Como si no lo hubieras esperado.
Capítulo 12: Corresponder.
–Te quiero… te quiero a mi lado, Alphonse.
Alphonse apreció esas cálidas palabras que lograban cambiar la percepción de la fría ventisca que rozaba su pálido rostro. Incluso notó el rastro de una lágrima que se le había escapado. La tensión había cedido y ahora solo sentía que no había palabras como para poder responder a lo que debía, sino que habían más preguntas pero esas mismas eran las causantes de tantas emociones que estaba sintiendo en ese preciso momento. Emociones sacadas de un sueño extraño y lejano.
Sonrió con nostalgia.
– ¿Está seguro de ello? – comentó débilmente mientras aún se mantenía de espaldas. – ¿No es una mentira? ¿Por qué ahora cambió de parecer?
–Porque tú estás aquí…
–Y Edward, no. – lo interrumpió con rapidez. Acto seguido, se mordió el labio inferior con fuerza por aquello. No podía evitar que las dudas lo controlaran.
Entendía la confusión que podía estar en la mente de él, podía asegurar que era como un gran caos mental entre lo que debía y no debía creer. Lo había sufrido, sin embargo, solo bastaba con seguir un pensamiento o más bien, seguir con lo que decían los sentimientos. Así era, aunque sonara raro después de tanto batallar había llegado a donde estaba. Debía demostrarle que ahora hablaba en serio y que no solo era como Alphonse quería entender.
…
– ¿Entramos?– preguntó estando detrás de él, causando que Al se estremeciera por el simple hecho de que lo había sorprendido. Se había movido tan ágilmente que ni siquiera había sido percibido a tiempo.
El sorprendido asintió taciturno mientras evitaba cruzar miradas.
Estaban allí. Sin mirarse, sin hablarse, sin nada. Dentro de esa sola habitación llena de desorden, se ignoraban. Alphonse sentado cerca de la chimenea humeante y Mustang erguido con la mirada en dirección a la ventana. Con el fuego encendido, ese ambiente frío de palabras, estaban calentándose de a poco.
Por simple cortesía, el Coronel le ofreció una taza de chocolate para que pudiera acostumbrarse al tenue calor. Pretendía sacarle al menos un ‘Gracias’ o una sonrisa pero falló en el intento. Debido a que solo se limitó a tomar la taza entre sus manos, sin embargo, notó como quiso agradecerle para que finalmente desistiera de ello.
Con otra taza en mano y el segundo susto que le daba al menor, permaneció observándolo con distancia. Se impacientaba porque debía de preguntarle esa simple cuestión de alguna forma.
“Solo ve y dile.”–resonó en su cabeza y así fue.
Sentándose a centímetros de la fogata y del otro lado del sillón suficientemente lejos del castaño, se preparó para la sencilla pregunta. Con las palabras justas o no, interrumpió el silencio.
– ¿Me quieres?
El castaño apenado solo asintió, era inútil negarlo más tiempo. Era toda una revolución pensar en detalles como esos y de eso, salía el titubeo de no saber cómo demostrarle que era cierto.
–Yo también te quiero. La verdad no sé en qué momento comencé a quererte… pero es difícil explicarlo.
Mustang lo observaba detenidamente como le correspondía con cierta timidez. Sentía como esas palabras eran verdaderas, podía confiar en ellas. Con cuidado, dejó la taza de chocolate que tenía en algún lugar y se aseguró de sentarse al lado de Alphonse. Se sentía más a gusto. Minutos después, el castaño aún sonrojado se recostó sobre su hombro. En la quietud y luminosidad natural, miraban las formas de las llamas danzantes. Todas parecían iguales pero eran únicas a su manera. Casi sin pensarlo, Roy tomó su mano y la sujetó para verificar que no era ningún sueño. Así se quedaron en silencio hasta que la última llama se extinguió.
…
Al estaba casi dormido, solo bastó un leve empujón para despertarlo de inmediato. Se daba cuenta que ya todo se encontraba muy oscuro y apenas se podían distinguir las cosas, vio como una sombra más grande se encontraba a su costado y le ayudó a levantarse, era Roy.
–Debes dormir dentro de poco hará más frío. –susurró mientras lo arrimaba hasta donde tenía que ir dentro de esa habitación.
No sin antes, sujetarlo una vez más y buscar sus labios tibios para darle un beso de buenas noches.
…
¿Al fin se correspondían el uno al otro?