja ni nada...- bla bla bla, era lo que Allan oía, suspiró débilmente para que su amiga no le oyera, era joven, más que él y le comprendía su inagotable energía “Es que aún o ha vivido lo suficiente”

 

Se había metido en un gran problema -Oye, ¿¿Dónde aprendiste a cantar así??- preguntaba ella cuando él volvió a la realidad

 

-Supongo que cuando era joven, pero hace unos 16 años más o menos que no canto- le explicó

 

-Para llevar tanto cantas muy bien- aduló la chica

 

-Creo que es como andar en bicicleta, nunca se olvida-

 

***********

 

Se había hecho de noche, ella sabía que él no había salido de su estudio en todo el día.

 

Entro sigilosa y le besó la frente dulcemente, luego se sentó en una silla plegable destinada a su perfecto y no operado trasero cruzándose de brazos y poniendo la cara de quien se enoja en juego

 

-No fuiste a la ceremonia de inauguración ¿verdad?- inquirió en un tono de voz que más bien usaría un policía al interrogar, el pelinegro apenas y despegó los ojos de la pantalla de su computadora para emitir un hueco

 

-¿Hn?- la ojiverde dejó ir un suspiro y se levantó azotando las palmas en el escritorio

 

-¡Matt! ¡Te pedí que acompañaras a Summer a su ceremonia! ¿Me hiciste caso cuando te lo decía?-

 

-¿Era hoy? Lo siento, tengo que terminar de escribir esto para mi conferencia mañana en la mañana- se excusó el de ojos castaños retornando a la escritura

 

-Hoy fue el día en que tu hijo entro a su segundo año en la preparatoria, ¿Es qué no te interesa?- le pregunto ella suspirando

 

-Sin mencionar que debo terminar las canciones de tu siguiente álbum- añadió el azabache como queriendo decir "Oye, ¡no solo estuve trabajando aquí para mi mismo sabes!"

 

-A eso nadie te obliga, yo tengo mis propias canciones y tu no me dejas cantar ninguna- no recibió respuesta -Como sea, me voy al trabajo- habló yendo a la salida del estudio -Oye, ahora que lo mencionas, hoy paso algo muy raro mientras me presentaba, una mujer muy extraña me reto, invento una canción en un segundo ¡de la nada! debo admitir que me impresiono de verdad-

 

-Oliver Redden, te quiero, pero me desconcentras- dijo Matt, sabía que solo así la sacaría del lugar

 

-¡Yo también te amo Matty! ¡Traeré vodka del bar!- anunció con bastante energía y se fue dando un portazo. Oliver había estado a la distancia suficiente como para no notar el escalofrío que le recorrió la espalda al escritor cuando ella le dijo "Matty", ni el que había sentido al decirle "te quiero"

 

"Son palabras que solo a ti te puedo decir" escribió en la computadora, puso en mayúsculas y en negritas la palabra "Ti", apagó el ordenador y encendió un cigarrillo, había terminado de rescribir el penúltimo capitulo de una cursi novela más.

Notas finales:

está algo así como groseramente largo, verdá? nah, es por las canciones que se ve asi y por los pinches espacios que se niegan a pegarse mas, yo lo intenté, se los juro, pero no se dejaron T^T

xD, perdonen n.nU, saben, el título me lo saqué de la manga en el instante, ahora que lo pienso nunca m e preocupó buscarle un nombre decente a todo esto, hasta los capitulos tienen título, pero no la historia, el resumen creo que al final no tiene nada que ver pero mi mente no dio para algo mas acertado, y como esta cosa no deja subir nada si no hay resumen!!! >.<!!!

las canciones usadas (no me golpeen si les parece muy pophorriblevacuosinsentido) son de...ahh...me cuesta. Son de kalimba, seh, el mesmito de OV7, para quienes no sepan quienes fueron OV7 no me lo digan, me harán sentir vieja, y si no lo saben por otro motivo...no creo que les sangren las orejas si lo escuchan xD

La primera es un fragmento de "jamás" y la segunda es "ella baila sola" *¡titulazos! xD

Espero que dejen reviews, se admite cualquier duda, halago, jitomatazo que gusten aportar a la causa.

 


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