Como si no lo hubieras esperado.
Capítulo 3: Alegría.
La tormenta de nieve había cesado y el sol apenas estaba saliendo, escabulléndose por la ventana cubierta de blanco. Alphonse ya se había despertado, algo desconcertado porque apenas recordaba donde estaba. Notó los estantes vacíos, un escritorio de madera lustrada y esa chimenea que solo podía estar en un solo lugar… Era claro identificar donde finalmente se hallaba. Se fijó en ese ambiente para buscar al Coronel pero no lo vio. Supuso que debía estar cortando leña o solo estaba haciendo su habitual guardia.
Se sentía incómodo al estar vestido de esa forma; esa camisa que era prácticamente algo transparente y paños menores. Cubriéndose con la sábana, se levantó de la cama y lo estremeció una brisa helada. De inmediato, fue a buscar sus ropas que se hallaban a un costado de la cama. No sabía cómo había podido estar solo con eso. Se avergonzaba de recordarlo y pensar que el Coronel lo había desvestido…
Dándose una recorrida por todo el interior de ese pequeño refugio, admiró algunas medallas doradas y cuadros; inspeccionando más allá de lo simple, vio sus guantes. No podía creer que ya no pudiera usar su Alquimia, no lo entendía. Vio con más decisión esos guantes a tal punto de casi tocarlos, de repente, sintió como alguien abría la puerta a sus espaldas. Su sombra se posicionó en esa habitación anunciado su llegada; Mustang entró viendo la escena en la que Al estaba.
–Roy… yo…– titubeó con miedo– Solo miraba. – le dijo intentándose alejar de allí para evitar cualquier duda más.
–Eso dices siempre… eso dicen todos. ¿No me preguntaras de nuevo por qué no uso mi alquimia? – expresó hastiado mientras acomodaba la leña que había traído a un costado de la chimenea y, a la vez, dejaba tu tapado negro en un perchero.
–Lo siento. – se disculpó para luego, irse a un costado de esa habitación.
–Viniste como lo haces siempre pero esta vez hay algo más... ¿No? Si no hubiera sido así no te hubieras arriesgado a llegar hasta aquí con el terrible clima que azota a esta región.
Alphonse se sorprendió por esa deducción. Le había adivinado aunque estaba aliviado de que no le regañara por su imprudencia.
–Tienes razón. – afirmó para luego continuar. Debía decirle la verdad sobre ‘ese asunto’; tomó aire y habló. –Pude ver a mi Nii-san… en otro mundo. – explicó seguro de sus palabras aunque parecía que Roy no le creía. – Lo vi como se supone que debería estar ahora. Sé que no es un sueño o una alucinación porque… lo siento y era como si yo hubiera estado a su lado.
Roy enmudeció al escuchar tal confesión. No creía del todo eso que le decía Al pero podía estar seguro que no le mentía. Era algo difícil de entender, sin embargo, no era imposible. Si Alphonse había podido ver al verdadero Edward…
-Dices que estuviste a su lado… ¿no? – le preguntó de repente. Su alma había dado un brinco al poder saber que era posible recuperar a su Edward.
-Si… – respondió notando como se sorprendía y se veía cierto brillo en los ojos del Coronel.
Eso tal vez era bueno pero no podía explicarse cómo podría convertirse en algo real. Dio un par de vueltas alrededor del encamisado Al, pensando en un forma u otra forma de que pudiera volver a suceder, ver si habían otros efectos ante otros estímulos…
Sin estar consciente del todo, abrazó con fuerza a Alphonse, alegre por ese dato. Lo aprisionó entre sus brazos y luego solo fue un abrazo con cariño, sintiendo como si fuera el verdadero Edward. Podría recuperarlo…
Esa sonrisa perdida había vuelto a su rostro. Ahora estaba seguro de aquello que dudaba, le hacía falta la presencia de Edward, lo extrañaba verdaderamente.